>Menos mal que fue el Ayuntamiento de SPM que compró los edificios pabellones del otrora Hospital Dr. Carl Theodor Georg.

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Carl Theodor Konrad Ludwig Georg nació el 23 de enero de 1884 en Diedrich, Alemania. Falleció el 11 de junio de 1966, en San Pedro de Macorís.

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Escrito por: Dr. Carlos Juan Musa Hazim

(Foto del Dr. Musa Hazim).=
 SAN PEDRO DE MACORIS.- Menos mal que fue el Ayuntamiento del Municipio de San Pedro de Macorís, que es una institución descentralizada que forma parte del engranaje del Estado Dominicano, quien compró a las monjas Mercedarias de la Caridad los edificios restantes que formaban parte del hospital más grande jamás construido en la República Dominicana, el Caribe y gran parte de América, y el cual tuvo capacidad para 750 camas. Nos referimos a los pabellones del Hospital Dr. Carl Theodor Georg.

Para los que desconocen parte de la historia, vamos a darles algunos breves datos, a saber: Carl Theodor Konrad Ludwig Georg nació el 23 de enero de 1884 en Diedrich, Alemania.

Alemán de nacimiento, pero PETROMACORISANO de corazón, vino a este país en el año 1908, primero, porque conoció en Alemania, en una parada hecha por el Ejército Prusiano, al cual él pertenecía como paramédico, a la distinguida dama Constanza Eleonor Meineke, una de las damas más cultas que ha dado la República Dominicana, mulata, mezcla de un alemán radicado en Puerto Plata con una Santomeña, y estudiante de prestigiosos colegios en Suiza y Alemania. Flecharon sus miradas, como la lanza de Cupido en sus corazones y, luego del desfile, tras buscarse, entablaron conversación para, en un futuro, convertirse en un matrimonio indisoluble; y una segunda razón, fué su padecimiento asmático, razón por la que le fué recomendado buscar nuevas tierras y climas más favorables donde pudiera corregir ése mal.

Siempre manifestaba que llegó antes de que mataran al presidente Ramón-Món-Cáceres (a Cáceres lo mataron el 11 de noviembre de 1911).

Luego de recorrer varios lugares en la República Dominicana, donde más se acopló y nunca mas volvió a padecer su mal fue en el batey El Soco, provincia San Pedro de Macorís. Ahí se estableció y compró, con su propio peculio, propiedades agrícolas cañeras, pues era la época del “Boom” de la siembra de la caña de azúcar para la producción de azúcar parda y llegó a convertirse en el mayor colono azucarero en los entornos de San Pedro de Macorís.

El bachiller Georg, para esa época todavía no era médico, como inteligente y astuto que fue, reinvertía las ganancias obtenidas en la compra de nuevas tierras cañeras. En ése entonces, para el año 1911, eran 7 ingenios; luego, en el 1918, se instaló el 8vo ingenio de la provincia, ¨Las Pajas¨.

En sus colonias, estableció un servicio médico para los trabajadores heridos o con enfermedades leves y, con sus propios recursos económicos, les brindaba toda la ayuda necesaria. A los que necesitaban una ayuda médica más especializada, los refería al Hospicio San Antonio, que había sido creado varios años antes por el también filántropo sacerdote Antonio Luciani. Cuando ese Hospicio quedó acéfalo por la partida y posterior muerte de su creador, él se convirtió en el mayor aportador económico, donando “gruesas” de jeringuillas, gasas, instrumentales quirúrgicos, equipos médicos, etc.

Es a partir de 1913, cuando se asocia a otra eminencia de la medicina en República Dominicana, Dr. Francisco Moscoso Puello, quien asume la dirección del Hospicio. Siendo el Dr. Georg el mayor sustentador y administrador de esta entidad, en el 1920 decide echar por el suelo la vieja estructura de madera y zinc y levanta, como el Ave Fénix, la estructura de concreto armado, dándole apertura al Hospital San Antonio en el 1921. Trabajó mañana, tarde y noche. En el año 1937, levantó el pabellón denominado ¨Rancho Grande¨; luego, construyó los pabellones 1941, 1948, 1950 y, por último, el 1957. Él nombraba los pabellones de acuerdo al año en que eran construidos.

Anteriormente, había iniciado sus estudios de medicina en las escuelas de Bonn y Jena, Alemania. Decidió reiniciar los estudios de medicina en la República Dominicana, como estudiante libre, en la Universidad de Santo Domingo, hoy Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), donde obtuvo su título como ¨Licenciado en Medicina¨, el 28 de enero del año 1928.

Traía médicos especialistas alemanes para enseñar a los médicos dominicanos las especialidades en Radiología, Ortopedia, Cirugía, Medicina General, Patología, Nefrología y Laboratorio. Venían con la condición de impartir sus conocimientos en estas especialidades a cambio de ellos estudiar Medicina Tropical en el Hospital San Antonio. También compró y trajo, en 1924, el primer equipo de Rayos X que se instaló en República Dominicana.

Trabajó, como se dice popularmente, ¨a brazo partido¨ con los médicos dominicanos que lo ayudaron durante su estadía en el laar terrenal.

Ya en el ocaso de sus días, testó sus bienes, conjuntamente con los de su señora esposa, quien había fallecido años antes y a la que había heredado, porque se habían casado con separación de bienes y no habían tenido hijos ni familiares reclamantes, a las Hermanas Mercedarias de la Caridad para que continuaran con su obra, lo cual nunca hicieron.

Falleció el 11 de junio de 1966, en San Pedro de Macorís.

El antiguo Hospital San Antonio, hoy en día Dr. Carl Theodor Georg, fué entregado al Estado Dominicano para el usufructo de la Secretaría de Salud Pública. El pabellón “Rancho Grande” fue vendido a la Universidad Central del Este. Y ahora, vemos cómo son vendidos al Ayuntamiento del Municipio de San Pedro de Macorís los restantes edificios (pabellones 1941, 1948, 1950, 1957) por la friolera suma de Sesenta y Ocho (68) Millones de Pesos Dominicanos, cuando ellas debieron haberlo donado al municipio y no convertirse en negociantes, casi usureras, de algo que les fué donado y donde ellas no tuvieron que invertir ni un sólo centavo.

Ya, anteriormente, los altos mandos de la Iglesia Católica local, nacional o internacional? violando la ley del Congreso Dominicano, número 5309 del 1960, le quitaron el nombre al Hospital Dr. Carl Theodor Georg para asignarle uno nuevo.

Una muestra de la inconmensurable ingratitud que le profesaron a sus donantes son estas fotos de la tumba donde descansan los restos del Dr. Georg y su señora esposa Doña Constance. Podemos observar el total abandono, descuido y negligente estado en que se encuentra, al menos por fuera, ni siquiera tiene la tarja con sus nombres. Pero sí notamos que hace muchos, muchos años que no la reparan, limpian y, mucho menos, le prenden un velón de gratitud.

Cuanta ingratitud!!!!  Bien cabe el dicho de «A lo que nada nos cuesta, hagámosle fiesta!»