La grandeza de don José Hazim Azar. In Memoriam

También aquí podrás leer los trabajos titulados, Sin UCE no tuviésemos un Siglo de Luz, y  Don José Hazim Azar, Un reportaje especial.

Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo).

«El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños». Eleanor Roosevelt.
 
«La idea no es vivir para siempre, es crear algo que sí lo haga». Andy Warhol
SAN PEDRO DE MACORIS.- En el crepúsculo fugitivo del martes nueve de marzo de 1999 murió el amado don José Hazim Azar, sobresaliente ciudadano y distinguido hombre público de la sociedad de San Pedro de Macorís. Murió un hombre consagrado en procura de elevar por peldaños florecidos a su querido pueblo de San Pedro de Macorís en interés de integrarlo al signo luminoso de estos tiempos exigentes de cambios impuestos por el globalizado modernismo tecnológico del siglo XX1.

 Qué decir de este utópico y carismático personaje de bien ampliamente conocido y estimado por todos. Que sobrevivió al pasado oprobioso de la tiranía trujillista conquistando con peculiar esfuerzo un presente de realizaciones impactante que lo situó históricamente en el porvenir.

Que cual ave Fénix supo remontarse sobre los derroteros traumáticos de la frustración para erguirse con prestancia e hidalguía, y descollar con esmerado ímpetu, como líder de su tiempo, encabezando la fundación de la Universidad Central del Este (UCE) en los años de 1969-70, donde  impregnó con sello resplandeciente y sudor de su empeño tenaz su entusiasmo quimérico, su optimismo contagioso, aportando y contribuyendo en aras de impulsar los cambios requeridos para situarnos en la ruta del esplendor anhelado para su venerada e idolatrada provincia de San Pedro de Macorís.

Decir con fuerza ciudadana que de su conducta generosa, acrisolada con el peso reluciente, emanada  de su ambiciosa, osada y atrevidas ideas innovadoras, tendente a convertir a la ciudad  de San Pedro de Macorís en vanguardia de realizaciones; y con ellos  lograr que renaciera como otrora cual “tacita de oro”, que caracterizó aquellos pretéritos tiempos  diezmados por la inercia forzada y el olvido resultante del egoísmo político y la inquina intrínseca en la mediocridad  inherente en la miseria humana, la cual, nos ha permitido situarnos  en los altos peldaños del respeto ante  los ojos crítico de la exigente Opinión  Pública Nacional.

Oportuno sería destacar  con suma emoción el apunte biográfico de su mágico nacimiento, aquel medio día del 19 junio de 1913 en San Pedro de Macorís,  resaltándose su condición de hijo sirio-libanés; del matrimonio entre don  Emeterio José Hazim Assy y Kamel Azar Azar. («Su padre nació en Basbina, Siria, y su madre, doña Kamel en Amiun. Regiones árabes que en ese entonces pertenecían a la dominación Siria, pero que hoy son territorios libre del Líbano»), circunstancias tan especial que lo convertirían en un  pluralizado ciudadano de tres nacionalidades, Sirio, Libanés y Dominicano. ¡Eureka por este Feliz comienzo biológico!

Asimismo resaltar a viva voz que formó junto a Doña Ninin Frapier una de las más bellas y admirada familia de la sociedad de San Pedro de Macorís, unión que produjo tres hijos, Randa, Mayra y Josecito, tres encantadoras prendas llenas de vitalidad, orgullo de su prole, quienes han sabidos tremolar con orgullo y dignidad la bandera de aportes heredada de su progenitor para continuar sin desmayo su inconcluso proyectos de obras de bien.

La vida y obra de este eximio líder social y comunitario que con nobleza y valentía venció “molinos de vientos”, las injurias surgidas de estúpidas y frustradas voces destempladas que cobardemente sucumbieron al desafío de su tiempo que demandaba de ellos  su presencia activa en la lucha social y comunitaria necesaria en aras de  que volviera a  resplandecer aquella época dorada tan recordada,  donde floreció la verde sonrisa de los petromacorisano, constituye de por sí  una epopeya singular.

El temple de su pesada reciedumbre unida a su alta calidad humana conformaron la acerada zapata que sostiene la portentosa obra de bien que encarna la Universidad Central del Este, (UCE); los  parques de Zonas Francas, los bancos comerciales, las innumerables empresas y negocios de servicios, entre otros, existentes hoy en la Sultana del Este, cuyos resultados  ameritarían con profundo sentimiento de gratitud los más altos reconocimientos a su aquilatada y pluralizada figura pública.

En efecto, don José Hazim es merecedor, sin ningún tipo de prejuicio y mezquindad humana, de que se le brinden todos los honores y homenajes posibles, las más distinguidas distinciones y el justo tributo a su memoria. Porque don José Hazim penetró el corazón de los  indiferentes e indolentes cuya insidia contribuía a mantener a esta comunidad digna de mejor suerte postrada y  relegada en el olvido. Gracias a su perseverancia,  a su entrega  y esfuerzo sin desmayo; a su fe indoblegable y obstinado afán de lucha, que en ocasiones hizo que los incrédulos lo trataran con desdén, la ciudad de  San Pedro de Macorís luce  hoy pujante en el camino firme de su desarrollo y progreso.

La muerte será siempre un acontecimiento estremecedor, su entorno de  dolida solemnidad luctuosa conmueve y aflige sentimientos. Sobre el llanto desconsolado de los deudos asoma fugaz alguna  brizna impertinente de silencio demandando acaso atención compasiva frente a ese dolor único e  irrepetible que lacera el sentimiento  humano, importantizando  la vida y rescatándola del desdén regular de la cotidianidad, hecho impactante que  reafirma  nuestra condición protagónica en el universo  como ente histórico  y social capaz de enfrentar exitosamente los avatares imprevisto de la vida. Éxtasis instantáneo y trascendental de nuestra existencia  que logra acercarnos con la votiva creación  de la madre naturaleza.

Nunca, por más lapidaria que parezca, la muerte debe ser motivo de miedo, terror o maldición, entendiéndola como la última jornada eficaz, el último acto de entrega irrenunciable que  posibilita la redención  humana;  apropiado vehículo que nos conduce por los senderos de la perpetuidad.

Con la muerte nos remontamos por rutas  insólitas e inciertas, sin embargo, dependiendo de las circunstancias y condiciones  del ocaso, podemos tomar un camino  de vida que apuntale  sobre el silencio lúgubre de la sombra el significado histórico y filosófico de nuestra realidad biológica y social dentro del género humano, liberándonos de cualquier atadura pecaminosa. Ya lo dijo Víctor Hugo, «Sólo viven aquellos que luchan». Y don José Hazim Azar batalló incansablemente hasta el final. ¡Gloria permanente a su memoria!

La muerte consume sin conciencia la suma de virtudes que adornan el espíritu humano. Ante esta amarga posibilidad del devenir  tenemos que apoyarnos en nuestra conciencia lúcida para transformar nuestro reposo finito en un baúl de legado altruista, cual eterna presencia tangible, catapultando los valores humanos concebidos desde una filosofía de vida; no importa el volumen de las cosas alcanzada sino la perspectiva de su  objetivo; y si el fruto de la  faena  emprendida traspasa nuestra rutinaria frontera personal entonces afianzamos con creces nuestras presencia existencial; es la calidad y profundidad de nuestra conducta, y la intensidad de nuestro accionar social lo que le dará sustancialidad y legitimidad moral y filosófica a nuestra obra de vida insertándola inmensamente en el espacio tiempo del proceso dialéctico e histórico en que nos desarrollamos. Cuando se vive con conciencia del valor de la vida la muerte tiende a reproducir nuestra vida en la profundidad de los corazones conscientes, queridos y agradecidos. Cultivar desde una conducta decente y diáfana claramente definida una hombría de bien asienta la premisa onírica  de la inmortalidad histórica y humana.

Esta sentenciado que «Todo hombre tiene su época», y en este  sentido, lo importante es tener el olfato  para situarse  en el tiempo que justamente le corresponde a cada uno. Aprovechar  cualquier imprevisto coyuntural con  templanza y entereza. Verlo como  un desafío de vida, con la certidumbre de que todo triunfo depende de la capacidad que nos demos para subvertir adrede  el anquilosamiento social del entorno. Estar presto a rebelarnos  a la presencia de todo anacronismo. Tener la  sapiencia y madurez debida para afrontar desde una filosofía de vida  cualquier dilema que se nos presente podría determinar  el éxito o fracaso de cualquier empresa o proyecto. Y don José Hazim Azar con el olfato social peculiar en todo visionario supo canalizar y dinamizar sobre sus hombros la nueva ruta de desarrollo y progreso que los nuevos tiempos urgían para  San Pedro de Macorís; notoria realidad que lo convirtió con creces, y sin desmedro de otros, en  la vanguardia  protagónica  de su tiempo.

La historia valora a los seres humanos  por su resultado social. No es que antes ni después  de don José no hayamos tenidos hombres y mujeres destacados y sobresalientes en diferentes disciplinas del saber científico,  la ciencia  política y sociales, los deportes, las artes plásticas, la artesanía, y demás quehacer público. San Pedro de Macorís ha producido y alojado en distintas oportunidades  a abogados  de profunda erudición; a  poetas, escritores, médicos, sindicalistas de grande futes  como Mauricio Base. A guerrilleros  que lucharon  con honor contra la primera intervención norteamericana en 1916, como  Gregorio Urbano Gilbert, el general Mon Natera, Salustiano Goicochea (Cachá) y Vicente Evangelista (Vicentico). Hemos producido revolucionario de primera fila como Maximiliano Gómez (El Moreno). Nuestro lar exhibe  en su historia con mucho orgullo a centenares de hombres y mujeres valiosos e ilustre cuyo talento y capacidad  creadora en diferente área productiva  ha sido trascendente. El listado  de intelectuales, poetas, poetizas,  emprendedores, profesionales y empresarios es sumamente amplio  como impresionante.

El proceso dialectico en la existencia de don José Hazim Azar  lo situó en una época privilegiada donde el parnaso  local se destacaba  majestuosamente sobre la geografía nacional encumbrado en  el vuelo mágico  de su pensamiento poético. Por encima al culto obligado a la dictadura trujillista (1930-1961) escapaba neciamente algún asomo de travesura  emocional. La generación  de entonces  disfrutaba  el contagio foráneo traslucido en el atrevido pensamiento literario que se vislumbraba de  la interpretación y lectura  que se le daba a los escritos literarios en boga.

Esa generación irrepetible  cultivó su pensamiento crítico  consumiendo con avidez enfermiza, y a escondidas, como una especie de  desafío a la época intimista que lo mantenía cercado y bajo el acoso de una vigilancia paranoica, las obras del  cubano José Martí, del guatemalteco Miguel Ángel Asturias, del español José Ortega y Gasset, del peruano  César Vallejo,  del nicaragüense Rubén Darío, del chileno Pablo Neruda, del mexicano Octavio Paz, de los argentinos José Ingenieros y  Adolfo Bioy Casares, de los franceses  Víctor Hugo y Honoré de Balzac, del alemán Franz Kafka, del ruso León Tolstoi, y, máximamente, las obras demoledoras del controversial colombiano José María Vargas Vilas, como las tituladas,  Ante los bárbaros, Césares en la decadencia, Aura o las violetas, Flor de fango, Ibis, Las rosas de la tarde, El cisne blanco, Los providenciales,  Los divinos y los humanos, Laureles rojos, La muerte del cóndor, Lirio Blanco, Lirio Negro, y María Magdala, entre otras. En las fascinantes lecturas de estos estupendos escritores así como de los clásicos griegos y romanos  no hay ningún desperdicio de tiempo. Leerlo libera y compromete el alma permitiendo   fomentar desde su asimilación una conducta  ética y cultural  de honor, decencia  y dignidad.

Escudriñarlo y disfrutarlo a escondidas era una osadía riesgosa y temeraria. Si bien fue una etapa de miedo y terror también lo fue de desafío soterrado. La lucidez  expresada en los siglos X1X y XX  impregnó a San Pedro de Macorís con radiante aura de inspiración  dada en la sentida  poesía  de los hermanos Gastón y Fernando Deligne y José Joaquín Pérez. Sobre el flujo rocío de sus versos cabalgó con deleite, envuelto en su fresco aroma, una generación entusiasta e inextinguible colmada de esperanza.

De aquí que tengamos  el privilegio histórico de  haber  producido  al Poeta Nacional don Pedro Mir, así como a los  poetas de altos vuelos Francisco Domínguez Charro, René del Risco Bermúdez, Víctor Villegas, Ramón Federico Bermúdez Ortega, Ligio Vizardi, Norberto James Rawlings, Freddy Gastón Arce, Carmen Natalia Martínez Bonilla y al reconocido tribuno Quiterio Berroa entre otros (as).

San Pedro de Macorís produjo  la primera médico dominicana Evangelina Rodríguez Perozo, al  reputado médico Francisco Eugenio Moscoso Puello, al doctor Antonio Musa Dipp. Al médico psiquiatra Antonio Zaglul, el maestro de la Sinfónica don Julio De Windt, el compositor musical y clarinetista de nuestra Sinfónica Nacional  Bienvenido Bustamante, al Dr. Jaime Oliver Pino,  al afamado y prestigioso abogado don  Porfirio Herrera, al Dr. Ángel Ponce Pinedo y el talentoso periodista, escritor, ensayista, político, educador y  crítico Alejandro Angulo Guridi, autor por demás  de la primera novela dominicana, Los amores de los indios (1843).

En el ingenio Porvenir de nuestro  amado Macorís del mar nació también el estupendo y formidable  artista plástico  Paúl Giudicelli Palmieri 1921-1965, autodidacta y prolífico pintor, cuya obra, según la crítica « alcanza niveles insospechados de paroxismo, con  exaltación intensa de las pasiones y de los sentimientos»; considerándolo  asimismo maestro innovador de la pintura nacional.

San Pedro de Macorís tiene el mérito de haber producido magistrados tan idóneo, serio, responsables, justo y honesto como Manuel A. Richiez  Laureano Canto Rodríguez (Galano) y don  Bruno Aponte Cotes. Ejemplo de vocación de servicio y decencia pública.

Aquí se albergó y sentó las bases de  su quehacer educativo Anacaona Moscoso Puello de Sánchez 1876 -1907, quien  creara el Instituto de Señoritas Salomé Ureña. Murió el  5 de septiembre de 1907 en San Pedro de Macorís.

En nuestro  Macorís del mar;  de caña, guarapo, miel y  guloya, nació en 1924 el famoso compositor criollo Mario de Jesús Báez, y quien se fuera en 1959 a residir a la ciudad de México, autor de los grandes temas musicales  «Que se mueran de envidia», «Cría cuervos», «Perdámonos», «Ya la pagarás», «Cumbia del torero» ,  «Y»u «O…», ¿Y qué hiciste del amor que me brindaste?», entre otros éxitos, interpretados por los renombrados artistas  Libertad Lamarque, Luis Miguel, Los Panchos, Vicente Fernández, Julio Iglesias, Vicky Carr, Lucía Méndez, María Luisa Landin, Lucho Gatica, La Sonora Matancera y Pérez Prado, entre muchos otros.

Aquí vivió y murió el extraordinario y reputado médico alemán Carl Theodor Konrad Ludwig Georg, quien construyó con recursos propios seis hospitales de primer orden en los  años de 1921, 1937. 1941, 1948, 1950 y 1957.

Don José Hazim tuvo la cosmovisión para recoger y expresar en la ejecución de su proyecto universitario; en el desarrollo de sus ideas maravillosas, todo el rico arsenal legado por la pléyade que surcó con su presencia rutilante la Sultana del Este. En su persona se concretizaron sus sueños y anhelos. Las letras, la poesía, las ciencias, los deportes y demás, se han enriquecido y  tenido continuidad y espacio para esparcirse, proyectarse y multiplicarse en cada segundo e instante en que se afianza y expande la Universidad Central del Este junto a toda su inmensa  infraestructura social y de servicios deparado por su designio histórico.

Y entonces con el impulso magnético de su inmenso liderazgo logramos aquellos festejos históricos de nuestro Centenario. De ese  «Siglo de Luz» que excitó nuestros corazones en aquel inolvidable 1982, proeza  ésta que solo fue posible  gracias al patrocinio  de la UCE y don José Hazim Azar.

Sí San Pedro de Macorís celebró con viva emoción y desbordada alegría ese acontecimiento singular que nos rescató del desdén social. Y entonces, pudimos ver en medio de todo ese bullicio de aplausos y recordación nostálgica lo que fuimos y dejamos de ser víctima de la insidia, el egoísmo, la envidia y los resquemores de cúpulas  circunstancialmente dominantes, cuya mediocridad lo llevó a cercenar el impulso material que se esparcía con fuerza sobre toda la geografía de la Sultana del Este.

Ya lo  habíamos proclamado  al escribir un interesante artículo periodístico en tan especial ocasión  con el llamativo título  «Sin UCE no tuviésemos un Siglo de Luz», contribuyendo con ese apreciado trabajo de opinión con la memoria histórica de San Pedro de Macorís con el propósito expreso de mantener siempre fresca en la memoria agradecida  la responsabilidad histórica de aquel acontecimiento grandioso. El señalado trabajo de opinión fue publicado en las páginas 1 y 3 del  periódico tabloide MACORIX, edición  septiembre  de 1982. Por considerarlo de interés tenemos a bien reproducirlo al pie del presente escrito.

Por eso  hoy al valorar desprendido de pasiones mezquinas y  de cualquier sectarismo irracional la presencia  de don José Hazim Azar entre  nosotros nos vemos en la justa e imperiosa necesidad de sospesar en la balanza de la valorización personal, descontaminada del dogmatizado juicio crítico, el desarrollo de la conducta de este petromacorisano sin igual, mesiánico pero sincero. Espontáneo; recio en sus objetivos. Firme en sus convicciones; en su preclaro pensamiento dirigido en una sola dirección: hacer de la ciudad de  San Pedro de Macorís la comunidad cualitativamente más destacada y sobresaliente en el camino del progreso regional, colocándola en una posición de respeto dentro de la competencia nacional. Este gesto de por sí constituye una proeza encomiable. Una actitud heroica.

En un mundo con tantos héroes; con tantos luchadores por causas nobles y altruistas, resultaría difícil reconocer la condición de héroe de don José Hazim Azar, máxime frente al predominio  de la continua competencia social cuyo curso  a veces tiende a ignorar  valores  reales cegado por exigencias e intereses personales y sociales, pero la  producción social y material  de este  significativo hombre de bien  está ahí, antes los ojos de todos, ilustrado firmemente por su  hazaña valiente y clara. Por eso sin haber construido una monumental obra literaria o haber encabezado un ejército libertador puede, en su justo valor, recibir el pomposo y justo título de héroe. Su descomunal obra y aportes a la sociedad ilustran maravillosamente el escenario público para que se le otorgue sin menoscabo alguno  el honroso calificativo título de héroe.

Sí. Héroe porque se sobrepuso a los augurios derrotistas de sus detractores interesados, de sus críticos confundidos que neciamente impugnaban sus ideas y proyectos para  negarle el respaldo necesario; renuente a situarse  junto a él a la vanguardia del proceso de cambio, de creatividad productiva y social; de construcciones y realizaciones que ha generado miles de empleos, la ocupación de manos de obras ociosas, de la formación académica y técnica de miles de profesionales que hoy exhiben con orgullo sus diplomas y títulos universitario; y de los que también disfrutan de una vida descansada, tranquila, confortable, decente y digna como resultado del proceso público encabezado por nuestro inolvidable don José Hazim Azar.

Al final de la tempestad de tantas interrogantes y dudas al proyecto de desarrollo en ciernes que él encarnó nuestro quijote moderno logró salir airoso. Se impuso al vendaval de necedades que insistentemente torpedearon sus iniciativas, ya sea por envidia, egoísmo, mero capricho o retaliación. Venció las ataduras sociales resignadas y entregadas a la rutina como modo de vida carente de perspectivas. Y triunfó en grande… Su nombre se exhibe hoy como un icono de  realizaciones cualitativa en el proceso de transformación que caracteriza al Macorís de hoy.

Con su triunfo también ganamos  todos. Todos los que amamos este pueblo y no cejamos en la empresa de llevarlo al puerto del éxito consumado. Nadie en toda nuestra historia más que centenaria puede exhibir la hoja de servicio y los logros obtenidos en buena lid por éste inconmensurable líder social y  comunitario de probada grandeza.

Como todo héroe era profiláctico en el empeño de su obra para blandirla con jactancia, con arrogancia y hasta con soberbia porque, quizás sin proponérselo, sin percibirlo conscientemente, nunca se sintió plenamente satisfecho de su hazaña. Cual verdadero héroe buscó siempre nuevo motivo de lucha, nuevas trincheras para continuar el combate. Quien dice que ningún héroe se retira. Por eso hasta los umbrales del ocaso invernal de su existencia luchó. Luchó para que no pereciera nuestra industria azucarera referencia obligada del pasado esplendoroso que apuntaló en el horizonte a San Pedro de Macorís. Época de gloria nunca olvidada. Luchó para que tuviéramos un trasbordador turístico Ferry surcando las aguas nostálgicas de nuestro río Higuamo.

Luchó para que los cientos de trabajadores de los centrales azucareros disfrutaran de una vivienda acogedora en el proyecto Villa Azucarera que concibió junto a otro visionario desarrollista de estos lares, el inolvidable Rafael Antonio Jarvis. Luchó por el ensanchamiento de todas las conquistas obtenidas; de todas las metas alcanzadas.

Luchó por la reconstrucción, ampliación  y modernización del Puerto local. Luchó contra el desempleo que nos flagelaba abriendo nuevos centros de producción y contribuyendo a que otros sectores emularan su accionar, siendo una referencia de confianza y seguridad para los potenciales inversionistas nativos y extranjeros.

Y lucho también contra la muerte misma no negándose a morir sino recibiéndola con dignidad y humildad, nunca desafiándola porque jamás le temió, convencido de que sólo a través de la muerte consagraría su obra cumbre: la inmortalidad de su vida.

Hoy reconocemos su inconmensurable y encomiable aporte al desarrollo cultural, social y económico no solo de nuestro amado Macorís del Este sino extendida a todo lo ancho de la geografía nacional. Portentoso es su legado de bien.

Y es, que don José Hazim trascendió las posibilidades de su entorno, del limitado especio fronterizo de su tiempo para convertirse en una extendida verdad consubstancial. En certidumbre proyectos e ideas de engrandecimientos los cuales rebasaban los parámetros convencionales y rutinarios del inmediatismo burocrático, del teoricismo flemático, de los cuestionamientos barnizados de justificaciones rimbombantes carentes de objetivos concretos. Cada idea y proyecto concebido por su recia personalidad era emprendido con optimismo, confianza y fe en el porvenir de la patria. Suya es la gloria, pues.

Su estilo directo, franco, preciso contagió a muchos de sus allegados y relacionados, intrépidamente asumía el liderazgo de su conglomerado imbuido de una disposición férrea por hacer las cosas y triunfar. No reparaba en nada en aras de proyectar apasionadamente sus ensueños ancestrales sin detenerse en las posibilidades de su alcance y resultados. Creía en la ilusión como antesala de la realidad. Vivía convencido de la certeza de sus planes. Nadie que no tuviese el profundo carisma; la amplia visión, la tenacidad y capacidad emprendedora de don José Hazim, de cuya diestra, laboriosa y fecunda mentalidad brotaron tantos proyectos e ideas renovadoras, podía concebir los  bellos y ambiciosos proyecto que él encabezó, y cuya sin igual proeza dividió la historia de San Pedro de Macorís en un antes y un después. Esto de por sí constituye una proeza  inconmensurable propia de héroe.

Hoy su obra nos queda como elocuente presencia de su vida inmortal. Como  obligada referencia permanente en la conducción de nuestro futuro. Manifestación patética de nuestra realidad histórica. Ahora es estrella guía de las presentes y futuras generaciones responsables de imprimirle sentido innovador a la continuidad de su legado.

Adiós don José, tan estimado y respetado, paradigma de tenacidad. Hoy un ejército de unión de corazones agradecidos te despide sinceramente dolidos. Pero tú no has muerto. Ningún héroe muere, máxime si es esperanza en la búsqueda del futuro. Quien dijo que la esperanza caduca, que muere; en ti ella es permanencia reconfortante, inextinguible llama de vida, motivación de lucha por un devenir decente y justo.

Hoy tu figura se agiganta, se multiplica en cada profesional surgido de las aulas de la Universidad Central del Este; en cada segundo de producción y empleo resultante de las empresas por ti levantada. Eres continuidad sobre el tiempo de la vida. Generosa majestad de sueños. Sublevación necesaria contra razones conservadoras.

Adiós adalid por el cambio en aras de un Macorís mejor.

Adiós solidario amigo, abogado, periodista, emprendedor, empresario, consejero, humanista, filántropo y mejor líder comunitario. Adiós excelente padre, comprensivo y recio.

Adiós consecuente esposo. Adiós petromacorisano ilustre, héroe moderno de nuestro amado San Pedro de Macorís….

Adiós gladiador invencible que alcanzaste la gloria…  Porque como dijera alguien. «Lo que amamos nunca muere. Por  eso, el adiós es el principio de una nueva vida»

«Ni el sueño y su pueblo de imágenes rotas,

ni el delirio y su espuma profética,

ni el amor con sus dientes y uñas nos bastan.

Más allá de nosotros,

en las fronteras del ser y el estar,

una vida más vida nos reclama.» (Octavio Paz)

¡Descansa en paz don José del alma!

Nota informativa. El  trabajo periodístico arriba indicado   fue Publicado originalmente en las páginas 9 y 10 del periódico semanario EL COLOSO DE MACORIX, edición No. 97, de fecha 30 de marzo del año 1999, con el título, Mi Panegírico a don José Hazim Azar, y luego publicado en la internet en la web abajo recomendada. Hoy lo volvemos a publicar en una versión corregida y actualizada bajo el titulo arriba  indicado.  La grandeza de don José Hazim Azar. In Memoriam. Gracias.

Sin UCE no tuviésemos un Siglo de Luz

                    (Un Análisis)
Nota: El presente trabajo periodístico escrito por  Enrique Cabrera Vásquez fue publicado en las páginas 1 y 3 del  periódico tabloide MACORIX, edición  septiembre  de 1982.
Por: Enrique Cabrera Vásquez
San Pedro de Macorís ha iniciado los festejos de su histórico Centenario y el mismo es un éxito garantizado  gracias a la dedicación  celosa y al patrocinio en toda su parte de esta efeméride asumida por la Universidad Central del Este (UCE).
En efecto, sin la UCE hoy no tuviésemos celebrando este «Siglo de Luz». Sólo la acción  perseverante y el ancestral chauvinismo  de don José Hazim Azar, nos ha permitido  a todos (as) los petromacorisano  disfrutar  en grande del  amplio, pintoresco y variado  programa de actividades, contentivo en el  ameno y fresco folklor, concebido  con la originalidad propia para tan significada ocasión.
Los gestores  de las actividades  del Centenario, señores  don José Hazim Azar, presidente del Consejo  de Administración  de la UCE y su hijo,  doctor José Hazim Frapier, Rector  de dicho centro de alto estudios, han  puesto  vehemente entusiasmo  y sobresaliente responsabilidad  con la expresa finalidad de que las generaciones presentes  y futura graven  en su memoria  la dedicación y el desvelo puesto por  ellos para darle a San Pedro de Macorís tan extraordinarios festejos  conmemorativos de los 100 años  de la proclamación jurídica y política que elevó a la categoría de  Puerto Marítimo, Provincia  capital de la Región del país a nuestra Sultana del Este.
Esta celebración solamente podía ser una  realidad  por la contribución  económica de la UCE. Se dice que en la celebración del Cincuentenario todo el comercio de la época  cooperó con cinco pesos  para hacerlo posible. Sin embargo  en el  actual Centenario el comercio  y sectores económicamente poderosos e influyentes han  mostrado  una dejadez e indiferencia vergonzante. Exceptuando a don Pedro Justo Carrión, hasta  el momento de escribir estas líneas, no se tienen informes serios de  DESTACADAS FIGURAS DEL COMERCIO Y LOS NEGOCIOS petromacorisano que  hayan contribuido  con el montaje  de las  actividades  del Centenario de San Pedro de Macorís.
Es muy conocido  por la ciudadanía el tradicional  carácter apático de la mayoría de nuestro  comercio  en asuntos de cooperación. Esta cuestionable actitud insensible y mezquina de los  sectores poderosos de Macorís es constantemente objeto de fuerte  crítica de parte  de amplios sectores de la población, exceptuando a don Nicolás Gual y un reducido grupo de comerciantes, la mayoría de los hombres de negocios, empresas y comercios de San Pedro de Macorís siempre se han mostrado renuentes en asunto de contribución económica para cualquier actividad social, cultural o deportiva. Su insaciable avaricia le ha impregnado una cultural de tacaño absurda y estúpida.
De todo  lo dicho se desprende que gracias a la existencia  de la Universidad Central del Este tenemos a bien  festejar este  «Siglo de Luz».
La UCE  que en su inicio en los años  1969–70, llegamos a mirarla  con  cierto recelo y escepticismo,  quizás contagiado y sorprendido en nuestra buena fe por las desaforadas criticas mezquina provenientes de la  pasión política de la época,  sumándonos  ingenuamente a las  imaginarias  consecuencias nefasta del devenir que ello podría acarrear, hoy es una realidad inquebrantable. La práctica histórica. La verdad histórica ha desmentido con creces aquella visión equivocada y absurda que teníamos. Asumimos con humildad nuestra autocritica al respecto.
La UCE es hoy un patrimonio social, cultural y público de nuestra sociedad;  se ha proyectado por encima de todas las falacias prohijadas por el dogmatismo incoherente. Hoy  gracias a su portentoso crecimiento el largo letargo  en que se entumecía  la otrora París del Este  fue bruscamente interrumpido  por la ingeniosidad  creadora  de don José Hazim Azar. 
La UCE  hoy  se muestra enhiesto y firme cual institución de grandes dimensiones sociales y económicas, contrayendo en cada jornada que emprende a transformar el andamiaje físico arquitectónico y social de San Pedro de Macorís. Levantando de cara al futuro a nuestra comunidad del abyecto  olvido de los gobiernos de turnos. Gracias a la familia Hazim-Azar, Hazim Frapier, San Pedro de Macorís es tomado en cuenta por nuestros gobernantes.
 
Al estancamiento prolongado que laceró a la Sultana del Este   contribuyó  la existencia de una  burguesía  foránea tímida  y conservadora  para la inversión. La mayoría de los integrantes de ese grupo social nunca creyó en el progreso  de esta comunidad y cuando obtuvieron  algún beneficio en sus negocios  e inversiones  inmediatamente abandonaron San Pedro de Macorís rumbo a la capital u otro destino. Su falta de fe en el porvenir mermó su integración y lo alejó emocionalmente de su San Pedro de Macorís. ¡Cuanta ingratitud!
Hoy celebramos con desbordado júbilo  nuestro  Centenario, en este septiembre de 1982, y con ello tratamos  de reencontrarnos  con nuestro histórico pasado donde brilló la bonanza y el  esplendor. Hoy más que ayer,  proyectamos ante la geografía nacional, con ostentosidad, orgullo y jactancia de niño, nuestra condición de Serie 23.
Un reportaje especial: Don José Hazim Azar
Por Enrique Cabrera Vásquez
Nota: este trabajo fue elaborado por el autor en principio como práctica de redacción periodística en la Universidad Central del Este (UCE), cuando cursaba dicha carrera, a solicitud del profesor Adriano de la Cruz, que pidió un reportaje sobre la foto de un personaje de San Pedro de Macorís. Luego se publicó como reportaje en el periódico Macorix, edición segunda quincena de Agosto de 1983, y nuevamente reproducido en el tabloide Macorix en Nueva York, en Octubre de 1990).
SAN PEDRO DE MACORIS.- Sus peculiares gestos, la inquietante mirada, los rasgos de su rostro; de su semblante sirio-libanés, su positiva actitud ante la vida, su sápido serpentear social protagonizando el impulso de los valores olvidados de la autenticidad petromacorisana; con su pasionaria carga de desvelo por su siempre amado San Pedro de Macorís, acentuando rigurosamente su plateada cabeza, entre otras de sus destacadas pluralizada facetas físicas y personales, indican patéticamente las duras faenas, el duro batallar, los valiosísimos años de dedicación para lograr impulsar el desarrollo de una institución, que como la Universidad Central del Este ( UCE), más que el símbolo del saber, la ciencia, la tecnología y la cultura de la Región Este, representa el inicio de una nueva etapa de crecimiento material y social transformadora del anquilosado orden estructural de nuestra provincia, prisionera en la postración y el abandono; ignorada y olvidada por todos los gobiernos de los últimos tiempos.

Es don José Hazim Azar el pujante batallador de muchas empresas, el desafiante abogado que asumió sobre sus hombros el enorme e histórico reto de liderar esa vasta institución pedagógica y académica de tan alta significación dimensional como lo es la Universidad Central del Este (UCE), ícono emblemático de nuestro presente y futuro histórico desde el mismo día de su nacimiento.

En esta foto o retrato nos expresa la simbología perenne de sus incansables preocupaciones, porque a pesar de que la UCE es hoy por hoy una sólida institución consolidada y en desarrollo él no tiene descanso; para él no hay paz, pues a pesar de los logros de su indescriptible hazaña, él sigue desvelado por su amado y ancestral San Pedro de Macorís. El Macorís histórico de la danza cocola, caña y azúcar, poetas, intelectuales, lar de inspiración  de poetas dimensionales y  hombres anegados como don Pedro Justo Carrión y don Fello Kidd, y de mujeres inmensas como   Evangelina Rodríguez Perozo, Ludín Lugo Martínez y Violeta Stefani.

Es don José Hazim Azar un consuetudinario emprendedor de proezas y empresas difíciles. Una expresión elocuente de “reto al destino”.

Sus expresiones y rasgos físicos son preguntas interminables… respuestas cortantes. Su visión pragmática le imprime sello inmortal a su conducta, cuyas ideas de cambio tienden a transformar, inmediatamente, lo sombrío en luz de esperanza, sus propuestas son bien acogidas como la esperada aurora que subvierte la pesarosa madrugada incierta.

El acierto  proveniente de su sapiencia recoge atinadamente las continuas preguntas que traspasan la rutina surgidas del laborantismo dado en la producción social de su trabajo creativo e innovador.

Las interrogantes inherentes en la competitividad del desarrollo de la realidad social de San Pedro de Macorís la responde adecuadamente  trazándose nuevas pautas y metas sustentadas en el acierto de su inmenso liderazgo, sus  ideas traslucida inmediatamente con palabras y gestos expresivos, concatenadas con una inmediata reacción, surgen al unísono con rápidos planteamientos concretos de soluciones instantáneas. Ejemplo de ello lo tenemos en la UCE, en lo que es hoy, desde 1970, nuestra Sultana del Este, el Macorís del Mar Caribe. El de los Bellos Atardeceres que inspiró a nuestro Pedro Mir a proclamar en su trascendental poema de vida, amor, aliento y esperanza, Hay un país en el mundo, «colocado en el mismo trayecto del sol. Oriundo de la noche. Colocado en un inverosímil archipiélago de azúcar y de alcohol…»

Don José nunca luce abatido por el peso de su más de 70 años, no muestra ningún cansancio, no se le ve agotado, no hay desesperación, parece no sentir en sus condiciones fisiológicas el peso de los años, o el esfuerzo del trabajo. No, todo lo contrario, luce vigoroso, jovial, alegre, emprendedor, dispuesto, a la expectativa de algo nuevo, presto a iniciar cualquier nueva magna jornada; listo siempre a comenzar otra nueva tarea en favor de su amado San Pedro de Macorís.

No exhibe tranquilidad, tampoco prisa, transforma su trabajo en símbolo de su perenne obra social, cultural, pedagógica, arquitectónica, académica, monumental, filantrópica, humana, cooperativista e histórica: la Universidad Central del Este. Esa es la característica expresiva de este retrato, sus ademanes buscan quizás la colaboración del cosmos, o tienden a darle fuerza material-personal a las explicaciones que encierra su ejemplarizante práctica.

Los años que exhibe  el retrato son las consecuencias naturales del proceso biológico de sus células, pero detrás de esta realidad física está su alma, sus ideales pragmáticos, sus ideas de bien, y sus sueños quiméricos que algunos escépticos tildaron de ilusos y fantasmales.

Tras su acuciante mirada, escudriña en el horizonte el inmenso poder de sus logros materiales y sociales.

Pero quizás lo más llamativo, lo más sugestivo, es su poder de convencimiento, su voluntad de  decisión y su mágico liderazgo. Con humildad y sencillez personal exhibe una hombría de bien; una elocuente personalidad de padre, guía, conductor, maestro y líder carismático; la de un profesional triunfador,  satisfecho del deber cumplido.

Nota: este trabajo fue elaborado por el autor en principio como práctica de redacción periodística en la Universidad Central del Este (UCE), cuando cursaba dicha carrera, a solicitud del profesor Adriano de la Cruz, que pidió un reportaje sobre la foto de un personaje de San Pedro de Macorís. Luego se publicó como reportaje en el periódico Macorix, edición segunda quincena de Agosto de 1983, y nuevamente reproducido en el tabloide Macorix en Nueva York, en Octubre de 1990).