Escrito por: José Gómez Cerda
Presidente de la Asociación de Escritores y Periodistas Dominicanos (ASEPED)
23-abril-2018.- En 24 de abril de 1965 se produjo una revuelta cívico-militar que derrocó al Gobierno de facto, un Triunvirato que dirigía Donald Read Cabral, que había sido instalado después del Golpe de Estado contra el Profesor Juan Bosch, en 1963. La consigna era el retorno a la constitucionalidad.
Militares jóvenes se rebelaron contra el gobierno, entregaron armas al pueblo y combatieron a otros militares que defendían el llamado Triunvirato.
Henry Molina, Secretario General de la Confederación Autónoma de Sindicatos Cristianos (CASC), por mandato del Comité Ejecutivo, había estado días antes en Puerto Rico, se había entrevistado con el Profesor Juan Bosch, que era el » cerebro» del movimiento constitucionalista, que pretendía regresar el orden de derecho.
La CASC se opuso a la intervención norteamericana, apoyó el Movimiento Constitucionalista, y constituyó el Comando Armado Sindical Cristiano (CASC); el Secretario General Henry Molina, pasó a ser Comandante.
El 25 de abril de 1965, los miembros del Comité Ejecutivo de la CASC se presentaron en la Televisión oficial, “La Voz Dominicana, Canal 4”, y por medio del vocero oficial, que era Henry Molina, respaldaron públicamente el Movimiento Constitucionalista.
Militares dominicanos dirigidos por el General Elías Wessin y Wessin, en apoyo al gobierno, bombardearon parte de la Capital, y en el puente Duarte se libró una gran batalla.
Henry Molina y José Gómez Cerda, principales dirigentes de la CASC, fueron al Palacio Nacional, cuando era Presidente Provisional el Dr. Rafael Molina Ureña. Ahí solo encontraron un pelotón militar dirigido por el Contralmirante Lajara Burgos. En las oficinas estaban Brinio Rafael Díaz, un publicista, y el actor Franklin Domínguez.
Cuando el Movimiento Constitucionalista tomó fuerzas, los Estados Unidos, en forma unilateral, invadieron el país. 42.000 marines norteamericanos ocuparon una parte importante de la capital, y cercaron frente al mar a los «constitucionalistas».
La CASC planeó convocar una huelga general, para eso envió a José Gómez Cerda a Santiago, junto a Francisco José Bidó Y Francisco Antonio Santos, el 1ro.de mayo, pero las condiciones objetivas no estaban dadas para una huelga de ese tipo.
La primera delegación internacional de la Organización de Estados Americanos (O.E.A.) que llegó al país estaba encabezada por el Embajador de Chile ante las Naciones Unidas, Alejandro Magnet, quién se reunió con los dirigentes de la CASC y con el Coronel Francisco A. Caamaño, Presidente del sector Constitucionalista.
Alejandro Magnet se quedó sorprendido al comprobar que los sindicatos cristianos estuvieran en apoyo al movimiento Constitucional, pues en los Estados Unidos se decía que ese era un movimiento comunista. De ahí surgió la idea de que un dirigente de la CASC fuera al exterior para expresar el apoyo de los sindicatos cristianos al movimiento constitucionalista.
José Gómez Cerda fue designado representante del Gobierno Constitucional ante los gobiernos y trabajadores de Venezuela, Chile y México, que habían sido los gobiernos de mejor comportamiento en la situación; en esos momentos la mayoría de los países latinoamericanos eran dictaduras y gobiernos militares.
En Venezuela participé en una reunión Comité Ejecutivo de la Confederación Latino Americana de Sindicalistas Cristianos (CLASC), me entrevisté con el Presidente Leoni, y otras personalidades.
En Chile se hizo una gran concentración en el Teatro Caupolican, encabezada por José Gómez Cerda y Caonabo Javier Castillo, luego me entrevisté con el Presidente Eduardo Frei Montalva.
En México me reuní con representantes gubernamentales y sociales, además se hizo una rueda de prensa en las oficinas de la Federación Campesina Latinoamericana (FCL), que tenía su sede principal en México.
En Estados Unidos conversé con funcionarios del BID, entre ellos el dominicano Milton Messina, de la OEA, con asesores políticos, periodistas y funcionarios gubernamentales, a quienes entregué un documento de la CASC en apoyo al constitucionalismo, además conversé con el Dr. Antonio Rosario, representante del Gobierno Constitucional
En Puerto Rico me reuní con el Profesor Juan Bosch, en la residencia de Diego Bordas, junto con Bosch estaba Jacobo Majluta, del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), y Caonabo Javier Castillo, dirigente del Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC). En un conversatorio con Juan Bosch este informó que ese día salía un avión de Nueva York a Santo Domingo, donde iba Joaquín Balaguer
Luis Estrella, dirigente de la Federación Dominicana de Ligas Agrarias Cristianas ( FEDELAC), fue detenido y conducido a la base militar de San Isidro, donde estuvo presos durante varias semanas.
Emilio Máspero, de la Confederación Latinoamericana de Sindicalistas Cristianos (CLASC), estuvo en la zona constitucionalista en apoyo a la CASC.
Los norteamericanos ocuparon el local principal de la CASC, que estaba situado en la calle Juan Pablo Pina No. 27, y se llevaron todos los archivos.
La CASC se instaló en la » Zona Constitucional», en Ciudad Nueva, donde continuó su trabajo sindical, inclusive se organizó un CONSEJO NACIONAL, y mantuvo un programa radial » Justicia Social».
Otras organizaciones sindicales que apoyaron el movimiento constitucionalista fueron la FOUPSA-CESITRADO, encabezada por Miguel Soto y Julio de Peña Valdez, la Unión Nacional de Choferes Sindicalizados (UNACHOSIN), y el Sindicato de Arrimo Portuario (POASI).
Durante esa intervención fue asesinado el periodista Luis Acosta, directivo del Sindicato de Empleados del periódico Listín Diario, afiliado a la CASC, y “Pata Blanca”, directivo del Sindicato de Arrimo Portuario (POASI), ambos del sector constitucionalista.
Por otra parte, la CONATRAL, que era la segunda organización sindical, apoyó, junto a la AFL-CIO, la intervención militar norteamericana.
El apoyo de los sindicatos cristianos, orientados por la Confederación Latinoamericana de Sindicalistas Cristianos (CLASC), fue una etapa importante en el sindicalismo latinoamericano, de confrontar al ejército de los Estados Unidos y rechazar la intervención militar.
Por primera vez en la historia de América Latina los sindicalistas cristianos tomaron las armas para defender la constitucionalidad y la libertad de un pueblo frente al imperialismo norteamericano.