Evidencias de la condición de soplones y doble agente de los capos de la drogas, uno con otros se delatan y traicionan
La DEA participó en el operativo que terminó con el abatimiento del capo del naecotráfico colombiano Pablo Emilio Escobar (Foto Business Insider UK).
Fuente: Yahoo en español
(Bloomberg), 11 de noviembre.- 2018.- — Con sus maletas Samsonite doradas repletas de billetes de US$100, dos agentes encubiertos de la Administración de Lucha contra el Narcotráfico (DEA por la sigla en inglés) de los Estados Unidos entraron a una habitación de hotel de Ciudad de México.
Minutos después, golpeó a la puerta un traficante de drogas de bajo nivel. Los agentes lo observaron mientras retiraba fajos de US$10.000 de las maletas y los colocaba uno por uno sobre la cama. La montaña de dinero, US$2 millones en total, luego se esparció sobre el colchón. Cuando hubo terminado, el hombre firmó un recibo, recogió su dinero y se marchó.
Esto ocurrió en 1994. La entrega, relatada por el exagente de la DEA Mike Vigil, podría parecer tomada de un episodio de Narcos. Pero en el mundo de los informantes sobre narcotráfico de valor superalto, es un ejemplo del desagradable cálculo que rige el largo y fallido esfuerzo de los EE.UU. por cortar el flujo de narcóticos que ingresan a un país lleno de ciudadanos ávidos de droga.
Pero últimamente, la velocidad a la que los traficantes traicionan a sus jefes a cambio de riquezas se ha acelerado. Una de las razones podría ser el mayor énfasis que se ha puesto en un programa poco conocido del Departamento de Estado por el cual se entregan millones de dólares a los soplones desde hace más de tres décadas.
Una gran tentación para muchos
El Programa de Recompensas por Narcóticos (NRP por la sigla en inglés) saca partido de la tentación de convertirse en multimillonario de la noche a la mañana. Sólo en los últimos cinco años, distribuyó casi US$32 millones a 33 personas, entre las cuales algunas recibieron US$5 millones, según la Oficina de Asuntos Internacionales de Estupefacientes y Aplicación de la Ley del Departamento de Estado. El programa, dice el gobierno estadounidense, ha redundado en la detención de casi 70 “grandes transgresores extranjeros” desde que se lo instituyó. El precio total: US$108 millones.
El mes pasado, el gobierno de Trump volvió a colocar el NRP en primer plano cuando el (ahora ex) procurador general Jeff Sessions anunció que la recompensa por Nemesio Oseguera Cervantes se había duplicado a US$10 millones. Cervantes, de 52 años, supuestamente es el jefe del Cartel Jalisco Nueva Generación. Se presume que el grupo es “responsable de traficar muchas toneladas de cocaína, metanfetamina y heroína mezclada con fentanilo a los EE.UU.”, sostiene el Departamento de Estado.
Un problema muy complicado de detener
Esta última sustancia es crucial para entender la ola de drogas que se abate sobre los EE.UU. y de qué manera las autoridades policiales esperan que el NRP pueda detenerla. La heroína barata y los opioides sintéticos fluyen hacia el norte para reemplazar las pastillas de analgésicos de producción farmacéutica que antes se conseguían con facilidad. El resultado es una epidemia nacional en la que las sobredosis se han disparado y la expectativa de vida en los EE.UU. se ha reducido.
Quienes critican los programas de recompensas del gobierno advierten que las enormes sumas de dinero incrementan la violencia de los carteles y fomentan la corrupción entre el personal policial estadounidense. Pero el éxito del programa es difícil de desmentir, alegan sus defensores.
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