Iván García Guerra, palabras de gratitud: Gracias, mi pueblo amado, por permitirme presentarme ante ustedes, luego de tantos años en exilio.

SAN PEDRO DE MACORIS.– domingo 17.- marzo.- 2019.– El prestigioso y afamado intelectual dominicano, nacido en San Pedro de Macorís, Iván García Guerra, tuvo a bien escribir el ensayo personal que a continuación reproducimos. Fue su conferencia que leyó el viernes último, 15 de marzo, en el salón principal de eventos y actividades del centro de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) de San Pedro de Macorís.

He aquí la rica pieza literaria, cultural e histórica, que el autor tituló, «Yo… y mi trabajo».

Yo… y mi trabajo

Nací, hace ya 81 años, el 26 de Febrero del 1938, en San Pedro de Macorís, República Dominicana, segundo hijo de Toribio Lorenzo García García, montecristeño, doctor en medicina, y Estela Guerra Martínez, macorisana del Éste, simplemente ama de casa. Fui bautizado como Néstor Toribio Iván; pero, para mi suerte, sólo el último nombre sigue sino reconocido.

Nos trasladamos a la Ciudad de Santo Domingo en el 1944, año en que era conmemorado el primer centenario de la fundación de nuestra República, y aquí he vivido la mayor parte de mi vida.

Mi infancia, adolescencia e inicio de la juventud transcurrieron sin grandes incidencias, de manera similar a cualquier otro individuo de la mediana clase media; sin lujos y sin notables carencias. Estudié primero en una escuelita frente a mi casa de la calle19 de marzo, de la cual no recuerdo ni siquiera el nombre; ésta fue absorbida por la escuela Salomé Ureña, antes de que se convirtiera en un Liceo Para Señoritas. De ahí pasé al primer Colegio de la Salle en la calle Padre Billini frente a la Iglesia y Convento de los Dominicos; institución que luego sería mudada, con todo y alumnos, incluido yo, a su actual localización en la prolongación de la Avenida Bolívar. De ahí pasé al Colegio Santo Tomás, también localizado en la Zona Colonial, frente a la iglesia Regina Angelorum. Y acabaría el bachillerato en el Liceo Presidente Trujillo, hoy Juan Pablo Duarte.

¿Por qué tantos saltos?… No estoy seguro; pero me supongo que fue porque no era un buen estudiante, y mis progenitores buscaban un lugar que me acomodara.

En mis primeros años deseé ser como San Francisco de Asís, desprendido de materialidades, amoroso con humanos y animales, y etcétera… pero no muy después me incliné por la hermosa tendencia dentro de la cual, sin duda, había nacido: el Arte.

La plástica llegó primero, y el muchachito fue inscrito en la Escuela de Bellas Artes, al lado de la Iglesia de las Mercedes; allí se amistó con el carboncillo, la acuarela, el pastel y hasta el óleo. Pero apareció el sonido melódico, y el adolescente se mudó a la Escuela Elemental de Música, frente a la Capilla de los Remedios, enredándose entonces con redondas, blancas, negras, corcheas, semicorcheas, fusas y semifusas.

Sólo entonces apareció la palabra dicha… desde un escenario.

Inicié mi carrera como actor a los diecisiete años, en el 1955.

A petición de una asociación católica, la Sociedad Altagracia de Jesús Obrero, Julio Frances, escapado de la tiranía de Franco en España y vecino de mi casa, dirige un auto sacramental, “El Gran Teatro del Mundo” de Pedro Calderón de la barca, y yo, entre otros vecinos y amigos, soy parte del elenco, asumiendo el personaje que representa la pobreza. El crítico Santiago Lamela Geler habla del brillante futuro que le espera alguien que se estrena con tanto brillo, y yo, crédulo… o complacido, ya no pararé de actuar.

Luego de seis personajes secundarios, corriendo el año 1957, un poema, si es que puedo llamarlo así, surge en medio de unos tragos entre amigos. Celebrábamos… cualquier cosa (no eran necesarios eventos especiales para divertirse). Mis colegas Parmenio García Troncoso (Payeyo) y Máximo Avilés Blonda Acosta (Piripipí), leen entusiasmados algunos de sus trabajos poéticos. Y de repente me agita algo cercano a la envidia, un sentimiento que no reconocía común en mí: “yo soy tan solo un simple actor, pienso, mientras ellos deleitan a los demás con sus textos”. Voy al baño, y en segundos, creo, escribo en una servilleta de papel lo siguiente:
“Una lápida negra / y una estatua blanca;
una espada de sol sobre cenizas;
mariposas y avispas y quizás una rosa:
dulce esperanza”.

Me lo aprendo en segundos y, de vuelta a la reunión, representando un accidental desgano, lo recito en un momento de silencio, como algo que me venía de repente a la mente, entre otras cosas que, miento, había escrito…

¡Maravilla… gusta a los rivalizados amigos y a los demás que allí están!

¡Shazam!…¡También yo era escritor”

Y ya no me detendría.

Siguió mi primer rabioso encuentro con aquella máquina portátil que aporreaba muy torpemente, y produje una serie de cuentos de los cuales permanecen tres, bajo el título general “Mientras el alba no llegaba”.

Son los meses finales de la dictadura, cuando ocurren aprisionamientos y torturas de muchos compañeros. Todos los intentos de lograr la libertad parecen inútiles y terminados. Respiro una tristeza que colinda con la depresión El mismo tono de “enamorado de la muerte” que tiene aquel versito inicial está en cierta forma presente en ellos.

En “Agonía”, el primero, surge un reflejo de mi desencanto con la religión católica y resulta casi blasfemo. Se refiere a Jesús, María y José (sí, aquellos); pero en el presente y en la República Dominicana. El viejo está muriendo y nos enteramos de que no es el padre del exitoso hijo que llegará al final; la esposa salió preñada de un panadero que para buenos entendedores es el anunciador Arcángel Gabriel. Algo así como un chisme ateo.

El segundo, “La tentativa”, tiene elementos biográficos aunque ciertos detalles pertenezcan a la imaginación o al deseo. Estoy en Santiago de los Caballeros, quiero integrarme a las guerrillas libertadoras, dispuesto me despido casi de manera simbólica de un amigo judío que vive por allá. Me voy a las montañas… Y todo resulta un vergonzoso y deprimente fracaso.

“¡Paz… paz… paz!”, es el tercero y mejor logrado. Reelabora algo sucedido en la entrada del Exconvento de los Dominicos donde yo era cantante del coro que dirigía Rafael Bello Peguero (Rafaelito), hoy sacerdote. El final trágico que cae sobre un sacerdote proclama que ni siquiera los buenos deseos pueden sobrevivir en aquellas circunstancias.

Estilísticamente podrían estar afectados por la influencia de León Tolstoi, y se percibe cierto tufillo a existencialismo.

En enero del 1958, los de mi grupo: Armando Hoepelman Ripley, Juan Carlos Jiménez, el ecuatoriano Abelardo Llépez, Rafael Vásquez, Ina Moreaux y yo, fundamos “ARTEDRA”, Taller de Estudio y Representaciones teatrales, casi como una protesta contra las actuaciones del Teatro Oficial, las cuales considerábamos anticuadas y acartonadas. Recién había aparecido en el cine James Dean, el primer actor del famoso “método” que conocíamos, y estábamos deslumbrados con su brillante actuación naturalista. Decidimos estudiar al creador de este sistema, y en un viaje que hice a Puerto Rico consigo sus libros “El método” y “Un actor se prepara”… ¡Adelante… En semanas o meses de lecturas, ejercicios e intentos no logramos prácticamente nada. Hoepelman bromea: “¡Que pendejos estamos; los rusos comen caviar y beben vodka; nosotros nos emborrachamos con ron y comemos mangú; ¿cómo nos va a funcionar esta mierda?!” Nos reímos hasta orinarnos y luego, un tanto desilusionados, cerramos los libros. Pero yo, cabeza dura, aparte y pacientemente, puedo decir que “traduzco” lo que había sido creado para una cerrada civilización nórdica a una actual conceptualización abierta y tropical.

En enero del 1959 me estreno como adaptador y director con la lectura escenificada de un fragmento de «La tragedia de Julio César”, de William Shakespeare, en la Galería del Palacio de Bellas Artes- Una protesta libertaria disfrazada: nuestro texto termina con la muerte del dictador y la frase dicha por mí, representando el personaje de Marco Antonio: “Maldad, ya estás en pie; ¡sigue el curso que quieras!”,

A inicios del 1960 me uno a la conspiración anti trujillista que sería conocida como Movimiento Clandestino 14 de Junio, en honor a los expedicionarios que en esa fecha llegaron al país en el 1959, procurando el derrocamiento del tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina.

Los días 26, 27, 28 y 29 de abril, presentamos en el Auditórium del Palacio de Bellas Artes, “Espigas Maduras”, obra de Franklin Domínguez, bajo la dirección de su autor. Mi personaje es Danilo, el que debía decir “tanto tiempo soportándote”; frase que en las posteriores presentaciones, envalentonado, convierto en “treinta años soportándote”.

La obra fue presentada en el Teatro Colón de Santiago, en el Auditórium del Politécnico Loyola de San Cristóbal, y de nuevo en Bellas Artes. La reacción del público, en todas las ocasiones a sala llena, había sido el temeroso silencio. Pero cuando nos tocó en el Teatro Peravia de San Francisco de Macorís, los que allí colmaban la sala, automáticamente se pusieron de pie y aplaudieron y vociferaron consignas estrepitosamente. El dueño o encargado del teatro se nos acercó, mientras saludábamos agradecidos en el escenario, y nos susurró que saliéramos tranquilitos por la salida trasera del local, rápido y en silencio, pues en la parte frontal nos esperaban los sicarios del Servicio de Inteligencia Militar (SIM).

¡Cuánta alegría; habíamos logrado contagiar a cientos de personas nuestro entusiasmo por la libertad!

En el apresurado regreso a la Capital, lo recuerdo claramente, jubiloso, rompí en pedacitos los obligados carnets de inscripción en el trujillista Partido Dominicano y el del Servicio Militar Obligatorio. Estaba saboreando en ese momento la libertad que aún no habíamos logrado.

Sin ser del todo consciente devengo cómplice del ajusticiamiento del opresor: trabajaba en la emisora oficial, “Radio Caribe”, y, según decidieron los conspiradores de allá, debía yo formar parte del grupo que se apoderaría del local para dar la noticia cuando Trujillo fuera depuesto…

Y… ¡la tiranía termina!… A pesar de los largos y lentos preparativos me parece que sucede de manera abrupta. Aquella noche del 30 de mayo del 1961 voy a la emisora para cumplir con mi deber y espero a los demás, pero estos no llegan. Los defensores del régimen, que obviamente ya están enterados se mueven temerosos, furiosos, agresivos… y yo… con el rabo entre las piernas… me dirijo a mi casa, nerviosamente expectante.

Alrededor del mediodía siguiente puedo gritar estentóreamente, desde el balcón de mi casa; “Libertad, libertad, libertad”.
En cierta manera un tanto ilusoria siento que la vida ha cambiado fundamentalmente. Despierto a lo que siento como una novísima realidad y mis pensamientos se deslizan a los problemas del mundo exterior al cual, me parece, pertenecemos desde aquel momento.

Nuestra primera obra representada, en el 1962, es “Muertos Sin Sepultura” de Jean Paul Sartre, dirigida por Luis José Germán (Niní) en el Auditórium del Palacio de Bellas Artes; un montaje patrocinado por la Comisión de Cultura y Propaganda de la Agrupación Política 14 de Junio. La obra ha sido actualizada; nuestra versión se desarrolla en nuestro país en el recién pasado presente; los personajes somos prisioneros de la Cárcel de la 40”. Un gran triunfo.

En cuanto a mi producción literaria siguen otros tres cuentos que se acercan a un estilo más personal: “Cualquier día”, “La persecución” y “El ocaso de Piscis”, que le da el nombre a esta trilogía.

En ellos se proyectan aspectos de la guerra fría y sus bombas espantosas en el primero, el mundo comprable a una absurda jaula de zoológico en el segundo, y en el tercero, más bien una novela corta, a la realidad de un inevitable apocalipsis.

Los días o meses que siguen están demasiado involucrados en conspiraciones, protestas callejeras, y a mis tempranas y exitosas experiencias escénicas, para dar cabida a la escritura.

¡Estoy viviendo de verdad! Y paralelamente a mi vida artística continuará una burbujeante participación en la política, fundamentalmente callejera (entiéndase: mítines, manifestaciones y protestas).

Todo culminará con el éxito de la elección del Primer Presidente Democrático, Juan Bosch Gaviño. Alguien que ya había conocido en el Instituto de Educación Política de Costa Rica, donde fui enviado por la Agrupación 14 de Junio para que estudiara liderazgo. ¡Imagínense ustedes!

Llega entonces el momento de mi entrada en la literatura teatral, y de nuevo es el impulso aquel sentimiento de rivalidad que aparecía en momentos precisos y determinantes.

Está en preparación el Primer Festival de Teatro de Autores Dominicanos. Como actor del Teatro Escuela de Arte Nacional, al que ya pertenezco, participo en una de las reuniones preparatorias de este magno evento. Mis amigos, Máximo Avilés Blonda, Manuel Rueda, Marcio Veloz Maggiolo y Héctor Incháustegui Cabral, gente que admiro intelectualmente, participarán con sus obras, y yo no tengo ninguna. Sin pensarlo ni media vez pregunto por qué no incluyen una pieza mía. Me dicen que no sabían que yo escribiera teatro; pero que traiga una muestra el próximo día; y que si es bueno el producto lo incluirán. Demasiado tarde me doy cuenta del lío en que estoy metido y me despido, ¡a mil!, de ellos, prometiéndoles que cumpliré. Corro a mi casa y sin saludar, ni comer ni dormir, lucho con la de lentísima máquina de escribir, y a la diez de la mañana me presento con “Más Allá de la Búsqueda”.

No veré su estreno porque viajo, enviado por el Señor Presidente de la República, al Goethe Institut de Berlín Tegel, para estudiar “Radio y Televisión como medios de difusión cultural”. La idea de él era que a mi regreso me ocupara de la Dirección de la televisora oficial… Y lograda la instrucción, saliendo de allá, luego de discursear orgullosamente sobre “el milagro de la República Dominicana, similar al milagro de la recuperación alemana luego de la segunda guerra mundial”… me entero del Golpe de Estado dado en contra de mi mecenas.

Mi madre, temerosa, me pide telefónicamente que no vuelva al país; a mis compañeros, me asegura ella, los están tomando presos y hasta hubo varias muertes. Yo le contesto que precisamente por eso tengo que regresar; no debo dejarlos solos en las tales circunstancias. Y lo hago. Y nada me sucede.

Muchos años después me enteraré, conscientemente, de la importancia que para mí ha tenido aquella mi primera obra a cuyo estreno no pude asistir. Presenciándola en un montaje realizado por Claudio Rivera traigo a la conciencia que aquellas pocas páginas han constituido un compromiso inviolable que funcionó en el subconsciente; un contrato conmigo mismo. Además es algo internamente autobiográfico. Presenta de manera diferida y metafóricamente cual es la relación entre mi consciencia y mi obra literaria. Este Prometeo que es mi ser interior; está dolido y alarmado por los terribles resultados que han rodeado mi participación abierta en la vida política: prisiones y muertes, dolores, luto, lamentaciones.

Cito un soliloquio de la pieza:

“Prometeo: Yo viví en un mundo de ilusiones, una vez… Inocente en mi niñez prolongada, todo era para mí alegría, belleza, distracción, disipación; todo estaba bien, nada pensaba… Y cierto día, inesperadamente, un lamento indescriptible llegó hasta mis oídos; un lamento que rogaba por justicia o por piedad a falta de ella. Era el hombre que lloraba su dolor hasta el momento para mí desconocido. Las cuerdas más sensibles de mi ser parecieron quebrarse, y desde lo más profundo de mí mismo nació un quejido que se acrecentó a cada instante y se unió al lamento de mi hermano. Ya no hubo más paz: nació la protesta. Pensé y trabajé sin descanso, hasta el agotamiento, y encontré palabras que decir a los que suplicaban. Se crearon bandos, y los hombres se colocaron unos en frente de los otros. Hubo sangre entre ellos, y encontré a mis hermanos más desesperados aún. Me alejé de los hombres; busqué la distancia; creí descansar… Pasado el tiempo fueron a buscarme. “Necesitamos de ti”, me dijeron, “sólo tu pareces ver clara”… Y era tal su miseria y abandono que marché con ellos… Pensé que la situación no podía empeorarse… ¡Oh, Pandora, cuán equivocado estaba; como fui engañado!: el odio creció como una nube negra sobre la tierra. Escuché quejidos, gritos, alaridos. La faz del mundo se convirtió en una masa sanguinolenta de brazos, dedos, piernas y cabezas mutiladas… Y el amor se alejó más en cada pausa… Todo por mi culpa; soy un apestado; nací con alimañas en el cerebro. Tú no las ves; pero yo las siento. Las siento a cada instante. En este momento, las siento. No puedes comprenderlo; pero es verdad: contamino todo lo que toco; todo lo que se me acerca.”

Mas otro elemento de mis tripas espirituales, Pandora (una especie de positiva conciencia), lo convence de que aquel remordimiento es bazofia, que lo que vale es seguir insistiendo y, de esa manera, salgo a la luz dispuesto a enfrentar lo que sea.

Nueva cita:

“Pandora: Tu dolor es mi dolor y tu alegría será mi alegría. He comenzado a ser tú mismo; a formar parte de ti.
Prometeo: ¿Otra vez la muerte y la desgracia?
Pandora: No importan.
Prometeo: ¿Y entonces?
Pandora: ¿Tengo yo que decírtelo?
Prometeo: No.
Pandora: Gracias… ¿Sabes realmente lo que nos espera?
Prometeo: Nos espera un largo camino hacia el calvario.
Pandora: Sí.
Prometeo: Nos espera la soledad entre los hombres.
Pandora: La incomprensión.
Prometeo: Los escupitajos en la cara.
Pandora: Una pesada cruz.
Prometeo: La vergüenza de toda la tierra.
Pandora: Nos espera un lanzazo entre las costillas.
Prometeo: Vamos.
Pandora: Hacia afuera.
Prometeo: Vamos.
Pandora: ¡Fuerza, Prometeo!

Prometeo: La tenemos… sólo somos uno.
Pandora: Sí… ¡Somos el dolor del mundo, que busca desesperadamente… algo que lo destruya!”

Y luego de esta declaración de guerra permanente (digámoslo así), me siento obligado a referirme un poco a la intención por la cual escribo.

Lo acostumbrado en la literatura, más que en cualquier otra actividad artística, es que el autor refleje en la obra que produce sus pensamientos, su tiempo, su país (su entorno más bien), sus circunstancias y sólo en algunos casos los detalles de su vida. Para hacer esto he debido ahondar en mis pensamientos y en sus razones de ser; analizar si lo que hago ha estado al día en algún momento o si he sido un testarudo desfasado; si mis escritos corresponden a las costumbres o a las necesidades del país en que ha nacido o si he dado la espalda a mi nacionalidad y mi raza; si he recibido influencias de mi entorno y de las corrientes internacionales o si he sido más bien original o independiente; y, en fin, en cuál manera está presente mi vida en esas muchas páginas o si estoy completamente ausente en ellas.

Debí clasificar mis trabajos con docta mirada crítica; ajustar mis recuerdos sistemáticamente, y repasar la historia de mi ser interno y sus reflejos en el exterior. ¡No poca cosa!

Y además, como si esto fuera poco, gracias a ese análisis he podido comprobar que las manifestaciones de mi vida toda son manifestaciones sinceras de mi patriotismo y de mi amor por la humanidad.

Pero volvamos a mi regreso al país después del “coup d’état”. Las calles parecen ignorar lo sucedido. Todo se desenvuelve como una insensible y estúpida rutina.

La religiosidad antigua resucita, como si buscara un consuelo con cierto presentimiento de que no lo lograré. Un aguacero de cuentos de los cuales sólo quedan: “Miércoles de cenizas” (La muerte en las ergástulas de un querido amigo, Juan Carlos Jiménez), “Domingo de palmas” (una crítica a los curas) y “Sábado de gloria” (La resurrección de la libertad que se antoja imposible; pero que aún así se resiste a morir).

Estos títulos son recogidos bajo la sombrilla “Semana Santa”.

Y de repente mi estado de ánimo se inflama de rabia; Jean Paul Sartre y Albert Camus, con su militante existencialismo, hierven en mi sopa… En ese desagradable estado es producida la tercera colección de mi narrativa; según el estilo de los casi cuentos de Marcio Veloz Maggiolo, aunque ya es posible decir que he desarrollado un estilo más propio.

“Cuentos de la esperanza escondida”, es su titulación agrupadora. No reniego de la ilusión, pero ésta no puede sobrevivir expeditamente:

“Si algo te ofende” (mi deseo de no ser ya más un testigo); “En espera de turno” (la improbable eventualidad de que pudiera cerrar los ojos a la maldad); “La Parálisis” (el deseo de morir, ¡de nuevo “enamorado de la muerte”!¡); “Un trago largo” (el ansia de embriagarme para amortizar los pensamientos); y “Error de cálculo” (la aceptación del sacrifico en pro de los ideales).
Mis datos biográficos no aparecen; pero puede trazarse la ruta recorrida por mis emociones y pensamientos.

La metafórica biografía de mis ideas y emociones continúa.

En 1964 es creada la Sociedad de Autores y Compositores Dramáticos; yo estoy en ella.

En ese mismo año, por las ondas de Radio Televisión Dominicana y con el patrocinio de los familiares de los héroes de Maimón, Constanza y Estero Hondo, presento mi texto. “La Raza Inmortal”. En él soy el director y actúo como Octavio.

También son proyectadas televisivamente, en formatos de miniserie: “Marianela”, de Benito Pérez Galdós” (adaptación mía y actúo como Pablo): “El Zoológico de Cristal”, de Tennessee Williams (Adaptación y Tom); “Más Allá del Horizonte”, de Eugene O´Neill (Adaptación y Robert); “Espectros”, de Hendrick Ibsen (Adaptación y Osvaldo); “El Buen Ladrón”, de Marcio Veloz Maggiolo (Adaptación y Dimas); “En la Ardiente Oscuridad”, de Antonio Buero Vallejo; (Adaptación e Ignacio); y “El Deseo Bajos los Olmos”, de Eugene O´Neill (Adaptación y Eben).

Llevo para esos años unos 26 personajes.

Y nacen paralelamente mis cuatro siguientes obras teatrales: los dramas épicos “Don Quijote de todo el Mundo” y “Un Héroe más para la Mitología”; colindando con la incoherencia “Los hijos del Fénix” y “Fábula de los cinco Caminantes”. Esta última, la escribo en marzo del 1965, días antes del inicio de la Guerra de Abril, con un trazado que ronda el Teatro del Absurdo, es un retrato premonitorio de la contienda bélica, sus angustias, sus muertes y sus resultados.

Las cinco primeras obras serán publicadas en el 1967 bajo el título “Mas allá de la búsqueda” en la colección Contemporáneos de la Universidad Católica Madre y Maestra.

Si se comparan la narrativa con las obras para la escena, hay en éstas mucho mayor agresividad, una clara intención de agitar, de cambiar ideas y de sugerir o imponer otros comportamientos.

¡Cuánto me afecta aquella Guerra Patria! Tomo notas vehementes de todo lo que sucede; pero el 3 de Septiembre cuando salgo de la zona constitucionalista para entregar el Poder a Héctor García Godoy…

Si, fui Presidente de la República por algunas horas…

Se quedan aquellos papeles en el Edificio Copello (donde trabajé y dormí aquellos cuatro meses), en una gaveta de lo que era mi escritorio, mi mesa para comer y ocasionalmente hasta mi cama. Cuando puedo volver a entrar se los han llevado supongo que las fuerzas invasoras.

Dejo de escribir por un tiempo, abatido quizás, o puede que desilusionado. Pero la necesidad de comunicarme repunta, más temprano que tarde, y evoco los papeles perdidos con el título de “La guerra no es para nosotros”: ahí están dos transcripciones, las únicas que conservé “Jimmy, Sammy y Johnny”, que apareció en un bolsillo de “EL” pantalón vaquero, y “Oscar”, que se lo había prestado a René del Risco; ambos trozos biográficos.

Y el resto son reconstrucciones, simples recuerdos del dolor y la gloria: “La cuneta”, “Mi querido Moreno”, “El muerto dieciocho”, “Los palomos”, “El inútil”, “No eres un hombre, hijo”, “Estática”, “Ataúdes al por mayor”, “Por ladrón”, “Ahora, cuando por primera vez”, “Unos imposibles ojos azules”, mas el que da el título al libro: “La guerra no es para nosotros”. Retratos, la mayoría, de aquellos compatriotas que iban a quejarse en una mezcla de pedido de ayuda, de protesta y de desahogo.

Otro, el que no he mencionado, “Vivir es buena razón”, es absolutamente biográfico y narra dolorosamente un encuentro agresivo con mi padre en el marco de la divisoria guerra.

Luego, como despertando de aquella sorda e inmóvil pesadilla, de improviso, me convierto en catedrático sin tener título universitario: pasan dos años en la Universidad Católica Madre y Maestra de Santiago de los Caballeros y un tercero, el 1969, en el Colegio de Oswego de la New York University. El consulado yanqui parece ignorar u olvidar mi activa oposición a su gobierno, y la American Association of University professors, certifica que he sido admitido en la membresía activa efectiva a partir de esa fecha y, además, el United States Department of Justice, Immigration and Naturalization, cambia mi estado legal para permitirme la docencia en el territorio norteamericano.

Un año y pico de vida Neoyorquina me resultan más que suficiente (me sentía como un pulpo en un garaje)… y regreso a mi patria.

Inicio mi trabajo publicitario, y en los próximos años trabajaré, como Director Creativo en Young & Rubicam Damaris, Fénix, Bergés Peña, Taller Creativo… ¡en casi todas las publicitarias!.

De esa época, alrededor del 1968, permanece “Trilogía del perenne sacrificio o Travesía de un rio hacia el olvido”, que recoge “Muriendo”, “Remuriendo” y “Quizás nunca vivió”. El segundo de estos cuentos merece un premio en el Concurso del grupo La Máscara. Ahí está la semblanza alegórica que narra tres de mis muertes no físicas; pero sí de mis ilusiones.

En marzo y abril del 1968 participo en una gira por diversos centros universitarios de los Estados Unidos, acompañando al Grupo de Teatro de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, en esa época dirigido por Máximo Avilés Blonda. Participo en calidad de actor, director y dramaturgo. Son las obras “Estamos de Acuerdo, Sí Señor”, de Rafael Vásquez (en la cual actúo como Señor 1); “El Cáncer Nuestro de Cada Día”, de Marcio Veloz Maggiolo (director y personaje principal), “Yo Bertolt Brecht”, de Máximo Avilés Blonda y “Fábula de los Cinco Caminantes” (mía), ambas dirigida por Avilés.

En cuanto a la escritura sigue “Querer, ¿para qué?”, el mundo griego inunda mi espacio, cuatro historias del período clásico escritas con una corrección que me aleja de los impulsos innovadores y violentos. “Dos negros sucios”, “Cognac y un poco de inocencia”, “Un bar llamado…” y “Una forma de vencer”. Corresponden a los personajes originales, Medea, Electra, Hipólito y Antígona, que en mi trabajo renacen en la República Dominicana durante la Era de Trujillo.

En el 1971 conozco a Francisca María de la Asunción Brenes Guridi, mi Frances, y unos meses después, en marzo del 1972, contraigo matrimonio con ella un Domingo de Palmas. Nuestra luna de miel se desarrolla en dos capítulos, el primero en una casa de campo de Puerto Plata, y el segundo en Ciudad México.

De la época siguiente, en la dramaturgia surgen dos tragedias “Andrómaca” (inspirada en la homónima de Eurípides), obra que mereciera mi primer Premio de Teatro Cristóbal de Llerena, y “Soberbia” (inspirada en el “Áyax” de Sófocles). Ambas, actualizaciones en el ambiente dominicano de la época de la Guerra de la Restauración.

La más reciente colección de relatos, “Siglo veinte”, es escrita sin prisa con amplios espacios de tiempo entre ellos. “Ícaro”, otro de mis particulares derrotas, “Siglo veinte”, una novela corta que se refiere a los conflictos internacionales de la guerra fría; “El chillido de la nalgada”, que dentro del concepto de la migración haitiana, destaca, en una estructura contada al revés, la imposibilidad de cambiar el destino; y “Memorias del futuro”, relativa a mi abuelo materno, que colinda con una semblanza a la vez real y parabólica.

En los mismos años surgen las obras teatrales, “Los tiranos” e “Interioridades” y “Muerte del héroe”, algo así como una trilogía crítica sobre el poder político. Estas, más los cinco textos teatrales del inicio son publicados en “Teatro 1963 – 1981”.

También escribo dirijo y actúo en “Solitud” y “Demasiado Tarde”; dos monólogos profundamente autobiográficos. Se refieren al inolvidable conflicto entre mi padre y yo; el primero desde mi punto de vista y el segundo según las experiencias de él. Es un hermoso inicio del entendimiento entre ambos.

Más cercana, aparece “Carta a Trujillo”, obra sobre la dignidad en tiempos de tiranía.

Y casi como una culminación de aquel pasado, surge una prima de aquella “Fabula”, “Natifixión”, no tan farsa; pero definitivamente libre e igualmente creativa. Se desarrolla en algún lugar local parecido a Constanza, y trata de los egoísmos humanos y de su falta de solidaridad. Es, entre mis obras, una de las que más me gusta.

Surge de repente en un rebote de espiritualidad cristiana: “El Milagro de la Navidad”, rotundo éxito que representa el nacimiento de Jesús. La escribí mientras trabajaba en la publicitaria “Cumbre” de Freddy Ginebra, para el cliente “Brugal y Compañía” y fue presentada durante dos años dentro de la Zona. Colonial, en el patio del Museo de las Casas Reales y luego en el exterior de la Torre del Homenaje de la Fortaleza Ozama.

Pero ahora lleva veintisiete años siendo repetida en la Navidad del Banco Popular Dominicano.

Productos de mis actividades como tallerista de actuación y como una necesidad de tener material para que mis alumnos pudieran comprobar sus habilidades y la efectividad de la materia impartida, retomé la mayoría de los relatos de la Guerra Patria del 65, y los convertí en monólogos, con los títulos cambiados. “Retratos de una Guerra” y “Otros retratos”, que reúnen “Memorias de abril” (Premio Cristóbal de LLerena por segunda ocasión) y “Más Retratos”, que reúnen: “Regalo” (la historia con mi padre), “Cada cual lucha a su manera”, “Eres un hombre, hijo”, “Qué tiene de malo”, “interferencia”, “Derecho a vivir”, “Las cosas no son así”, “El muerto dieciocho”, “Unos tragos lo resuelven todo”, y “El ayer de un palomo”. También tres creaciones nuevas; “La esposa de agosto”, “Padrenuestro”, y “En esos momentos no me podía pasar nada malo”. Esta última, escrita expresamente para una niña, única entre un grupo de mayores, la cual también quería examinarse de actuación.

Dentro del mismo tema están una tragedia “Vivir, buena razón”, y una sátira “Azul imposible”.

La lista de actuaciones sigue ampliándose exitosamente, tanto en el teatro como en la televisión: “Un tal Judas” (en dos versiones), “El deseo bajo los olmos” (también en dos versiones), “Más allá del horizonte” (en dos ocasiones), “Se busca un hombre honesto”, “Los Existencialistas” y “Los judíos”, “Proceso a la historia”, “En la ardiente oscuridad”, “El deseo bajo los olmos” (en dos versiones); “Julio César”, “Habitación 203”, “Entre alambradas” y “Mas allá del horizonte”, “Esperando a Godot”, “Los actores”, “Entremés del gato barcino”, “El hombre de barro”, “Un héroe más para la mitología”, “Cuando los héroes quedaron solos”, “El león en invierno” (en dos ocasiones), “Edipo Rey”, “El Zarpazo”, “La ópera de tres centavos”, y “La morsa”.

Me place confesar que en el 1976 me conecto con un personaje, que reconozco y agradezco como eje de mi vida en la actuación; nuestro gran héroe nacional en la obra patriótica “Duarte, fundador de una república” de mi amado colega Franklin Domínguez. Mi carrera de actor queda dividida en una ante y un después que altera hasta mi existencia privada.

Entre mis actuaciones por estos tiempos, están: “Anillos para una dama”, “Abelardo y Eloísa”, “Lisístrata odia la política”, “Rashomon”, “La sangre”, grabación, “La novicia rebelde”, “Interioridades”, “Filoctetes”, “La herencia del Doncel”, “Epifanía”, grabación, “Marat Sade”, “Julio César”, “La gaviota”, “Los tiranos”. “El peregrino”, “Christopher Columbus”, filme,, “La cena de los cardenales”, “Soberbia”, “Duarte”, “El milagro de la navidad”, “Himno Nacional”, grabación, “Colón Cristóbal, el genovés alucinado”, “Espigas maduras”, “Don Quijote”, “Entre Dios y el diablo”, “El sucesor”, “Palmeras al viento”, “Ifigenia en Áulide”, “Cartas a Theo·, “Edipo Rey”, “La eterna Eva y el insoportable Adán”, “Edipo Rey”, “Salomé”, “Juego mortal”, “Pinocho”. “Mistiblú”, “Viaje de un largo día hacia la noche”, “La cena de los cardenales”, “Pasión en las calles”, “Yo me bajo en la próxima, ¿y usted?”, “Tambores y castañuelas”. “Las alegres comadres de Windsor”, “El peregrino”, “La controversia de Valladolid”, “Espigas maduras”, “En casa de Romeo, Julieta de palo”, “Interioridades”. “Driming of Julia”, filme, “Solitud”, “Duarte”, “Amadeus”, “El flautista de Hamelin”. “Don Juan Tenorio”, “El Decamerón”, “Compadre Mon”, “Atrapados por el-ámbar”, “La controversia de Valladolid”, “La novicia rebelde”, “Fábula de los cinco caminantes”, “Pedro”, “Los actores”, “¿Qué tiene de malo?”, “El peregrino”, “Demasiado lejos”, “Tú puedes hacerlo”, “Los piratas de Barba Negra”, “Viniendo de la muerte”, “Elemental, querido amigo”, “Don Quijote”, “El beso de la mujer araña”, “The lost city”, filme,. “La bella y la bestia”, “Julio César”. “Prohibido suicidarse en primavera”, “El flautista de Hamelín”, “Mi novia está de madre”, filme, “Los locos también piensan”, filme, “Violinista en el tejado”, “Carta a Trujillo”, “Un recuerdo para todos los tiempos”, “Cartas a Salomé”, “El graduado”. “Amadeus”, “Canción de Navidad” y “Cuento de Navidad”.

En septiembre del 2013 decido publicar, como libros de texto, los apuntes de mis talleres de educación teatral: “Manual de Actuación” y “Manual de Dramaturgia”, los cuales me han resultado muy útiles pues quedan como memorándums para los alumnos.

Un extraño paréntesis, mi participación como Maestro de Drama del Colegio Saint Michael, me permite comprobar mis conocimientos del inglés con las traducciones de dos obras y la creación de siete más, directamente en ese idioma: “The chain”, “Dishonesty”, “The Making of…As you ass me” (Versión de “Proceso por la sombra de un burro”), “Chistmas Gospel” (traducción de “El milagro de la Navidad”), “Epiphany”, “Anyone´s son”, “Life is but a dream”, “Forgive us Will, or the commitment of Romeo and Julieta”, y “This is not a play”.

También escribo obras escénicas, cuatro, para el grupo creado y dirigido por mí en la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña: “Mas que palabras”, «El sermón de Adviento», “Algo nació en noviembre” y “Albores de esperanza”.

Y de repente, sin que recuerde las razones específicas, oblitero la dramaturgia y la narrativa y los poemas, para reunir y publicar las conferencias, charlas y textos de los talleres ofrecidos durante un largo tiempo. Publico en noviembre del 2015, “Hablando con mi gente”. Compuesto por un montón de textos entre los cuales hay trabajos sobre teatro, por supuesto; pero que alcanza temas muy dispares como la Guerra de abril y el amor. Son estos: Sobre colegas y amigos: “Franklin Domínguez… ¡¿Y por qué?!”; “Máximo Avilés Blonda Acosta”; “Batallando. Comentario estudioso sobre la obra de William Mejía”; “Monodramas y Trivialidades, de José Adolfo Pichardo!”; “Ángel Haché. Un reconocimiento”; “León David”; “Jacinto Gimbernard Pellerano; un humano admirable”; “Jacques Viau”; “Manuel Rueda, un maestro en el teatro”; Compromisos ocasionales: “Antología del Teatro Dominicano”; “Puesta en circulación de seis obras por la Editora Nacional”; “Divagaciones sobre la “Dramaturgia como Proceso Escriptural”; “Ponencia sobre actuación”; “Teatro comercial versus el que no lo es”; “Periodismo y Teatro”; “¿Somos Directores?”, “El teatro, arte idóneo en la transformación social”; “La importancia de la identidad”; “Mensaje para el Día Mundial del Teatro 2014”; “Yo… y lo que escribo”; Defendiendo nuestra Dramaturgia: “Un diagnóstico de la dramaturgia dominicana”; “Lo dominicano en nuestro teatro”; “Los héroes en nuestra dramaturgia”; “Teatro Político”; “Presente y futuro del teatro dominicano”; La pareja Bosch Quidiello: “Juan Bosch, Maestro de la Narrativa Latinoamericana”; Miguel Collado”; “¿Por qué Don Juan es un ejemplo?”; “Algo sobre un sol que nos dice la hora”; “Sobre Doña Carmen y su «Reloj de Sol”; Temas diversos: “Literatura y Teatro”; “Algo sobre la identidad Latinoamericana en el teatro”; “El siglo XX, cien años de iconoclasia”; “Historia, mitología y tragedia en Grecia”; “Carnaval y Teatro”; “Macorís y los Cocolos”; “La otra guerra de abril”; “Mi Conde”: “El amor”; “Sueños y Realidades”; Sobre mí: “Cuestionario (Freddy Ginebra)”, “Entrevista a Iván García Guerra (Ramón Tejeda Read)” y “Conversando con Iván García (León David)”.

Mis más recientes actuaciones son: “El hombre de la Mancha”, “Sermón de adviento”, “La mujer de negro”, “Los sueños de Lincoln”, “Máximo Gómez, hijo del destino”, filme, “Réquiem por la noche de un viernes”, “Visitando a Mr. Green”, “Cats”, tres filmes más: “Duarte, traición y gloria”, “Del color de la noche”, “No hay más remedio”, y dos lecturas: “La escandalosa y muy contada historia de la casta Susana o las increíbles peripecias de la virtud” y “El túnel”.

El 11 de febrero del 2016, en una emergencia, fui objeto de una operación de corazón abierto durante la cual me conectaron a una máquina de derivación cardiopulmonar. Terminada la cirugía, al desconectar la bomba, mi corazón, dejó de latir por cinco minutos, virtualmente muerto. Cuando supe de mí, alrededor de un mes después, por primera vez en mi larga vida me di cuenta de que se nacía para morir, y no teníamos idea de cuando esto sucedería. Decidí pues apurar el paso en la escritura y publicación que quedaba pendiente:

Surgió entonces, en agosto del 2018, el tomo “En torno a la libertad”, que reúne una bastante extensa creación relacionada con los acontecimientos sociales de nuestro país: “El Hombre de Barro”, “Proceso por la sombra de un burro”, “Un Héroe más para la mitología”, “Andrómaca”, “Soberbia”, “Volaremos hacia el sol”, “Romance Criollo”, “Alba de Patria”, “Carta al tirano”, “Epílogo”, “Vivir, buena Razón”, “Un azul imposible”, “Introducción a “Regalo””, “Regalo”, “Introducción a “Cada cual lucha a su manera””, “Cada cual lucha a su manera”, “Introducción a “Eres un hombre, hijo””, “Eres un hombre, hijo”, “Introducción a “¿Qué tiene de malo?””, “¿Qué tiene de malo?”, “Introducción a “Interferencia”, “Interferencia”. “Introducción a “Derecho a vivir””, “Derecho a vivir”, “Introducción a “¡Las cosas no son así!””, “¡Las cosas no son así!”, “Invitación a la persistencia”, “El muerto dieciocho”, “Padrenuestro”, “Unos tragos lo resuelven todo”, “La novia de agosto”, “El ayer de un palomo”, “En esos momentos no me podía pasar nada malo”; ¿¿Valió la pena??: “Trilogía del perenne sacrificio o travesía de un río hacia el olvido”: “Muriendo”, “Remuriendo” y. ”Quizás nunca vivió”.

Y en noviembre del 2018 brota “De amor y penar”, un libro que agrupa la mayoría de mi producción poética, desde el 1958 hasta la fecha de su publicación. Son los poemas: “Memorias provincianas de un niño feliz”, “Dulce Esperanza”; “Hombre equivocado”, “Sigo adelante”, “Creo en mí”, “Bodas”, “Triunfo del Amor”, “Es dulce recordar”, “Concepción”, “Canto a Lakshmi”, “Arrullo”, “Tú”, “Canon a tres voces”, “Amada”, “Así”, “Qué puedo yo entregarte?”, “Ahora te lo pido”, “Tú y yo”, “Tu presencia”, “Gracias”, “Tú puedes hacer cambiar la gente”, “El asunto”, “Un Himno a la esperanza”, “Es”, “Altar de Luz”, “Voz del alma”, “Mansión interior”, “Eres”, “Resurrección”, “Persistencia de la alegría”, “Soledad”, “Cansancio”, “Aquí estoy”, “En un día del padre”, “Vida cortada”, “Al comienzo de un año”, “Frente al Mar Caribe”, “Réquiem para una ciudad”, “Con la voz del pueblo”, “Diecinueve de Mayo”, “Prefiero imaginarte”, “Oda fugaz al libro sempiterno”, “Pedro nuestro”, “El amor sigue presente”, “Al comienzo de un año”, “Te declaro mi amigo”, “Como el correr de un río”. “A quien no cree en el amor”, “Llamo a quien no me llama”, “No me interesa saber que es el amor”, “Somos uno los tres” y “Sencillamente”.

Existen otros varios títulos, todavía en gavetas, que no escapan a las tendencias descritas y no agregan nada notoriamente diferente a lo que he analizado.

¿Y cuáles son los resultados?

En la casi totalidad de mis creaciones he permanecido al día y no me parece haber estado desfasado temáticamente, ni en cuanto al estilo. No le he dado las espaldas a mi nacionalidad y mi raza, y mis tipos son indudablemente dominicanos, aún en las pocas ocasiones en que he trabajado con temas de la Hélade. Como todo escritor he tenido influencias de las corrientes internacionales; pero siempre he intentado crear un estilo propio que resulte original e independiente.

Y, finalmente; aunque pocas veces en los detalles biográficos, he estado presente con testaruda constancia en todo cuanto se refiere a mi vida interior. Podría decir que mi trabajo artístico y literario, constituye un relato alegórico de mi alma.

No sé si los críticos externos estarán de acuerdo con esta apreciación; pero, ¿qué se va a hacer? ¡Así es la vida!

Gracias, mi pueblo amado, por permitirme presentarme ante ustedes, luego de tantos años en exilio.

Y ahora, si necesitan alguna aclaración, aquí estoy para intentar traer la luz.

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