Claudio Abbado, un músico imprescindible, un artista comprometido
Escrito por: Salvador López Arnal
Para Mercedes Iglesias Serrano, por los 13 años y por su amor por la música
No soy nadie para acercarme con dignidad a la obra musical de Claudio Abbado. Son otros nudos los que esta breve nota pretende señalar.
Filarmónica de Berlín, Scala de Milano, Filarmónica vienesa, Orquesta de Lucerna. Algunos de los grandes nombres de la música contemporánea con él relacionados. Abbado llevó también la música clásica a barrios populares italianos, a fábricas. Dio conciertos en cárceles y en hospitales.
Como los grandes maestros, pedía que no se llamara maestro. Con Claudio bastaba.
Hombre de izquierdas hasta el final de sus días (se enfrentó con admirable coraje y dignidad a Berlusconi y al berlusconismo nada menos que en la Scala), fue amigo de Fidel Castro y viajó numerosas veces a Venezuela.
Su ideal, se ha dicho, era una conjunción, una alianza armónica de arte, ciencia y ética. Un magnífico proyecto de tercera cultura como diría el que también fuera su admirador, el filósofo amante de la música, Francisco Fernández Buey.
Junto con Teresa Berganza hizo casi todo Rossini. Las palabras de nuestra mezo tras su fallecimiento: “Cantar con él era muy fácil. No hacía falta mirarle las manos, con los ojos ya sabía lo que quería. Mi primera “Carmen” fue con él. Han sido muchos años de hacer buena música juntos. Perdemos para mi el más grande. No es solo él, es una época la que se va.”
Son palabras suyas: “Se debe atacar el verdadero despilfarro y eliminar la especulación”. Vivía horrorizado “por la situación de la cultura de su país, mutilada por los recortes” (Daniel Verdú). Comparaba a quienes eran sus responsables, a quienes lo habían permitido con criminales.
Adoraba el Sistema de Orquestas infantiles y juveniles venezolano. Se involucró activamente en su desarrollo.
Falleció en su casa de Bolonia, Bologna, la Rossa. Allí había creado la Orquesta Mozart de Bolonia. Allí murió un viejo comunista como él.
Su música nos acompañará siempre. Como el poema de Pascoli: Für ewig.
Salvador López Arnal es nieto de José Arnal Cerezuelo, cenetista aragonés asesinado en el Camp de la Bota de Barcelona, en mayo de 1939, por defender la Segunda República de todos los pueblos de España.
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