Escrito por: José Gómez Cerda
Presidente de la Asociación de Escritores y Periodistas Dominicanos (ASEPED).
Santo Domingo, lunes.– 28- octubre.- 2019.– Al conmemorarse 4 años del fallecimiento de Radhamés Gómez Pepín (4 de diciembre 1927, 26 de octubre de 2015) lo recuerdo como uno de los héroes en mi infancia, en el sector San José, del barrio Baracoa, en Santiago.
Radhamés acompañado siempre de su hermano Euclides, era parte de un grupo de intelectuales del barrio, junto con Manolito Álvarez, que murió en el bombardeo que hizo la aviación al Palacio Nacional en 1965, siendo él diputado por el PRD, su vecino en la Avenida que hoy tiene el nombre de las Hermanas Mirabal.
Una de las hermanas de Radhamés siempre llevó una vida religiosa, de espiritualidad.
En ese grupo de jóvenes intelectuales estaban los hermanos Tineo (Perucho, Jaime y Paula), hijos de don Pedro Tineo que siempre vivió en la Calle Patria (Hoy Jaime Tineo).
Perucho Tineo fue el único hombre que conocí durante la dictadura, en mi niñez que hablaba públicamente contra Trujillo, su hermano Jaime, profesor del Liceo Secundario, fue uno de los organizadores de los “panfleteros”, asesinado, cuyo cadáver nunca apareció.
Hermoso era escuchar a estos jóvenes discutir de diversos temas en la Avenida, frente a un famoso limpiabotas del barrio apodado “El Ñeco”.
Radhamés fue mi profesor de cultura física en la Escuela Paraguay, cuando él pretendió estudiar para aviador.
Su padre Don Ramón Gómez, periodista del periódico La Información era un hombre tranquilo; la madre de Radhamés Doña Ana Pepín fue mi profesora de matemáticas en la Escuela Intermedia México; y su abuela Doña Lalá estuvo hasta los 80 años dando clases a niños pobres, gratis, en una escuelita.
La familia Gómez Pepín era una de las familias de intelectuales, relacionados con la Señorita Ercilia Pepín, una histórica educadora santiaguera.
Radhamés heredó de su padre la vocación por el periodismo, que comenzó en el periódico La Información.
Los niños de esa época del barrio, entre ellos recuerdo a Osvaldo Cepeda y Cepeda y su hermano Pelegrín, que vivíamos ambos en la Calle Arté, de Baracoa, Agustín Colón, Rafael Peralta (Miguelito), y Pedro Luis Veras, disfrutábamos y aprendíamos de los diálogos públicos que establecían Radhamés, Manolito, Perucho y Jaime Tineo; que algunas veces terminaban en la Iglesia San José, recaudando orientaciones del sacerdote, pues ellos todos tenían conocimientos filosóficos. Al menos Radhamés había cursado algunos años en el Seminario Menor del Santo Cerro.
Cuando ocurrió el caso político del desaire que hicieron abogados de Santiago al realizar un acto público y no mencionar a Trujillo, Radhamés hizo uno de sus primeros reportajes periodístico sobre un caso que se hizo nacional.
Así también ocurrió en el caso del robo del Banco Royal Bank en Santiago, en especial las audiencias públicas donde los hermanos Maldonado, especialmente el autor principal Eudes, hablaban sin ningún temor de casos políticos, aunque el hecho les costó la vida, incluyendo a sus hermanos.
Recuerdo a Radhamés Gómez Sánchez, (Chiqui) el hijo de mi amiga Vilma, como Radhamés andaba con él, cuando era casi un bebé, y le explicaba cosas que creo que el niño no tenía capacidad de asimilar, pero su padre le repetía las cosas varias veces, y en voz alta.
Cuando la Asociación de Escritores y Periodistas Dominicanos (ASEPED) le otorgó el premio Caonabo de Oro, me dijo el doctor Salvador Pittaluga que era uno de los premios más justos, porque Radhamés Gómez Pepín fue uno de los mejores periodistas dominicanos.
Radhamés Gómez Pepín, modelo de joven intelectual en mi niñez, es un ejemplo para los periodistas dominicanos.