La estrella de ‘El Rey y yo’, ‘Té y simpatía’ y ‘La noche de la iguana’, que sufría desde hace años de la enfermedad de Parkison, murió el martes en el condado de Surrey, en Inglaterra, precisó su agente.
Nacida en Escocia el 30 de septiembre de 1921, Deborah Jane Kerr-Trimmer protagonizó unos 50 filmes en unos 40 años de carrera. Kerr deja a su esposo, el escritor Peter Viertel -autor del guión de la famosa película ‘La Reina de África’, que fue llevada a la pantalla por el gran John Huston- así como a dos hijas y tres nietos.
La popular actriz, que alcanzó la fama a los 20 años, con su papel en la película ‘Mayor Barbara’ (1941), vivió muchos años con Viertel en una casita en España, cerca de Marbella (Málaga), y también en Suiza, y se trasladó al final a Gran Bretaña, debido a su enfermedad.
La actriz fue nominada para un Oscar como mejor actriz en seis ocasiones, pero nunca recibió la célebre estatuilla. La Academia del Cine estadounidense le concedió empero un Oscar honorario, en 1994, saludando la «perfección, disciplina y elegancia» de su trabajo en la pantalla. Con o sin Oscar, Kerr perdurará para siempre en la memoria de cinéfilos gracias a algunos roles memorables, como en la romántica película ‘Tú y yo’, en que compartió cartelera con Cary Grant.
El beso entre ella y Burt Lancaster, que ruedan abrazados y húmedos una noche de verano en una playa de Hawai, en ‘De aquí a la eternidad’, de Fred Zinnemann (1953), donde Kerr interpreta a una esposa adúltera, provocó sueños eróticos en generaciones enteras de adolescentes. La Academia del Cine estadounidense designó esa cinta entre las cien películas más románticas en la historia del cine, y la playa de Oahu, que fue bautizada luego como Eternity Cove, en honor de la película, se volvió un lugar de peregrinación, siendo visitada por turistas del mundo entero.
La actriz, que hizo estudios de ballet en el teatro Sadler’s Wells de Londres y trabajó en teatros del West End, comenzó su carrera en el cine en ‘Narciso negro’, y durante los 45 años que duró su carrera, logró la proeza de escoger bien sus roles, lo que no es nada fácil en Hollywood. Trabajó en ‘Las minas del rey Salomón’ (1950), ‘Quo Vadis’ (1951) y ‘El prisionero de Zenda’ (1952), y en 1953 en ‘De aquí a la eternidad’, donde interpreta a la esposa de un capitán que tiene una relación con un sargento.
Luego, en la popularísima ‘El Rey y yo’, con Yul Brynner (1956), a la que siguió ‘Buenos días, tristeza’ (1957) y muchas otras más, entre ellas ‘La vuelta de tuerca’, basada en el magistral cuento de Henry James, y ‘Solo Dios lo sabe’, con Robert Mitchum, donde interpreta a una monja.
Su vida no alimentó nunca las páginas de la prensa rosa, ni de los tabloides que viven de publicar escándalos, lo que también es una proeza en Hollywood.