>Los narcos se delatan uno a los otros. Pugna entre subalternos del capo del narcotráfico Wilber Varela terminó con su vida

>Según los datos que han llegado a Bogotá, el martes en la noche Varela recibió a una de las mujeres que solían visitarlo y la dejó en un sitio cercano a las cabañas donde lo mataron.


De allí salió con su escolta de confianza, conocido como ‘el Grasoso’, que también fue asesinado. Con ellos iba un conductor conocido como ‘Goyo’ y Calle Serna.

El miércoles en la mañana, Varela envió a ‘Goyo’ a comprar cuatro desayunos. Supuestamente, cuando el conductor regresó vio los impactos de bala en la puerta y la ventana del lugar, por lo que decidió huir hacia Barinas, donde estaba otra de las casas del capo en la zona de frontera con Colombia.

En una comunicación que tiene ‘Goyo’ con una persona en Colombia, que fue interceptada, asegura que Varela estaba con ‘el Cantante’, que para las autoridades es el mismo ‘Comba’.

«No descartamos que ‘Goyo’ haya servido también para que mataran a Varela y a su hombre de confianza. De todos modos, él sigue en Venezuela», aseguró una fuente policial.


Además de la traición de ‘Comba’, los organismos de seguridad manejan otro elemento en la investigación. Tienen información de una cumbre de la mafia a la que supuestamente asistiría Carlos Mario Aguilar, alias ‘Rogelio’.

Él es el hombre con el que los ‘Rastrojos’ estaban disputando el control del narcotráfico en varias zonas de Antioquia y se investiga si la supuesta cumbre fue en realidad una emboscada.
Manejaba todo desde el exterior

Los investigadores que le siguieron la pista en los últimos años aseguran que ‘Jabón’ nunca quiso volver al país, más después de ver la suerte que habían corrido sus antiguos compañeros de cartel del norte del Valle.


«A ‘Chupeta’ lo ‘mató’ la excentricidad y a ‘don Diego’ el arraigo por la tierra», le confesó a una de sus mujeres a finales del año pasado, según una comunicación interceptada.

‘Jabón’ no le jugaba a lo uno ni lo otro. Seguía manejando sus negocios sin ningún inconveniente, desde ‘oficinas’ que montó en el exterior.


Tanto es así, que la guerra que se declaró con Diego León Montoya, ‘don Diego’ y que se vio reflejada en los sangrientos combates entre ‘Los Machos’, el ejército de Montoya y ‘Los Rastrojos’, los hombres de Varela, fue dirigida desde afuera.

Una fuente que lo conoció recuerda que «siempre vestía de sudadera y más después de un accidente que tuvo en un vehículo náutico. Incluso sus propiedades no eran tan llamativas como las de otros jefes del narcotráfico y su gran debilidad, las mujeres, eran muy discretas cuando viajaban a buscarlo a sus apartamentos».

Y hasta su fisionomía la cambió sin necesidad de operarse. Estaba rapado, sin bigote y había bajado más de 11 kilos, al parecer, a causa de sus dolencias físicas.

En la cabaña donde fue asesinado encontraron 65 teléfonos celulares, que se espera den la clave en lo que sigue de las investigaciones.

La identidad del capo fue confirmada oficialmente ayer por el coronel Néstor Reverol, director de la Oficina Nacional Antidrogas de Venezuela.

«El estudio demostró que (José Antonio Pérez) Chacón y (Wílber Alirio) Varela son la misma persona, con más de 32 puntos característicos de las huellas dactilares», dijo Reverol.

La necropsia reveló que en el homicidio se utilizaron armas calibre 9 mm. Fuentes del Hospital de Los Andes en Mérida le dijeron que uno de los cuerpos tenía dos heridas de bala en la cabeza y el otro, cuatro.


Cartel del Norte del Valle quedó descabezado

La sorpresiva muerte de Wílber Varela, ‘Jabón’, sacude de nuevo el mapa del narcotráfico en todo el país.

A finales del año pasado, se reveló que, de manera silenciosa, una segunda guerra interna del cartel del Norte del Valle dejaba al menos 40 muertos desde la captura de ‘don Diego’ en septiembre pasado.


Lo que se estableció en ese momento fue que los ‘Rastrojos’ de Varela estaban copando espacios que la banda de Diego Montoya, ‘los Machos’, estaba perdiendo en medio de una aguda pugna interna por la sucesión del capo capturado en un operativo militar.

Con Varela por fuera del escenario, las fichas de la mafia vuelven a repartirse.

Carlos Alberto Rentería, conocido como ‘Beto’ Rentería, es el último de los jefes que sigue en el juego. Es un narco de bajo perfil por el que E.U. ofrece 5 millones de dólares y que logró ponerse en medio en la sangrienta guerra entre ‘Jabón’ y ‘don Diego’, que hace menos de tres años dejó al menos un millar de muertos en el Norte del Valle y Chocó.


Hombres como ‘Capachivo’ y ‘La Iguana’, segundos de ‘don Diego’, son capos con planes de expansión. ‘Capachivo’ era el jefe de la estructura militar de los ‘Machos’ y, según las investigaciones, es el narco que está detrás de la masacre de Jamundí, en la que murieron 10 policías y un informante.

Por los lados de ‘Varela’, todas las miradas apuntan a Luis Enrique Calle Serna, conocido como ‘Comba’, que era el hombre que manejaba sus negocios.

Lo que no se descarta es que, sin los grandes jefes, las rutas y los negocios del cartel del Norte del Valle terminen en manos de los capos que negociaban con él.

Por eso, uno de los nombres que mencionó ayer el comandante de la Policía Metropolitana de Cali, general Jesús Antonio Gómez Méndez, como posible sucesor de Jabón fue el de Daniel ‘el Loco’ Barrera. Es el gran narco de los Llanos Orientales y cobró notoriedad luego de que en noviembre del 2006, en un consejo comunal, el presidente ?lvaro Uribe ordenó su captura.

Barrera, según las autoridades, era uno de los contactos de los narcos del Norte del Valle para sacar droga a través de la frontera con Venezuela.


Otro nombre que suena es el de Carlos Mario Aguilar o ‘Rogelio’, un mando medio de la ‘Oficina de Envigado’ que desde hace al menos un año se salió del control de sus antiguos jefes y se ha convertido en un gran poder criminal en Antioquia y el Eje Cafetero.

La guerra entre ‘Rogelio’ y Varela amenazó a finales del año pasado los logros en seguridad que venía mostrando Medellín. No se descarta que los ‘Mellizos’, también socios de Varela, capitalicen su desaparición, como ya lo hicieron en el caso de algunos jefes ‘paras’ presos.

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