A diferencia de muchas economías emergentes, Cuba cuenta con un robusto sistema de ciudades intermedias. Con una población superior a los 11 millones de habitantes y una tasa de urbanización del 77%, buena parte de la población urbana del país vive fuera del área metropolitana de La Habana (24,6%), principalmente en sus ciudades intermedias (34,1%) y pequeñas (41,3%), la mayor parte de ellas situadas en el corredor interior La Habana-Santiago.
Ciudades intermedias con población comprendida entre 500 mil y 100 mil habitantes como Santiago de Cuba, Santa Clara, Camagüey, Las Tunas y Holguín; y pequeñas como Sancti Spíritus, Cárdenas o Palma Sorian, han crecido en conjunto desde 2002 en más de 730 mil habitantes. La Habana, por el contrario, ha perdido cerca de 100 mil habitantes.
En los últimos años, las ciudades intermedias en Cuba han jugado un papel central en el refuerzo de la capacidad productiva del territorio agrícola, pero también en el incremento de la resiliencia de su población en un contexto de marcada incertidumbre social y económica.
Tanto por su escala de proximidad como por su conectividad externa en forma de “corazón económico” de zonas rurales, muchas de estas ciudades intermedias han asumido la condición de nodos estratégicos en la provisión de bienes y servicios especializados, no solamente para su propia comunidad sino para el conjunto de la población de su área de influencia. Los vínculos urbano-rurales de estas “economías de intermediación” han sido analizados extensamente en los últimos años por Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU-UCLG) junto a la Cátedra UNESCO de Ciudades Intermedias (UNESCO-CIMES), con el objetivo de reforzar el potencial de las ciudades intermedias (Ver Declaración de Cuenca) en la Nueva Agenda Urbana que deberá entrar en vigor tras la celebración de HABITAT III (Quito, Octubre 2016).
En un momento en el que el crecimiento de las grandes ciudades plantea enormes retos sociales, económicos y ambientales para muchas economías emergentes del Sur Global, la experiencia de integración territorial cubana es un aspecto a valorar y del que se pueden extraer importantes lecciones para la región:
A pesar de su intenso crecimiento urbano, ciudades como Santiago de Cuba, Holguín o Cárdenas, han podido mantener la compacidad (compactness), la densidad (density) y la escala humana de su tejido urbano. En este sentido, las ciudades intermedias juegan un papel determinante en el equilibrio demográfico territorial: por una parte reducen la presión migratoria rural hacia las áreas metropolitanas, y por otra, ayudan a mejorar la calidad de vida no solo de su propia ciudadanía, sino de la población rural de su área de influencia.
La dimensión y la escala menor de estas ciudades intermedias respecto del área metropolitana de La Habana facilitan y reducen los costos en la implantación de políticas de desarrollo económico, social y ambiental inclusivas y sostenibles en materias tan diversas como la movilidad, la infraestructura de servicios urbanos, el empleo o la vivienda.
Estas condiciones también facilitan la integración de la ciudadanía en la gestión local, un aspecto clave para la buena salud de la gobernanza urbana.
Para Cuba, el año 2015 ha representado un punto de inflexión en sus aspiraciones de normalizar sus relaciones en la Comunidad Internacional. Esta semana, la llegada del Presidente de los Estados Unidos a tierras cubanas después de 88 años, genera tantas expectativas para el progreso de la economía cubana como controversias ante la posibilidad de que el periodo de transición ponga en riesgo algunos de sus logros más importantes.
Si uno de los rasgos distintivos del sistema urbano de Cuba es la fortaleza de su corredor de ciudades intermedias respecto a la Habana, es necesario que muchas de estas municipalidades empoderen su gestión local, y sobre todo su planificación, ante el impacto inmediato que pueda suponer la entrada de inversión extranjera en el desarrollo del suelo.
Foto de una ciudad caótica, algo comén en nuestra región, eso no se ve en Cuba.
Éste parece un buen momento para detener el paso y analizar cuáles han de ser las prioridades de su ciudadanía para los próximos años, con la certeza de que en el momento de volver a retomar el paso el contexto pueda haber cambiado drásticamente.
Borja M. Iglésias es arquitecto urbanista por la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC-BarcelonaTech) e investigador de Doctorado por el Departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio (DUOT) con una tesis sobre infravivienda en la Barcelona de postguerra (1939-1950). Desde el año 2003 ha coordinado más de veinte planes territoriales, urbanos y sectoriales de diferente escala y complejidad, especializando su actividad profesional en legislación urbana, evaluación financiera y participación ciudadana. Desde el año 2012 es consultor asociado de la Cátedra UNESCO de Ciudades Intermedias (Universitat de Lleida, UdL), y Fundador-CEO en Network for Strengthening the Informal City (NSIC). Desde el año 2015 colabora con Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU-UCLG) como analista de ciudades intermedias. Su correo electrónico es: planning@nsic.pro