El maniqueísmo sectario de amplios sectores de la oposición contribuyó a la imposición despótica de la reelección de Danilo Medina. Hay que ser autocritico y reconocer esta dolorosa verdad.
Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez
San Pedro de Macorís, Domingo 12 de junio de 2016.- ¿Sera acaso que la idiosincrasia del dominicano es el yoismo a ultranza?. Obliga esta interrogante como intento de comprender el afán desmedido e individualista por protagonizar proceso y escenario político donde la unidad táctica debe prevalecer frente a propósito estratégico comunes. La presencia de inclinaciones maniqueísta y sectaria ha impedido que la oposición política a la dominación peledeísta asuma una correcta unidad táctica con fines estratégicos. Todos quieren ser cabeza. El yo o nadie predomina por encima de todo raciocinio. Es la máxima prevaleciente por encima de lo que pueda recomendar la coyuntura que se presente. ¿Será acaso obedeciendo algún mandato pagado ese empecinamiento excluyente y hasta sospechoso, esa reiterada actitud anti unitaria que ha caracterizado en los últimos años a la llamada oposición dominicana ?. La verdad que este comportamiento amerita un contundente cuestionamiento.
En el reciento proceso electoral amplios sectores del país vieron con optimismo y simpatía el anuncio de conversaciones unitarias en aras de enfrentar el gobierno delincuente y mafioso del PLD. Se anunció una llamada «Convergencia», se habló mucho de ello, empero, al final no hubo tal unidad, todo fue bulto protagónico para acaparar atención de figureo de prensa y medios. Partiendo del criterio irreductible de que los demás no sirven y de que el único serio soy yo, se esgrimieron razones pueriles para agudizar contradicciones innecesarias y mantener el distanciamiento. Oímos en varias ocasiones a muchos dirigentes y candidatos opositores descalificar de manera constante a sus competidores de oposición, manifestando con aire de puritanos y mesías que los demás eran incapaces, perversos, cómplices y co responsables de situaciones delincuenciales, corruptas y mafiosas de pasado dominios políticos. Incluso algunos asumieron posiciones tan radicales y absurdas que llegaron al extremo de descalificar al mejor candidato posicionado de la oposición, Luis Abinader, cuestionándole su origen social. Mantuvieron insistentemente un discurso excluyente, maniqueísta, anti unitario, y sectario. La práctica le dio en pleno rostro. Los resultados electorales lo obligo a cambiar con rapidez su mezquina actitud de desprecio. Tardíamente vinieron a comprender que sin la unidad de la oposición jamás podremos derrotar el dominio absolutista del PLD.
Maximiliano Gómez (El Moreno) el líder más carismático e inteligente que tuvo la izquierda dominicana en su momento concibió en 1969 la formula Hilda Gautreaux para enfrentar la dictadura balaguerista. Frente a una izquierda maniqueísta recordó las alianzas de Duarte con sectores haitianos para lograr la separación de Haití en 1844, la alianza de los maoísta en China con el kuomintang de Chiang kai set. El líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) José Francisco Peña Gómez articuló el Acuerdo de Santiago, El Acuerdo de Santo Domingo y procuró siempre un acercamiento táctico con los anti balagueristas, esta concepción correcta permitió que Silvestre Antonio Guzmán ganara las elecciones en 1978. Es en la unidad que esta la fuerza y la posibilidad real de victoria.
Las alianzas políticas entre fuerzas antagónicas han estado vigentes en la historia mundial. Recordemos que el Frente Sandinista de Liberación Nacional de Nicaragua tras gobernar entre los años 1979 y 1990 y perder el poder volvió a gobernar tras establecer una alianza con su archi rival el ex presidente José Arnaldo Alemán, los Sandinistas regresaron al poder amarrado en esta alianza que le permitió ganar las elecciones del año 2006.
El maniqueísmo sectario de amplios sectores de la oposición contribuyó a la imposición despótica de la reelección de Danilo Medina. Hay que ser autocritico y reconocer esta dolorosa verdad.
Los resultados electorales de los procesos electorales de los años 2008, 12 y 16, evidencian la vocación inescrupulosa y perversa del peledeísmo gobernante. Están dispuestos a lo que sea con tal de mantenerse en el poder. El fin justifica los medios. Frente a esta realidad se impone la unidad anti peledeísta. Con vocación de desprendimiento y sacrificio debemos vertebrar un amplio, solido y vigoroso movimiento unitario que no escatime medios ni método de lucha. Frente a la ilegitimidad, la ilegalidad y el despotismo avasallante todas las posibilidades de lucha deben estar abiertas. La democracia dominicana está en peligro ante el dominio faraónico del peledeísmo gansteril. Se impone, pues, la unidad inmediata de todas las fuerzas opositoras, de lo contrario, continuaremos victimizados por la ignominia, la indecencia y la inmoralidad de los gobiernos peledeísta quien sabe hasta cuándo.
La alianza opositora debe impulsar cambios y transformaciones políticas e institucionales postergadas. Es de urgencia convocar una Asamblea Constituyente, cambiar la Constitución de las corbatas azules por estar desfasada, elegir nuevas Altas Cortes, nueva Junta Central Electoral, tribunal Superior Electoral, Cámara de Cuentas, sanear la administración de justicia y consensuar un reordenamiento del aparato estatal que garantice su funcionalidad libre de ataduras burocráticas parasitaria e inhumana que hoy lo limitan.