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Análisis sobre panorama electoral en República Dominicana




“Nos convocan a las urnas, pero mandan las grandes corporaciones financieras”


Carlos Taibo imparte una conferencia en la Universitat de València con el título “Su crisis y la nuestra”


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“Nos convocan a las urnas, pero mandan las grandes corporaciones financieras”

Carlos Taibo imparte una conferencia en la Universitat de València con el título “Su crisis y la nuestra”

Escrito por: Enric Llopis. Rebelión


En tanto que escritor y profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Autónoma de Madrid, Carlos Taibo ha trabajado en líneas de conocimiento muy diversas: los procesos políticos en la Europa central y del este; los movimientos de resistencia a la globalización, el decrecimiento y el 15-M, entre otros. Pero Taibo no es un intelectual al uso cooptado por el sistema. Aporta sus reflexiones y participa en las luchas de los movimientos alternativos y de base, para los que lleva años siendo un politólogo e investigador de referencia. Un intelectual comprometido.


“Somos convocados cada cuatro años a las urnas, pero realmente quienes toman las decisiones son las grandes corporaciones económicas y financieras; por eso, la denuncia de la farsa democrática y la consigna del no nos representan, del 15-M, me parecen críticas muy cabales”, ha afirmado Carlos Taibo en una conferencia celebrada en la Universitat de València, titulada “Su crisis y la nuestra”, con motivo de la celebración del 30 aniversario de Radio Klara.

Prueba del poder real de las grandes corporaciones, es que “nadie ha ido a la cárcel”, ha criticado Carlos Taibo, en el estado español, después de todos los desmanes ocasionados por el sector financiero, y cuyo origen remite al proceso de globalización capitalista y la desregulación que le acompañó. Por ejemplo, la demanda presentada contra Emilio Botín (presidente del Banco Santander) por la posesión de cuentas en Suiza y otros paraísos fiscales, fue paralizada en última instancia “seguramente por las deudas que tanto el PP como el PSOE mantienen con las entidades financieras”, afirma el politólogo.


La explicación tópica y oficial de la crisis: un estado manirroto y unos ciudadanos que viven por encima de sus posibilidades han generado unos disparatados niveles de endeudamiento, que sólo pueden afrontarse con una brutal cura de austeridad. Taibo se abona a una explicación más compleja. A grandes rasgos, en 2002 el estado español se sumó a la zona euro e incorporó la moneda única. Alemania, imponiendo casi un derecho de pernada, pudo colocar sus capitales y mercancías en los países de la periferia europea, entre ellos España. A cambio, éstos pasaron a disponer de dinero barato (crédito fácil, a bajos tipos de interés) con el que financiar la burbuja inmobiliaria.


Esta es la razón, recuerda Carlos Taibo, de que con el tiempo se desbocara la deuda privada, que representa el 80% del total de endeudamiento en el estado español. Por el contrario, “el discurso gubernamental insiste machaconamente en que el problema radica en el sobreendeudamiento público”. “Si la deuda pública creció, explica el profesor, es por la mengua de ingresos estatales provocado por la crisis, el incremento del paro (y el consiguiente aumento en el pago de subsidios) y, sobre todo, por la entrega de más de 100.000 millones de euros a las instituciones financieras. Estas podridas entidades sabían en todo momento que se les rescataría si las cosas les iban mal”.


Hay, por tanto, dos crisis: la suya y la nuestra. “Se están socializando pérdidas y privatizando beneficios”. “Los bancos reciben recursos del erario público, con los que chantajean a los estados e imponen retrocesos en materia de derechos y libertades democráticas”; por ejemplo, los recortes en educación equivalen a la suma entregada para el saneamiento de Bankia”, destaca el autor de “El decrecimiento explicado con sencillez”, “El 15-M en 60 preguntas” y “España, un gran país. Transición, milagro y quiebra”, entre otros muchos trabajos.


Como defensor de los movimientos autoorganizados, la práctica desde la base y la creación de espacios autónomos, Taibo insiste en que la crítica al capitalismo no implica apostar por la reconstrucción de los llamados Estados del Bienestar. ¿Por qué? El Welfare State es una institución exclusiva de los sistemas capitalistas, que ratifica una economía de los cuidados de las que son víctimas sobre todo las mujeres; resulta, además, insostenible ambientalmente e insolidario con los países del sur”, explica Taibo. Pero la cuestión requiere una aclaración inmediata. En un contexto de agresiones neoliberales contra los derechos trabajosamente conquistados durante décadas, “la crítica al Estado del Bienestar ha de ser compatible con la defensa a ultranza de estos derechos”.


Pero no es fácil matizar en medio de la vorágine maniquea que imponen los medios. Late, en el fondo, según Carlos Taibo, la “feroz contradicción que rodea a la discusión público/privado”; “no es suficiente con salir a manifestarse en defensa de la enseñanza pública”. Esto no pone en cuestión el sistema, insiste. “Hace falta algún adjetivo más”. Además, “los apóstoles del neoliberalismo también apoyan en algunos casos lo público, para proyectos manifiestamente antisociales”, concluye el profesor.


Taibo no se inclina por el neoliberalismo ni por la “socialdemocracia oficial” (como la denomina). Ha sido el principal mentor en el estado español de la idea del decrecimiento, a la que ha dedicado al menos dos libros y un sinfín de artículos y conferencias. En términos generales, el decrecimiento pivota sobre dos certezas: es una imposición de la realidad, ya que “hemos desbordado las posibilidades que el planeta ofrece”; pero, insiste Taibo, “no tiene por qué ser triste ni sombrío; se trata únicamente de vivir mejor con menos”. No hay alternativa: si en 2007 (antes de la crisis) la economía española producía 100, hoy ha pasado a producir 97.


El problema no reside en esta merma (que por sí misma ya implica un decrecimiento económico), sino en “cómo se reparten los recursos disponibles y, más aún, en cómo están creciendo las desigualdades, lo mismo con los gobiernos del PP que con los del PSOE”. “Con un mejor reparto de la riqueza todos viviríamos mejor”, concluye el politólogo. Por otro lado, el decrecimiento implica un sistema de valores muy diferente a los hoy dominantes: la vida social y las relaciones, frente a la productividad y la competitividad; el tiempo libre y creativo, frente al ocio vinculado al dinero; el reparto del trabajo (una vieja demanda sindical); la oposición a las grandes infraestructuras productivas y de transporte; la vida local, la democracia directa y, en suma, la sencillez y sobriedad voluntaria del individuo.


Para que el decrecimiento no ahuyente a nadie: “No equivale a sufrimiento”, aclara Carlos Taibo. Al contrario, “se trata de recuperar la vida social que hemos ido perdiendo, lo que incluye, entre otras muchas cosas, un incremento de las relaciones sexuales satisfactorias”. Mucha gente se abonaría a la idea central del decrecimiento: vivir mejor con menos. Pero, ¿Cómo abrirse camino en un ambiente de austeridad compulsiva, tijeras por doquier y ajustes impuestos a golpe de decreto? ¿Es posible así la simplicidad voluntaria? ¿Deja margen la camisa de fuerza neoliberal para reflexionar libremente sobre los límites ambientales del planeta? Según Carlos Taibo, en un contexto de crisis como el actual “es absurdo situar en primer plano los problemas ambientales y obviar el incremento de las desigualdades y las injusticias”.


Por lo demás, el decrecimiento representa una alternativa integral a un modelo de vida despilfarrador y ecocida. Taibo suele citar como paradigma de este modus vivendi la alta velocidad ferroviaria. Por ejemplo, la línea Madrid-Valencia. “Representa una inversión de miles de millones de euros de dinero público para que los ejecutivos hagan en tren, en 95 minutos, un trayecto que antes realizaban en avión; y ello, mientras se degradan las condiciones del transporte público de la mayoría de los ciudadanos que, para mayor ignominia, aplauden esta inversión”. Vivir para ver.


Ante el aluvión de noticias catastróficas y el imperio del pesimismo, generalmente aprovechado para aumentar la dosis de tijeretazo, Taibo apela a una relativa esperanza: “cada vez hay más gente convencida de que la opción más digna es construir espacios de autonomía con reglas diferentes a las que nos imponen; hay mucha gente gestionando durante años cooperativas integrales, grupos de consumo o medios de comunicación alternativos”. Porque, más allá de lo que afirma la izquierda tradicional (“arriba están ellos y abajo nosotros”), “cada uno de nosotros reproduce en su vida cotidiana la lógica del sistema; por eso hay que salirse del mismo; y por eso hay que crear espacios donde pensemos y vivamos de otra manera”, concluye.

Miles de niños nacidos en EE.UU. languidecen en el sistema de acogida temporal mientras sus padres inmigrantes son detenidos o deportados

Escrito por: Amy Goodman y Juan Gonzalez. Democracy Now!

Un nuevo informe analiza la situación de miles de niños nacidos en Estados Unidos que son introducidos en el sistema de guarda cuando sus padres son detenidos o deportados por no ser ciudadanos estadounidenses. (Traducido por Kelly Kremko y Ter García; editado por Gabriela Díaz Cortez)


La investigación fue realizada por el Centro de Estudios Aplicados y lleva el título Shattered Families: The Perilous Intersection of Immigration Enforcement and the Child Welfare System(Familias destrozadas: la peligrosa articulación entre la aplicación de leyes de inmigración y el sistema de bienestar infantil). El trabajo da cuenta de al menos 5.100 niños que viven actualmente en centros de acogida temporal o con familias sustitutas, a quienes se les impide reunirse con sus padres detenidos o deportados. Si nada cambia, los investigadores preven que otros 15.000 niños podrían terminar dentro del sistema de guarda en los próximos cinco años. Hablamos con Seth Freed Wessler, investigador a cargo del informe.

JUAN GONZÁLEZ: Siguiendo con noticias sobre la inmigración, pasamos ahora a un importante nuevo informe que analiza la situación de miles de niños nacidos en Estados Unidos cuyos padres están detenidos o fueron deportados. El informe se titula Shattered Families: The Perilous Intersection of Immigration Enforcement and the Child Welfare System (Familias destrozadas: la peligrosa intersección entre la aplicación de leyes de inmigración y el sistema de bienestar infantil). Según este informe, actualmente hay por lo menos 5.100 niños que viven con familias sustitutas y que no pueden reunirse con sus padres detenidos o deportados. Si nada cambia, de acuerdo a los investigadores, más de 15.000 niños pueden terminar en familias sustitutas en los próximos cinco años.


AMY GOODMAN: El Centro de Estudios Aplicados estima que Estados Unidos deportó a más de 46.000 padres de niños estadounidenses entre los meses de enero y junio de este año. Las cifras reflejan un aumento impactante de la tasa de expulsión de padres y plantea serias preocupaciones del impacto que estas deportaciones tengan en los niños, muchos de los cuales son abandonados. El Centro indica que la mayoría de los departamentos de bienestar infantil carecen de políticas sistémicas para mantener unidas a las familias cuando los padres son detenidos o deportados.


Nos acompaña aquí en Nueva York Seth Wessler, investigador superior del Centro de Estudios Aplicados e investigador principal del nuevo informe Familias destrozadas. Seth también escribe para la revista ColorLines. Su último artículo Thousands of Kids Taken from Parents in U.S. Deportation System (Miles de niños son separados de padres que se encuentran en el sistema de deportación estadounidense) trata sobre la deportación.


Seth, ¿podría hablar de lo que usted averiguó, es decir, que separan a los niños de sus padres y los dan a familias sustitutas aquí?.


SETH FREED WESSLER: El Centro de Estudios Aplicados averiguó que hay por lo menos 5.000 niños que en este momento están con familias sustitutas porque sus padres fueron detenidos o deportados. Durante este año, Estados Unidos deportó un número histórico de personas: 400.000 personas. Y después de una investigación que duró un año, encontramos que uno de los efectos colaterales más preocupantes de esta medida es que muchos niños ahora están separados de sus padres mucho tiempo, a veces para siempre. Algunas veces, nunca más vuelven a verlos.


Pasé días y días dentro de centros de detención en todo Estados Unidos —Arizona, Florida, Texas— donde hablé con padres que habían sido separados de sus hijos. Conocí a padres que no tenían ni idea dónde estaban sus hijos, sólo sabían que estaban con familias sustitutas. Ellos no sabían con quién estaban los niños y habían perdido todo contacto con el sistema de bienestar infantil. La detención de personas por asuntos inmigratorios efectivamente corta la línea de comunicación fundamental entre las familias y el sistema de bienestar infantil que se necesita para mantener a los niños juntos. La política draconiana de aplicar estas leyes inmigratorias son, en realidad, las que impulsan esta situación.


Conocí a una mujer dentro de un centro de detención en Arizona que fue detenida por uno de los ayudantes del alguacil Joe Arpaio. Y la detuvieron porque llamó a la policía para denunciar un caso de violencia doméstica. Ella y su abusador fueron arrestados. Pero en lugar de liberarlos, sus hijos fueron puestos con familias sustitutas en el momento del arresto. En vez de liberarla, la pusieron en un centro de detención de inmigrantes y ahora la van a la deportar y no tiene idea de donde están sus hijos.


Oímos que esto es algo que está pasando en todo el país. Identificamos 22 estados donde hay padres e hijos separados por esta intersección entre la aplicación de la ley de inmigración y el sistema de familias sustitutas. Y puede que haya muchos más.


JUAN GONZÁLEZ: Permítame que le pregunte algo. Cuando en los años 2006, 2007 y 2008 se hicieron grandes allanamientos a los lugares de trabajo, el gobierno de Bush tuvo muchas críticas por la separación de familias. Y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) adoptó una política, supuestamente, por la que los padres que tenían niños serían liberados con brazaletes en los tobillos para mantener a las familias unidas. ¿Es ésta la política del ICE ahora o los gobiernos locales están tomando el asunto en sus propias manos?


SETH FREED WESSLER: Es el resultado de varias cosas. El ICE siempre ha dicho y dice que los padres pueden escoger qué quieren para sus hijos en caso de ser deportados. Lo cierto es que, según nuestra investigación, esto sencillamente no es lo que está pasando. Los protocolos del ICE para proteger las familias son realmente anticuados. Usan formas anticuadas de aplicación de leyes de inmigración que eran adecuadas cuando había allanamientos a los lugares de trabajo. Ahora se habla de incluir a los departamentos de policía locales en la aplicación de leyes de inmigración; ahora la policía local tiene a su cargo las tareas de control de la inmigración. Así que, como comenté, la policía local detiene a la gente y luego la manda al proceso de detención sin considerar sus familias, es decir dónde están los familiares. Estos niños están perdiendo a sus padres. Conocí a un padre sustituto que tiene un niño bajo su cuidado hace ya un año; me dijo que el niño se olvidó del español, su lengua materna, y que ahora tiene grandes problemas para reunirse con su familia. Es posible que esta familia nunca pueda volver a estar junta.


AMY GOODMAN: Seth, ¿qué se necesita?


SETH FREED WESSLER: Primero de todo, dejar de detener y deportar gente y un proceso de asistencia a los menores de estas familias. También necesitamos pensar e implementar alternativas a la detención. Detener masivamente a padres es, simplemente, producir este tipo de resultados. Quiero decir, encontramos, a través de una petición del Acta de Libertad de Información, que hubo 46.000 padres deportados en los primeros seis meses del año.


AMY GOODMAN: ¿Esto tiene algún precedente?


SETH FREED WESSLER: No tiene precedentes. Es enorme el aumento del número y la proporción de personas que son padres y que fueron deportadas. Y el efecto colateral va a crecer y crecer. Esto es de lo más inquietante que he visto; tuvimos que buscar mucho para encontrar esto.


AMY GOODMAN: Y también es muy posible que esto provoque la muerte de mujeres y niños, porque, si las mujeres tienen miedo de denunciar hechos de violencia doméstica, significa que a menudo seguirán viviendo con su abusador.


SETH FREED WESSLER: Eso es absolutamente cierto. Conocí personas que estaban detenidas que habían estado durante años en relaciones terriblemente violentas, porque temían ser deportadas y finalmente cuando llamaron a la policía, fueron detenidas y ahora las están por deportar. Entonces, la situación es que la gente vuelve para recoger a sus hijos, después de haber sido deportada, y la encarcelan con cargos penales por ese deseo profundo de estar con la familia.


JUAN GONZÁLEZ: ¿Tiene idea del número de niños estadounidenses que tuvieron que abandonar el país con sus padres deportados porque esa era la única manera de estar juntos?


SETH FREED WESSLER: Muchos niños estadounidenses sí se van con sus padres. De los 46.000 padres deportados en seis meses, casi 100.000 en un año, muchos niños se fueron con sus padres. Muchos fueron separados mucho tiempo de sus padres y se quedaron aquí con familiares. Y lo que averiguamos es que algunos se separan de manera permanente. Estas familias están completamente destrozadas.


AMY GOODMAN: Quiero darle las gracias por haber estado con nosotros. Vamos a poner un enlace con su informe. Seth Freed Wessler, investigador superior del Centro de Estudios Aplicados, columnista de la revista ColorLines. Su trabajo se llama Thousands of Kids Taken from Parents in U.S. Deportation System (Miles de niños son separados de padres que se encuentran en el sistema de deportación estadounidense).


Castigo escolar en EEUU: Niño parapléjico humillado en una caja de cartón


Autor: RT.com


El profesor obligaba al alumno en silla de ruedas a pasar horas encerrado y aislado para “mejorar su disciplina”

Un profesor de una escuela secundaria en EE. UU. ha sido despedido después de revelarse que el maestro castigaba a un niño parapléjico, obligándole a pasar horas enteras encerrado en una pequeña caja de cartón.


La víctima en cuestión es Jacob Amatuccio, de 14 años de edad, quien vive en la ciudad norteamericana de Hudson y es estudiante de séptimo grado en una escuela secundaria. Cuando tenía 11 meses de edad sufrió una lesión cerebral producida por un traumatismo, estando desde entonces confinado a una silla de ruedas.


Secreto confiado.- Durante meses Jacob no se atrevió a decir la cruenta verdad a su madre: que diariamente el maestro le castigaba por la tarea incumplida, encerrándole en una caja de cartón del tamaño de un refrigerador en otra aula. Es más, el profesor amenazó al muchacho que en caso de que lo contara a sus padres le esperarían ‘sanciones’ aún más severas.


Posteriormente se descubrió que además de a Jacob, el maestro practicaba este método ‘disciplinario’ con otros niños.


Inicio del proceso.- Actualmente el profesor, cuyo nombre no ha sido revelado, se encuentra bajo investigación, según informó Libby Brown, el director de servicios de la comunidad de Escuelas del Condado de Caldwell.


«Utilizar la reclusión como parte de la mejora disciplinaria está fuera del cumplimiento de la política a seguir dictada por la junta escolar», puntualizó Brown, sosteniendo que el sistema escolar tampoco aprueba el aislamiento de un estudiante.


La escuela cuenta con dos aulas para impartir clases a alumnos con necesidades especiales y en cada una hay alrededor de siete niños, tres ayudantes y un profesor. Según indican los médicos, debido a sus capacidades cognitivas propias de un niño con edad comprendida entre 2 y 7 años, Jacob requiere un ayudante propio permanente y una constante interacción. El aislamiento y la reclusión no es algo que forme parte en la metodología de los especialistas en educación.

Mujer rusa mantuvo a su hijo encerrado durante mas de 30 años

Autor: Agencias

Dimitri Kuvaldin (Tomado de video de You Tube)


Una mujer rusa mantuvo a su hijo recluido durante más de 30 años en una habitación de diez metros cuadrados en su apartamento de la ciudad de Saratov, en el sur de Rusia, según ha informado el portal de noticias Lifenews.ru.


Dimitri Kuvaldin recuperó su libertad al fallecer su progenitora en 2002 y salió entonces por primera vez a la calle tras pasar 33 años encerrado en su habitación.


En un vídeo difundido por el periódico digital, Kuvaldin relata que su madre decidió recluirlo para protegerlo del contacto con el mundo exterior cuando tenía siete años, tras haber aprendido a escribir y a leer en la escuela, previo paso por una guardería.


Tras la muerte de su padre, cuando su madre regresó del funeral contempló cómo unos niños se burlaban de su hijo en plena calle y decidió entonces que su hijo nunca mas volvería a ser víctima de los abusos de otros niños, por lo que comenzó su encierro, que se prolongó durante 33 años.


El propio Kuvaldin explica que no recuerda demasiadas cosas de su infancia, en la que tuvo tiempo de leer grandes obras de la literatura rusa y a autores como Constantin Stanislavski.


Tras recuperar la libertad, trabajó como repartidor de correo, recibió una modesta pensión por discapacidad y aún mantiene una amplia biblioteca de títulos literarios de la época soviética y una excelente colección de carros de juguete, que sigue siendo una de sus pasiones.

Obama llama a aplicar “paquete global” para detener crisis económica mundial


El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, llamó  a aplicar un “paquete global” para detener la actual crisis financiera, durante de la Cumbre del Grupo de los 8 (G8),  en Camp Davis.




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 “Estamos absolutamente comprometidos a la hora de garantizar que tanto el crecimiento y la estabilidad como la consolidación fiscal formen parte de un paquete global que todos nosotros debemos impulsar”, expresó el mandatario.


La actual crisis económica es uno de los principales temas tratados en el encuentro donde participan los gobernantes de Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia, Canadá, Rusia y Estados Unidos.


Pese a esta propuesta, tanto Washington como la Unión Europea (UE) han aplicado hasta el momento severas medidas de ajustes para estabilizar el déficit fiscal, situación que ha generado un mayor desempleo y un fuerte malestar entre la población.

Obama también se refirió al programa nuclear iraní con fines pacíficos y expresó que los miembros del G8 están “unidos en nuestra posición” sobre ese tema, reseñó la agencia Efe.


El mandatario estadounidense reconoció que Teherán “tiene derecho a un programa nuclear pacífico”, aunque volvió a criticar las supuestas violaciones de Irán a “las normas internacionales y su incapacidad para probar hasta el presente que no trata de militarizarlo”.


El gobierno iraní defiende su derecho soberano a desarrollar un programa atómico con el objetivo de generar energía eléctrica, pero Estados Unidos y sus aliados lo acusan de construir armas de destrucción masiva, pese a que nunca se han presentado pruebas concretas.


Igualmente, Teherán es blanco de reiteradas sanciones económicas y comerciales impulsadas por Washington.


Obama también declaró que desde el G8 pretenden que en Siria se llegue a “una resolución pacífica y una transición política”.


Desde el gobierno sirio se ha acusado en reiteradas oportunidades que varios países, entre los que se encuentran Estados Unidos y las monarquías del Golfo Pérsico, financian y entrenan a los grupos opositores armados que operan en la nación árabe.


Miles de alemanes protestan contra los bancos y las políticas de ahorro

Griegos vacían los bancos por miedo a la inestabilidad política


China comienza a comprar bancos estadounidenses

Autor: CubaDebate

Vista de la manifestación anticapitalista convocada en Fráncfort (Alemania)


Miles de personas se concentraron hoy en el centro de Fráncfort para protestar contra la política de ahorro en Europa y contra el poder de los bancos.


Los organizadores esperan a hasta 20.000 personas en el acto, que culmina varios días de protestas organizadas por el movimiento de izquierda “Blockupy” en el corazón del poder financiero alemán.


La manifestación y la marcha por el centro de la ciudad terminarán con una concentración cerca de la sede del Banco Central Europeo (BCE).


Los actos de hoy fueron los únicos permitidos por las autoridades. Desde el miércoles, sin embargo, hubo varias protestas no autorizadas con algunos incidentes aislados.


La policía aseguró que la gran mayoría de las marchas fueron pacíficas, pero durante la semana detuvo de forma transitoria a más de 600 activistas.


Los portavoces de “Blockupy” consideraron exageradas e innecesarias la actuación de la policía y la decisión de prohibir concentraciones.


Las autoridades se justificaron apuntando a lo ocurrido a fines de marzo, cuando una marcha anticapitalista terminó con fuertes incidentes.


La convocatoria de hoy fue acompañada por fuertes medidas de seguridad, que incluyen el despliegue de unos 5.000 agentes y el cierre de calles y estaciones de tren y controles adicionales en trenes y autopistas.


México: Acusan a tres generales de participar en delincuencia organizada

Autor: Prensa Web RNV

La Procuraduría General de la República de México ordenó  prisión preventiva de 40 días para tres generales del ejército. Los oficiales retirados están siendo acusados de «delitos contra la salud y delincuencia organizada.”


Al parecer los cargos tienen de trasfondo reportes y denuncias de la DEA, la policía antinarcóticos estadounidense y uno de los testigos es Edgar Valdez Villareal, «La Barbie».


El Tejano, “La Barbie,” por largo tiempo fue jefe de sicarios de dos carteles de las drogas en México logrando sobresalir por la crueldad utilizada en sus crímenes.


El general Tomás Ángeles Dauahare, uno de los arrestados, no sólo se había opuesto vehementemente a la creación de una policía panamericana controlada por Washington, sino que en días pasados tildó de fracaso la “guerra contra el crimen organizado” que lidera el presidente Calderón.


La critica a “la guerra” creada e impuesta por Washington ahora ha sido remunerada generosamente; la DEA instiga los arrestos y todavía no se sabe si propuso o reclutó a los testigos.


Denunciado expresidente Álvaro Uribe Vélez: Por delitos de lesa humanidad

Autor: YVKE Mundial

Tortura psicológica, persecución política, hostigamiento entre otros delitos considerados de lesa humanidad, fue denunciado el expresidente de la República, Álvaro Uribe Vélez, ante la Comisión de Investigación y Acusación de la Cámara de Representantes, el pasado 29 de noviembre.


Cuarenta y tres denunciantes, entre los que se encuentran congresistas, periodistas, defensores de derechos humanos, abogados y líderes sociales, afirman en su denuncia, que todo lo ocurrido con el Departamento Administrativo de Seguridad DAS, “siguió lineamientos y directrices desde la Presidencia de la República”. “Así lo demuestran la coherencia entre los discursos presidenciales que atacaban a quienes al mismo tiempo estaban siendo víctimas de seguimientos ilegales, interceptaciones electrónicas y telefónicas sin orden judicial, amenazas, montajes y campañas de desprestigio, así como labores de inteligencia y contrainteligencia por parte del DAS”.


Las acciones dirigidas por el entonces presidente, según la denuncia, no solamente se limitaban a escuchar sus conversaciones telefónicas de manera ilegal, sino que a su vez “ha resultado claro que el desprestigio, el señalamiento, la estigmatización, e incluso la judicialización mediante montajes contra diversos sectores de la sociedad colombiana y algunos sectores de las otras ramas del poder público constituían uno de los objetivos trazados desde el DAS


En el texto de la denuncia se recuerda, que en más de una oportunidad, el entonces presidente Álvaro Uribe, señaló públicamente y por diferentes medios de comunicación, como terroristas y aliados de las FARC a diferentes personalidades que no comulgaban de manera irrestricta con sus políticas de Seguridad Democrática, personas que al mismo tiempo eran victimas de las amenazas y el hostigamiento del DAS. Por último, los denunciantes solicitan a la Comisión, que por ser delitos comunes, de lesa humanidad, que no son propios del oficio del ser presidente, sea trasladado el caso a la Corte Suprema de Justicia.

Plutonomía y precariado: el declive de la economía estadounidense

Escrito por: Noam Chomsky. Tom Dispatch

El movimiento “Ocupemos” ha experimentado un desarrollo estimulante. Hasta donde mi memoria alcanza, no ha habido nunca nada parecido. Si consigue reforzar sus lazos y las asociaciones que se han creado en estos meses a lo largo del oscuro periodo que se avecina –no habrá victoria rápida– podría protagonizar un momento decisivo en la historia de los Estados Unidos.


La singularidad de este movimiento no debería sorprender. Después de todo, vivimos una época inédita, que arranca en 1970 y que ha supuesto un auténtico punto de inflexión en la historia de los Estados Unidos. Durante siglos, desde sus inicios como país, fueron una sociedad en desarrollo. Que no lo fueran siempre en la dirección correcta es otra historia. Pero en términos generales, el progreso supuso riqueza, industrialización, desarrollo y esperanza. Existía una expectativa más o menos amplia de que esto seguiría siendo así. Y lo fue, incluso en los tiempos más oscuros.


Tengo edad suficiente para recordar la Gran Depresión. A mediados de los años 30, la situación era objetivamente más dura que la actual. El ánimo, sin embargo, era otro. Había una sensación generalizada de que saldríamos adelante. Incluso la gente sin empleo, entre los que se contaban algunos parientes míos, pensaba que las cosas mejorarían. Existía un movimiento sindical militante, especialmente en el ámbito del Congreso de Organizaciones Industriales. Y se comenzaban a producir huelgas con ocupación de fábricas que aterrorizaban al mundo empresarial –basta consultar la prensa de la época-. Una ocupación, de hecho, es el paso previo a la autogestión de las empresas. Un tema, dicho sea de paso, que está bastante presente en la agenda actual. También la legislación del New Deal comenzaba a ver la luz a resultas de la presión popular. A pesar de que los tiempos eran duros, había una sensación, como señalaba antes, de que se acabaría por “salir de la crisis”.


Hoy las cosas son diferentes. Entre buena parte de la población de los Estados Unidos reina una marcada falta de esperanza que a veces se convierte en desesperación. Diría que esta realidad es bastante nueva en la historia norteamericana. Y tiene, desde luego, una base objetiva.


La clase trabajadora.- En los años 30’ del siglo pasado los trabajadores desempleados podían pensar que recuperarían sus puestos de trabajo. Actualmente, con un nivel de paro similar al existente durante la Depresión, es improbable, si la tendencia persiste, que un trabajador manufacturero vaya a recuperar el suyo. El cambio tuvo lugar hacia 1970 y obedece a muchas razones. Un factor clave, bien analizado por el historiador económico Robert Brenner, fue la caída del beneficio en el sector manufacturero. Pero también hubo otros. La reversión, por ejemplo, de varios siglos de industrialización y desarrollo. Por supuesto, la producción de manufacturas continuó del otro lado del océano, pero en perjuicio, y no en beneficio, de las personas trabajadoras. Junto a estos cambios, se produjo un desplazamiento significativo de la economía del ámbito productivo –de cosas que la gente necesitara o pudiera usar- al de la manipulación financiera. Fue entonces, en efecto, cuando la financiarización de la economía comenzó a extenderse.


Los bancos.- Antes de 1970, los bancos eran bancos. Hacían lo que se espera que un banco haga en una economía capitalista: tomar fondos no utilizados de una cuenta bancaria, por ejemplo, y darles una finalidad potencialmente útil como ayudar a una familia a que se compre una casa o a que envíe a su hijo a la escuela. Esto cambió de forma dramática en los setenta. Hasta entonces, y desde la Gran Depresión, no había habido crisis financieras. Los años cincuenta y sesenta fueron un periodo de gran crecimiento, el más alto en la historia de los Estados Unidos y posiblemente en la historia económica. Y fue igualitario. Al quintil más bajo de la sociedad le fue tan bien como al más alto. Mucha gente accedió a formas de vida más razonables –de “clase media”, como se llamó aquí, de “clase trabajadora”, en otros países–. Los sesenta, por su parte, aceleraron el proceso. Tras una década un tanto sombría, el activismo de aquellos años civilizó el país de forma muchas veces duradera. Con la llegada de los setenta, se produjeron una serie de cambios abruptos y profundos: desindustrialización, deslocalización de la producción y un mayor protagonismo de las instituciones financieras, que crecieron enormemente. Yo diría que entre los años cincuenta y sesenta se produjo un fuerte desarrollo de lo que décadas después se conocería como economía de alta tecnología: computadores, Internet y revolución de las tecnologías de la información, que se desarrollaron sustancialmente en el sector estatal. Estos cambios generaron un círculo vicioso. Condujeron a una creciente concentración de riqueza en manos del sector financiero, pero no beneficiaron a la economía (más bien la perjudicaron, al igual que a la sociedad).


Política y dinero.- La concentración de riqueza trajo consigo una mayor concentración de poder político. Y la concentración de poder político dio lugar a una legislación que intensificaría y aceleraría el ciclo. Esta legislación, bipartidista en lo esencial, comportó la introducción de nuevas políticas fiscales, así como de medidas desreguladoras del gobierno de las empresas. Junto a este proceso, se produjo un aumento importante del coste de las elecciones, lo que hundió aún más a los partidos políticos en los bolsillos del sector empresarial.


Los partidos, en realidad, comenzaron a degradarse por diferentes vías. Si una persona aspiraba a un puesto en el Congreso, como la presidencia de una comisión, lo normal era que lo obtuviera a partir de su experiencia y capacidad personal. En solo un par de años, tuvieron que comenzar a contribuir a los fondos del partido para lograrlo, un tema bien estudiado por gente como Tom Ferguson. Esto, como decía, aumentó la dependencia de los partidos del sector empresarial (y sobre todo, del sector financiero).


Este ciclo acabó con una tremenda concentración de riqueza, básicamente en manos del primer uno por ciento de la población. Mientras tanto, se abrió un período de estancamiento e incluso de decadencia para la mayoría de la gente. Algunos salieron adelante, pero a través de medios artificiales como la extensión de la jornada de trabajo, el recurso al crédito y al sobreendeudamiento o la apuesta por inversiones especulativas como las que condujeron a la reciente burbuja inmobiliaria. Muy pronto, la jornada laboral acabó por ser más larga en Estados Unidos que en países industrializados como Japón o que otros en Europa. Lo que se produjo, en definitiva, fue un período de estancamiento y de declive para la mayoría unido a una aguda concentración de riqueza. El sistema político comenzó así a disolverse.


Siempre ha existido una brecha entre la política institucional y la voluntad popular. Ahora, sin embargo, ha crecido de manera astronómica. Constatarlo no es difícil. Basta ver lo que está ocurriendo con el gran tema que ocupa a Washington: el déficit. El gran público, con razón, piensa que el déficit no es la cuestión principal. Y en verdad no lo es. La cuestión importante es la falta de empleo. Hay una comisión sobre el déficit pero no una sobre el desempleo. Por lo que respecta al déficit, el gran público tiene su posición. Las encuestas lo atestiguan. De forma clara, la gente apoya una mayor presión fiscal sobre los ricos, la reversión de la tendencia regresiva de estos años y la preservación de ciertas prestaciones sociales. Las conclusiones de la comisión sobre el déficit seguramente dirán lo contrario. El movimiento de ocupación podría proporcionar una base material para tratar de neutralizar este puñal que apunta al corazón del país.


Plutonomía y precariado.- Para el grueso de la población –el 99%, según el movimiento Ocupemos– estos tiempos han sido especialmente duros, y la situación podría ir a peor. Podríamos asistir, de hecho, a un período de declive irreversible. Para el 1% -e incluso menos, el 0,1%- todo va bien. Son más ricos que nunca, más poderosos que nunca y controlan el sistema político, de espaldas a la mayoría. Si nada se lo impide, ¿por qué no continuar así?

Tomemos el caso de Citigroup. Durante décadas, ha sido uno de los bancos de inversión más corruptos. Sin embargo, ha sido rescatado una y otra vez con dinero de los contribuyentes. Primero con Reagan y ahora nuevamente. No incidiré aquí en el tema de la corrupción, pero es bastante alucinante. En 2005, Citigroup sacó unos folletos para inversores bajo el título: “Plutonomía: comprar lujo, explicar los desequilibrios globales”. Los folletos animaban a los inversores a colocar dinero en un “índice de plutonomía”. “El mundo –anunciaban- se está dividiendo en dos bloques: la plutonomía y el resto”.


La noción de plutonomía apela a los ricos, a los que compran bienes de lujo y todo lo que esto conlleva. Los folletos sugerían que la inclusión en el “índice de plutonomía” contribuiría a mejorar los rendimientos de los mercados financieros. El resto bien podía fastidiarse. No importaba. En realidad, no eran necesarios. Estaban allí para sostener a un Estado poderoso, que rescataría a los ricos en caso de que se metieran en problemas. Ahora, estos sectores suelen denominarse “precariado” –gente que vive una existencia precaria en la periferia de la sociedad–. Solo que cada vez es menos periférica. Se está volviendo una parte sustancial de la sociedad norteamericana y del mundo. Y los ricos no lo ven tan mal.


Por ejemplo, el ex presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, llegó a ir al Congreso, durante la gestión de Clinton, a explicar las maravillas del gran modelo económico que tenía el honor de supervisar. Fue poco antes del estallido del crack en el que tuvo una responsabilidad clarísima. Todavía se le llamaba “San Alan” y los economistas profesionales no dudaban en describirlo como uno de los más grandes. Dijo que gran parte del éxito económico tenía que ver con la “creciente inseguridad laboral”. Si los trabajadores carecen de seguridad, si forman parte del precariado, si viven vidas precarias, renunciarán a sus demandas. No intentarán conseguir mejores salarios o mejores prestaciones. Resultarán superfluos y será fácil librarse de ellos. Esto es lo que, técnicamente hablando, Greenspan llamaba una economía “saludable”. Y era elogiado y enormemente admirado por ello.


La cosa, pues, está así: el mundo se está dividiendo en plutonomía y precariado –el 1 y el 99 por ciento, en la imagen propagada por el movimiento Ocupemos. No se trata de números exactos, pero la imagen es correcta. Ahora, es la plutonomía quien tiene la iniciativa y podría seguir siendo así. Si ocurre, la regresión histórica que comenzó en los años setenta del siglo pasado podría resultar irreversible. Todo indica que vamos en esa dirección. El movimiento Ocupemos es la primera y más grande reacción popular a esta ofensiva. Podría neutralizarla. Pero para ello es menester asumir que la lucha será larga y difícil. No se obtendrán victorias de la noche a la mañana. Hace falta crear estructuras nuevas, sostenibles, que ayuden a atravesar estos tiempos difíciles y a obtener triunfos mayores. Hay un sinnúmero de cosas, de hecho, que podrían hacerse.


Hacia un movimiento de ocupación de los trabajadores


Ya lo mencioné antes. En los años treinta del siglo pasado, las huelgas con ocupación de los lugares de trabajo eran unas de las acciones más efectivas del movimiento obrero. La razón era sencilla: se trataba del paso previo a la toma de las fábricas. En los años setenta, cuando el nuevo clima de contrarreforma comenzaba a instalarse, todavía pasaban cosas importantes. En 1977, por ejemplo, la empresa US Steel decidió cerrar una de sus sucursales en Youngstown, Ohio. En lugar de marcharse, simplemente, los trabajadores y la comunidad se propusieron unirse y comprarla a los propietarios para luego convertirla en una empresa autogestionada. No ganaron. Pero de haber conseguido el suficiente apoyo popular, probablemente lo habrían hecho. Gar Alperovitz y Staufhton Lynd, los abogados de los trabajadores, han analizado con detalle esta cuestión. Se trató, en suma, de una victoria parcial. Perdieron, pero generaron otras iniciativas. Esto explica que hoy, a lo largo de Ohio y de muchos otros sitios, hayan surgido cientos, quizás miles de empresas de propiedad comunitaria, no siempre pequeñas, que podrían convertirse en autogestionadas. Y esta sí es una buena base para una revolución real.


Algo similar pasó en la periferia de Boston hace aproximadamente un año. Una multinacional decidió cerrar una instalación rentable que producía manufacturas con alta tecnología. Evidentemente, para ellos no era lo suficientemente rentable. Los trabajadores y los sindicatos ofrecieron comprarla y gestionarla por sí mismos. La multinacional se negó, probablemente por consciencia de clase. Creo que no les hace ninguna gracia que este tipo de cosas pueda ocurrir. Si hubiera habido suficiente apoyo popular, algo similar al actual movimiento de ocupación de las calles, posiblemente habrían tenido éxito.


Y no es el único proceso de este tipo que está teniendo lugar. De hecho, se han producido algunos con una entidad mayor. No hace mucho, el presidente Barack Obama tomó el control estatal de la industria automotriz, la propiedad de la cual estaba básicamente en manos de una miríada de accionistas. Tenía varias posibilidades. Pero escogió esta: reflotarla con el objetivo de devolverla a sus dueños, o a un tipo similar de propiedad que mantuviera su estatus tradicional. Otra posibilidad era entregarla a los trabajadores, estableciendo las bases de un sistema industrial autogestionado que produjera cosas necesarias para la gente. Son muchas, de hecho, las cosas que necesitamos. Todos saben o deberían saber que los Estados Unidos tienen un enorme atraso en materia de transporte de alta velocidad. Es una cuestión seria, que no sólo afecta la manera en que la gente vive, sino también la economía. Tengo una historia personal al respecto. Hace unos meses, tuve que dar un par de charlas en Francia. Había que tomar un tren desde Avignon, al sur, hasta el aeropuerto Charles de Gaulle, en París. La distancia es la misma que hay entre Washington DC y Boston. Tardé dos horas. No sé si han tomado el tren que va de Washington a Boston. Opera a la misma velocidad que hace sesenta años, cuando mi mujer y yo nos subimos por primera vez. Es un escándalo.


Nada impide hacer en los Estados Unidos lo que se hace en Europa. Existe la capacidad y una fuerza de trabajo cualificada. Haría falta algo más de apoyo popular, pero el impacto en la economía sería notable. El asunto, sin embargo, es aún más surrealista. Al tiempo que desechaba esta opción, la administración Obama envió a su secretario de transportes a España para conseguir contratos en materia de trenes de alta velocidad. Esto se podría haber hecho en el cinturón industrial del norte de los Estados Unidos, pero ha sido desmantelado. No son, pues, razones económicas las que impiden desarrollar un sistema ferroviario robusto. Son razones de clase, que reflejan la debilidad de la movilización popular.


Cambio climático y armas nucleares


Hasta aquí me he limitado a las cuestiones domésticas, pero hay dos desarrollos peligrosos en el ámbito internacional, una suerte de sombra que planea sobre todo lo el análisis. Por primera vez en la historia de la humanidad, hay amenazas reales a la supervivencia digna de las especies.


Una de ellas nos ha estado rondando desde 1945. Es una especie de milagro que la hayamos sorteado. Es la amenaza de la guerra nuclear, de las armas nucleares. Aunque no se habla mucho de ello, esta amenaza no ha dejado de crecer con el gobierno actual y sus aliados. Y hay que hacer algo antes de que estemos en problemas serios.






La otra amenaza, por supuesto, es la catástrofe ambiental. Prácticamente todos los países en el mundo están tratando de hacer algo al respecto, aunque sea de manera vacilante. Los Estados Unidos también, pero para acelerar la amenaza. Son el único país de los grandes que no ha hecho nada constructivo para proteger el medio ambiente, que ni siquiera se ha subido al tren. Es más, en cierta medida, lo están empujando hacia atrás. Todo esto está ligado a la existencia de un gigantesco sistema de propaganda que el mundo de los negocios despliega con orgullo y desfachatez con el objetivo de convencer a la gente de que el cambio climático es una patraña de los progres “¿Por qué hacer caso a estos científicos?”.


Estamos viviendo una auténtica regresión a tiempos muy oscuros. Y no lo digo en broma. De hecho, si se piensa que esto está pasando en el país más poderoso y rico de la historia, la catástrofe parece inevitable. En una generación o dos, cualquier otra cosa de la que hablemos carecerá de importancia. Hay que hacer algo, pues, y hacerlo pronto, con dedicación y de manera sostenible. No será sencillo. Habrá, por descontado, obstáculos, dificultades, fracasos. Es más: si el espíritu surgido el año pasado, aquí y en otros rincones del mundo, no crece y consigue convertirse en una fuerza de peso en el mundo social y político, las posibilidades de un futuro digno no serán muy grandes.


Noam Chomsky es profesor emérito del Departamento de Lingüística y Filosofía del MIT. Universalmente reconocido como renovador de la lingüística contemporánea, es el autor vivo más citado, el intelectual público más destacado de nuestro tiempo y una figura política emblemática de la resistencia antiimperialista mundial.
 
 
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