AMBOS CASOS OCURRIERON EN EL ESTADO DE SAO PAULO
EFE
Sao Paulo, sábado 14 enero 2017.-Una abuela ordenó la muerte de un nieto por causa de una herencia y una madre confesó haber apuñalado a su hijo, al parecer por razones homofóbicas, en dos casos de violencia familiar que han repercutido en los medios brasileños.
Ambos casos ocurrieron en el estado de Sao Paulo, el primero de ellos en la capital homónima cuando una abuela, su hijo y su nieta, los dos últimos respectivamente tío y hermana de la víctima, se entregaron el jueves a las autoridades para confesar la muerte de un joven identificado como «Savio».
«Julio», el tío de la víctima e hijo de la autora intelectual del crimen, declaró al canal TV Bandeirantes que él, su madre y su sobrina fueron obligados a entregarse a la Policía por una facción criminal que controla el tráfico de drogas en el barrio en que la familia residía.
De acuerdo con «Julio», el autor material del asesinato, el «tribunal del crimen», como se conoce a la «autoridad» ejercida por narcotraficantes en favelas y barrios periféricos de las grandes ciudades brasileñas, amenazó de muerte a los tres autores en caso de que no se entregasen a las autoridades.
«María do Socorro», la abuela de la víctima, compró el arma y se la entregó a su hijo para que ejecutara la muerte del nieto, quien el próximo 26 de enero cumpliría 21 años y tendría derecho a recibir una herencia de 40.000 reales (unos 12.430 dólares) dejada en testamento por el fallecido padre de él.
La hermana de «Savio», de nombre «Samara» y quien tiene 18 años, todavía debería esperar tres años para recibir la parte de su herencia y aceptó participar del crimen para que, con la muerte de su hermano, la parte correspondiente a él pasase a nombre de ella como estipula la ley.
«Ana», la madre de «Savio» y «Samara» e hija de «María do Socorro», la autora intelectual del crimen, mostró a la Policía mensajes enviados a ella y a otros familiares a través de su teléfono móvil en los que el joven relataba que si algo le ocurría los responsables eran su abuela y su hermana.
El otro caso tuvo lugar en Cravinhos, a 313 kilómetros de Sao Paulo, la capital regional, cuando una mujer identificada como Tatiana Lozano Pereira, de 32 años, admitió haber asesinado a su hijo Itaberli Lozano, de 17 años.
Madre e hijo habían discutido la noche de Navidad y el joven decidió ir a vivir con la abuela paterna y de acuerdo con la propia autora del crimen, el último 29 de diciembre ella simuló haber hecho las paces con Itaberli y lo llamó para su casa.
La madre contrató a dos jóvenes, Miller da Silva Barissa, de 18 años, y Víctor Roberto da Silva, de 19, para darle una «lección a su hijo» y preparó una trampa escondiéndolos dentro de la residencia para que lo golpeasen.
Cuando los jóvenes ya habían golpeado bastante a su hijo, la madre les pidió que lo matasen y ante la negativa de estos, ella tomó un cuchillo y decidió con sus propias manos dar fin a la vida de Itaberli, de acuerdo con el comisario policial Helton Tosti Renz, responsable de las investigaciones.
Después, Tatiana y su esposo Alex Pereira, de treinta años y padrastro de la víctima, llevaron el cuerpo de Itaberli a un cañaveral y lo incineraron.
La abuela reportó la desaparición del joven y las autoridades comenzaron a sospechar de la madre por Tatiana no haber sido la denunciante y mostrar frialdad frente a los hechos.
El cuerpo carbonizado fue encontrado el 7 de enero y en el primer interrogatorio Tatiana confesó el crimen, delató a los otros dos jóvenes que participaron y eximió de culpa a su esposo, quien deberá responder por el delito de ocultación de cadáver.
Darío Rosa, un tío del joven asesinado, relató a las autoridades que su sobrino siempre fue rechazado por la madre por ser homosexual.
La mujer fue remitida a una cárcel femenina de Cajurú y los tres hombres un presidio de Santa Rosa do Viterbo, ciudades próximas de Cravinhos.