[Associated Press]
Por ANDREW TAYLOR y ALICIA CALDWELL
Associated Press
WASHINGTON (AP), 29 de enero de 2017 — La promesa del presidente Donald Trump de acelerar la construcción de un «muro físico contiguo» en la frontera con México se topa con la realidad de Washington: ¿quién va a pagarlo y cómo?
Nosotros no, dicen los mexicanos.
Los contribuyentes estadounidenses pagarán la factura, comenzando con el dinero existente en la cuenta del Departamento de Seguridad Nacional, que equivaldría a un pequeño pago inicial. Después dependerá del Congreso, controlado por el Partido Republicano, encontrar de 12.000 a 15.000 millones de dólares más, de acuerdo con un cálculo aproximado ofrecido el jueves por el republicano Mitch McConnell, líder de la mayoría en el Senado, durante una reunión en Filadelfia.
En esta imagen de archivo, tomada el 6 de septiembre de 2012, el productor de algodón Teofilo «Junior» Flores conduce su camioneta junto a la valla que marca la frontera entre México y Estados Unidos que pasa por su propiedad en Brownsville, Texas. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, prometió acelerar la construcción de un «muro físico” a lo largo de la frontera con México. (AP Foto/Eric Gay, archivo)
Los líderes republicanos se negaron a comprometerse a pagar por el muro con la aplicación de recortes de gastos en otras partidas del presupuesto. Eso significaría que los costos serían cubiertos con un incremento a la deuda gubernamental, que ya es de 20 billones de dólares. El secretario de prensa Sean Spicer señaló el jueves que hay una propuesta para imponer un arancel de 20% a las importaciones mexicanas.
Trump prometió el miércoles que la construcción del muro comenzará «de inmediato», y afirmó a ABC News que la planeación ya está empezando. De nuevo insistió en que México le reembolsará el dinero a Estados Unidos, aunque no ofreció detalles de cómo se logrará eso.
Es cierto que en el Departamento de Seguridad Nacional hay una pequeña cantidad de dinero disponible ahora dedicada a «vallas de seguridad fronterizas, infraestructura y tecnología», unos 100 millones de dólares según una estimación del Congreso. Esto permitiría comenzar los trabajos de inmediato.
Hasta ahora, gracias a gastos a fines de la década del 2000, el Congreso ha proporcionado aproximadamente 2.300 millones de dólares para construir vallas y bloqueos de vehículos a lo largo de 1.054 kilómetros (654 millas). Pero Trump prometió un muro, no solo una valla, y esto de ninguna manera es una idea totalmente popular.
«Los hechos no han cambiado. Construir un muro es la forma más cara y menos efectiva de aumentar la seguridad en la frontera», dijo el representante republicano Will Hurd, cuyo distrito de West Texas abarca más de 1.287 kilómetros (800 millas) de la frontera. «Muchas áreas en mi distrito son ejemplos perfectos de dónde es innecesario un muro y del impacto negativo que tendría en el medio ambiente, los derechos sobre la propiedad privada y la economía».
Los miembros republicanos de las comisiones de asignaciones presupuestarias tienen una mayor tendencia a controlar más los gastos, ya que están familiarizados con las probables desventajas que en ocasiones acompañan lo que se desea obtener.
«Hay una serie muy amplia de complicaciones», dijo el representante Harold Rogers, expresidente del Comité de Asignaciones Presupuestarias de la Cámara de Representantes, que señaló obstáculos como reservas indígenas, y parques y bosques nacionales. Y gran parte del resto de los 2.092 kilómetros (1.300 millas) es un terreno muy accidentado, que generarían altos costos de producción y un rendimiento limitado por cada dólar gastado. «Es caro y es complicado».
Cientos de kilómetros de la frontera son tan agrestes e inhóspitos que no tiene sentido ni intentar construir en ellos.
Y, en Texas, casi todas las tierras de la frontera son propiedad privada. Cuando el expresidente George W. Bush intentó levantar vallas fronterizas en 2006, enfrentó una férrea oposición de rancheros y granjeros locales, muchos de los cuales llevaron al gobierno a los tribunales por sus planes para usar sus tierras.
En muchas áreas a lo largo del río Bravo, la valla se adentra hasta un kilómetro y medio (una milla) en territorio estadounidense para asegurarse de que la estructura no interfiera con el cauce del río y que esté sobre terreno sólido. El centro del canal marca la frontera y un tratado de 1970 con México requiere que las estructuras construidas en la zona no interfieran con el cauce del río.
«Construimos una valla a lo largo de la frontera casi tanto como nos fue posible sin violar leyes tribales, requisitos ambientales y respetando la propiedad privada y personal de los habitantes», dijo Michelle Mrdeza, que trabajó para la Comisión de Asignaciones Presupuestarias de la Cámara de Representantes durante el debate de la cerca a mediados de la década del 2000.