WASHINGTON (apro), jueves 30 de marzo, 2017.- .– La primera gran derrota política de Donald Trump, además de ser una victoria para los demócratas, es un mensaje del Capitolio para recordarle a la Casa Blanca que en Estados Unidos no hay un emperador sino un presidente; y que el verdadero poder lo ostentará siempre el Poder Legislativo.
Las ínfulas imperiales de Trump quedaron mermadas con la determinación que tomó el viernes pasado el liderazgo republicano de retirar del Pleno de la Cámara de Representantes la legislación enfocada a revocar la ley conocida como el Acta de Seguro Médico Accesible (Obamacare).
La anulación del proyecto de ley republicano era impensable hasta hace un par de semanas, porque además de implicar un fuerte golpe político para Trump, hacerlo significaba una victoria para los demócratas y la reivindicación de la presidencia de Barack Obama.
Obsesionado en cumplir sus promesas de campaña, Trump vivía en su burbuja imperial y jamás imaginó que fuera su propio partido político el que la reventara. La ley conocida como Obamacare fue para Trump la base de su campaña proselitista conservadora.
El ahora primer mandatario juró que revocaría la ley porque no considera que debe ser el gobierno federal el que subsidie los servicios médicos básicos a los estadunidenses que no tienen dinero para comprar un seguro de salud.
Como promotor del sector privado al cual pertenece, Trump quiere que la industria de los seguros médicos siga pujando e imponiendo los costos de los hospitales, medicinas y de los servicios de salud en todo el país. La ahora difunta legislación republicana anulaba los subsidios federales para que las familias pobres tuvieran acceso a los servicios de salud más elementales.
Bajo Obamacare por lo menos 40 millones de estadunidenses cuentan por primera vez en su vida con un seguro médico. Personas pobres y de la tercera edad sin recursos económicos y que padecen enfermedades graves como cáncer o diabetes, perderían los servicios médicos que parcialmente les financia el Obamacare si el proyecto de ley respaldado por Trump se hubiese implementado. Las oficinas de los 241 representantes republicanos en el Capitolio se inundaron con cartas y llamadas telefónicas de sus constituyentes que ante la amenaza de perder un seguro médico accesible, les recordaron que el próximo año hay elecciones legislativas y que en éstas no serían reelegidos si apoyaban a Trump. Esta fue la verdadera razón por la cual los republicanos retiraron el proyecto de ley para revocar Obamacare.
Con 241 curules en su poder, de los 435 que integran a la Cámara de Representantes, los republicanos sólo necesitaban 217 para aprobar el proyecto de ley de Trump y del líder republicanos Paul Ryan. Los republicanos no contaban con los votos requeridos y frente a lo evidente optaron por anular la legislación para hacer menos escandalosa y evidente la derrota de Trump en el proceso de votación en el Pleno.
La cuasi presidencia imperial de Trump sufrió un gran descalabro. Los demócratas lo están celebrando al máximo y Obama seguramente se está riendo del hombre que lo reemplazó en la Casa Blanca. La primera gran lección para Trump es que la presidencia de Estados Unidos tiene que ser pragmática y que dista mucho de ser una plataforma para cumplir caprichos y promesas proselitistas. En Washington siempre se ha dicho que el verdadero poder político no está en la Casa Blanca sino en el Capitolio.