Por The New York Times en Español
Ramón Campos Iriarte, un fotógrafo bogotano formado en Ciencia Política, decidió hace diez años seguir los pasos de su padre, el reconocido documentalista Yezid Campos, y cubrir los conflictos en América Latina. Su interés particular en la guerra en Colombia lo ha llevado hasta los lugares más apartados del país, en especial el departamento del Chocó, la provincia más pobre del país y una de las más golpeadas por la guerra, donde ha documentado durante años la evolución del conflicto armado y sus consecuencias sociales y ambientales.
30 de marzo de 2017.- El Ejército de Liberación Nacional (ELN) surgió en los años sesenta, compuesto por un grupo de estudiantes y clérigos motivados por la Revolución cubana y la corriente cristiana de la teología de la liberación. Actualmente, delegados de esta guerrilla sostienen la fase inicial de una negociación de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos en Quito, Ecuador. Chocó, febrero de 2017. Credit Ramón Campos Iriarte
Las Farc llegaron a esta región del Pacífico colombiano hace 13 años y el ELN arribó algunos meses después. Aquí las guerrillas no encontraron resistencia ya que, a excepción de los bombardeos y operativos militares puntuales, la presencia del Estado es prácticamente inexistente. La pobreza extrema y la falta de alternativas han garantizado un flujo constante de jóvenes hacia las filas guerrilleras. Chocó, abril de 2016. Credit Ramón Campos Iriarte
En vastas extensiones de la selva de la región pacífica de Colombia, los pobladores y la guerrilla usan ríos y canales como única opción para comunicarse, movilizarse y transportar víveres y mercancías. Chocó, febrero de 2017.
En su último viaje, en marzo de este año, visitó la región para continuar el seguimiento del conflicto en el Chocó, que conoció de primera mano hace cinco años. A su llegada, uno de los principales actores de la guerra estaba ausente por primera vez: la guerrilla de las Farc, que se retiró a su lugar de concentración la misma semana en que Campos Iriarte llegó a la zona, tras el acuerdo de paz con el gobierno colombiano.
Un comando del Frente Ernesto «Che» Guevara en la selva de la provincia del Chocó, la semana en que se anunció la fase pública de las negociaciones de paz entre el gobierno colombiano y el ELN, en abril de 2016. Credit Ramón Campos Iriarte
Lo que el fotógrafo se encontró fue un panorama de transición, donde reina la incertidumbre sobre lo que pasará en los territorios de influencia de las Farc. Su visita coincidió, además, con un evento importante: la segunda guerrilla más grande del país, el ELN, había acordado entregar al político chocoano Odín Sánchez para poder avanzar en las negociaciones con el gobierno colombiano.
La población de la región está cansada de las precarias condiciones de vida y de la violencia del conflicto armado. Los jóvenes se ven enfrentados a la disyuntiva de vivir en caseríos sin electricidad ni agua potable o marcharse a buscar futuro a ciudades como Cali y Medellín. Chocó, febrero de 2017. Credit Ramón Campos Iriarte
Camila, una joven guerrillera del Frente Ernesto “Che” Guevara del ELN, juega en una moto acuática destruida que su unidad encontró en un laboratorio de cocaína abandonado. Credit Ramón Campos Iriarte
Las conversaciones entre ambas partes continúan en Quito, Ecuador, pero con obstáculos. Hace poco, por ejemplo, el jefe negociador del gobierno, Juan Camilo Restrepo, reveló que el frente del ELN que opera en el Chocó —y protagonista de esta historia— no es parte de la mesa de diálogos. Los comandantes con los que el fotógrafo ha tenido contacto solo expresan escepticismo frente a las negociaciones.
Luego de la desmovilización de las Farc en febrero de este año, el ELN es la última guerrilla que queda activa del continente. El gobierno colombiano asegura que este grupo tiene entre 1500 y 2000 hombres en armas, aunque otras fuentes estiman que la cifra puede ascender a unos 3500 o 4000 guerrilleros. Chocó, febrero de 2017. Credit Ramón Campos Iriarte
Tradicionalmente, las Farc y el ELN han instalado símbolos y pancartas para delimitar sus territorios de influencia. Esta bandera marca la entrada al territorio del Frente de Guerra Occidental del ELN, por el río San Juan, Chocó, febrero de 2017. Credit Ramón Campos Iriarte
El fotógrafo visitó en especial la zona del Medio San Juan (Chocó) y capturó la manera en la que el Frente Occidental del ELN “regula la vida, imparte leyes comerciales” y cómo se ha convertido en la única autoridad.
Campos dice que a través de su lente quería capturar las complejidades de la región más abandonada de Colombia, de donde ya se retiraron las Farc, y ahora queda el ELN, que disputa el territorio con otras fuerzas insurgentes que buscan avanzar y copar el vacío de poder.
Noanamá, donde el ELN liberó recientemente al político Odín Sánchez, es uno de los pueblos más grandes de la región. Sin embargo, sus habitantes sufren por falta de electricidad, de acceso al agua potable y de algún puesto de salud. Chocó, febrero de 2017. Credit Ramón Campos Iriarte
Elkin, un habitante de Noanamá, hace pan cuando encuentra harina y azúcar, ya que la disponibilidad de víveres en estos caseríos depende de las fluctuaciones del clima y los precios de la gasolina. Chocó, abril de 2016.
“Es una zona extremadamente pobre, por donde ha pasado la coca, la minería ilegal de oro, y ahora hay un boom con la tala ilegal de madera como única alternativa de los pobladores para sobrevivir”, dice.
La economía de la región fluctúa a partir de diferentes intereses extractivos que llegan y desaparecen sin dejar rastro: la coca, la caza, el oro y, actualmente, la tala de madera. Chocó, febrero de 2017. Credit Ramón Campos Iriarte
También explica que su interés por contar lo que ocurre en las zonas de conflicto nace del hecho de que allí se “rompen la normalidad y los códigos sociales a los que estamos acostumbrados los ciudadanos modernos. Los conflictos destrozan el tejido social, pero la gente siempre termina por adaptarse: son situaciones extremas de violencia, aislamiento y precariedad, en donde el ser humano prueba su inmensa capacidad de supervivencia”.
El Frente de Guerra Occidental, quizás el más beligerante del ELN, fabrica armas en talleres clandestinos en las montañas. Este lanzagranadas de 40 milímetros, apodado Macoco por los guerrilleros, es parte de su arsenal de fabricación casera. Chocó, febrero de 2017. Credit Ramón Campos Iriarte
Los habitantes de la región, indigenas y afros en su gran mayoría, están acostumbrados a la presencia de la guerrilla en las fincas y caseríos. Chocó, abril de 2016. Credit Ramón Campos Iriarte
Campos Iriarte también tiene otro objetivo: “Incomodar al poder y a la audiencia al visibilizar situaciones inverosímiles de tragedia y despojo que se dan en pleno siglo XXI”, sin caer en el protagonismo del fotógrafo. Para él, el modelo de periodismo que se ha impuesto “le quita protagonismo a los sujetos y se lo da al reportero”.
“Uriel”, un guerrillero de origen urbano pero con varios años de experiencia en la selva, es el comandante del Frente Ernesto “Che” Guevara del ELN. Chocó, febrero de 2017.
“Ahora los editores le piden a uno que incluya su propia vivencia en la historia, lo difícil que fue llegar al sitio, el peligro que se pasó. Eso me parece muy extraño. Por mí, que saliera el crédito en la foto sería suficiente”, dice.
El departamento del Chocó está ubicado en la región pacífica de Colombia y es la provincia más pobre del país. Su población es mayoritariamente afrocolombiana e indígena, y se estima que un 60 por ciento de los chocoanos vive debajo del índice de pobreza. Chocó, febrero de 2017. Credit Ramón Campos Iriarte