Testimonio acusatorio del exdirector FBI, James Comey, en congreso EE.UU. podría determinar el futuro de Donald Trump

EEUU: Comey asegura Trump le pidió “lealtad” y que abandonara pesquisas

Foto de Donald Trump y James Comey

Washington,  Jueves 08 junio 2017.- El testimonio que James Comey, exdirector del FBI, ante el Congreso podría ser usado por los poderosos enemigos del presidente Donald Trump, que cuentan con el respaldo de la mayoría de los medios de comunicación, para iniciar un atrevido proceso ante el congreso para destituir al polémico mandatario.

Se afirma que Comey fue despedido por Trump luego de que éste le pidió frenar la investigación sobre los presuntos vínculos impropios entre Michael Flynn, ex asesor de Seguridad Nacional del presidente, con agentes rusos, solicitud que el exdirector del FBI habría documentado en un memo y a la que, aparentemente, se habría negado (o al menos a la que no habría dado respuesta afirmativa).

Y se comenta que Trump estaría molesto porque Comey no le habría refrendado explícitamente su lealtad personal, algo que en realidad no sería procedente pues el director del FBI le debe lealtad a la república y sus instituciones, no al individuo en turno en la Casa Blanca.

El exdirector del FBI James Comey declarará este jueves ante el Comité de Inteligencia del Senado que el presidente Donald Trump le pidió “lealtad” y le solicitó que “dejara pasar” las investigaciones relativas a su asesor de seguridad nacional, Michael Flynn, por sus vínculos con Rusia.

Comey detallará los memorandos que escribió sobre sus encuentros con Trump privados, cara a cara y sin testigos en un testimonio escrito que leerá este jueves y que publicó hoy por adelantado el Comité de la Cámara Alta.

Sea como sea, la fulminante destitución de Comey, la presunta petición de Trump para frenar la investigación sobre Flynn (y peticiones similares que el presidente habría formulado a otras figuras del aparato de inteligencia) han desatado la especulación sobre la posibilidad de que desde la Casa Blanca se haya cometido una obstrucción de la justicia, situación ominosa que sería una causa de un potencial proceso de destitución presidencial.

Pero, ciertamente, algunas de las preguntas clave podrían tener respuestas de gran calado.

¿Le pidió Trump a Comey lealtad personal y no institucional, como si el director del FBI fuera un empleado de uno de sus negocios y no el titular de una agencia gubernamental con autonomía?

¿Trató Trump, como Comey habría dicho, de crear una relación personal con él, quizá para con ello ponerlo en línea con los intereses de la Casa Blanca? ¿Se saltaba el presidente el protocolo al interactuar con Comey sobre esas indagaciones?

¿Le pidió Trump suspender las investigaciones sobre Flynn y sus nexos con Rusia?

¿Estaba el presidente siendo investigado en relación a ese escándalo?

¿Le dijo Comey a Trump que no era sujeto de investigación, o cree Comey que Trump lo infirió equívocamente? ¿Qué tan directo o sutil fue toda su interacción al respecto?

¿Cree Comey o no que Trump pretendió obstruir la justicia o cuál fue el grado de sus peticiones o exigencias?

Estas interrogantes y otras surgidas de la ingeniosidad del debate podrían llevar a una situación tensa, de apuros y duro cuestionamientos a la capacidad gerencial del presidente Donald Trump.

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