El venezolano Rafael Cadenas, Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana

Es el primero escritor de Venezuela en recibir este galardón.

MADRID, 12-may0-2018.- . El venezolano Rafael Cadenas fue galardonado hoy con el XXVII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, el reconocimiento más importante de este género que concede Patrimonio Nacional de España y la Universidad de Salamanca, por “habernos regalado dudas, certezas y reflexiones sobre la palabra”.

El galardón, dotado con 42.100 euros, tiene como objetivo reconocer el conjunto de la obra de un autor vivo que, por su valor literario, constituye una aportación relevante al patrimonio cultural común de Iberoamérica y España.

Según expresó la escritora y miembro del jurado Berna González Harbour, Cadenas es “un hombre que ha sabido regalarnos dudas, certezas, palabras, reflexiones sobre la palabra; que tuvo que exiliarse ya muy joven (…) y la poesía de aquellos años se ha convertido en una poesía de todos los exilios, de los interiores y de los exteriores”.

En ese sentido, el también miembro del jurado, el poeta Luis Alberto de Cuenca, añadió a las palabras de González que Cadenas “representa la voz de los demás”. “Es una voz épica que está en la línea de Walt Whitman”, matizó.

Para Alfredo Pérez de Armiñán, presidente de Patrimonio Nacional -quien recordó que por primera vez este galardón recae en un autor venezolano-, la obra de Rafael Cadenas “no solo merecía el premio sino que enaltece a este propio premio”.

Además, explicó que la trayectoria poética del venezolano ha tenido una evolución desde el punto de vista “político” que va desde el “comunismo a la defensa de las libertades de todos los seres humanos”.

Y es que Cadenas (Barquesimeto, Venezuela, 1930) desde joven combinó la literatura con política, lo que le llevó a militar en el Partido Comunista de Venezuela, ser encarcelado y vivir en el exilio durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, en la década de los cincuenta. Un hecho que lo hizo exiliarse a la isla de Trinidad hasta 1957.

Por eso, a sus 88 años, está considerado como uno de los escritores más importantes de Hispanoamérica, autor del icónico poema “Derrota”, poema incluido en “Falsas maniobras” (1966) y que se popularizó en España y América Latina, y trascendió como la marca poética de la generación de los sesenta.

Por su parte, Ricardo Rivero, rector de la Universidad de Salamanca -que acogerá la entrega del galardón el próximo 23 de octubre y contará con la presencia de la Reina doña Sofía de España-, destacó del premiado su ‘trayectoria humana’: “No solo es un intelectual de primer orden sino que representa a un país como Venezuela, que en sus circunstancias requiere ejemplos humanos a seguir como él”.

Entre sus galardones figuran el Premio Nacional de Literatura, 1985; Beca Guggenheim (1986); el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances (2009); el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca (2015); el Premio Andrés Bello de la Academia Venezolana de la Lengua (2015), y el Premio de Literatura Filcar (2017)

Además, fue reconocido con el doctorado honoris causa de la Universidad Latinoamericana (ULA) y el de la Universidad Central de Venezuela.

El jurado encargado de elegir a Cadenas estuvo copresidido por Pérez de Armiñán y Rivero Ortega y lo completan Darío Villanueva, director de la Real Academia Española; Juan Manuel Bonet Planes, director del Instituto Cervantes, y Ana Santos Aramburo, directora de la Biblioteca Nacional de España.

Además, también formaron parte de el personalidades del mundo de la poesía como Berna González Harbour, Luis Alberto de Cuenca, Pilar Martín-Laborda y Bergassa y Blanca Berasategui.

Con Cadenas, que sigue a la nicaragüense Claribel Alegría, fallecida poco después de ser galardonada con el premio, se rompe por tercera vez la tradición, no escrita, que durante años ha hecho que, con alternancia, el premio se reparta entre las dos orillas.
Un poema de Rafael Cadenas

De “Falsas maniobras” 1966

Rutina

Me fustigo.

Me abro la carne.

Me exhibo sobre un escenario.

Allí no ofrezco el número decisivo.

Devorarme ¡mi gran milicia!, pero soy también un armador tenaz.

Sé reunirme pacientemente, usando rudos métodos de ensamblaje.

Conozco mil fórmulas de reparación. Reajustes, atornillamientos, tirones, las manejo todas.

A golpes junto las piezas.

Siempre regreso a mi tamaño natural.

Me deshago, me suprimo, displicente, me borro de un plumazo y vuelvo a montar,

montar al carafresca.

(No se trata de rearmar un monstruo, eso es fácil, sino de devolverle a alguien

las proporciones.)

Planto mi casa en medio de la locuacidad.

Me reconstruyo con un plano inefable.

Calma. Ya está. Entro a la horma.

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