Niños integrantes del Taller Meñiques del Futuro regalan a la poetisa cubana Carilda Oliver Labra,
Por Luis Toledo Sande.
30-agosto-2018.- Nos hemos quedado sin Carilda Oliver Labra: se nos ha perdido una mujer. Pero ella sus noventa y seis años los vivió —léase bien: los VIVIÓ— con intensa o casi tempestuosa autenticidad.
Dueña de sí y de su entorno, se habrá situado a menudo, voluntariamente, entre la vida y la imagen; pero su existencia fue, sobre todo, un hecho de plenitud vital, calificativo que aquí parecerá pleonástico, aunque no se puede aplicar por igual a todas las vidas.
Si no se piensa mucho en los que seguramente habrán sido sus sufrimientos, sus desgracias, será por lo mucho que se afanó en no darle tristezas al mundo, sino alegrías.
Nada —léase bien: NADA— consiguió menguar su patriotismo. Ahora que tendrá —como quería que le ocurriese al final del camino— toda la tierra de su patria sobre lo que de ella queda materialmente hablando, y nos deja sabores de mar al sur de la garganta, sabremos la importancia que tenía saberla viva —vuelvo a precisar: VIVA, con mayúsculas, para compensar la falta de otros recursos con que marcar énfasis en Facebook— entre nosotros.
Y no la idealicemos, porque eso sería empobrecer su complexión humana.