Freddy Gatón Arce vuela en arcoíris de palabras. Prólogo de Rafael Peralta Romero

El libro de Cabrera Vásquez constituye un justo homenaje a un preclaro escritor, quien amó  la democracia y  las libertades públicas  con similar intensidad de su dedicación al buen decir.

Prólogo de Rafael Peralta Romero

Freddy Gatón Arce: ante todo, escritor.

Santo Domingo, 19 de agosto de 2019.- Freddy Gatón Arce vuela en arcoíCuando hablan o escriben acerca de la personalidad literaria de Freddy Gatón Arce, muchos se empeñan, hasta la ofuscación, en llamarlo poeta, periodista, novelista, ensayista y abogado. Es cierto que obtuvo título de doctor en derecho, pero yo nunca lo llamaría abogado. Que haya sido poeta –y de los buenos-, novelista y periodista dificulta, y resulta injusto, por demás, citarlo por alguno de estos roles.

No solo poeta, no solo novelista, no solo ensayista, no solo periodista, Freddy Gatón Arce ha sido un maestro de la palabra. Maestro de la palabra hay que llamarlo para diferenciarlo del montón de quienes han escrito o escribimos en cualquiera de los cuatro géneros mencionados. Prócer de la palabra hay que denominarlo para marcar su firmeza en la defensa de las ideas democráticas y la crítica ante los abusos de los poderosos.

El nombre de Gatón Arce no anda requerido de títulos (doctor, profesor, director…) ni de oficios en demasía, a mí me basta con mencionarlo con la palabra escritor, que representa una suma de aptitudes que permiten a una persona un adecuado desempeño – profesional, no aficionado- en la composición de textos de la índole que fueren.

(Foto de Rafael Peralta Romero,  periodista, novelista, cuentista, recientemenrte juramentado como miembro de número de la Academia de la Lengua, autor del presente prólogo del libro Freddy Gatón Arce vuela en arcoíris de palabras).

Hay una vieja polémica sobre la relación periodismo-literatura. Los autores literarios miran con cierto menosprecio al periodista, considerado un escritor menor y temporal. Pero los periodistas hacen mofas de los poetas y pretenden descalificarlos para el ejercicio en las salas de redacción. Ni una situación ni la otra podía darse con FGA, pues supo desempeñar ambos roles, ya separando una función de otra, ya combinando ambos ingredientes en el mismo recipiente.

El origen del periodismo está en la literatura, y en consecuencia, el periodismo primitivo se escribió con criterio literario. ¿Qué es lo común entre periodismo y literatura? Ambos son formas de comunicación que tienen como instrumento expresivo el idioma. La comunicación es un tronco. El periodismo es una gran rama y la literatura otra inmensa rama.

Freddy Gatón Arce puso un poco de poesía, en adición a los ingredientes comunes del periodismo, que son los hechos. Disolvió en medida justa y oportuna ese ingrediente, como se le coloca vainilla a ciertos dulces o nuez moscada al café.

De ahí que Enrique A. Cabrera Vásquez, poeta y periodista, por demás petromacorisano como FGA, haya emprendido la valiosa tarea de escribir el ensayo “Freddy Gatón Arce vuela en arcoíris de palabras”, con el que se ha propuesto contribuir al conocimiento de la calidad de este gran escritor, de cuya obra, sobre todo la periodística, considera no ha sido justamente valorada.

“Freddy Gatón Arce fue multifacético en su activismo social y cultural y la entrega a causa noble y altruista. No desmayó en ese ejercicio, lo asumió como un sacerdocio sin sopesar las consecuencias. Fue un ciudadano transparente y un periodista limpio y ejemplar. Es más, considero que su obra periodística no ha sido bien valorada y estimada, pues su afán en esa dirección fue altamente significativo”. (pág. 78).

(Foto del periodista, ensayista, poeta, historiador, panegirista y filosofo, Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo), autor del presente libro).

Gatón fue director de la revista Poesía Sorprendida, en torno a la cual se aglutinaron importantes poetas dominicanos en la primera mitad del siglo XX, pero la máxima expresión de su labor como periodista ocurrió en su período de ocho años como primer director del diario El Nacional, fundado en 1966, en los albores de la fatídica era de los doce años que presidiera el doctor Joaquín Balaguer.

FGA es fiel a su pensamiento, a su perenne apego hacia la luz y a diferencia de la Poseía Sorprendida, la revista poética que él dirigió en la década de los 40, donde se decía en forma simbólica lo que no convenía expresarse explícitamente, en sus editoriales de El Nacional hizo una poesía directa, llana y más temporal, pero fiel al buen uso de la palabra y a sus sentimientos.
La fidelidad es un requisito para el periodista y también para un literato, lo contrario es la falsedad, la cual es inadmisible cuando se trata de hechos reales, en el periodismo, y también cuando se manejan situaciones ficticias para crear bellezas, como en el arte literario.

Un buen periodista no puede ser indiferente a la literatura ni a la historia. Al fin y al cabo, periodismo es historia, historia inmediata, claro. Ambos entroncan con la literatura en cuanto al uso de la lengua para informar o convencer.

Se entiende que el periodismo no es para la producción consuetudinaria de poesía, pero los escritos periodísticos de FGA revelan que el oficio de poeta lo acompañó para aderezar mejor sus textos, teniendo como características las palabras precisas, el juicio certero y el argumento oportuno.

Me resulta difícil hablar de Gatón Arce sin inmiscuirme con deliberada parsimonia en los artículos y ensayos que publicara como opinión editorial de El Nacional. Por fortuna, Cabrera Vásquez, en el presente libro, traza una visión total de la personalidad literaria del autor de Vlía. Para internarse en el cosmos poético de FGA, Cabrera hurga en el amplio espectro de las múltiples corrientes y filosofías de la creación, expresadas a través de movimientos y tendencias y se permite ubicar el gran poema gatoniano como surrealista, aunque apunta que luego nuestro autor emigró hacia otras corrientes poéticas.

“Vlía es un texto alegórico de acentuada marca surrealista que lo situaría dentro de un reducido círculo de autores…Quizá su timidez conocida lo llevó a expresarse con acento interpretativo. No obstante, cabe apuntar, que para esa época llegaron al país cientos de refugiados políticos españoles entre los cuales hubo hombres vinculados a las letras, intelectuales, profesores universitarios y reconocidos militantes culturales”. (pág.83).

Cabrera destaca en Vlía un hecho revolucionario trascendente, vista la mixtura de elementos sociales, locales y universales que confluyen en el poema. Apunta que FGA “Apoyaba su trabajo en la libertad métrica sin abandonar lo clásico, creando el verso libre, no sujeto a medida ni rima, el verso blanco sujeto a medida, pero no a rima y el versículo, sin número fijo de rima o de sílabas”.
La tercera dimensión en torno a Gatón Arce (además de periodismo y poesía) que aborda Cabrera es la novelística, fundamentado en las obras “La guerrillera Sila Cuásar” y “La canción de la Hetera”: ”Una muestra de su capacidad para incursionar en diferentes géneros”, sentencia Cabrera. A seguidas ofrece la sinopsis de cada una.

“La primera novela –dice- fue publicada en 1991, narra la peripecia de una mujer que desde su infancia enseñó cuál sería su camino, el de andar con rapidez oliendo pólvora y sudando trajines de sangre”. Respecto a “La canción de la “hetera”, publicada en 1992, afirma que “…robustece esa iniciación en el campo novelesco. Sigue el mismo lineamiento epífano de la primera: concisión. No hay desperdicio de espacio, todo está estructura dentro de un esquema escueto”. (pág.57).

El libro de Cabrera Vásquez constituye un justo homenaje a un preclaro escritor, quien amó la democracia y las libertades públicas con similar intensidad de su dedicación al buen decir.

Constante en sus editoriales: fue la persistente denuncia a la violación a la ley por parte de funcionarios, exigencia para respeto a los derechos individuales, fue firme en la crítica, sereno en los conflictos.

Hablaba de muertes y atropellos locales, sin marginar la poesía ni el pensamiento de hondura y trascendencia. FGA citaba frases de poetas, refranes y proverbios y en sus escritos editoriales destacaba los acontecimientos relativos al arte y artistas: muerte de Walt Disney, lo mejor de los Estados Unidos para el mundo; de Agustín Lara, “Los poetas, no mueren, se ausentan, pero los buenos poetas ni siquiera se ausentan”, “Un lacónico suceso”, cita a César Vallejo para comentar la muerte de Manolo Tavárez.
Hay que ver la pieza ensayística publicada el 18 de enero de 1967 a propósito del centenario de la muerte de Rubén Darío. “Darío revitaliza la poesía española. En sus manos, los metros en desuso, las formas tradicionales y nuevas calidades y combinaciones de la versificación adquieren vida, resonancia y variedad singulares”. “Así de universal es Darío, y así de universal quiere ser este homenaje”.

Cabrera ha demostrado con este interesante ensayo que Freddy Gatón Arce profesó fidelidad a las palabras y por igual a los buenos sentimientos. “Freddy Gatón Arce vuela en arcoíris de palabras” es una obra bien concebida y bien desarrollada y contribuirá a posicionar en su justa dimensión a un escritor cabal que ejerció el arte de escribir con los más elevados fines. Saludemos con razonable alborozo este magnífico aporte de Enrique Cabrera Vásquez. ¡Enhorabuena!

Santo Domingo, 19 de agosto de 2019

Freddy Gatón Arce vuela en arcoíris de palabras

Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez

“La nobleza del oficio de escritor está en la resistencia a la opresión, y por lo tanto en decir que sí a la soledad”. Albert Camus.

» Un escritor busca una manera de eternidad no sólo para sus palabras, lo busca además para lo que ha escrito, para lo que ha sentido, siente y sentirá». José S. Revueltas Valle.

SAN PEDRO DE MACORIS. 24 de septiembre de 2018..- (Preámbulo inductivo: la lectura de este introito constituye una antesala necesaria para valorar la hondura de este ensayo biográfico y su comprensión histórica en su aspecto literario, cultural, social y humano. Quizás un antídoto contra cualquier trivialización resultante del egoísmo y la mezquindad competitiva. En la introducción que sigue a esta nota abordamos a vuelo de pájaro la crisis cultural que actualmente afecta los escenarios públicos así como la apropiación o apropiacionismo literario en la influencia creativa de los autores; tema que nos proponemos ahondar con mayor amplitud en un próximo trabajo intelectual sobre el particular.

El contenido de estas páginas tratan de la vida cultural y productividad literaria de Freddy Gatón Arce, poeta, periodista, abogado e intelectual, nacido en San Pedro de Macorís, ciudad considerada como tierra de poetas e intelectuales inmensos, y quien supo aportar y enseñar cual culto maestro de dedicación acrisolada, y cuya conducta pública y ejercicio profesional del periodismo constituyó un crisol referente de dignidad y entereza ciudadana.

Introducción.- Crisis cultural y apropiacionismo en la literatura

San Pedro de Macorís, 24-Sep-2018.– De manera intencional vengo introduciendo en cada ensayo o texto libresco que escribo elementos atinentes que conduzca al lector a indagaciones reflexivas más allá de las páginas en proceso de lectura. Mis escritos convertidos en libros tienen referencias externas por encima del tema expuesto, por cuanto su contenido pretendo ilustrar y fortalecer lo abordado. Es un hecho ex profeso.

Históricamente ningún hecho particular puede desvincularse de una generalidad ambiental cuyo recorrido y trayectoria social y cultural vincula o influye en actitudes y comportamientos que sobrepase el entorno del protagonista en cuestión, y, que, por consiguientes, pudiese constituir algún estilo educativo novedoso, además, pone de manifiesto las relaciones de influencias de determinados autores y géneros literarios en la creación artístico cultural que se va articulando en el proceso de construcción, casos de la poesía, la literatura o cualquier obra de arte.

Cuando abordamos cualquier recorrido biográfico de algún personaje de la historia; esos hombres y mujeres cuyas sobresalientes presencia social lo sitúa en un escalafón relevante antes sus congéneres, considero oportuno fortalecer su evaluación y juicio con algún pasaje interesante de hechos históricos cuya mención o inclusión en el texto procesado pueda aportar algún valor agregado al estudio o ponderación dentro del análisis evolutivo del tema, (ya lo hicimos en los libros titulados Pedro Mir y René del Risco Bermúdez en la literatura dominicana, Jarvis levantado en la memoria y José Hazim Azar, un emprendedor coronado en la historia de San Pedro de Macorís).

Es el caso del presente trabajo de crítica literaria titulado, Freddy Gatón Arce vuela en arcoíris de palabras, quien fuera periodista, abogado, poeta e intelectual dominicano nacido en San Pedro de Macorís, figura que traspasó su entorno social y ejercicio profesional hasta descollar en un pluralizado ente público de sonada repercusión cultural y emocional; también hacemos este ilustrativo trayecto.

Todo personaje de la historia camina por encima de su ámbito, por cuanto hechos y situaciones que se le anteceden en algún momento pudo haber tenido algún influjo intelectual, cultural, literario, político e ideológico, en su forma de ver y entender el cuerpo de lo ocurrido en la incubación de su creatividad cultural, como es el caso que tratamos.

La acumulación del conocimiento cultural e intelectual está estrechamente conectada con la asiduidad en la lectura, con la búsqueda inquietante de la verdad y de conseguir las respuestas más aproximadas en torno a la problemática planteada.

(Fotos de portadas de los últimos libros de la autoría del periodista Enrique Cabrera Vásquez y que menciona en esta texto alusivo a Freddy Gaton Arce, para documentar sus argumentos en relación a su estilo referencial que hace en cada una de su obra).

¿Acaso puede alguien al que se le presupone cierto nivel de conocimiento cultural desdeñar la ascendencia cultural y emocional que tuvo la obra de Homero más allá de su época, escrita en el siglo VIII a. C. en la constelaciones de escritores y poetas que le sucedieron?

La fuerza penetrante del pensamiento cultural y literario griego fue tan atrayente que a pesar de ser conquistado por el adversario romano supo transmitir sus valores humanitarios al grado de helenizar la civilización de aquella poderosa nación imperial.

Grecia se convirtió en el pilar histórico de la cultura occidental y referencia del desarrollo de las artes, la filosofía, la política y la ciencia en contraposición a creencias fundamentadas en mitos y percepciones misteriosas. “Los romanos estuvieron fuertemente influidos por la cultura, la religión y la filosofía griega que asumieron como propias y expandieron por toda Europa”. Hasta los Juegos Olímpicos iniciados por ellos fue asumido por occidente con paternidad deportiva seguida. Bajo su modelo la poesía ha tenido una función de motivación emocional, humana y social donde el dolor, la angustia, el despotismo, los anhelos y frustraciones humanas y la lucha por causas redentoras de los oprimidos ha tenido el más potente sonido de sensibilidad en la conciencia de los hombres.

¿Qué hubiese sido de la poesía, la filosofía, la ética y hasta los deportes si Grecia no hubiese tenido esa caterva de ilustrados y forjadores del pensamiento humano?

¿Qué hubiese sido de las artes plásticas y la arquitectura si Roma no nos hubiese dado la fantasía creativa de Miguel Ángel Buonarroti, Leonardo da Vinci y Sandro Botticelli?

¿Qué hubiese sido del nacimiento, desarrollo e inspiración en la creatividad en la américa hispánica si la Madre Patria no hubiese tenido su Siglo de Oro productor de un «boom literario de irrepetible calidad» en el que surgió la magia y el ingenio artístico de Diego Velázquez, Francisco de Goya, Murillo, Zurbarán, Valdés Leal; época que sirvió de base, inspiración e influencia de lo que sería el descollo del talento en la literatura dominicana?

¿Qué hubiese sido del mundo de hoy sin los cambios cualitativos que produjo ese movimiento cultural, económico y político iniciado en Italia y que se extendió por toda Europa durante los siglos XV y XV1 conocido como el nombre conceptual del Renacimiento?

Jamás podemos sacar de nuestra memoria cultural aquellas obras de la antigüedad. Clásicos como La divina comedia, del italiano Dante Alighieri, «obra clave del Renacimiento»; ni la Ilíada y la Odisea, de Homero, considerado el más grande poeta de la literatura griega; ni la Eneida, del romano Virgilio, quien en su agonía de muerte pidió fuera destruida al entender que no había logrado en esa obra la perfección como era su deseo.

Toda la grandeza de Sócrates, Platón, Aristóteles, Eurípides, Sófocles, Esquilo, Aristófanes, Petrarca, Alfonso X el Sabio, Carcilaso de la Vega, Góngora, Petronio, Boccaccio, Quevedo, Cervantes, Lope de Vega, se inspiró en la apropiación del conocimiento que le precedió.

Las renombradas figuras de la intelectualidad griega y romana tuvieron en las civilizaciones que se desarrollaron a orillas de los ríos Tigris, Éufrates, y Nilo, en Asia y África, fuentes de inspiración nutricionales de su saber. Egipto se convirtió en la concurrencia de civilización y cultura que ambos pueblos supieron adoptar, modificar, agregar y actualizar al acervo de su profunda sabiduría y cultura social. Cuando el historiador griego Heródoto llegó a esa civilización milenaria buscando datos e información para la compilación histórica de las guerras médicas se encontró con una cultural social que superaba ampliamente la de Grecia. Egipto hipnotizaba a todos el que llegaba a sus tierras por sus monumentos faraónicos, su devoción religiosa y sapiencias de sus hombres cultos. Los griegos maravillados recurrieron a imitar su mitología, divinidades y rituales creencias politeístas, que también influyó en la romana.

Los egipcios a su vez se apropiaron del aporte de la civilización sumeria (3.000-2.350 a.C.), -del periodo neolítico-, considerada la primera civilización urbana de la humanidad, así como la de acadio y semita. De los primeros reprodujeron su panteón religioso. “La humanidad le debe a los sumerios un enorme conjunto de avances que significaron una gran transformación en todos los aspectos de la vida. Quizá los más importantes fueron la invención de la rueda en torno al año 3,500 a.C. y la escritura cuneiforme en torno al año 3,300 a.C. pero no debemos olvidar que fueron los precursores de las primeras ciudades (Umma, Uruk, Ur, Eridu, Nipur, Kish y Lagash entre otras). Los sumerios nos dejaron las primeras leyes escritas; inventaron el sistema sexagesimal, pioneros de la medicina; de las construcciones con ladrillos de adobe y los arcos arquitectónicos.» Además. «Las ciudades Sumerias eran ciudades estado, tenían un Rey, que a su vez era sumo sacerdote, hablaban en un idioma llamado: ENKI. Desde muy temprano poseían leyes y las comenzaron a escribir. Tenían una economía fuerte y organizada en agricultura, ganadería: Domesticación de animales (camellos, caprios, vacunos, aves) Bancos: Préstamos, depósitos (Zigurats).»

El poema sumerio de Gilgamesh sirvió de base cultural en la posterior confección de “La Ilíada” y “La Eneida”, y en las obras famosas que aparecieron en la Edad Media, verbigracia: “La Divina Comedia” de Dante, “ La Summa Teológica” de Tomás de Aquino, “El Cantar de los Nibelungos”, de Richard Wagner “Los viajes de Marco Polo”, “El Cantar de Mío Cid”, atribuido a Per Abbat, “El Libro del Buen Amor” conocido también como del Arcipreste o libro de los cantares, de Juan Ruiz; “Las Coplas” de Jorge Manrique o “La Celestina”, de Fernando de Rojas. Todo ese arsenal literario tuvo su desarrollo en la apropiación o apropiacionismo con la singularidad de que sus autores tuvieron la capacidad de adaptar, innovar, actualizar, enriquecer, y revolucionar su contenido desde su peculiaridad particular brindándole a la humanidad obras de una originalidad sin igual.

La Biblia el libro mundialmente más popular, traducido en casi todas las lenguas e idiomas es una apropiación del Talmud originado en traducciones orales a través de varios siglos y cuya exégesis ha tenido un valor de continuidad histórica. Sus postulados han sido consagrados como código de comportamiento humano. “La religión judía, como es hoy día, desciende en línea directa, sin interrupciones a través de todos los siglos, de los fariseos”. Toda literatura parte de una raíz histórica que en la medida que se va ampliando se va modificando, actualizando, y adaptándose a la realidad imperante.

Ha sido desde esa continuidad de apropiación o apropiacionismo asimilativo cultivando el contenido artístico de la escritura cuneiforme y pictográfica, y las creaciones culturales de semitas, sumerios, acadios, asirios, caldeos, persas, que egipcios, griegos y romanos, produjeron en su interior innovaciones revolucionarias que lo situaron en una admirable altura cultural y literaria histórica. Incluso hasta de China y La India recogieron y heredaron valiosos aportes de su cultura y variada civilización milenaria. Los chinos que escribieron sobre la seda y bambú, el “Tao Te Ching”, de Lao Tse, escrito en el siglo IV a. C. que Inventaron el papel hacia el año 205 después de C, y se afirma que hasta inventaron la imprenta entre los años de 1041 y 1048. Mientras que en La India se produjeron los extensos poemas sánscritos de características épico-mitológico conocidos como “Mahabarata”, “Ramayana”, y “Baideheesha Bilasha”, escritos sobre hojas de palma.

Todo ese talento inmenso entregado en creaciones sensacionales se ha transmitido como energía en la visión de los que desde el pináculo de su propia originalidad le han dado continuidad a la cultura escrita y al arte pictórico, de los genios artísticos ya mencionado.

El escritor y poeta estadounidense Henry Charles Bukowski, nacido en Alemania, tuvo en Tolstoi, Gorki, Dostoievski, y Hemingway, las fuentes primarias de su inspiración. Se apropió de sus lecturas para trascender como un escritor con signo original.

Esa tendencia cultural adherente hacia el apropiacionismo se percibe en la segunda carta del escritor y poeta checo Rainer María Rilke, señalado como uno de los poetas más importantes en lengua alemán y de la literatura universal, al joven cadete Franz Xaver Kappus, quien aspiraba convertirse en poeta. El carismático autor de Historias del buen Dios (1904), Libro de horas (1905), el Libro de las imágenes (1902-1906), Los cuadernos de Malte Laurids Brigge (1910), La canción de amor y muerte) (1912), Las Elegías de Duino (1923), los Sonetos a Orfeo (1923), y Carta a un joven poeta ( 1929), que recoge las epístola que respondía al mencionado cadete; le recomienda sin egoísmo a su admirador y aspirante a poeta que se recluyese en la lectura de La Biblia, los libros del escritor danés Jens Peter Jacobsen y las esculturas de Auguste Rodin, por el cual Rilke sentía una simpatía fascinante.

Es necesario apreciar la influencia que tuvo la lectura apasionada de novelas de caballería en el período medieval en el español Miguel de Cervantes Saavedra, novelista, poeta, dramaturgo y soldado, de cuya inspiración partió su apropiacionismo literario para la construcción de su famosa obra “Don Quijote de la Mancha”.

En la Gesta de Beowulf, un poema anónimo épico anglosajón, encontramos en medio de su estructura intercalo de versos de la Eneida de Virgilio, notándose la influencia de ese autor en la composición de Finnsburh. El apropiacionismo literario se da continuamente, es resultado del vasto acopio de la lectura intelectual.

(Foto del escritor Jimmy Sierra, autor del libro Idolatría, referenciado en este trabajo como ejemplo de la apropiación o apropiacionismo literaria y cultural).

Ese apropiacionismo o apropiación en la literatura en el pensamiento intelectual lo encontramos en el libro del amigo Jimmy Sierra, titulado Idolatría, con una extensión de 392 páginas, en el mismo encontramos retrospecciones que nos refrescan y retroalimentan al aludir obras de Pitaco, del brasileño Guilherme, anécdota bíblica de Salomón, alusiones fragmentaria de Bertolt Brecht, del Éxodo del pueblo judío, del recorrido del hebreo Moisés, del “Quijote” de Cervantes, el poema “Compadre Mon” de Manuel del Cabral, citas de los siete sabios de Grecia, referencias de una novela de Voltaire, de Heráclito, de Nietzsche, Sófocles, Lope de Vega, poema de Walt Whitman, el dramaturgo español Alejandro Casona, y de obras de los escritores criollo Lipe Collado, Santiago Estrella Veloz; Juan Bosch, Pablo Neruda, Carlos Dobal Márquez. Nos menciona al clásico francés Honorato de Balzac, al mexicano Juan Rulfo, a la dominicana Aida Cartagena Portalatín, al poeta húngaro Imre Madach, a los historiadores criollos Emilio Cordero Michel y Emilio Rodríguez Demorizi, entre otros varios autores, con lo cual tiende a refrescar su obra y a llevar al ánimo del lector por rutas superior al texto en lectura.

Otro indicio de apropiación o apropiacionismo literario lo podemos ver en el escritor de fuste Tulio Manuel Cestero (1877–1935) conocido por su obra cumbre «La Sangre”. Su base intelectual partió del arraigó de su lectura devota del italiano D’ Annunzio y la novelística del francés Émile Zola. Una de su obra, Hombres y piedras (1915), le fue prologada por el famoso poeta nicaragüense Rubén Darío.

A lo largo de su rica producción este inquieto y rebelde autor de sobresaltado activismo político desarrolló formas y estilos que contemporizaran con los géneros literarios proclives a su temperamento cultural. Su condición de crítico literario mordaz lo llevó a desarrollar un instinto intelectual perspicaz destacado.

La influencia que determinado autor o autores ejercen sobre un escritor tiende a convertirse en pieza enriquecedora de su creación. El norteamericano Edgar Allan Poe y el novelista, cuentista, y músico, alemán Eta Hoffman tuvieron una presencia rutilante en la ironía poética del francés Charles Baudelaire.

Esa apropiación o apropiacionismo literario se palpa con amplitud en el pensamiento humanista representado en el francés Montaigne, el inglés Tomás Moro y el italiano Maquiavelo, entre otros, cuyas premisas se convirtieron en el preludio de las ideas ilustrativas y progresistas en que se sustentó el desarrollo progresivo de la democracia.

Siempre hay un antes que ejemplariza y traza las pautas, es la dialéctica de la continuidad del conocimiento que mejora, eleva, amplía y profundiza su calidad. Shakespeare, Moliere y Corneille, transformaron la dramaturgia dotándola de un mayor colorido y alcance contrastante.

El Siglo de las Luces (XV111) conmocionó la literatura. Quedó impreso en la historia por la honda lucidez de sus autores. Desde la contestación rebelde de sus propiciadores el espacio de las letras, la plástica y la filosofía emergieron con desafío ruidoso. Su aparición revolucionaria tuvo en la Iglesia su más férreo opositor. Con temeridad resuelta se dedicaron a transmitir en su producción cimera las preocupaciones sociales y políticas de su tiempo. Sus voces denunciaron y enfrentaron el absolutismo imperante en Europa. Abrió la puerta de la conciencia que hizo posible la Revolución Francesa, (1789), La Comuna de París, (1871), la revolución mexicana, (1910), y la Revolución Bolchevique, (1917). Con estos acontecimientos históricos vinieron postulados de principios universales basados en el respeto a la condición humana.

La humanidad patentizó en las lides políticas los Derechos Humanos como una conquista universal de cardinales principios innegociables. Bajo su influjo y motivación las palabras Libertad, Igualdad, Justicia, y Democracia, resonaron con fuerza popular en el sentimiento de los expoliados y oprimidos. Se amplió el horizonte intelectual y el mundo se interesó en la justicia como reparación moral. La poesía actualizó su sonido musical para recoger la angustia de las victimas del sufrimiento. Todo ese contexto histórico influyó en la personalidad sensible de los indignados.

Sobre el peso en la conciencia literaria y cultural de los abanderados de la poesía, el teatro, y toda manifestación artística-literaria, se construyó un nuevo mundo intelectual cultivado en su apropiación, en su lectura. Enriqueciendo con innovaciones y espíritu crítico todo ese pasado esplendoroso cuyos moldes legamos con orgullo.

El mundo hispano si bien fue influenciado por la intelectualidad europea, en especial la procedente de España, Francia e Italia, tuvo en sus hombres y mujeres de letras una iniciación genuina y vernácula de competencia calificada

Nuestro sensacional Pedro Henríquez Ureña, el intelectual más alto que ha producido el país, nos enseña que en el siglo XV111 se destacaron los escritores «Tomás Rodríguez de Sosa, Luis Jerónimo de Alcocer, fray Diego Martínez, Baltasar Fernández de Castro, Tomasina de Leiva y Mosquera. Según el bibliógrafo norteamericano Isaiah Thomas, entonces se introdujo la imprenta; pero sólo se conocen impresos dominicanos posteriores».

Agrega el filólogo dominicano. «En el siglo XV11 se distinguen Pedro Agustín Morell de Santa Cruz (1694-1768), autor del primer bosquejo, escrito en rica prosa, de Historia de la isla y Catedral de Cuba, donde fue obispo y tuvo valerosa actitud, bien recordada ante los ingleses que invadieron La Habana en 1762; el P. Antonio Sánchez Valverde (1729-1790) que, en su tratado El predicador (Madrid, 1782) intenta corregir los entonces frecuentes abusos de la oratoria sagrada (eran los tiempos de fray Gerundio), y que en su Idea del valor de la isla Española (Madrid, 1785) aboga en favor de su tierra, descuidada por la metrópolis; Jacobo de Villaurrutia (1757-1833), polígrafo a quien interesaron muchas de las grandes y de las pequeñas cuestiones humanas y la situación de los obreros hasta el progreso del teatro y de la prensa; sus variadas publicaciones abarcan desde una selección de una novela inglesa de Frances Sheridan (Alcalá de Henares, 1792); con Carlos María de Bustamante fundó el primer Diario de México (1805)». Y que conste, que en el siglo XVI se comenzó a perfilar lo que sería la incursión del género poético en la isla. Como lo fueron: «Elegías de varones ilustres de Indias (1589), de Juan de Castellanos (1522-1607); Discursos medicinales (obra inédita cuyo manuscrito se encuentra en la Universidad de Salamanca), de Juan Méndez Nieto (1531-1616) y Silva de poesía (obra también inédita depositada en la Biblioteca de la Real Academia de Historia de Madrid), de Eugenio Salazar y Alarcón (1530-1602)».

De lo publicado por Pedro Henríquez Ureña y los señalamientos al respecto expuesto por investigadores en la materia, podemos colegir con conocimiento literario e intelectual, que los siglos XVI, XV11, y XV111 tuvieron una repercusión asombrosa en la tendencia hacia las letras y el accionar culto en los hombres y mujeres de vocación libresca en nuestro país. La iniciativa, apertura y aporte en esos periodos históricos sirvieron de antesala y motivación continua en la vasta producción que le siguieron en los distintos géneros literarios sucedidos. Estudiarlos, escudriñarlos, valorarlos y entenderlos en su profundidad cultural constituyó una pauta posterior en la consecución de los objetivos y metas trazadas en la impronta de las letras dominicana.

Sobre sus pilares florecieron y se desarrollaron nuevas ideas más acorde y revolucionaria. Moderna y de cambio que se han ido transformando a la par del ritmo del mundo humano. Toda la historia de la humanidad está llena de saltos cualitativos en procura del bien común. Del progreso de la sociedad. Las ideas innovadoras tienen un ingrediente revolucionario mayormente si la misma se identifica con los anhelos de los que padecen desigualdades y abusos.

El curso seguido por la literatura dominicana ha sido zigzagueante. Su potencialidad muestra algún prototipo de retrasos venido del desenlace repetido de los gobiernos dictatoriales que hemos tenidos. Superar la dependencia emocional del largo tiempo de colonia y dominio español y europeo implicó un gran desprendimiento cultural y emocional.

El entremés del autodidacta Cristóbal de Llerena cuya escenificación teatral contenía una sátira irónica en torno al desenvolvimiento de la vida de la isla provocó la ira de los poderes españoles que raudo lo deportaron hacía, Nueva Granada, hoy Colombia; su obra marcó el camino emprendido desde entonces. Por su creación literaria se le considera, junto a Leonor de Ovando y la poetisa Elvira de Mendoza, como los pioneros en el que quehacer literario de la colonizada isla La Española.
Fue a partir de la creación del grupo socio cultural Los Amantes de las Letras surgido en los años 1853 y 1854 y con la motivación directa del consagrado intelectual puertorriqueño Eugenio María de Hostos que se acentuó la inclinación de una literatura con ribetes independiente acompañado de un auge en su producción en la parte este de nuestra isla.

Dentro de esa asociación se encontraban Manuel de Jesús Galván, Francisco Javier Angulo Guridi, Manuel de Jesús Heredia, Manuel Rodríguez Objío, José Gabriel García, y la activa presencia de los exiliados españoles Javier Malagón, Vicente Llorens, Antonio Bernard, el linotipista Fernando Toba y el pintor surrealista Eugenio Fernández Granell, entre otros.

En 1873 surgió la Sociedad Literaria La Juventud, constituida jóvenes con vocación cultural, al igual que la Sociedad Amigos del país, con el propósito de unificar a los hombres cultos alrededor de un proyecto con tendencia patriótica. Los años de 1868 a 1874 se caracterizaron por una constante tensión política por los enfrentamientos entre los caudillos Pedro Santana, Manuel Jiménez, y Buenaventura Báez.

Nuevos aires desconocido en el ambiente intelectual comenzaron a flotar. Sus obras recogían esa mezcla de sincretismo cultural proveniente de lo español, francés, holandés, africanos, indígena y judío, que caracterizó el proceso de conquista, ocupación y guerras tanto de nuestro territorio como del Caribe atlántico.

La poesía, la novela y la línea editorial del ejercicio periodístico y la vida pública de Freddy Gaton Arce refleja su gran preocupación social y humana universal. Se incubó en esos postulados y transformaciones estremecedoras. El talento de su obra se desarrolló partiendo de esos pilares heredados; de su identificación con el pensamiento crítico de aquellos movimientos que traspasaron la frontera de su tiempo y que hoy influyen en el pensamiento cultural, literario e intelectual.

A través de los mismos pudo catalizar su descontento y rebeldía cualitativa sin ambages. Su obra intelectual es un aporte certero a la calidad literaria y un rechazo a lo trivial y frívolo que surge en contraposición a lo conceptual, profundo, diáfano y autentico.

Su coraza era su propia personalidad libre de sospecha y dudas interesadas. En él habló la conciencia de lo justo, la esperanza de los afligidos y se visualizó el horizonte de los confundidos, y apareció luz en el camino de los desesperados e incrédulos de posibilidades. Porque como dijera el maestro Borges: “Somos nuestra memoria, somos ese museo quimérico de formas cambiantes, ese montón de espejos rotos». «Todo lo que nos sucede, incluso nuestras humillaciones, nuestras desgracias, nuestras vergüenzas, todo nos es dado como materia prima, como barro, para que podamos dar forma a nuestro arte».

Le herencia culta de las letras ha entrado a un caos angustioso por el rumbo que en los últimos tiempos ha tomado el acontecer cultural dentro y fuera del país. La disonancia e incoherencia con el legado encontrado es ampliamente contradictorio y contratante. Los medios de comunicación radial, escrito y televisado que fueron promotores de la buena producción cultural y literaria se han distanciado de esa tarea educativa e instructiva.

Hoy, con honrosas excepciones, esos espacios se han puesto en manos de la improvisación inculta e iletrada. Una rápida mirada de su producción así lo demuestra. Por eso, al hablar o escribir un ensayo biográfico de Freddy Gaton Arce, como de cualquier otro intelectual nativo o extranjero de su categoría, podría ser hasta riesgoso y exponerse a recibir la burla ante el predominio actual de actitudes de mofa e indiferencia hacia las personas de estudios.

Vivimos en medio de la banalización de los atributos y el culto a los espectáculos ruidosos y comunes. Lo estridente ha sustituido la calidad del hecho cultural. Desde el común del ciudadano se mira de manera insignificante y peyorativa a los dotados de algún talento o conocimiento culto. Se prefiere lo simple, lo impreciso, lo sutil. Lo que no requiere de preparación ni dedicación. El ambiente de la diversión pura y simple acapara mayor atención que la puesta en circulación de un libro, la escenificación de una obra de teatro, la exhibición de pinturas artísticas de la plástica, la conferencia de un hombre o mujer erudito, entre otras. La rapidez del inmediatismo, del modernismo contagiante de las redes sociales ha ido deshumanizando las relaciones sociales. Todo fluye en un aparataje contaminante e irrespetuoso; no hay reparos ni principios en ese automatismo farandulero y consumista. Hay una decadencia de las ideas y un abandono de los moldes paradigmático en que se sustentó éticamente la sociedad en su largo trayecto de desarrollo cultural y científico. Hoy, en República Dominicana, vemos las librerías, bibliotecas, salas de lecturas y Ferias del Libro, con una presencia reducida.

El hecho cultural ha ido perdiendo su carga emocional, ha descendido a una permeabilidad y promiscuidad aberrante e insustancial, alejándose de su originalidad estilista y metódica. Estamos siendo contaminados por un utilitarismo comercial ruidoso, reduccionista e insubstancial.

El empobrecimiento es tan evidente que va marcando rituales espacios acumulativos. El montón que se le aglomera lo disfruta con diversión cadenciosa. El concepto real de lo que es y significa la cultura y el valor del arte en la actualidad representa tantas cosas comunes que escasamente expresa un contenido importante.

Lo estrepitoso y populachero predomina con estupor. La cualquierización llena de estupidez carnavalesca traza las líneas culturales rompiendo el aura de la excelencia, de la solemnidad, para dar paso al espectáculo de los embaucadores y farsantes endiosados por los medios audiovisuales.

Los medios de comunicación dedicados mayormente a su negocio publicitario no vacilan en masificar y promover esa frivolidad energúmena que envilece, enajena y rebaja la capacidad de entendimiento cultural y la autoestima personal. Lo importante es hacer negocio a expensa de la seriedad y de la producción de un arte, una literatura y una cultura decente, fresca y de calidad.

No somos elitistas a ultranza sino defensores del valor de la cultura literaria en sus distintas manifestaciones. Apreciando en su magnitud la necesidad de respetar su jerarquización histórica en la civilización humana, pues, su producción, ejercicio y dedicación, representa esfuerzo, consagración, creatividad, entrega y amor en una brega de actitud personalizada cuyo resultado valoriza y prestigia a su hacedor.

Por estas razones, debemos ser exigentes con la cultura; su producción autentica y genuina dependerá siempre de las manos de los dotados, de los leídos, de los artistas como tales; por los sacrificados por la humanidad; por los de conciencia sensible y con vocación de solidaridad encarnada. Y esa condición, esa particularidad, no se encuentra en las personas ordinarias sino en los que se dedican con entusiasmo y ahínco a acopiar inteligencia y entendimiento intelectual mediante el estudio, la investigación y el trabajo específico constante. Esta facultad no puede ser remplazada por la improvisación alegre y desmeritante.

El escritor mexicano jalisciense Juan José Arreola Zúñiga (21-9- 1918, al 3-12- 2001) establece que “la cultura es una acción que debe ocurrir entre las cuatros paredes de la personas que antes de dormirse se entrega a ese otro sueño portentoso del poblado de miles de sueños que es la lectura, de su lectura, que es el libros, los libros”. “Hay una sola cultura que es lo que circula en un ser humano como su propia sangre tomando de esa lectura lo que me pertenece, el conocimiento, la intuición y el conjunto de intuiciones creadora y reproductora a través de unos cuantos mediato o inmediatos de la conciencia acumulada», nos indica el autor de Sueño de Navidad, Confabulario, Bestiario, La Migala, Varia invención, Estas páginas mías. La Feria, No hay dos sin tres. Historias de adulterio, Punta de plata, El sapo, Tres días y un cenicero y otros cuentos, entre otros temas, que le dieron notoriedad.

La contaminación y deterioro del cauce cultural nos lleva a pensar que al parecer ya no hay espacio para los Freddy Gaton Arce, Pedro Mir, Manuel del Cabral, Salomé Ureña, Pedro Henríquez Ureña, Fabio Federico Fiallo, Aída Cartagena Portalatín, Virgilio Díaz Gullón, Franklin Mieses Burgos, Gastón Fernando Deligne, José Joaquín Pérez, Hilma Contreras, Manuel Rueda, Héctor Inchaustegui Cabral, Flérida García de Nolasco, Julia Álvarez, Máximo Avilés Blonda, Emilio Morel Peguero, Miguel Alfonseca, Cayo Claudio Espinal, Jeannette Miller, Domingo Moreno Jiménez, Mariano Lebrón Saviñón, Federico Jóvines Bermúdez, René del Risco Bermúdez, Norberto James Rawlings, Mateo Morrison, Tony Raful, Francisco Domínguez Charro, Víctor Villegas, Carmen Natalia Martínez, Rafael González Tirado, Diógenes Céspedes, Miguel Solano, Ana Teresa Martínez, Aurelia Castillo, Enrique Cabrera Vásquez, entre otros, y que su idónea espacialidad trascendente, «un sitio electivo que representa una especie de paradigma poética», ha sido ocupado por charlatanes encofrados de patrañas y sonoridad vacua tenido en la actualidad como «fenómenos» en esta era de post-modernidad que deshumaniza todo lo que toca, convirtiendo el mundo humano, animal y la naturaleza en un gigantesco negocio corporativo de obtención de riqueza por la riqueza sin aprensión ni arrepentimiento autocrítico.

El trayecto de este fenómeno ha alarmado al escritor Premio Nobel de Literatura 2010 Mario Vargas Llosa quien con ardor literario, cultural e intelectual produjo el clarividente ensayo titulado «La Civilización del Espectáculo», en el que sostiene con la autoridad de su prestigio literario, cultural e intelectual, «que la cultura ha devenido en puro espectáculo». Indica, «la época actual puede ser definida como la era pos cultural. Un momento histórico en el que la filosofía y las bellas artes han sido desplazadas por el deporte, la gastronomía y la música popular; y donde la palabra escrita ha sido condenada a la desaparición total debido al surgimiento de medios electrónicos como el ipad o el ebook que favorecen la cultura audiovisual».

(Foto del escritor Premio Nobel de Literatura 2010 Mario Vargas Llosa, mencionado en la argumentación que hace Enrique Cabrera Vásquez sobre apropiación o apropiacionismo literaria y cultural).

Expresa en su enjundioso libro que vivimos «la banalización de la cultura que ha tenido lugar desde el final de la Segunda Guerra Mundial y que ya fue anunciado por prestigiosos autores como T. S. Elliot en su obra Notes Towards the Definition of Culture (1948), George Steiner en In Bluebird Castle. Towards the Redefinition of Culture (1971) y, sobre todo, en La Société du Spectacle de Guy Debord (1967)».

Señala con energía teórica: «En la civilización del espectáculo es normal y casi obligatorio que la cocina y la moda ocupen buena parte de las secciones dedicadas a la cultura y que los “chefs” y los “modistos” y “modistas” tengan en nuestros días el protagonismo que antes tenían los científicos, los compositores y los filósofos. Los hornillos y los fogones y las pasarelas se confunden dentro de las coordenadas culturales de la época con los libros, los conciertos, los laboratorios y las óperas, así como las estrellas de la televisión ejercen una influencia sobre las costumbres, los gustos y las modas que antes tenían los profesores, los pensadores y (antes todavía) los teólogos. Hace medio siglo, probablemente en Estados Unidos era un Edmund Wilson, en sus artículos de The New Yorker o The New Republic, quien decidía el fracaso o el éxito de un libro de poemas, una novela o un ensayo. Hoy son los programas televisivos de Oprah Winfrey. No digo que esté mal que sea así. Digo simplemente que es así»
Manifiesta con brillantez intelectual. «El vacío dejado por la desaparición de la crítica ha permitido que, insensiblemente, lo haya llenado la publicidad, convirtiéndose esta en nuestros días no sólo en parte constitutiva de la vida cultural sino en su vector determinante. La publicidad ejerce una influencia decisiva en los gustos, la sensibilidad, la imaginación y las costumbres y de este modo la función que antes tenían, en este campo, los sistemas filosóficos, las creencias religiosas, las ideologías y doctrinas y aquellos mentores que en Francia se conocía como los mandarines de una época, hoy la cumplen los anónimos “creativos” de las agencias publicitarias. Era en cierta forma obligatoria que así ocurriera a partir del momento en que la obra literaria y artística pasó a ser considerada un producto comercial que jugaba su supervivencia o su extinción nada más y nada menos que en los vaivenes del mercado. Cuando una cultura ha relegado al desván de las cosas pasadas de moda el ejercicio de pensar y sustituido las ideas por las imágenes, los productos literarios y artísticos pasan a ser promovidos, y aceptados o rechazados, por las técnicas publicitarias y los reflejos condicionados en un público que carece de defensas intelectuales y sensibles para detectar los contrabandos y las extorsiones de que es víctima. Por ese camino, los esperpentos indumentarios que un John Galliano hace desfilar en las pasarelas de París o los experimentos de la nouvelle cuisine alcanzan el estatuto de ciudadanos honorarios de la alta cultura».

Cuestiona con preocupación cultural. «La masificación es otro dato, junto con la frivolidad, de la cultura de nuestro tiempo. En este los deportes han alcanzado una importancia que en el pasado sólo tuvieron en la antigua Grecia. Para Platón, Sócrates, Aristóteles y demás frecuentadores de la Academia, el cultivo del cuerpo era simultáneo y complementario del cultivo del espíritu, pues se creía que ambos se enriquecían mutuamente. La diferencia con nuestra época es que ahora, por lo general, la práctica de los deportes se hace a expensas y en lugar del trabajo intelectual. Entre los deportes, ninguno descuella tanto como el futbol, fenómeno de masas que, al igual que los conciertos de música moderna, congrega muchedumbres y las enardece más que ninguna otra movilización ciudadana: mítines políticos, procesiones religiosas o convocatorias cívicas. Un partido de futbol puede ser desde luego para los aficionados –y yo soy uno de ellos– un espectáculo estupendo, de destreza y armonía del conjunto y de lucimiento individual que entusiasma y subyuga al espectador. Pero, en nuestros días, los grandes partidos de futbol sirven sobre todo, como los circos romanos, de pretexto y desahogo de lo irracional, de regresión del individuo a la condición de parte de la tribu, de pieza gregaria, en la que, amparado en el anonimato cálido e impersonal de la tribuna, da rienda suelta a sus instintos agresivos de rechazo del otro, de conquista y aniquilación simbólica (y a veces real) del adversario. Las famosas “barras bravas” de ciertos clubes y los estragos que han provocado con sus entreveros homicidas, incendios de tribunas y decenas de víctimas muestra cómo en muchos casos no es la práctica de un deporte lo que imanta a tantos hinchas –casi siempre varones aunque cada vez haya más mujeres que frecuenten los estadios– a las canchas, sino un espectáculo que desencadena en el individuo instintos y pulsiones irracionales que le permiten renunciar a su condición civilizada y conducirse, a lo largo de un partido, como miembro de la horda primitiva».

Nos dice con acento de enojo. «Tampoco es casual que, así como en el pasado los políticos en campaña querían fotografiarse y aparecer del brazo de eminentes científicos y dramaturgos, hoy busquen la adhesión y el patrocinio de los cantantes de rock y de los actores de cine. Estos han reemplazado a los intelectuales como directores de conciencia política de los sectores medios y populares y ellos encabezan los manifiestos, los leen en las tribunas y salen a la televisión a predicar sobre lo que es bueno y es malo en el campo económico, político y social. En la civilización del espectáculo el cómico es el rey. Por lo demás, la presencia de actores y cantantes no sólo es importante en esa periferia de la vida política que es la opinión pública. Algunos de ellos han participado en elecciones y, como Ronald Reagan y Arnold Schwarzenegger, llegado a tener cargos tan importantes como la presidencia de Estados Unidos y la gobernación de California. Desde luego, no excluyo la posibilidad de que actores de cine y cantantes de rock o de rap puedan hacer estimables sugerencias en el campo de las ideas, pero sí rechazo que el protagonismo político de que hoy día gozan tenga algo que ver con su lucidez o inteligencia. En absoluto: se debe exclusivamente a su presencia mediática y a sus aptitudes histriónicas».

Explica con aire culto. «Porque un hecho singular de la civilización del espectáculo es el eclipse de un personaje que desde hace siglos y hasta hace relativamente pocos años desempeñaba un papel importante en la vida de las naciones: el intelectual. Se dice que la denominación de “intelectual” nace durante el caso Dreyfus, en Francia, y las polémicas que desató Émile Zola con su célebre “Yo acuso”, escrito en defensa de aquel oficial judío falsamente acusado de traición a la patria por una conjura de altos mandos antisemitas del Ejército francés. Pero, aunque el término “intelectual” sólo se popularizara a partir de entonces, lo cierto es que la participación de hombres de pensamiento y creación en la vida pública, en los debates políticos, religiosos y de ideas, se remonta a los albores mismos del Occidente. Estuvo presente en la Grecia de Platón y en la Roma de Cicerón, en el Renacimiento de Montaigne y de Maquiavelo, en la Ilustración de Voltaire y Diderot, en el Romanticismo de Lamartine y Víctor Hugo y en todos los periodos históricos que condujeron a la modernidad. Paralelamente a su trabajo de investigación, académico o creativo, buen número de escritores y pensadores destacados influyeron con sus escritos, pronunciamientos y tomas de posición en el acontecer político y social, como ocurría cuando yo era joven, en Inglaterra con Bertrand Russell, en Francia con Sartre y Camus, en Italia con Moravia y Vittorini, en Alemania con Günter Grass y Enzensberger, y lo mismo en casi todas las democracias europeas. Basta pensar, en España, en las intervenciones en la vida pública de don José Ortega y Gasset. En nuestros días, el intelectual se ha esfumado de los debates públicos, por lo menos de los que importan. Es verdad que algunos de ellos todavía firman manifiestos, envían cartas a los diarios y se enzarzan en polémicas, pero nada de ello tiene seria repercusión en la marcha de la sociedad, cuyos asuntos económicos, institucionales e incluso culturales se deciden por el poder político y administrativo y los llamados poderes fácticos, entre los cuales los intelectuales sólo brillan por su ausencia. Conscientes de la desairada situación a que han sido reducidos por la sociedad en la que viven, la mayoría de los intelectuales han optado por la discreción o la abstención en el debate público. Confinados en su disciplina o quehacer particular, dan la espalda a lo que hace medio siglo se llamaba el “compromiso” cívico o moral del escritor y el pensador con la sociedad. Es verdad que hay algunas excepciones, pero, entre ellas, las que suelen contar –porque llegan a los medios– son las encaminadas más a la autopromoción y el exhibicionismo que a la defensa de un principio o un valor”.

Estos atinados convenientes del laureado escritor peruano-español y del universo robustecen nuestro planteamiento de preocupación ante esa ausencia de contenido depurado, crítico, y de voluminoso peso cultural y literario, que siempre adornó el mundo de los sabios.

En mi libro titulado, Conceptualización Científica del Arte. Emociones Humanas y Literarias, cuya primera parte fue publicado en el número 7 del periódico digital Opinión, Madrid, España, incluido entre sus principales titulares de primera página del viernes 30 de noviembre del año 2001, portadilla No. 7, sección Cultura, Ciencia y Sociedad, indicó oportunamente: «La sociedad demandará siempre un arte renovado, fresco, limpio, lleno de creatividad, substancial, ameno, con cierto marco ético, que inspire respeto; que llame la atención critica; que contribuya a elevar el nivel de comprensión del mundo al tiempo que proyecta ideas y valores nuevos que posibiliten un sistema de convivencia social más decente, humano y armonioso, bases fundamentales para construir los peldaños y andamios sostenedores del proceso de la dura brega en la lucha por la redención y la emancipación de la humanidad».

El apropiacionismo o apropiación intelectual, literario, cultural, científico, tecnológico, y demás etc., etc., se diferencia del plagio; esa vulgaridad de calcar, raptar, robar, e indisponer de ideas ajenas, de otros, y presentarla como propia. El apropiacionismo o apropiación galvaniza, enriquece y actualiza el pensamiento expuesto. Garantiza su libre albedrío. Le asigna libertad de movimiento y actuación a la creatividad expuesta que al salir a flote se convierte en propiedad general de toda la humanidad. Evita el estancamiento, la atrofia, el deterioro, el anquilosamiento, y la oxidación intelectual por el envejecimiento de una práctica rutinaria cerrada a todo aporte y renovación de sus raíces ancestrales. Su utilización demuestra que el mundo del individuo no es aislado ni solitario por más que insista desde un encierro paranoico. Enseña que mediante la participación social y colectividad del producto cultural la humanidad participa de ello; la hace suya, la defiende, la difunde y le da continuidad desde la secuencia de su apropiación. Toda acción cultural sucede en una dinámica de intercambio de conocimientos. La vigencia de la pluralidad del YO sobresale como ribete en función de las necesidades humanas y la vida social; de la trascendencia individual hacia la participación comunitaria, social y organizacional que permite y posibilita dar a conocer y participar públicamente las ideas, el pensamiento, los razonamientos; única vía adecuada para situarse en un espacio de connotación, respeto, admiración y jerarquización en la sociedad global.

Más allá de nuestras humanas posibilidades; de nuestro aporte y esfuerzos denodado, de los sueños alojado en nuestro interior; de las múltiples preguntas acumuladas y sin respuestas ciertas; de las dudas y temores que nos limitaron en nuestro intento de andar con pasos más seguro; de las traiciones e ingratitudes padecidas; de los proyectos de vida inconcluso, de los amores frustrados y las ilusiones bordadas en lúdicos ensueños y fantasías alterado con la realidad de la limitación del tiempo en nuestra existencia. Muy a pesar de los sinsabores, desdén y vejámenes sufrido; de los anhelos y lucha por mejorar nuestra condición existencial, hay algo que pervive como evidencia de lo que fuimos y somos: la comprensión del legado encontrado, huellas que enseñan con plenitud que en definitiva somos memoria de nosotros mismo plasmada en el accionar de nuestra cotidianidad en la lucha por la vida.

La consagración que revistió la vida de Freddy Gaton Arce tuvo esa tintura de sensibilidad que lo llevó a solidarizarse con el dolor y la desgracia de los desvalidos. Por eso hoy ocupa un punto atractivo y luminoso entre los poetas, escritores, periodistas e intelectuales de República Dominicana. Este libro quizás no abarque todo lo que él encarnó, significó y significa. No obstante es nuestro modesto y humilde aporte que viene a sumarse a los muchos ensayos, artículos, y opiniones ya producidos en torno a su persona. Un reconocimiento desde la crítica literaria a su obra estética, al valor de su consagración de periodista ético, a su condición de ciudadano de bien; a su ejercicio profesional transparente y vocación de solidaridad y entrega a causas nobles y a su amor denodado por la humanidad.

Este ensayo biográfico camina sobre un retorico discurso ciceroniano donde afloran ideas filosóficas, éticas y morales y cuyos valores constituyeron el estandarte durante todo el trayecto de la vida de Freddy Gaton Arce. Cimientes de sus prendas emocionales y de sus cultivadas palabras de arcoíris; liquen de su proverbial sabiduría y que lo distinguió durante todo el proscenio de su esculpida vida de decencia y dignidad.

Y después de esta retorica antesala entramos, pues, en materia.

Freddy Gatón Arce vuela en arcoíris de palabras

Presencia poética de Freddy Gatón Arce.

San Pedro de Macorís, lunes, 24 de septiembre de 2018.- Y aquí pongo mis palabras satinadas para que compitan con las añejadas y endulcen las heredadas y sostengan en la memoria el nombre de este poeta nuestro. Proceden del apropiacionismo de tantos libros leídos avivando gozoso los años del tiempo de su destello. Querrán decir muchas cosas bellas las merecidas por su fama buena y viajarán entre las lluvias para encontrarse con las estrellas. Son palabras de su arcilla buscada a la luz del día revestida de su compañía y afanadas en ser poesía. Tienen los sentidos de su tiempo, esa generación de eruditos que revivió en su creación los signos plateados de la excelsitud literaria y que hoy aquilato al reverenciar su nombre, majestuoso en el crepúsculo, reinando con sus prosas excelsas como Vlia, Sila, Hetera y su pensamiento humanista, saga de su fecundidad probada. Todos admiran la precisión de grafema y fonema de su ponencia editorializada singlar epocál del portal de la decencia. Estrofas sin arietes danzando en su castidad bordadas por el poeta en su vida de eternidad. Llevan los hábitos de la lengua de Cicerón música de cigarras en veranos y los pájaros en su canción. Aretes de porcelanas destacan sus frases ornamentales para que nadie les iguales sus acentos indoblegables. Nunca van solitaria llevan intrínseco la musa del poeta alabado, las pronuncian los trovadores y los artistas en su epifanía. Se incrustan la piel del ajuglaro secando el sudor en su jornada que repite en cada temporada de lira cantada en velada. Las apropiaréis los lectores con rapidez y entusiasmo para tenerlas en sus bucles de espigos y sonarán cariñosas en sus corazones al tejer sus sueños de amores. Y desde ellas y con ellas y desde la apropiación de los vates leídos tengo a bien, por este medio, exaltar el nombre de Freddy Gaton Arce, relevante hombre de letras insertado en la cúpula graneada de la respetable intelectualidad nacional y cuyo valor se acrecienta en estos tiempos de ignorancia santiguada y desechos glorificados donde toda poesía es aborrecida y la cultura y las letras desdeñadas.

Con los trazos de estas atrevidas líneas mías subrayadas con el acopio del fluir de mis razones filosóficas y la nutrición del repertorio de los autores magistrales que he podido asimilar y que me permiten caminar con estas palabras ideas y criterios con la esperanza personal de que subsistan en medio del amplio bosquejo de cuartillas, artículos de opinión, reportajes de prensa, pinceladas y glorificadas páginas, surgidas de la inspiración histórica de su fecunda laboriosidad intelectual. Quizás otros con mayor tiempo, información, documentación, capacidad y talento, puedan detectar y catalogar con mayor propiedad cultural la simbiosis del decir y el vivir del pensamiento poético y la actividad poética y literaria en su expresión cultural representado en la textura homogénea, articulación e enunciación que significó un Freddy Gaton Arce hablando, razonando, escribiendo, actuando, asumiendo postura específica, con una prosa inalterable en su sentido y propósito humano; sin manierismo, fraguado desde una individualidad transformada y pluralizada en su vuelo de integración humana y social.

Freddy Gaton Arce es el pretexto de este instante de disfrute, deleite y goce dentro de mi esparcimiento intelectual y que neciamente conjugo con palabras apropiadas de mis lecturas consumidas y que me permiten reforzar la divulgación de su estelar vida intelectual y periodística admirable para que se conozca mucho más de su persona en el sentimiento de los hombres y mujeres del ámbito cultural. Creemos que a través de esta amalgama de resonancia literaria contribuimos con este ensayo a reafirmar su obra para que la misma continúe elevándose más allá del cielo de la patria.

La poesía y el cuerpo literario que integra la obra de Freddy Gaton Arce están signados por una intertextualidad interactiva subyacente cuya floración destaca su honda sabiduría cultural. La moldeó con una delicadeza estilística consubstancial cuya particularidad prosística lo diferenciaba y distinguía cualitativamente ante sus colegas en el quehacer literario al grado de ser considerado en ese complicado y competitivo menester maestro de maestros, en el ámbito sociocultural dominicano.

El contenido de su versificación poética transita con una eufonía fonética cuya placentera sonoridad lo proyectó con una cualitativa presencia diamantina dentro de los variados géneros literarios en que abrazó. Su prosa, su poesía, su novelística y demás manifestaciones filológica que trabajó, tienen un ropaje especial acompañado de un colorido armonioso, intenso y sustancioso. Con vestimentas culturales frondosas, agradables, deliciosas y cuyas facundias particularidad la distancia de cualquier frivolidad o alabastro lisonjero acomodaticio. Toda su obra se caracterizó por una limpieza lingüística impecable. Libre de cualquier enclaustramiento ideológico contaminante. Su poesía llevó el único compromiso de la solidaridad y la exaltación de la memoria como necesidad afectiva en el respeto a la condición humana. Es lo que le da validez y legitimidad para viajar entre ánforas trepidantes invocadas en el palor fluido del sentimiento humano. Es un prisma de colores abierto en la sensación de la vida en su cruzada de sobrevivencia. Por ello nunca ha competido porque no tienes iguales. Es peculiar en sus elementos oníricos y aroma de belleza. Trepas horizontes de atardeceres buscando la ciudad dormida en su gloria mermelada. Paseando sobre verdores de primaveras y veranos reverenciados para que el pasado quede en el futuro y no se disperse en la distancia desmemoriada dándole continuidad al tiempo en su rapsoda de arcoíris y no perezca entre agreste incuria del individualismo y la inacción algodonada del descanso y ocio.

Es de razón y justicia situarla en la cúspide inmarcesible exhibiéndola frente a la mezquindad egoísta de la miseria humana para que viaje junto a la longitud de la Naturaleza memorizando la civilización de la conciencia sobre el ego desgarrado de los hombres cuya vanidad le cierra su horizonte empantanado en ese SOY que lo empequeñece, despreciando la solemnidad de las mariposas en su volar ondulante de vida. Ausencia de palmeras y nidos de ruiseñores en estos tiempos de claudicación y negocios religiosos, cercenando anhelos enarbolados; profanando ideas bajo mentiras y poses calculadas.

Sus palabras musicalizadas alimentan nuestras neuronas cerebrales, electrodos que excitan nuestra potencialidad emocional regando el olor de los sudores en la crispación de nuestra rebeldía y enseñanza histórica del pasado de pólvora y machetes legado por valientes cuando los hombres se devoraban en la irracionalidad de sus ambiciones. “Y el hombre devorándose Solo, pero jamás solitario”. “Y no me quedó más remedio que contestar el fuego y me mataron el caballo y seguí disparando a pie…”. El sentido metafórico de sus palabras de colores hace un reconocimiento al coraje y el valor personal. Acicala la virtuosidad de las edades vertiendo optimismo en los solsticios amaneceres avivado por la luz solar, maravilla y encanto que nos deslumbra en el recuerdo agradecido de nuestra fidedigna procedencia evocada.

La recopilación de sus escritos es amplia y multifacética, con sabiduría abarcó distintos géneros literarios. Destacándose en ello una autenticidad fresca que lo distancia de cualquier indicio de transculturación tóxica que pudiese distorsionar o alterar su poética y su narrativa.

” Las palabras no son semovientes,
Sino rebeldes.
Hay que empujarlas con la lengua
Y los labios,
sacarlas de atrás de la garganta,
Pulirlas con los dientes y los ojos.
Hasta que el rostro entero, y las manos y los pies
Y los sexos legítimos
las dan por terminadas
Y completas,
llenas de belleza o demonio
En los límites inmaculados,
Con el ánimo a pájaros,
A mares, a tierras por ver,
la poesía permanece
En lo verdadero
y allí se descubre viva,
Y el poema es una de las muchas cosas
Que el impostor no sabe decir cómo se hace,
la poesía,
como la libertad,
no es gregaria,
y el poema
De tan incoercible,
quebranta la pluma
La escritura,
Médula sin armazón
Hueso que levanta estrellas
De cualquier fuego y peso,
Historia de los asentamientos
Y de milagros que no se averiguan,
Ala y raíz deseosa
En romería”.

La brillantez de su poesía proscribe el sufrimiento y revitaliza la memoria lacerada por la palabra como mercancía, tapizadas de herejías ruidosas y adornadas de traiciones. Silos de herencia plateada, aquiescencia empapelada de una generación sustanciosa cuya impronta se memoriza en la continuidad de la historia. Desde el acopio de su palabra heredada levantamos el honor y la dignidad para que la procelosa cotidianidad no la embarre de inmundicia y vergüenza; y el hombre prosiga su caminar emprendedor imponiéndose a lo absurdo desde la realidad de la vida. Ya lo dijo Píndaro, “No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero agota el ámbito de lo posible”. Esta frase filosófica nos motiva a luchar por alcanzar una existencia decorosa abrazada de postulados ético cuya repercusión histórica nos conferirá un sitial de honra más allá de la vida.

“Hubieran sido los tiempos
si no otros amorres
Los blasfemos, los endemoniados que cercan bohíos,
Y cuando la confusión y el caos comparecen a juicios
Luminoso o entenebrecido
y cuando otra vez
Mercenarios y piratas
trafican en predios y poderes
Y progenies y muertes en las islas del Caribe
hasta
La Creación quiérenla botín de réprobos.
Hubieran sido otros tiempos y otros odios
Mareando palabras extrañas y silencios macabros,
Eligiendo cielos y cabos de agiotaje y exterminio…”

La poesía de Freddy Gatón Arce importantiza el valor de la memoria como fuente de continuidad social y cultural de la vida para que prosiga su curso envuelta en esperanza, retroalimentando nuestras emociones en aras de sustituir la impotencia y la frustración presente en los avatares de la existencia humana desde nuestra procedencia biológica; para que avancemos por rutas de optimismo, soporte en la lucha por la preservación de la existencia humana y el respeto de toda vida posible. Con razón poética Joseph Brodsky, Premio Nobel de literatura 1987, dijo: «La literatura no significa el sofocamiento de la memoria”. Sobre este tema Karl Kohut investigador y académico checo, profesor titular de Filología románica, con profundos trabajos de investigación sobre el humanismo español y portugués de los siglos XV y XV1, la cultura iberoamericana virreinal y la literatura latinoamericana actual; nos dice en su ensayo Literatura y memoria: “En el campo de la literatura, asociamos la memoria con formas literarias que evocan el pasado: la novela, el teatro y la poesía históricas, al igual que la biografía y la autobiografía. En todos estos géneros o subgéneros, la literatura linda con su hermana gemela, es decir, la historiografía. “La noción de la memoria esta intrínsecamente ligada a la del tiempo. “ Memoria y recuerdo están, en primer lugar, arraigados en La dimensión del tiempo”, escribe el psicólogo alemán Hans- Joachim Markowitsch, citado por el prestigioso académico checo.

Para el escritor con sentido crítico la memoria tiene un valor cohesivo de identidad cultural por lo que resonarla en la producción literarios multiplica su valor mimético y presencia histórica. A través de sus trabajos sean estos ensayos, novelas, cuentos, obra de teatro, etc., la rescatamos del olvido, la mantenemos fresca y viva en la conciencia del hombre con todas sus propiedades, y mucho más, la descontaminamos; la impulsamos en su autenticidad para que mantenga su originalidad, de aquí la conocida frase “el pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”. Para que evoque realmente lo que es la Memoria Histórica». “El pueblo que no conoce su historia no comprende su presente y, por lo tanto, no lo domina, por lo que son otros los que lo hacen por él”. El mantener la memoria como valor histórico dificulta que los pueblos sean idiotizados, embrutecidos, enajenados, manipulados y sometido a los intereses de la clase dominante. La memoria es el grande archivo de todos y por lo tanto debemos cuidarla y protegerla. Esa es la función de los verdaderos historiadores, de los auténticos hombres y mujeres que la transmiten con sus obras literarias. Y eso fue lo que hizo nuestro Freddy Gaton Arce, activarla, refrescarla, dibujándola con coloridos simbólicos y amenos en sus novelas y poesías estampándoles y proporcionándoles aliento a la existencia humana sobre pliegos de palabras multifacéticas difundiendo sentimientos, ideales, anhelos, costumbres, sueños, y esperanzas. Levantando su pensamiento preclaro para llamar la atención contra los maltrato a la patria, ignorada, irrespetada, por la acometida de mediocres enganchados al ejercicio político imbuidos por ambiciones escabrosas. “El vínculo humano, social y cultural, entre otras acciones, se logra cuando encontramos un lenguaje que se atreva a contar lo que nos ha ocurrido, en medio del miedo, la irritación y la zozobra que deja la muerte, el destierro, la desaparición, el secuestro o la amenaza. Porque son nuestras voces, nuestras biografías, nuestros signos y símbolos los que han sido arrebatados en medio de la destrucción y la hecatombe. Narrarnos es reconstruir-nos y, al mismo tiempo, dignificar-nos. La pérdida de la dignidad es el mayor costo para quienes han padecido tratos crueles e inhumanos, y esta se intensifica cuando la moral de la propia sociedad nos condena al olvido y a la indiferencia. La exclusión comienza en los imaginarios de los pueblos, unas veces en nombre de aquel postulado que afirma que no estamos preparados para oír nuestro propio horror, y otras, acudiendo a la cómoda convicción de que es mejor seguir adelante sin mirar hacia atrás. Aunque el olvido sea un mecanismo necesario para afrontar cualquier trauma, así sea complejo, tarde o temprano requerimos volver a recorrer nuestras propias sombras con la vela encendida que nos da la experiencia de los años. Para el escritor mexicano Carlos Monsiváis el ejercicio de la memoria se asocia indiscutiblemente con la poesía, señalando que los poetas son “los más formidables ordenadores de la experiencia cotidiana”. Y eso ha hecho Freddy Gatón Arce multiplicar desde el perifoneo de su corazón la hibrida estirpe de nuestras raíces profanadas alterada y modificada por las voraces huestes cubiertos de espadas “sagradas” y arrogancia religiosa, que masacraron a pacíficos habitantes embobados. Freddy Gatón Arce la levanta, la ensalza con pasión poética, lo hace desde su devoción por el pasado como fuente de inspiración, de referente histórico y continuidad de las obras de los hombres.

“Oh fervor, en un país de sueños
El otoño es la estación de oro
Y los hombres alzan las manos
Para quitarle un poco de su muerte a la tierra”
“-Guarda tu canto para la tierra, guarda tu embriaguez
Y los dogmas, sombríos como limos o claros como ferias de campo
son los rastros de los antepasados
que expían por los huesos del coro
Y las voces, salto del agua, hoguera
magia del estremecimiento y el reposo
Y ya no memorizo
Nada memorizo sino la danza, sino
los vientos…”
“De tanto en tanto, memorias,
Llegas como parche de tambor
Batido a toda prisa por un niño
Que también hace otra guerra
En la cual los caballos
Son de escoba
Arrancados de las manos de las brujas.
Y nunca llegas tarde a ninguna cita,
Buceadora que tocas las piedras del techo
Y al mismo tiempo ves sus musgos
Y tus nubes que estallan cielo arriba.
Y tan pronto eres objeto y magia,
Lo desconocido apartas y vas a otra vida,
Esa vida de que no te desprende jamás”

Nuestro venerado poeta petromacorisano y de todo el país cincelaba sus palabras con parsimonia razonada, la escribía y colocaba con elegancia artística. Ello queda demostrado con creces en el menú de su rica producción literaria y poética: “Retiro hacia la luz”, “La guerrillera Sila Cuásar”, “La Canción de la Hetera”, “Celebraciones de Cuatro Vientos”, “Los ríos hacen boca”, “Son de guerras y amores”, “Y con ayer tanto tiempo”, “De paso y otros poemas”, “Estos días de Tíbar”, “El poniente”, “Cantos comunes”, “Andanzas y memorias”, “Mirando el lagarto verde”, “La moneda del príncipe”, y “Eras como entonces”… Son palabras fosforescentes surgidas de la belleza del arcoíris de sus sentimientos. Persuasivas, orientadoras. No se percibe ningún arrebato emocional, ni flujo de amargura, ni angustia somática. Son en ocasiones, epigramas filosóficos asumidos con la responsabilidad propia de un maestro. ¿Acaso no lo fue?

Freddy Gatón Arce supo dedicarles espacio a los anhelos amorosos venidos de la mocedad y lo imberbe frecuente en el transcurso fantasioso del crecimiento y desarrollo de la vida, sentimientos cuajados en la evolución cronológica de nuestros pasos y que quedan como lucido recuerdo de intenciones dormidas.

“Te he dicho muchas veces: Yo te he amado
Con voz jamás escuchada hasta entonces en sueños.
En sueños que buscan la pureza de la forma apetecida.
Yo he amado con sangres como nubes, como pradera
Todos llenos de llamas y animales antiguos.
Más un amo de carne lleva su hueco frio…
Ahora soy una ardiente suavidad de huesos hechos flor y aire”

Buscó la luz del pasado entre cantar de gallos amanecidos, arenas bañadas por oleajes de aguas saladas, olor de sexo de algas, vistos peces enredados en redes y chinchorros por manos y brazos fornidos y sudorosos y oleajes picantes y ojos amanecidos; vuelos de aves avispadas cruzándose bajo el Sol, y lluvias de las nubes, y buhoneros sonriéndoles al día en su primera vista. Y al último viaje emprendido por los vivos al reino del descanso absoluto y cuyo velatorio y plegarias de deudos se evapora en el ir y venir de la continua cotidianidad de la sobrevivencia humana; a los anónimos irreverentes hacinados en su miseria envejecida desahogada en su histeria desenfrenada; cruces de la resignación incompactada en el desaforo ruidoso de su dolor amplificado en la carga muda de su luto prolongado. Desde el sudor de su existencia genuina orquestó sus palabras de aliento y esperanza con marcialidad escrupulosa. Los cimientos de su bardo existir consolidan los atributos colores de arcoíris incrustados en sus perfiles cristalinos. Su voz poética y de hombre conmovibles ante la tragedia de los golpeados por la marginada social producto de la corrupción y el robo cometido por los privilegiados del Poder se extiende como crecida de río y se eleva sobre las alturas hasta situarse entre estrellas esculpidas en la imaginación de los sentidos. Bucles de azucenas y margaritas acicalando las manos tiernas de enamorados entregados. Vaya, pues, el honor y gratitud desafiante a su aporte indudable frente al protagonismo inescrupuloso e insensible de los gobernantes malvados, sostenidos por claques parasitarias.

“Además, son muchos los humildes de mi pueblo.
Yo escribí sus nombres sobre los muros, pero no lo recuerdo.
Yo rescaté su corazón de la carcoma y el olvido, pero no sé dónde.
Quedó la sangre coagulada, ni si vino familia alguna.
A limpiar la mancha que había sobre el duro tapiz de la noche
Yo los besé, y mi ósculo fue como tilde sonora impar
Sobre su frente. Porque aun después del amor
Ellos estaban solos sobre la tierra”

Con el descorche de su propensión juglar se encaminó a limpiar los caminos obstaculizados por turbios lodazales apócales convirtiendo sus palabras en vibraciones de las necesidades amontonadas, ignoradas y ridiculizadas por fanfarrias y parafernalias de enceguecidas autoridades sordas y mudas a las peticiones populares y justos reclamos sociales. En el hirsuto proscenio de endurecidos y ensoberbecidos corazones sobresalía su vocablo centelleante ubicado con consistencia conceptual en el atril incierto de los nubarrones que en ocasiones reiteradas ha puesto en peligro letal la joven democracia dominicana, así como el trajín en la subsistencia en la desigual contienda por llegar a un oasis de vida plena; dotándola de un loción literaria y cultural reproductiva. Desde su excepcional magisterio instructivo se esforzaba en crear algún recato encaminado a humanizar la arrogancia y la prepotencia de las autoridades estatales y gubernamentales con el propósito de que rectificaran actitudes, formas y estilos conductual, recordándoles con frases del alma que todos somos humanos, que nos necesitamos y que procedemos de la profundidad de la tierra.

“Te llevas la sal en el corazón
Como el océano.
Cuando abres los ojos
Cesan las lágrimas en todo el mundo,
porque eres el pez y el agua.
Y en tu piel acaban las mareas
Con dulzura”.

Es Freddy Gatón Arce más que hombre poeta y más que poeta humano, abrazado a la tarde que huye del crespúsculo, inhalando pretéritos versos de allende tierras que alimentaron la imaginación de aquella Razón Sorprendida cual nardo florecido más allá del fulgor que estremece la mirada, activando el sonido mélico de sus palabras para que fluctúen en palpitaciones de libertad, y sean levantadas en las cruciales jornadas emancipadoras de los que padecen la crujía enraizada en su herencia de pobreza.

Reconforta y enseña vías de esperanza cultivar su alado mensaje cuyos rayos de atemporalidad filarmónico se alzan copioso cual mástil mimbrero mostrando la robustez de su temple moralista, acoplando toda voz de insatisfacción para que oídos sensibles la escuchen, la hagan suyas y abran sus sentidos de solidaridad a cualquier exigencia de justicia circular. Sus palabras de decencia y ecuanimidad palpitaban con sonoro deleite mostrada en la fragancia de sus años, timbrándola cual vetusto oboe, perfeccionadora, moldeándola, con su aliento poético y entonándolas con las anchas canas de un juglar consumado.
Desde su poltrona de descanso introspectivo su inteligencia accionada distinguía esa extremización irreverente que ofuscó a los iniciados en la militancia de la rebeldía sin más criterio que su emoción entregada con un fervor devoto y resuelto espíritu de sacrificio. Ahí estaba él, poeta, pensador, periodista, intelectual, ciudadano responsable, conjugando su palpitar de amor y justicia, y que hoy exhibimos como lumbre guía en los anhelos de su ciudad marina. ¡Honra y gloria de su origen petromacorisano! ¡Qué gran privilegio!

Para los contaminados por la incerteza su ejercicio poético pudiese sonarle travieso, necio, añejo y extemporáneo; su aliterario limitante cultural no le permite ver y valorar que el salitre que barniza su poesía la dimensiona, que habita en la movilidad indetenible del conocimiento, en la lucidez de cada tarde donde ondea radiante en su recorrido hacia el mañana, tintineando la feble placidez de los proyectos fecundado en la perezosa inacción del agotamiento impidiendo que la memoria se oxide en su desuso opacado.

Sus versos caminan trepados en los mágicos colores del firmamento avanzando sobre peldaños de rúnica musicalidad alfabética mostrando su imagen curtida en la transparencia de su insignia poética, rindiéndole culto a la palabra en su mixtura versificada desde la transpiración de su instinto, raíz de su personalidad perpendicular donde crece el legados de aquellas alcurnias de improntas específicas que asidos en su aedo semblante de ceño fruncidos, alude su aporte generacional enaltecido por las letras hispana, chispa de sus atardeceres de inspiración volcánicas en su plateado quehacer de palabras perladas para todos los tiempos.
La resonancia de su creación desveló períodos incontratables e inaprensibles contrastantes y cuya importancia catapultó con signos de admiración y respeto su generación cristalina en sus pasos innovadores dotando la poesía de un nuevo sonido epocál y flamantes aromas atractivos, exhibiendo en su vuelo la irrepetibilidad de las humanas estaciones precedidas, alterando en su bella creatividad la atemperación subyacentes de la ortodoxas métricas y reglas de la ortodoxia convencional y cuya rigidez sombrías imposibilitaba abrir caminos lozanos de preciosidad en la sonoridad del lenguaje poético. Su calidad transformadora obligó el interés de los ojos críticos que fascinados ante su compositiva revelación estética ponderaron con elogios aquella vendimia sin igual en todos sus ángulos periféricos. Convencido en sí mismo llenó columnas periodísticas donde ponderaba y exaltaba la majestad de la generación que representaba.

El deslumbramiento producido alcanzó un vigor ascendente al grado que el literato Ramón Francisco en el epilogo del prólogo de 27 páginas que le escribió al libro “Son Guerras y Amores”, de Freddy Gaton Arce, maravillado del contenido de su poesía, tuvo a bien proponerlo para el codiciado privilegio histórico de Poeta Nacional de República Dominicana. Su atrevida sugerencia no tuvo la receptividad esperada. No obstante, el orden numérico signado por la crítica al valor cultural y literario de los poetas como tales lo incluyó entre los cinco primeros poetas del país. Un merecido reconocimiento a sus dotes intelectuales; a la profundidad, calidad, estilo y talento prosódico expuesto a todo lo largo de su obra. Méritos que lo situó en un merecido sitial connotado. Más adelante el reconocido analista y crítico literario Miguel Ángel Fornerín, también lo colocó en el quinto lugar de los poetas dominicanos. Fornerín hacía la recomendación en su calidad de estar varios años investigando y hurgando las biografías de los señeros y eximios del parnaso nacional. El orden establecido es el siguiente: 1.- Pedro Mir, 2.- Franklin Mieses Burgos, 3.- Héctor Inchaustegui Cabral, 4.- Manuel del Cabral y 5.- Freddy Gatón Arce. En este quinteto no hay desperdicio.

Estar entre los primeros preferidos dice por si solo lo que encarnó la belleza de su creación artística-poética, y el sentido metafórico de la misma. Valora la afectividad lograda gracia a su esfuerzo, dedicación y aporte literario sustancial. Y que conste que su nombre sobresale entre una pléyade de hombres y mujeres de probado talento, erudición consagrada y alto calibre cultural, verbigracia de ello, Salomé Ureña Díaz, José Joaquín Pérez, Gastón Fernando Deligne, Fabio Fiallo, Domingo Moreno Jiménez, Federico Bermúdez, Aída Cartagena Portalatín, Vigil Díaz, Máximo Avilés Blonda, Carmen Natalia, Víctor Villegas, Cayo Claudio Espinal, Tomás Hernández Franco, Rafael Abréu Mejía, René del Risco Bermúdez, Norberto James Rawlings, Tony Raful, Mateo Morrison, Manuel Rueda, León David, Soledad Álvarez, y Jóvines Bermúdez, entre otros. Su lauro es resultado de su dedicación, persistencia, estudio y consagración sistemática.

José Alcántara Almánzar dijo al ponderar su obra en una conferencia pronunciada en abril del 2010, donde se homenajeó a Freddy Gatón Arce de manera póstuma; “que éste representa un caso único desde la perspectiva de haber sido uno de los más prolíferos creadores que con mayor consistencia aportó a las letras nacionales y con poemas que se resisten a la lectura fácil y que mostraba un respeto absoluto por el manejo del lenguaje, el cuidado casi de orfebre de las ideas escritas y la profundidad de sus temas, ya reflexivos, sociales, amorosos y de producción automática”.

En otro admirable trabajo critico de fecha 14 de enero del 2013, dedicado a Freddy Gaton Arce, lo describe como “gran poeta dominicano de todos los tiempos, cuya labor conjunta constituye una de las obras capitales de nuestras letras y paradigma de la literatura hispanoamericana contemporánea”. “Añadiendo, Incluso en etapas de silencio, cuando se dedicó al periodismo (1966-1974), con la fiereza y la integridad que le caracterizaran, la poesía fue para él nutriente indispensable, un río subterráneo que irrigaba su imaginación y lo mantenía actualizado de cuanto se escribía aquí y en el resto del mundo, preparándolo para la reanudación tan esperada, acontecimiento que ocurrió en 1980 con la publicación de Son guerras y amores, libro galardonado con el Premio Anual de Poesía”.

«La ensayista Eli Quezada nos dice acerca de Freddy Gatón Arce que “Fue un gran lector, de allí su prolífica carrera. Decía: “…y de que ese vicio por adquirir libros me conducían a hurtar efectos en la botica de mi padre, para canjearlos por pequeños volúmenes que narraban aventuras o para obtener que me los prestasen por muy corto tiempo. Así transcurrieron mi última niñez y mi adolescencia, al mismo tiempo que daba inequívocas muestras de anarquía, indisciplina y belicosidad.”… su primeros años en Pimentel y Santiago. Ese vicio por los libros lo comparto con ese eminente escritor dominicano, que como muchos otros, nos llena de orgullo.”

«Por su parte el poeta y escritor Federico Jóvines Bermúdez agrega que “Con su voz restallante Freddy Gatón Arce anunciaba que el amor brotaría después que el incendio de su palabra cumpliera el renuevo del árbol que naciera desde su frente amplia, de lo que se perdieron aquellos que no alcanzaron a comprender que bajo su imagen de gavilán volaba una paloma dulce como su alma, en la amplia sala de las Richiez Acevedo donde la mesa era siempre un sencillo homenaje a su presencia, o en la ardiente tertulia frente al muro de la Pan American donde todos lloraron en silencio cuando Dempsey hizo caer al Toro de Las Pampas, y ahora que está ausente hacemos memoria de su nombre porque recordamos su vital enseñanza de que para vivir como un justo ha de existirse primero en la palabra, y evocamos su imagen porque sabemos que alguien vendrá otra vez a intentar pulsar las notas de su voz con la cadencia de una guitarra de dulces cuerdas graves, para salir a caminar con el corazón de Freddy Gatón Arce por las calles más dulces y sencillas del mundo.”

«La poeta dominicana residente en España Rosa Silverio apunta que “Freddy Gatón Arce es un poeta que me gusta muchísimo y me emociona. En los días en que se celebraba la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo realicé en Madrid un recital de poesía dominicana en el que participaron los poetas de nuestra tierra que están afincados en esta ciudad y además leímos fragmentos de los poemas más emblemáticos de autores nuestros como Manuel del Cabral, Franklin Mieses Burgos, Aída Cartagena Portalatín, Domingo Moreno Jiménez, entre otros… Y por supuesto que estaba Freddy Gatón Arce.
«Finalmente el poeta y narrador César Zapata señala con firmeza que “Otra de las voces que se pierde en la isla. La lengua tendría a un poeta de altos registros si Vlia se divulgara. Freddy Gatón Arce, explorador de temas, desde lo social hasta sus experimentos surreales, poeta antes que todo lo demás.”

Nuestro apreciado POETA, periodista, abogado, ensayista, narrador, profesor universitario, oriundo de San Pedro de Macorís, dijo en una entrevista periodísticas que se le hiciera en torno a él lo siguiente: “Los poemas son, para mí, expresiones vitales antes que vehículos de normas de gramática y lexicografía; por lo menos expresiones vitales de la intimidad de los poetas y su manera de ver el mundo, al punto de que la vida de los poetas dejaría de ser plena y se deterioraría si se apartan de su decir, del decir que sus vidas les dictan”. Y agregó: “Considero que la lectura, la meditación, la inquietud y un travieso afán competitivo continuamente norman mis tareas, que son tareas de amor”. No hay ínfulas ni jactancias algunas en sus palabras solo sinceridad y humildad; una auto consideración oportuna y necesaria antepuesta como valladar a prejuicios y calificaciones arbitrarias y antojadizas. Más que ello la autoridad de su voz encarna aquella Generación Sorprendida cuyos trazos siguen “creciendo en la humedad como el llanto o la lluvia”. Solo el asombro y la sorpresa es capaz de emanar ideas tan lucidas y brillantes concebidas por garridos soñadoras afanadas en el rigor de su peregrinación de nobleza.

“Si uno se esfuerza en ver más allá de las palabras y analiza el mensaje de lo escrito, se dará cuenta de que la poesía también es un reflejo de tres cosas: lo que somos, lo que vivimos y lo que observamos. Partiendo de esta premisa, los poemas nos facilitan la tarea a la hora de descubrir los rasgos más característicos de la generación que los escribe y de la sociedad que la incluye”. (Elvira Sastre).

“Los peces
azules, verdes, rojos como labios
como lechos de hojas frescas donde tú eres sustento
La patria, hermana, el ritmo y los corazones
el corazón de los enamorados
limpio más que el ojo brillante del día
Y las bailarinas y tú duran más en vuestra intensidad
que el mundo visible
Y yo voy hacia él continuamente
pero también estoy a tu lado, sobre mares
Estoy en tu abrazo
como tierra que gira alrededor de su eje
o como túnica húmeda que se pega a tu cuerpo
Cuando venga la muerte
unos seres ocultos nos darán su entusiasmo”.

La impuesta distancia obligada de subsistencia no pudo separarlo de sus raíces añoradas, la cultivaba en cada reto asumido, en el aire de vida que inhalaba, en los ramales de sus versos, en la hondura de sus sentimientos. Todo lo verde de su infancia lo llevó en su ropaje biológico, en la compostura de su catedra, en el esfuerzo de sus enseñanzas. Se mantuvo entero; jamás se fragmentó. ¡He aquí la trascendencia mágica de su poesía!

“Pasan los hombres hacia el cañaveral. Pasan con sus mochas y con su ayuno. Chencho tiene pocos años, pero él y el perro enflaquecido conocen el significado del cotidiano desfile: ellos habrán de quedarse solo, en la casa, en la mitad del camino, en la bodega. Los que se van y represan cuando ya el sol ha caído, no tienen tiempo de pensar durante el corte en la soledad y el abandono que se apoderan de ambos, porque la finca no concede treguas.”

“Los recuerdos comparan unos con otros sin anularse; los olvidos también. Pero aquellos y éstos guardan independencia, y se complementan sinembargo. ¿Cuándo? ¡Ya!

Freddy Gatón Arce engalanaba con su experiencia y veteranía vivencial y sobria actitud la amalgama de su prosa; encajaba sus palabras con mesura y seguridad cultural, eludía la estridencia pedante y fanfarrona, exponía desde una postura meramente estética. El eco de sus palabras convoca a la reflexión, al contraste comparativo; a la atención pública. Su versatilidad literaria y entrega al conocimiento placentero inspiraba respeto y admiración. Pertenecía a un selectivo grupo profesional y de periodistas cuya impronta marcó diferencia y referencia en el trato de los problemas medulares que afectaban al país desde una visión crítica constructiva y propositiva, consciente de su responsabilidad social. Los matices metafóricos de su poesía llevan una elegancia original, camina y se extiende en la medida que desentraña la atmosfera motivante de su producción. Acuña una solidez magistral llevada con solemnidad y respeto. Obliga una lectura reposada, meditada lejos de cualquier carnavalismo literario ruidoso. Es una poesía sin adornos estridentes ni sonoridad escandalosa. Más que la suma de un canto del sentimiento es un retrato patético de realidades sociales; del dolor y la angustia humana, de los padecimientos y desafueros infringidos por la sinrazón. Su prosa periodística habla con claridad humana denunciando situaciones de atropello inaceptable.

“Cuando volvamos a encontrarnos,
“por favor” no hables demasiado
De lo que dicen prensa, radio y TV
Sobre el hambre, el desempleo,
Sobre políticos corruptos y la revolución.
Tampoco critiques todo el tiempo
Los males de la paz nuclear y el FMI.
“por favor”, no aumentes mi incredulidad
Y pídeme otra vez que pase entre tus muslos
-No quiero convertirme en un ícono.”

Jardines de sueños adornan las vestiduras de la especie humana cuyas desgarraduras transitan en su laya existencial. Es la conciencia de su efimeridad convertida en poesía mirando la inmensa e incógnita vastedad del firmamento sideral, buscando eternizarse en la constelación de las estrellas, maravillado de la gravitación cósmicas y la conjunción de átomos y moléculas cuya energía motoriza la vida humana, y cuya dimensión importantiza el valor de la vida por la que transitamos y logramos la conciencia personal que nos lleva hacia un éxtasis de rebeldía intimista preguntándonos angustiados el porqué de la creciente desigualdad social, fuente de amarguras seculares, sufrimientos extremos que tienden a motivar la indignación de los oprimidos y explotados del mundo, cuya desgracia es recogida por la sensibilidad de los poetas y humanistas quienes desnudan a través de su tetragrama lingüísticos la iniquidad de la plutocracia dominante. Pero también configura una comprensión filosófica de la realidad patética del destino final de la existencia humana, aceptándola como verdad inapelable, convirtiendo el instante último en aliento de continuidad reproductiva, luchando contra la oscuridad desde la claridad del pensamiento. La resignación ante el final tiende a imprimirle fuerza, optimismo y fe al votivo regreso hacia nuestra procedencia histórica. La primavera del invierno está en el oleaje que mueve la memoria para que perdure más allá de nosotros. Este es el esfuerzo humano, la continuidad de nuestros pasos luminoso en el encuentro con la Naturaleza.

Freddy Gaton Arce nació en San Pedro de Macorís, ciudad tenida por la crítica como cuna y hospedaje de pléyades escritores, poetas e intelectuales de la república, esta característica muy particular e histórica le ha granjeado una mención constante que la distingue a nivel nacional. La fama alcanzada en este sentido presupone en cada autor que sale a la luz un nivel de calidad y altura a veces muy por encima de su autenticidad productiva. Los estudiosos e investigadores de esta condición dada al suelo oriental situada a la orilla del Mar Caribe compiten en destacar el rico crisol de su amplia generación de hombres y mujeres doctos hacedores de una literatura de alta calidad y limpieza fónica. El ejemplo más significativo lo tenemos en Pedro Mir elevado a la condición de Poeta Nacional. Desde que las letras y la cultura se convirtieron en un referente para medir la capacidad intelectual y la inteligencia pública de los dominicanos como figura de relieve social y personal el suelo de Macorix ha estado en un lugar de preferencia recurrente en este renglón; el listado de su preclaro es ampliamente numeroso. La pujanza erudita surgida de su aroma de caña, azúcar, salitre y factorías encendidas ha sido de una proporción lúdica y radiante y cuya medición lirica ha marchado a la par de su evolución socio-económica, social y cultural, traspasando sus litorales proporcionándole al país una gama de poetas, escritores e intelectuales de tersa belleza encantadora como el protagonista del presente ensayo crítico y cuyo ejercicio lo sitúa en el quinto lugar en la escala sucesiva al respecto. Pero todavía más, es un profesional del derecho y periodista de depurado estilo y abierta sensibilidad humana cuyos teclados enfrentaron el horror emanado de fuerzas y sectores despótico a riesgo de su vida. Este pormenor le dio más brillo y autoridad a su imagen. Su trascendencia robustece el arcoíris circundante de sus florecidos pasos poéticos exhibidos como signo de continuidad emblemática en el perifoneo de su rapsoda.

Con orgullo petromacorisano su ciudad natal se luce en su gala algodonada mostrando el lauro de estos dos poetas maravillosos y también otros poeta magnifico como fue Federico Bermúdez Ortega y que fuera calificado por el laureado intelectual Joaquín Balaguer como «el único poeta dominicano que ha dado cabida en su poesía a los temas de carácter social, pero no para deducir de los cuadros patéticos que describe conclusiones tendenciosas, sino para exaltar a las clases sin fortuna, en versos de profunda resonancia humana”.

A los nombres encumbrados de Pedro Mir Valentín, Freddy Gaton Arce y Federico Bermúdez Ortega, tenemos necesariamente que sumarle con derecho, justicia y crece a Francisco Domínguez Charro, Francisco Javier Angulo Guridi, Gastón Fernando Deligne, Virgilio Díaz Ordóñez, Carmen Natalia Martínez, Freddy Prestol Castillo, Luis Arturo Bermúdez, Víctor Villegas, Antonio Frías Gálvez, René del Risco Bermúdez, Norberto James Rawlings, Federico Jóvines Bermúdez, América Bermúdez, Avelino Stanley, Ludín Lugo, Ana Teresa Martínez, Aurelia Castillo, Joel Rivera, Félix Ramírez Sepúlveda, Ramón Perdomo y Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo), entre otros, cuyo talento y obra obliga a incluirlo en la competencia nacional. En cada época primorosa de las letras y la cultura los bardos del terruño petromacorisano han sabido ocupar un espacio preponderante en el ejercicio y oficio de la cultura y la literatura. ¡Cuánta grandeza acumulada en tan poco kilómetros de espacio cuadrado?

“Idolatra, adorante. Todo cuanto sigilan
Dios y el hombre, el lugar y el tiempo,
Y elevarse y caer del sol.
Tú, tú amas, ruptura, Incógnita y anuncio y partida,
país poderoso mío.
Cuando la cresta de la ola vaciante abdica
En la revesa, y el río descubre su sal
Que es otro amor
Que es otra oblación
Que es otro decir
Que es otra gracia
Que es otro andar
Los umbrales fosforescentes invitan al atardecer
A otros espacios desconocidos, y en donde
No obstante, espero,
te espero siempre,
Yo estuve allí cuando la iglesia
Abatió su espíritu
para que el diablo refulgiera
Y bailará al son de los carillones,
Y no hubo huracán, ni tromba
Ni temblor de tierra memorable.
Y todo sigue igual,
Mismo que el malvado,
Mismo que la rectitud,
Mismo que la libertad,
Mismo que comer y vestir y sanar,
Porque todavía
Los vientres sombrosos son también los saciados,
Mientras los hambrientos tragan abanicos de polvo
Que llegan con el verano, en prueba de sacrificio
De los penantes que crecen en la bondad.
E idolarra, y adorando, qué apremia para que se sepa
De la vida y la muerte
sino el tiempo, el espacio.
Cierto que los huesos y los músculos,
Los pensamientos y pulsaciones nunca abominan
De su condición, armonía o tumulto cotidiano
O habla oracular.
Oh pérdida, todo lo que acontece
Es lujuria de tesoro efímero”

No hay artificios en la prosa de Freddy Gaton Arce. Todo sale a flote sin ánimo ni interés de estigmatizar. Son palabras ideas activando y apuntalando la cronología para anteponerla a lo sutil y difuso que la cotidianidad caótica impone. Demuestra la autenticidad real del autor emanada de la condición de que un escritor verdadero debe estar “comprometido con su tiempo y la literatura que produzca ha de ser comprometida por él”, así lo definió en 1948 Jean Paul Sartre en su famoso ensayo titulado ¿Qué es la literatura? Para el famoso filósofo francés escribir es una acción de desnudamiento. “No basta al escritor haber escrito ciertas cosas, es preciso haber elegido escribirlas de un determinado modo, exponiendo su mundo, con elementos estéticos”. “El hombre que escribe tiene la consciencia de revelar las cosas, los acontecimientos; de constituir el medio a través del cual los hechos se manifiestan y adquieren significado. Aun sabiendo que, como escritor, puede detectar la realidad, no puede producirla; sin su presencia, la realidad continuará existiendo. Al escribir, el escritor transfiere a la obra cierta realidad, volviéndose esencial a ella, que no existiría sin su acto creador”.

El escritor e intelectual mexicano Carlos Fuentes indicó que “escribir es un acto solitario y a veces aterrador, es como entrar en un túnel sin saber que habrás luz a la salida”. El también mexicano José Emilio Pacheco manifestó que la Literatura es la más solitaria y la más colectiva de las artes, agregando que ser un escritor es un tesoro por la abundancia de temas incitaciones y desafíos que ofrece. Maurice Blanchot con la calidad que le asiste señaló en El espacio literario, publicado en junio 2002, «La escritura, es una experiencia fugitiva, aunque inmediata. No es la fuerza de una prohibición; es mediante el juego y el sentido de las palabras, la afirmación insistente, ruda e incisiva de que eso que está allí –en la presencia global de un texto definitivo– se niega”. “De este modo, el escritor no escribe más que comunicando su soledad. Pero no se trata de escribir para no estar solos, se trata de escribir para invocar las potencias múltiples que nos exceden y de las que formamos parte.”. (Michel Foucault), citado por Anna María Iglesia Pagnotta. “El escritor escribe solo, sin más intimidad que sus palabras y aquello que leyó (que son siempre palabras) y aquello que escribirá (más palabras), y claro: aquello que lo obliga a pensar: el afuera. El afuera del pensamiento o el flujo de fuerzas que afectan una y otra vez al escritor, que se doblan, que lo doblan, haciendo del escritor y su escritura un lugar de experimentación, una región de intensidades”. (Julián Fava).

La estrechez y limitaciones del subdesarrollo intelectual y cultural de la época unido al ambiente de opresión tiránica del régimen trujillista contribuyó a opacar en parte la producción poética y literaria de Freddy Gatón Arce, para algunos constituía un peligro entablar vínculos personales o sociales con su persona, y menos reconocerles públicamente su connotación deslumbrante. El culto a lo de su estirpe se hacía con discreción y temor. Empero, su formación profesional, rectilínea conducta de bien, unido a su nutricia erudición y agudeza intelectual obligaba concitarle cierta distinción de todo hombre ilustre; la admiración y el respeto de los contertulios del ambiente de las letras en el proceso de intercambio y socialización de ideas públicas y culturales lo convertía en una figura de respeto. Su dominio gramatical e idiomático; su talento y capacidad lingüística expresada en la majeza de sus versos, le permitió imprimirle un formato impecable a su quehacer literario. Era un maestro de maestros en el sentido más elocuente del término.

La sistemática e implacable presión trujillista para que los hombres cultos se le adhirieran de manera sumisa, recurriendo en ocasiones a una actitud persecutoria agresiva y criminal, empujó a muchos de ellos a cobijarse mediante un comportamiento reservado, indiferente, alejado de los círculos opinantes. Contrario a ello los de tendencias irónicas, como Freddy Gaton Arce, asumieron el surrealismo y el positivismo; que a los ojos de la dictadura no constituían peligro alguno de desestabilización. Erróneamente eran visto como filósofos y soñadores inofensivos. El psicoanálisis de Sigmund Freud estaba en su apogeo y quienes simpatizaban por esta corriente no eran vilipendiados bajo sospecha política; y en cuanto al Positivismo de Auguste Comte, se le veía más como una corriente cultural, intelectual y ética aceptable. El culto a estas doctrinas atraía a la juventud inquieta y con espíritu rebelde. En el país prevalecía un atmosfera tensa de hostigamiento y acoso. La necesidad de sobrevivir por encima de la desgracia de la dictadura puso a muchos a producir una literatura circunspecta y favorable a los intereses del régimen que la utilizó con fines propagandístico, de manipulación al tiempo de imprimirles alguna sustancia ideológica a su dominio criminal. Ese tramo del siglo XX constituyó un dilema de definición riesgosa. La duda en sí mismo y en su oferta de pensamiento, quizás una herencia reproducida de aquellos de los «afrancesados y los «filorios, la rivalidad entre el pragmatismo oportunista y los ideológico, expresión que identificada por Pedro Henríquez Ureña como la ganancias y pérdidas dentro la crispación política que estremecía el país.

Hostos y su pensamiento contribuyó a enderezar equívocos de entrega y humillación. Constituyó un ingrediente educativo y cultural impactante. La tiranía tuvo el valor de respetar su presencia y desarrollo. Su corriente ética y moral vino a llenar el vacío ideológico diezmado por las apetencias personales del caudillismo en boga. El acercamiento del Positivismo con las ideas del pensamiento hostoniano fue descollante, produjo una unidad en el debate intelectual y una clarinada en el enfoque crítico hacia el autoritarismo dominante. Además, el insigne educador puertorriqueño era considerado una de las figuras más simbólicas de la intelectualidad americana del siglo XIX. Aunque hubo pocos planteamientos con cargas explosivas asomaron actitudes de cuestionamientos cimentados en preguntas asociadas al liberalismo que se sentía con fuerza en las naciones del continente hispano-americano. La legitimación del reinado trujillista de parte de conocidos intelectuales de la época no contagió a Freddy Gaton Arce. Con inteligencia, astucia y estrategia de vida, evadió cualquier compromiso de facto. Esta virtud lo engrandece. Fue un ciudadano valiente y coherente consigo mismo.

Su inclusión en el campo de las letras partió de su pasión por las mismas, las que cultivaba como lector asiduo, ciudadano amante del mundo cultural, periodista crítico y formador de opinión editorial de medios de prensa. Su talento siempre estuvo al servicio de la patria con denuedo y dedicación consagrada. En ese fluir de platonismo, temores, ilusiones, erotismo de juventud, anhelos escarchados, dicotomía del pensamiento, dudas y preguntas, peregrinajes y aventuras, rayos y truenos de lluvias, apareció su prosa mostrando realmente su persona. Diciendo con acento literario la existencia de un poeta. Porque, además. ¿”Quien puede, en fin, digo yo, ¿explicar por qué y predecir como comienza la obra artística que se llama poema?”

Escribir poesía constituye un acto de intimidad. Un contrato consigo mismo y con la sociedad. Es asumir una responsabilidad social sagrada. Importante por cuanto recoge, expresa, y comunica una interior manifestación artística, literaria y cultural mediante un lenguaje construido con ingredientes filosóficos, ético, estético, critico, prescriptivo y preceptivo que le confiere un valor social e histórico por encima de su autor. «La poesía no puede encontrarse sino en la obras de los poetas, y sólo cuando éstas se ajustan a ciertas normas imprevisibles y exclusivas de cada una de ellas: la poesía sólo existe en el poema hecho y es inseparable de él”. (Juan o Joan Ferraté.

La literatura en todas sus expresiones parte de fundamentos culturales amplios. Sabe recoger y expresar ese amasijo de costumbres producida por la humanidad en su trayecto histórico. Enseña sus formas, actitudes y pensamiento cultural a través de un contexto formal expuesto con elegancia verbal y escrita con limpieza pre-concebida. Desde su origen sumerio en tablillas de arcilla y estructurada de manera cuneiforme, así como el sistema jeroglíficos egipcios. Su curso se ha desarrollado, elevado y trascendido por canales cualitativos con características novedosas; una subjetividad variabilidad; entonaciones artísticas especiales, y un manejo profiláctico del idioma utilizado, acompaña su hechura cultural. Su ejecución transcurre en una singularidad sinérgica que potencia su creación en sus diferentes géneros, dotándola de un vocabulario retórico cuya profundidad estilística le asigna una categoría prosista y poética de sonoridad atractiva y una acentuada vitalidad noética. Desde su comienzo histórico se ha venido transmitiendo de manera oral y escrita trapazando etapas y períodos sobre un carril epistemológico heterogéneo.

De aquí la importancia de difundir la producción literaria. Mostrarla, Exhibirla y promoverla es un acto de responsabilidad pública situándola en un contexto transparente para el debate intelectual, cultural y social, confiriéndole un espacio jerárquico en la afectividad cultural. El producto realizado, creado, traspasa el ámbito del autor y se convierte en un bien público y social. En este sentido vale el esfuerzo de los escritores en dar a conocer su trabajo y dedicación personal, entendiendo que escribir y publicar implica un estar de auténtica libertad consigo mismo. Un éxtasis de emoción consumado. Manifiesta los alti-bajos del sentimiento desde una soledad colectiva distante donde el pensamiento se desliza con sutileza reflexiva, con entusiasmo preconcebido y desde un lenguaje auto construido y conferido de manera meticulosa y artística. Freddy Gastón Alce se sumó a los que cumplen con este cometido. Sin aspaviento ni vanidad presumida nuestro personaje exhibió la aromática sustancia de su retórica magnética partiendo del respeto a sí mismo; cultivando sus formas y detalles. Importantizando a sus lectores, y a través de ellos, le daba a conocer sus ideas hecha palabra, depurando el lenguaje, procurando jamás ofender, herir sentimientos ni reputaciones sociales. Su único interés era que el vuelo de su apotegma cumpliese una misión refrescante de sensibilidad humana, estimulo de vida; de encuentro con la cultura y el conocimiento. Se empeñaba porque sus palabras convertidas en versos poéticos, en opinión pública, en crónica y descripción periodista, tuviesen un rol de enseñanzas, exponiéndola desarropada de cualquier pedantería de clase ni soberbia de encumbrado. Encaminándola sobre líneas traslúcidas para que todo ojo humano la viera y la hiciera suya frente a las alternativas de las interrelaciones económicas, sociales, culturales, política que se dan en el intrincado desarrollo dialectico propio de toda sociedad.

La poesía de Freddy Gatón Arce se inició dentro del género literario del surrealismo pasando más adelante al modernismo. En su recorrido poético encontramos la presencia de estos dos elementos.

Vlia, escrito en 1944 cuando apenas tenía 23 años, y que se tiene como su producción más conocida, es enteramente surrealista. Al ir acumulando mayor conocimiento libresco y cultura vivencial su continuidad productiva adquirió ribetes cromóforos en consonancia con el desarrollo de su madures biológica y cultural. Su confrontación con la realidad social y política lo llevó a identificarse claramente con la problemática social acercando su poesía con los postulados de libertad, justicia, democracia social, y autodeterminación de los pueblos. Esta visión lo involucró con el modernismo, corriente literaria que se inició en los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, abarcando el periodo de 1888 al 1920, manifestada como cuestionamiento a la defección moral y artística de la época, cuyos protagonistas buscan la belleza a través de la palabra al unísono de evocar lo clásicos y lo mitológicos desde una perspectiva poética y social sin precedentes. Veían el mundo de manera más directa, su ser social determinaba su conciencia social.

Los más conocidos exponentes de esta tendencia han sido el nicaragüense Rubén Darío, autor de “Prosas profanas” o “Cantos de vida y esperanza”, el mexicano Amado Nervo, con “Perlas negras”, “Místicas” y “La amada inmóvil», el argentino Leopoldo Lugones, con “Las montañas del oro”, el estadounidense Walt Whitman con “Me celebro y me canto a mí mismo”, “¡Oh yo, vida!”, Hojas de hierba, “¡Oh yo, vida!”, “Cosmos”, “Una araña paciente y silenciosa”, “Mira el mar infinito”, “Con estrépitos de músicas vengo”, “No te detengas”, el cubano José Martí: “Cultivo una Rosa Blanca”, “Versos Libres”, “Versos Sencillos”, “Homomagno”, “Canto de Otoño”, “Penachos Vívidos”, “Yugo y Estrella”, “Musa Traviesa”, “Príncipe Enano”, “Amor de Ciudad Grande”, el mexicano Manuel Gutiérrez Nájera: “La duquesa Job”, “Hamlet a Ofelia”, “Non omnis moriar” , la uruguaya Delmira Agustini: “El libro blanco”, “Cantos de la mañana”, “Los cálices vacíos”, el colombiano José Asunción Silva: “El libro fiel”, “Las horas doradas”, “Odas seculares”, “Las montañas de oro”, el también cubano Julián del Casal: “Nieve”, el peruano Manuel González Prada, con “Minúsculas” “Exóticas”, “El verso polirritmo”, y el dominicano Fabio Fiallo: “El silencio de unos ojos”, “Gólgota rosa”, “En tierra de Quisqueya”, “Astro muerto”, “Plenilunio”, “Era una tarde”. Si bien al chileno Pablo Neruda no aparece incluido oficialmente como parte de este grupo vale significar que, “Veinte poemas de amor y una canción desesperada”, “Tentativa del hombre infinito”, y «Crepusculario”, evidencian de manera notoria una influencia del Modernismo.
Aunque se dice que el modernismo llegó a República Dominicana un tanto tarde hay que destacar que los poetas dominicano más preclaros fueron atraídos por esta manifestación artística, cultural y literaria. Hay quienes sostienen que Pedro Henríquez Ureña produjo y difundió el primer poema auténticamente modernista en 1910, sin embargo, anteriormente, Gastón Fernando Deligne con Ave única (1898), José Joaquín Pérez y Tulio Manuel Cestero, escribían montado en este estilo. La crítica analítica señala que, “las tres voces más representativas del modernismo dominicano son Valentín Giró, Osvaldo Bazil y Ricardo Pérez Alfonseca”; a lo que habría que agregar a Osvaldo Bazil Leyba (1884–1946), con el poemario Rosales en flor (1906), “, y Arcos votivos (1907)”, producciones que lo proyectaron como modernista, incluso su soneto “Virginia” fue premiado por la Sociedad Casino de la Juventud en los Juegos flores celebrados en San Pedro de Macorís, del 1907.

Aunque el modernismo ocupó el espacio del romanticismo con fuerza desplazante no se puede negar que nadie en su juventud con inclinación cultural asidua que haya leído y lea a William Shakespeare, Víctor Hugo, León Tolstoi, Gustave Flaubert, Fiódor Dostoyevski, Honoré de Balzac, Iván Turguénev, Gustavo Adolfo Bécquer, Johann Wolfgang von Goethe, Oscar Wild, Edgar Allan Poe, José de Espronceda, Lord Bryron, entre otros reconocidos autores de esa expresión, posiblemente les daría dificultad actualizarse.

(Foto del laureado poeta  nicaragüense Rubén Darío).

La profundidad de sus obras posee un magnetismo atrayente por lo que su influencia tiende a sentirse en algún momento inesperado, tal fue la grandeza de la impronta literaria de estos genios. Siempre habrá alguna apropiación de sus obras ya que su creatividad fue desmesurada. Pero la vida trascurre en un ciclo dialectico indetenible y lo nuevo siempre se impone a lo viejo.

En sentido general, la valoración crítica de la retórica poética no está signada por el género que se adopte sino por el despliegue de las imágenes utilizadas sin importar si su tinte simboliza el romanticismo, surrealismo, lo dramático, épico, lirico, epístola, o novela, más que los detalles importa el contenido, su trascendencia y alcance histórico.

El auge y debate alrededor del Modernismo como corriente literaria influyó en la realización poética de Freddy Gaton Arce, quien vivía en carne propia la falta de libertad expresiva del régimen de terror y sangre de la dictadura trujillista. Desde el instinto rebelde característico en toda juventud pensante concibió su exterior composición lírica.

Vlía, el inicio deslumbrante de Freddy Gatón Arce.

Freddy Gatón Arce inició sus pasos dentro del surrealismo cuya característica encuadraba en su juvenil imaginación, llena de desafíos competitivos. Lo hizo con Vlia una obra lanzada a las interpretaciones, conjeturas y debates y sacudidos por interrogantes, con característica de un neologismo. La misma lo proyectó, y más que eso, llamó poderosamente la atención de los dotados culturales quienes la recibieron con esmerado asombro.

“Nosotros. Ya no sucede nada. La mar no tiene remordimientos y la brisa no la despeina. Un saludo queda suspenso en las miradas, en las búsquedas íntimas, y no hay más que nosotros. Nosotros: Vlia, tú y yo, que nada sabemos, ni siquiera sonreímos de una vida a otra, y pensamos como si fuéramos uno, uno solo que se desvive en el cielo, de todos los días nublados por azules. Nosotros ya no queremos ni siquiera mirarnos a través de las pupilas azules. Estamos como si fuéramos dos ojos, cuatro y cien corazones desplegados. Ya no podemos más, y Vlía y tú lo comprenden perfectamente. No nos encontramos ni en el cáliz de la redoma de la bruja cargada de lavandas. Creo que nuestros ojos están fatigados de las distancias recorridas, y que no podemos vindicamos en los sueños cargados de rocío febril. Iremos navegando en el mar de todos los sinsabores cuajados de dulzuras y de todas las sagradas mentiras. La vela que asoma a lo lejos Vlía y tú y yo, gaviota de horizonte se ha engrandecido de vientos para adentrarse en la ría de canalados sentires. Nosotros, ¿qué esperamos de nosotros? ¿Y de ti? ¿Y debía? Estamos situados en la infinita distancia de la cercanía y ni siquiera sollozas. Las lágrimas se hicieron para la fuerza. Tendremos que inventar una nueva telepatía de las almas para encontrarnos extraterrenos, o subrosa como quieran los hados de todos nuestros deseos, de los deseos tuyos, de los deseos de Vlía. Ya no podemos cargarnos más de mentiras inclinadas de ojos y dedos de frentes cuidados de cabelleras invisibles. Debemos irnos viendo en ese mapa que carece de posición fisiológica: corazón. Quiero queremos tú y yo y Vlía lo sabemos bien: siempre lo hemos querido en todos los anhelos borrados de sueños que nos vayamos adonde tengamos lo que nadie sabe, lo que todos hemos sabido desde antes de conocernos. Porque ni tus ojos, ni los ojos de Vlía, ni los míos, están espejando nada, ni siquiera a nosotros, Vila. Yo quiero que lo sepas que lo sepamos ya nada acelera mi corazón”.

Vlía es un texto alegórico de acentuada marca surrealista que lo situaría dentro de un reducido círculo de autores circunspectos. Quizás su timidez conocida lo llevó a expresarse con acento interpretativo. No obstante, cabe apuntar, que para esa época llegaron al país cientos de refugiados políticos españoles entre los cuales hubo hombres vinculados a las letras, intelectuales, profesores universitarios, y reconocidos militantes culturales. Fueron los años de la guerra civil en España (1936-1939) que culminó con el triunfo del franquismo fascista. (Francisco Franco Bahamonde, (4 de diciembre de 1892, 20 de noviembre de 1975).

También llegaron de otras nacionalidades como el conocido periodista, poeta y escritor chileno Alberto Baeza Flores, (1914-1998). La presencia magnética de éste fue trascendente bajo su liderazgo se conformó el grupo de pensante literario conocido como la Generación del 48 de la que Freddy Gastón Arce fue una de sus principales figuras de vanguardia. Este grupo liderado por el poeta Lupo Hernández Rueda, surgió con la idea de renovar la creación artística literaria partiendo de una base estética. Esta nueva corriente del pensamiento poético dominicano surgió con la idea de renovar la creación artística literaria partiendo de una base estética. «El primero en publicar fue Máximo Avilés Blonda; luego, Rafael Lara Cintrón, Alberto Peña Lebrón, Abel Fernández Mejía, Abelardo Vicioso y Lupo Hernández Rueda. El nombre de Generación del 48 dado a estos poetas surgió cuando el escritor español Leopoldo Panero, interesado por lo que él bautizó como «uno de los brotes poéticos más prometedores con que cuenta hoy la poesía general de habla española”, cuestionó a Máximo Avilés Blonda acerca del nombre del grupo y de la producción de éste. Generación del 48 fue la respuesta de Avilés Blonda, quien al no encontrar una salida apropiada a la inesperada pregunta de Panero, rememoró la fecha de la primera publicación de la Sección Escolar del periódico El Caribe, dirigida por María Ugarte». Sobre el tema el conocido crítico literario Odalís Pérez apunta, «para la generación del 48 la poesía es ser, lenguaje, mundo, libertad y arrojo» Añadiendo, «para la Generación del 48, el poema traslimita su metaforización, logo, ruptura, misturas, confluencias. Es transgresión de la lengua, eufonía y compromiso, desde el discurso poético del sujeto creador. Freddy Gastón Arce se unió al grupo y sobresalió como una de sus principales figuras de vanguardia. Este conglomerado poético constituyó un prisma revolucionario trascendente al dedicarse a mezclar la tradición clásica referente en sus composiciones poéticas, así como un arte que fuera solidario y se identificara con el dolor humano, con el amor, la naturaleza, y la preocupación religiosa. Esto lo llevó a involucrarse en los problemas sociales y políticos que les rodeaban. Apoyaban su trabajo en la libertad métrica sin abandonar lo clásico creando el verso libre, no sujeto a medida ni rima, el verso blanco sujeto a medida, pero no a rima y el versículo, sin número fijo de rima o de sílabas.

«Los espacios aquietados, azules de enclavados astros, dan su violeta a la torre invertida del cielo. La torre, extática, muda, salta nerviosa en sus risas y gemidos, como mama tallada de virginidad. Cantar de los gallos espada la vigilia y el mundo noche de todos los donceles», nos dice Freddy Gaton Arce en uno de los pasajes de Vlia.

«La vida ha perdido un inconsciente de por qué la vida. El traje color rubor de timidez quedó destrozado en el valladar de los ojos. Clavada torre en el mar de los sueños remolino de sangre de la sensitiva, blancor de olas altas llagadas como la incertidumbre, o dos pavores y cinco pétalos caídos traéis a Vlía».

“Vlía anda como el viento ¡es el viento! que sopla hacia el mar. Vlía: mar de angustia. Se azulan sus pasos. Anochecen sus cabellos de tanto ser la noche. ¡Y el gato negro acecha! (Vlía, todo un gato de Noche)”.

Vlía es su conjunto de estrofas versificadas más conocida y comentada por la crítica literaria alrededor de la integridad de la obra de Freddy Gatón Arce. La particularidad metafórica y subjetiva de los párrafos textos nos obliga subrayar que un parto único en la literatura dominicana. Su análisis y estudio trasciende espacio histórico en razón de que, “es la criatura verbal que navega entre dos aguas como en un infierno inevitable de indecisiones y de búsquedas, debiendo considerársela, por ello, la primera gran obra de vanguardia escrita en el país”. Rebasa la conformación de un mero cuerpo ficticio para convertirse en una mezcla alegórica de encabalgada amplitud silabica y cuya exégesis literaria sobrepasa su tiempo de construcción.

Si nos apoyamos en la crítica literaria que sostiene que en la novelística dominicana se tiene al hombre como un sujeto protagónico que simboliza al pueblo, a los de abajo y la mujer representando la patria, y en vista de que Vlia es un término femenino, podríamos colegir que esta figura literaria en la voz y la palabra de Freddy Gaton Arce, representa a la patria dominicana, entonces sometida a una despiadada dictadura unipersonal y familiar encarnada por el oprobioso régimen de Trujillo.
Vlia puede suponer una poesía de protesta y denuncia en un escenario donde existía una vigilancia casi absoluta sobre todos los ciudadanos y donde todo vestigio de inquietud social o política era cruelmente castigado.

Ante la imposibilidad de asumir una postura directa contra el régimen algunos intelectuales y profesionales contestatarios se vieron forzados a recurrir a figuras simbólicas frente al cuadro de escarnio y sangre que le rodeaba.

El ejemplo más sobresaliente de lo ante señalado lo tenemos en la narrativa dominicana cuando en los años de 1936, 39 y 40 el tema de la explotación inhumana en la industria azucarera fue tomado como argumento en la novelística del médico capitaleño Francisco Moscoso Puello, con Cañas y bueyes (1936), del novelista, periodista e historiador, nacido en San Rafael del Yuma, provincia La Altagracia, Ramón Marrero Aristy, con Over (1939) y la del petromacorisano Pedro Andrés Pérez Cabral (Corpito) con Jengibre (1940), conocido narrador, abogado, político, periodista, educador. Son novelas con un trasfondo político implícito y con argumentos humanos valederos donde se denuncia la arbitrariedad, abusos e injusticia que padecían los trabajadores en los ingenios azucareros.

Esa producción se contrapuso a las novelas de alabanza y loa al dictador como fueron las obras de Enrique Aguiar, Rafael Damirón, Miguel Ángel Monclús, entre otros.

El reconocido periodista, crítico literario, ensayista y poeta hatomayorense Diógenes Céspedes Mercedes señala que Vlia trabaja una teoría de la poesía simbólicamente.

Y así es. ¿Acaso podríamos ignorar la influencia en el sentimiento patriótico, político y nacional de los acontecimientos que se sucedían en la arena internacional de 1944 cuando Vlia fue concebido y presentado al público lector?

Lo simbólico, la verdad expresada de forma figurada, abstracta, subjetiva, era una forma discreta, apropiada posible para poder manifestar por esa vía, una especie de metamensaje, cualquier opinión disidente contra el tirano y su familia.

Según la ponderación del crítico literario y escritor dominicano Franklin Gutiérrez, en su estudio Escritores Dominicanos, el poema Vlía sitúa a Freddy Gatón Arce entre los mejores cultivadores de la prosa poética dominicana, indicando con autoridad “que el resto de su poesía, profundamente filosófica y religiosa, trasciende la materialidad del ser humano para desvelar sus zonas existenciales más profundas”.

Vlía es parte sustancial de su agrupación poética, se eleva en la apreciación crítica de su producción literaria y en la valorización de su personalidad intelectual.

En la misma encontramos metáforas alusivas a aquel desarrollo de progreso impactante que se detuvo y que produjo una inercia traumática que descontinuó el tórrido progreso material de su ciudad amada.

Sin tener el revivir fénix de aquellos súper escritores cuya autoría desmesurada pone a vibrar sus páginas en las manos de sus lectores Vlía contiene llamaradas poéticas sugerentes difíciles de evadir.

La fuente vibrante del contenido de su onda prosa, base de su apropiación creativa, alas mágicas que lo elevó muy por encima del círculo de hombres y mujeres leídos y productivos del quehacer cultural, literario e intelectual que le acompañaba en su regular excursión hacia el conocimiento libresco provino inicialmente del francés Andrés Gide, (1869,1951, Premio Nobel de Literatura en 1947, constituyó su modelo de referencia y herramienta vinculante en el impulso de su creatividad personalizada.
La primera escaramuza de todo joven despierto es identificarse, simpatizar, acercarse a lo prohibido. Es el inicio de su madurez en acenso, el ahondamiento de sus pasos por líneas colmadas de desafíos. Y Freddy Gaton Arce se sumó con entusiasmo por esa ruta de imprevisto temerario.

Recordemos que Vlia fue su parto principal de juventud, y quien tuviese en el citado y laureado escritor un referente de inspiración necesariamente se ve compelido a hacerse preguntas en torno a los cánones establecido por la vida en sociedad, y cavilar de manera crítica sobre cualquier constreñimiento de libertad individual o social, procediendo a desahogar fantasías retenidas.

La figura literaria de Vlia cuya originalidad es irrepetible, presume una elaboración artística singular y una capacidad de exornación del autor que en su momento y más allá, trastocó la rutina en que se desenvolvía el ejercicio literario en República Dominicana. La receptividad de la crítica confirma lo dicho, y por ello nos atreveríamos a sumarla en la categoría de obras magnificas y deslumbrante como la de Don Quijote de la Mancha, del español Miguel de Cervantes Saavedra, Hamlet, del dramaturgo inglés William Shakespeare, Ulises, del escritor irlandés James Joyce, Fausto, del poeta, novelista, dramaturgo alemán, Johann Wolfgang von Goethe, Oliver, de Charles Dickens; o, el libro negro, del italiano Geovanny Patini. Y no exageramos. Su lectura nos atrapa y seduce como las obras de los autores arriba indicados. La aparición de Vlia marcó espacio de atrevimiento, de desafío, en un ambiente cultural y literario conservador, frío, temeroso y vacilante en romper el cerco de lo tradicional. De esa literatura de manual impuesta por normativas convencionales. El autor nos dio en esta obra una alta capacidad de innovación y creatividad sorprendente.

Vlia, al igual que los partos literarios de los grandes y magníficos autores mencionados, es un alumbramiento poético novedoso cuyo contenido transfigurara el lenguaje sumiso de los cansados, dándonos un nombre para que se pregunte por él incansablemente. Es una revelación surrealista estremecedora. Una pieza artística llena de osadía e interrogantes continúo. Una especie de crisálida que sirvió de base para el desarrollo integral del poeta, el escritor y el intelectual que desde esa publicación airosa se sembró con profundidad extrema en la conciencia literaria y poética de Republica Dominicana.

Manuel Mora Serrano explica que Vlía es un enredo surrealista, “las letras mismas que forman el título de este extraño poema: V L Í A, notamos la ausencia de significado de algo existente, aunque se trata de un sustantivo, que por definición es sustancia: ser. Es “algo”. De golpe y porrazo con el solo enunciado de cuatro dígitos estamos en medio de un enredo surrealista”.

( Foto del poeta  y escritor Manuel Mora Serrano). 

Su condición de abogado, una profesión liberal, y el ejercicio del periodismo como vocación orientadora y de conciencia pública en cuyo quehacer se destacó con signo reverente contribuyó a moldear su carácter intelectual y con ello su producción relativa. Más su abstracción retrospectiva lo reencontraba con episodios fantasiosos que significaron ilusiones pretéritas común en toda mocedad repitiendo añoros ansiados en la pausa meditación del frescor de la vida.

El surrealismo automatiza ese espejismo cual relampagueo introspectivo dado en el esfuerzo por entender el mundo desde codificaciones emocionales, significándolo desde instancias poéticas. La soledad de la producción literaria posibilita espontaneo estadio intimista sobre cualquier construcción pensada y labrada. El escritor, el poeta, camina sobre espacio abierto, ilimitado, en la motivación e inspiración de los sentidos refulgentes.

La ingravidez de las pasiones tornase multicolor en las interrogantes atormentadas de lo desconocido. La percepción infecunda de la profanidad incuba la burla y la insensatez ruidosa despreciando el valor de la palabra como arte, esa que expresa amor, belleza, encanto, dulzura, solidaridad, sueños, ideales, y entrega a causas nobles; que se colorea y agiganta cuando se expresa en versos para transformarse en Poesía de zaetas maravillosos.

El fundamento de la cosecha cultural de Freddy Gastón Alce está en la cerciorada certificación de la conciencia, fundamento de su inspiración cristalina, con un estilo depurado y estilístico propio de un maestro en la materia. En su poesía no hay estremecimiento de resentido ni desahogos estentóreos de frustrado, ni resaca social. Todo lo contrario, hay amor por la patria y fe en los hombres. Está sustentada en la ética y la honestidad; exhibe sin dobleces ni poses de conveniencia su reciedumbre majestuosa. Lleva la musicalidad de la llovizna. Es suma de virtudes excelsas y copiosidad de decencia conferida por su prosapia y sublime donaire. Su naturaleza personal contribuyó a crear en su entorno un aura de respeto y credibilidad alrededor de sus opiniones públicas enarbolada como bandera de gratitud emocional para memorizar la grandeza humana.

La potencialidad biográfica de Freddy Gastón Arce

Freddy Gastón Arce desarrolló su potencialidad prolifera desde su experiencia peculiar y una filosofía personal que valoraba los valores de credibilidad, honestidad, responsabilidad y sinceridad. Era un profesional virtuoso y de alta conciencia pública. Esta condición la puso a prueba a lo largo de su vida.

De acuerdo con los datos biográficos publicados, “nació el 27 de marzo de 1920, en San Pedro de Macorís. Hijo de Manuel Ascensión Gatón Richiez y de la puertorriqueña María Teresa Arce Arenas. Entre 1944 y 1947 dirigió la revista La Poesía Sorprendida auspiciada por el grupo del mismo nombre, (surgido entre 1943 y 1944, un grupo de poetas integrados por Franklin Mieses Burgos, Aída Cartagena Porta latín y Antonio Fernández) -paréntesis nuestro-. En 1946 se doctoró en Derecho en la Universidad de Santo Domingo donde luego fue profesor. En 1962 fue director de la Escuela de Ciencias de la Información Pública y en 1966 Vicedecano de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. De 1966 a 1974 dirigió el periódico El Nacional de Ahora. Su poema “Vlía” lo sitúa entre los introductores de las técnicas de la escritura automática en República Dominicana”.

“En 1966 fundó el periódico El Nacional de Ahora, el cual dirigió hasta 1974, siendo el único diario vespertino que ha perdurado en el país. Esto nos acercó más, porque fui uno de sus colaboradores más asiduos. Durante su gestión escribió los editoriales y mantuvo un suplemento literario semanal. Sus editoriales constituyeron una escuela para las generaciones posteriores, a veces mezclando expresiones poéticas y tropos literarios para atacar las atrocidades que se cometieron durante los doce años de Joaquín Balaguer. Hoy se consideran clásicos. Por ellos fue perseguido y encarcelado”.

“Fue un estudiante como el promedio de sus compañeros. Amo el estudio con intensidad, cultivo la lectura mientras sus amiguitos en San Pedro estaban en las fiestecitas de 15 años. Cursó su educación primaria y secundaria en su pueblo natal y se doctoró en Derecho en la Universidad de Santo Domingo (1946), institución donde luego fue profesor de leyes, director de la Escuela de Ciencias de la Información Pública (1962) y vicedecano de la Facultad de Humanidades (1966)”.

“En 1974 y 1988 dirigió a iniciativa suya las reediciones de la colección La Poesía Sorprendida. Fue colaborador en el suplemento sabatino A suerte y verdad de El Caribe. Formó parte de la Comisión Editorial de la Universidad Central del Este, que le otorgó en 1984 el título de Catedrático Honorario de la Facultad de Ciencias Jurídicas. En 1980 obtuvo el Premio Nacional de Poesía con Son guerras y amores. Fue miembro permanente de los Premios Siboney de Literatura para el género de poesía”.

“Desde el periódico El Nacional, fue un editorialista que combatió la violación de los derechos humanos. Dio cabida a los jóvenes escritores en el suplemento cultural de este diario, donde permitió espacios de orden grupal a los nacientes movimientos intelectuales encabezados por los grupos El Puño, La Antorcha y La Máscara”.

“En 1991 la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña le otorgó el título de Profesor Honorífico de la Facultad de Humanidades y Educación. En este mismo año, recibió una placa de reconocimiento de la Asociación de Periodistas Profesionales, y en 1992 le otorgaron el Premio Caonabo de Oro de la Asociación Dominicana de Periodistas y Escritores.

Participó en reuniones culturales y periodísticas celebradas en Colombia, Costa Rica, Ecuador, México y Venezuela”.
“En 1980 obtuvo el Premio Nacional de Poesía con Son guerras y amores. En 1994 fue admitido como miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, pero falleció antes de pronunciar el discurso de ingreso a la misma”.

“En 1991 recibió una placa de reconocimiento de la Asociación de Periodistas Profesionales, y en 1992 le otorgaron el “Premio Caonabo de Oro” de la Asociación Dominicana de Periodistas y Escritores”.

“En 1990, con motivo de cumplir 70 años, varias instituciones le hicieron reconocimientos, entre ellas las Universidad Autónoma de Santo Domingo, Universidad Iberoamericana y Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña; ésta última también le otorgó, en 1991, ¿el título de? ¿Profesor Honorífico? de la Facultad de Humanidades y Educación”.

«Entre los múltiples reconocimientos que recibió en vida podemos señalar que la Universidad Central del Este le otorgó el título de Catedrático Honorario de la Facultad de Ciencias Jurídicas. Al igual que la Universidad Nacional Pedro Henríquez Ureña le confirió el título de Profesor Honorífico de la Facultad de Humanidades y Educación. Participó en reuniones culturales y periodísticas celebradas en Colombia, Costa Rica, Ecuador, México y Venezuela, además de haber sido miembro fundador de la Comunidad Latinoamericana de Escritores, con sede en México. Fue admitido como miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, pero lamentablemente murió antes de pronunciar el discurso de ingreso a la misma. Tanto la crítica argentina María del Carmen Prosdocimi de Rivera como la cubana Mercedes de Moray publicaron extensos estudios sobre su poesía. Ha sido miembro de los jurados de los principales concursos literarios y periodísticos del país. Recibió una placa de reconocimiento de la Asociación de Periodistas Profesionales. En 1980 obtuvo el Premio Nacional de Poesía con Son Guerras y Amores, siendo la única vez que compitió en un concurso de esta naturaleza y en el 1992 obtuvo el Premio Caonabo de Oro de la Asociación Dominicana de Periodistas y Escritores».

“Fue miembro fundador de la Comunidad Latinoamericana de Escritores, con sede en Ciudad de México. Su obra, que abrió el camino hacia el surrealismo, pasó a una visión social con su poema Además son, en el cual desarrolló la temática iniciada muchos años antes por el poeta Federico Bermúdez. También escribió relatos en la línea de temática social. En 1994 fue admitido como miembro de la Academia Dominicana de la Lengua, pero murió antes de pronunciar su discurso de ingreso a la misma. La Feria Internacional del libro de 2010 fue dedicada a su figura”.

Su biografía indica su respetabilidad pública. Un hombre de letras, un intelectual de luces propia. Sus dotes personales sobresalen como elementos éticos ejemplar.

El compendio de su biografía habla por sí solo de su señera personalidad, sin embargo, su condición de poeta y de intelectual ducho no ha sido valorada en su dimensión exacta por lo que consideramos atinente que la misma sea tomada en cuanta de manera más amplia y profunda como figura de las letras dominicana. Y muy en particular en su lar San Pedro de Macorís orgullo de su conciencia vivencial. Tierra que también sirvió de alojamiento, hogar y cuna de las más prestigiosas y resonadas plumas poética de República Dominicana, y en cuya cobija tuvieron sus inspiraciones desbordadas hombres y mujeres de trascendencia nacional. La poética, intelectual y vida periodista de Freddy Gastón Arce son dignos de un tratamiento muy particular. Hay que situarla en un lugar de mayor concernencia. Reiteramos, de manera especial en nuestro terruño, tenido por la crítica pública como lugar de asiento de grandes figuras del ámbito intelectual y cultural, y hasta de destacados deportistas. Freddy Gastón Alce trilló su propio camino hacia las letras y el conocimiento.

Su brega de poeta no fue circunstancial fue el resultado de su choque con la realidad en que se desarrolló y desenvolvió, de sus meditaciones de juventud, de la vivencia acumulada en el proceso de crecimiento de su conocimiento y del mundo; de sus inquietudes personales, de su vocación por la cultura y de su amor por la humanidad. Estas fueron las fuentes primorosas de su incursión del protagonismo de sus sentimientos, fraguándolo con persistencia artística para que brotaran como idea de liberación espiritual, como halito de vida; para que los hombres lo abrazaran con respeto, para que nuevos colores de cultura fuesen enarbolados, para que memorias convertidas en cenizas renacieran en la conciencia de los justos, para que se viera la posibilidad de un mundo nuevo distanciado del escarnio, los abusos y atropellos de grupos opulentes.

Su accionar constituyó un resplandor acreciente cuyo avance luminoso sirvió de estímulo en la disposición de elevar la calidad y el contenido humano de la poesía en todas sus manifestaciones genérica.

No olvidemos que Vlia fue un lucero sorprendente, una instantánea subyacente, que sorprendió y asombró, que dejó el ambiente anonadado levitando con majestad y belleza de arcoíris.

¿Qué quiso decir?
¿Habla como de que perdió algo?
¿Dice que es feliz como una flor?
¡¡Yo no entiendo la poesía!!
¡¡A los hombres no, nos gusta la poesía!!
Que significa” naufrago en el mar de mi pensar”
El humano es animal curioso por naturaleza,
por eso hay poetas.
Las palabras son de aire que se escapa en pensamiento
por debajo de puertas y ventanas,
por eso el poeta, sus ideas en el aire la compone.
La palabra hablada encuentra replica a la vuelta de la esquina,
por eso el poeta las escribe.
Los senderos del alma son escapados para un mundo ciego,
por eso cuando el poeta habla de ellos,
matiza las palabras.
La tristeza aleja el hambre y hace dormir al deprimido,
El poeta vive en desvelo, Y así escribiría su sentir
“me siento como un animal herido, acorralado, que no que no sé qué será de mi”
hace alusiones, comparaciones, plasmar una postura clara,
acercando mi pensar, al tuyo,
tu maldad, a la mía,
tu cinismo, al mío,
tu punto muerto, al mío,
tu mitad combativa, a la mía
Porque quizás al estar tan cerca,
pudiéramos ver tu belleza y la mía
tus virtudes y quizás las mías,
y oír fundida tu carcajada con la mía
provocadas por la misma ironía o pesar.
Un poema es confesión, mentira,
arrepentimiento, petición, reproche,
suplica, narcisismo, nihilismo,
delirio, confusión, o simpleza
el poeta no codifica ideas,
descifra ideologías, no se
envuelve, se desenrolla.
un poema siempre dice lo,
crees que dice, eso hace el
poeta; ahora tu dime
¿Qué es lo que no entiendes?

Era profiláctico en su construcción poética, se dedicaba a ello con devoción, dedicación y ahínco enfebrecido, entendía que lo que daría a la luz pública merecía un trato especial debido a que los lectores merecían consideración; asumía esta labor con criterio autocritico y pedagógico. En un artículo periodístico publicado en el medio digital Acento.Com de fecha 13 de junio de 2016, con el título La geografía poética de Freddy Gatón Arce, José Enrique García, dijo al respecto: “Esa conciencia del hecho poético hace que el crítico que lleva consigo se acreciente de tal manera que se convierte en obsesión extrema. En este sentido, me detengo en estos rasgos biográficos. Su método de trabajo, en forma sumaria es este: colocaba un rollo de papel periódico en el rollo de la maquina e iba sacando versiones y versiones de cada poema, y como tirillas las iba colocando una a lado de la otra. Leía y leía, tachaba, subraya, añadía, un ritual, con el diccionario bien cerca. Este procedimiento de autocorrección que marcó su práctica, excepto en Vlía, poema escrito de un tirón de inconsciencia consiente, que conducía a la serenidad expresiva deseada: el poema”. (José Enrique García).

Así era de autoexigente este literato inconmensurable y extraordinario que incursionó en los géneros del ensayo y la poesía con elegancia esmerada divulgando ideas con una limpia redacción didáctica comunicativa de definida profesionalidad libre de contaminación ideológica. Sus versos poéticos lo armonizaban con sentidas prosas estructuradas con sapiencia y seriedad.

La novelística de Freddy Gaton Arce: La guerrillera Sila Cuásar y La Canción de la Hetera

Pero así como Vlía lo identificó y proyectó poéticamente la guerrillera Sila Cuásar y La Canción de la Hetera se convirtieron en dos instrumentos de letras y párrafos que en caminos distantes y cercanos dieron a conocer a un Freddy Gaton Arce empinado sobre imágenes como novelista. Una muestra de su capacidad para incursionar en diferentes géneros de la literatura. La primera novela fue publicada en 1991, narra la peripecia de una mujer que desde su infancia enseñó cuál sería su camino, la de andar con rapidez oliendo pólvora y sudando trajines de sangre.

La guerrillera Sila Cuásar es una novela corta y con escenas bien conformadas y cuyas caminatas podría convertirla en un corto cinematográfico. La Canción de la Hetera, publicada en 1992, robustece esa iniciación en el campo novelesco. Sigue el mismo lineamento epífano de la primera: concisión. No hay desperdicio de espacio, todo está estructurado dentro de un esquema escueto.
La guerrillera Sila Cuásar amplía su hilera productiva. Su contentivo resalta la errabunda de una sicalíptica mujer de rustico modales que por deseo de venganza se convierte en parte de la historia al enrolarse con los coludos de Horacio Vásquez. Porque el día que asesinaron a su padre “fue tiempo de juicio en casa y en su ingenio. Y cuando era una jovencita y mi marido estaba fuera, una primanoche, un hombre me arrinconó preguntándome mi nombre y me tumbó de una galleta. Yo juré vengarme, volverme macho, revolucionar, lo que fuera, con tal de vengar la ofensa, y la vengué. Pero luego, rezando en su tumba lo perdoné, aunque ya le había cogido el gusto a los tiros y a la política”.

Así se hizo guerrillera Sila Cuásar. Así se hizo famosa y celebre hasta la obscuración de sus años llevados de fatiga en fatiga, de emociones en emociones, hasta el languidecer de su sentir de dos sexos. “Y que fue varias veces mujeres y varias veces hombres, según pasión, crianza y coyuntura. Y dicen que fue leída como su abuelo y guapa como su padre, pero que como que reencarna y juzga cómo marcha lo que hizo y cómo hablan lo que dijo y lo que en tinta y papel. De estos misterios no sobra ni falta para su figura embrumada y rica en aconteceres…”.

“Sila regresa cada vez distinto personaje, diferente aura. Nadie sabe de cual allá, en cual acá, en todas partes y en ninguna. Quizás Bernabé, intrigante y labioso, lo supo uno que otro día, pero esto no se puede asegurar ni en altar de brujo”. “Así que esta Sila que ustedes ven nació en el 74 del siglo pasado, en Azua”.

“Cuando ella se oye decir sin abrir los labios: Soy de los Cuásar de Venezuela, de Azua, de no se sabe dónde. Hembra de llano y de subida. Me crié en Guayaban, el abuelo revolucionando, escribiendo, y papá, matado tan joven, el general Gavino. Ese muerto es de Benito Mención. Esas son las cosas que hacen que uno apueste a la vida y se juegue con la muerte comoquiera”.

Sila como guerrillera, como combatiente; la que creció en Guayabín, la que dejó su tiempo en los espejos, la que nunca olvidó sus razones para el combate y el desafío; abrazada a su tozudez, agradecida de su procedencia biológica, caminó sobre lodo de sangre, entre aullidos de dolor y rabia y juramentos de venganza. Enseñando odio y amor, desprecio y gratitud. La que clavó sus uñas en la carne de los hombres y acarició excitada vientres de mujeres. Y cuyo galopar guerrero y lleno de coraje personal motivó e inspiró la imaginación creciente de Freddy Gaton Arce. Su epifanía que encajó en el remanso literario haciéndola renacer en esas páginas de peligro, asechanzas, supersticiones, confesiones inauditas, maldiciones, conversaciones de disparates, bravura, respeto a la hidalguía, la llegada de los cocolos por Puerto Plata, el dialogo de voces en el cafetín de Ezequiel, bostezo de melancolía, conjuras para asesinar, y la revelación de los espejos. Es una obra pimentosa y divertida.

Sila Cuásar ahora es letras y es historia, y su nombre se da a conocer contada en prosas y en bellezas etiquetas de aceites de cártamo, canola, nuez, aguacate, onagra, chía, coco y maní. Porque ella no tuvo fragancia de juventud ni adultos olores de dinero, su vida fue sudor de fuego, gotas saladas surgidas de su esotro, mujer de combate y de estrella, abierta a la posteridad.

La novela nos describe los sucesos históricos de la batalla del 30 de marzo de 1844; la batalla de Sabana Larga, en 1856, la lucha heroica de Juana Saltitopa; la batalla en la Línea Noroeste, la actitud valiente y digna de la esposa del general Antonio Duvergé, cobardemente fusilado por el anexionista Pedro Santana, en el Seibo, las escaramuzas del gobierno de Mon Cáceres, los pleitos del general Alfredo Victoria, la presidencia de Bordas, los enfrentamientos armados entre Bolos y Coludos, el gobierno de Cesáreo Guillermo, la hazaña del poeta general Fabio Fiallo, las torturas padecidas por el general Ciprián Bencosme, de manos de los interventores del “norte revuelto y brutal “; el coraje de los alzados de Mon Natera y Vicentico Evangelista, contra los yanquis, en la región este, durante la intervención armada de 1916 al 28, el asesinato de Enrique Blanco, y otros acontecimientos luctuosos y lúgubre de nuestro pasado histórico.

A través de La guerrillera Sila Cuásar nuestra memoria viaja y repasa una cronología de crónicas de las luchas fratricidas de principio del siglo XX, teniendo “características de lances personales colectivos, pues los contendientes se enfrentaron por lo general cara a cara, a pocos metros de distancia unos de otros, o parapetados en templos, azoteas, arboles cercano”.
La novela muestra de manera patética aquel tiempo de nuestra historia, cruda, cuando los hombres se devoraban en la irracionalidad de sus ambiciones.

La segunda novela: La Canción de la Hetera, publicada en 1992, nos presenta un anagnórisis de imágenes cantaradas entregándose su pasión, su deseo carnal, sus sentimientos y entrega hetairas e imprudente, disfrutando el fuego de sus cuerpos en noches prolongadas y abrazados jadeos, estremecidos, absorbiendo la insatisfacción de no conseguir en sus mojadas sacudidas la concretización de la imaginación fantaseada en sus descanso, visiones iridiscentes venidas del ocio y el pensar que las ansias de placer anida.

Esta novela hace un recorrido, el de una mujer devota con su responsabilidad y la de un hombre atormentado en su afán de superar el ambiente de pobreza y necesidades imperante en su hábitat marginal.

De entrada llama poderosamente la atención el término hetera incluido en el título del libro. Esto nos obliga a indagar, a auxiliarnos del diccionario para entender correctamente su definición y significado que nos dice que viene del griego, un nombre femenino que simboliza una cortesana, una prostituta; «una gastada hetera de lujo que vivió como las cigarras y no guardó para la vejez», según el diccionario Wikipedia y enciclopedia digital que se encuentra disponible a través de Internet.
«Heteras o hetairas o hetairai era el nombre que recibían en la antigua Grecia las cortesanas. Se sostiene que, según las distintas fuentes, tenían diversas funciones, como Aspasia, maestra de retórica y logógrafo, y otras eran damas de compañía (o prostituta refinada). Gema oval griega antigua con escena erótica, periodo Clásico tardío, finales del 5to – principios del 4to siglo a. C.»

«Eran mujeres independientes y, en ciertos casos, de gran prestigio social; estaban obligadas a pagar impuestos. El colectivo estaba formado principalmente por antiguas esclavas y extranjeras, y eran célebres por su preparación para la danza y la música, así como por su aspecto físico. Existen evidencias de que, al contrario que la mayoría de las mujeres de la época, recibían educación. Hay que resaltar también que eran las únicas que podían participar en los simposios, siendo sus opiniones y creencias muy respetadas por los hombres».

«Mientras que las mujeres decorosas se ponían prendas de lino o lana, las hetairas utilizaban prendas transparentes, generalmente de color azafranado, si bien solían desenvolverse completamente desnudas. Se maquillaban con polvo de albayalde, lo que daba a entender que no tenían necesidad de trabajar expuestas al sol. Sus peinados, como los de las mujeres de clase alta, eran enrevesados y llenos de postizos. Para la eliminación del vello púbico utilizaban una especie de pasta depilatoria, denominada dropa, compuesta a base de vinagre y tierra de Chipre». Explica Wikipedia.

Y aquí viene la duda e interrogantes cáustica, pues, Nieves, aunque era la amante pública y conocida de Miguel y dormía todas las noches junto a él en la misma cama y bajo el mismo techo, disfrutaba con emoción la fidelidad que le profesaba hasta el más alto sacrificio y cansancio. Privona no le coqueteaba a ningún otro hombre. Lo respetaba con orgullo y vanidad de mujer enamorada.

Nieves vivía de su trabajo como costurera o modista dándole pedal hasta el agotamiento a una máquina de coser. Les trabajaba a personas pudientes. Se ganó el respeto y la consideración de los lugareños. Se le distinguía. Entonces, a ella, Nieves la de Mao que llegó a Santiago y luego se trasladó a la Capital, no le cabe este título deshonroso. Pero esta novela tiene un caminar variopinto. Es la fructífera imaginación de un autor capaz. Mezcla de recuerdos y transe de la historia conocida por autor. Una historia que anduvo entre curvas, recovecos y acentos indescifrables. Nieves, la Nieves incluida como principal personaje de este relato y narrativa elegante del extraordinario poeta Freddy Gaton Arce, no le pega lo de heteras o hetairas o hetairai. Ella era una mujer de pueblo, de Mao, de origen humilde, de gente de bien, incapaz de cometer dolo o agravio alguno. Era una mujer honesta. Incuestionable. Su gran pecado, enamorarse perdidamente de su Miguel. «Estaba en la Normal de Santiago cuando lo vi y me gustó. Y papá murió sin que él pidiera mi mano y empecé a coser para buscarlo y mantenerme. Y aquí estoy de modista, es verdad. Y ya nadie me dice Nidia sino Nieves, doña Nieves. Esto no es pecado». Fabuloso.

Nieves, presurosa, se inclinó ante el primer palpitar sentimental de su corazón. Se enamoró angustiosamente de Miguel. Buscó su aliento, sus brazos y su calor. Entregada asumió aquello como un designio imperturbable.

El afán y afectividad de los amantes provocó miradas egoístas; la morbosidad circundante le imprimió cierto ruido a aquel romance desbordado. Contaminaron sus pasos con envidiosa chismografía lesiva. La razón, ella, Nidia. Nieves. Paloma, era nítidamente bella. Los machos las deseaban. La soñaban en la cama abierta, entera. Sus pasos y caminar, su molde de hembra levantaba instintivamente la antena de sus entrepiernas.

Esta historia comienza en el Santiago de 1938 y la Capital de ese mismo año y mundo. Y he aquí contada como canción para que el que la lea o escuche la tenga presente. Sepa de Nieves y de Miguel y el mundo social en que se desenvolvieron, los hombres y mujeres con lo que intimaron, y cayeron en infidencia; como hicieron alguna amistad. Porque cada persona que se le cruzó en el camino tenía su propia historia y su propio sueño y sus decires y confabulación e interés particular sobre lo que se decía y especulaba en torno al amor de estos dos amantes criollos, seguidos por incontables comentarios. «Los recuerdos comparan unos con otros sin anularse; los olvidos también. Pero aquellos y éstos guardan independencia, y se complementan sinembargo. ¿Cuándo?»

Con coraje ejecutó lo planeado. «Iba por las quimbambas de su hogar cuando en la soledad de su aposento temprano hizo un atado con sus mejores ropas y enseguida se fue como quien no quiere las cosas como si las llevara a planchar y prontamente volvió el rumbo hacia las calles céntricas de Santiago de los Caballeros y después de kilómetros y kilómetros de viaje una guagua de Palé la deja frente al mercado de la Capital». Así inició su estadía y su andar amoroso la Nieves que sería de Miguel y de nadie más.

Freddy Gaton Arce enlaza y desenlaza en un ir y venir los tropiezos, promesas, anhelos, búsqueda de mejor suerte y del hombre ya visto, escogido, que un día se marchó inesperadamente, se extravió entre gentíos, bisagras, caminos polvorientos y carreteras añadidas; así como, provocaciones y tentaciones de nalgas sexis floreteándole a la vista, incitándolo, convocándolo, ofreciéndosele; nalgas voluptuosas presta y dispuesta a recular hacia su bragueta flamante y caprichosa, pegársele de espalda enseñada nalga vistosa, mostrada intencionalmente, para llegar hasta él y conseguir y sentir la penetración maravillosa del animal andante que al final es doblegado por su instinto de caza. Es la lujuria enfebrecida de los sentidos levitando en el éxtasis de los genitales poseídos y entrecogidos; locura de dos cuerpos atraído automáticamente por ese impulso de sangre que nubla la razón y desafía consecuencias.

«Y esto fue lo que ella sabe. Y lo que enseña todavía. No conservo otra impresión de destino; en el hadar y el cálculo se anda siempre al desnudo, en tierra y aire intransferibles, o en el enigma y la certidumbre. Ella quizás vino desde edades y lugares remotos o de improviso, o a lo mejor por etapas y entrega como los folletines».

«Son los desenfrenos que no acabo ni debería buscar comprender. Porque ciertamente que ningún macho nunca, en la desesperación o el decaimiento o la entereza, nunca, espero, nunca digo, acepte que tal solicitud va, intima, para él; o si no hacia algún dios confuso en el reino y el paroxismo de los ayuntamientos y los desafíos, o en la memoria».

La narrativa va describiendo situaciones significativas de un pasado cuyos recuerdos proyecta la nostalgia. «La zona cercana a la desembocadura del Ozama era en 1938 campo de marineros, portuarios, nocherniegos, mujerzuelas, sarasa, viragos, tahúres, donde ésos y otros seres de carne y viento y mar y tierra negociaron, discernían, apasionábanse, vivieron junto a familias modestas y honorables de ambas orillas». Aquel que vivió esa época, que lo oyó y oye contar, que la escucha como historia de un pasado de hazaña, gloria y miedo, se ve forzado a respirar hondo, a buscar en la imaginación aquellos hechos que siempre se cuentan con la piel erizada.

En La Canción de la Hetera hay pinceladas sobre la paranoia de una dictadura enloquecida, que, temerosa, les prohibió a los jóvenes estudiantes de la universidad estatal, la única que exista, que estudiaran de noche en los pasillos bien iluminados después de pasadas las horas de clase. De cómo los pueblos del Este se congregaron en el trayecto de Higüey a la Capital para vitorear a viva voz a la Virgen Madre de los creyentes católicos como respuesta a los letreros ofensivos «Dios y Trujillo», y las encerronas y emboscadas a una juventud que comenzaba a despertar del letargo entumecido de la postración y el temor; y a reaccionar con fervor a riesgo de su vida.

La Canción de la Hetera es más que el relato fresco del sentimiento de una mujer profundamente enamorada, cerrada a una sola banda hacia su Miguel insustituible, es también formas enmarañadas de normas impuestas por la gobernabilidad absoluta cuyas ejecuciones limitaban la libertad de sentir la plena cobija de un amor de protección, de solidaridad, confidencia y acompañamiento en las buenas y en las malas, como demanda, exige e indica el amor autentico y resuelto a afrontar padecimientos e incurias resultantes de la precariedad del orden desordenado por la férrea disciplina nefasta de un régimen prolongado en su delirio de megalomanía.

Porque si bien Nieves «fue criada en el respeto a la ley, pero no en su terror ni en su aparato, debilidad e injusticia. Ni sus padres ni ella la conocieron textualmente; en cambio, amaron vivir en armonía con ellos mismos, con sus conciencias, y con los demás».
«Y así la epopeya, como en otros casos, sigana vuelo de corta ala pierde época. Y por esto de La Atarrazana ya pocos mencionan su esplendores primigenios, ni presumen hablando de recientes agravios como el pretencioso cabaret París, el burdel de Chea Cabo Prieto, el Manhattan Dancing Club, El Dorado, de los ventorrillos, las vorágines, los remansos, los ciclones, las pleamares, de cuando arrástrase por los bajos fondos; tampoco de las hidalguías y solidaridades de las pobrezas limpias, de cuando ya no enredan en lonas de goleta y veleros los navegantes y carpinteros de los astilleros del Ozama, así como las almas de los audaces y aventureros que se esforzaron e imaginaron durante siglos por ésas y otras aguas antillanas. Porque son los pasados, como con los presentes, acontece que todo será dicho y puede decirse otra vez decenio, pero quizás se rehaga y narre de otro modo lo que estuvo y ya no está, lo que ha de venir y no se aproxima ni presume todavía».

Freddy Gaton Arce con dominio de los personajes y del ambiente novelesco de la obra nos cita al recuerdo y las remembranzas; a revivir episodios para que se mantengan frescos y sean cruzadas en la reconstrucción de los sueños. «…Parece que ignoran que hoy no es ayer, ni la memoria y la experiencia ajena merecen crédito y premio de copia. Pero los deambulantes creen que si y vibran. Al conjuro de sus palabras, de sus acentos perentorios, en sus anhelos avistan que el pasado laberintos tórnase revelación, promesas, actualidad. Y digo quien escribo que los enamorados tienen razón en iniciar su propia conquista».

Con destreza constructiva indica. «Ráfaga o sombra, cara nueva subrayada por su atractivo porte, sin proponérselo Nieves rebasa la fábrica de hielo La Marina, los tugurios, la puerta de Las Atarazanas, el muelle hasta la entrada por Don Diego, las ruinas del Alcázar, y aunparada ante La Bodega retiene pegados a su cuerpo los ojos de los que moran y afanan por esos rincones».

Destaca el atrevido pensar de un hombre decaído por su avanzada existencia de años sumados cuando apareció ante sus ojos esta Nieves mujer y hembra a la vez, con torva rapidez, y que lo hizo suspirar perturbado y recordar automáticamente su pasado tiempo de energía juvenil y disfrute de su obscena cultura, por lo que exclamó con aire de resignación, vencido, «cuándo fue que esta muchacha dejó de venir por aquí que no me había dado cuenta. Y algún memorista habría registrado que a diario ella desaparece en cualquier bocacalle con su rastro, y se la considera por eso una desolación cotidianamente repuesta».

«Cuando ella muda y trasmuta lugares y criaturas, contornos, sin dejar de ser tal y como es, probablemente el lector se cuestione si esas relaciones crean nostalgias o no, si tales pasajes arraigan en lo huido o no, si esa figura que pisa tierra y actúa como quien busca negocios y ofrece su nombre y dirección a fámulas y otras féminas, se cuestione el lector si Nieves, con su cabeza alteada y la sonrisa inminente y la oferta de géneros y modas recientes y vistosas, con sus humores primarios de hembra; si el lector ve en ella una rastrera reliquia ardorosa o una marca y visión de espíritu transportador que aliña al mundo y la vuelve saludable y digna de criptografía».

Así acaramelada en su oficio de sastra. Cautiva. Sin producir prodigios algunos «en su trayecto mañanero», se da a conocer meticulosamente y en detalle. «Aumentan sus visitantes, y la señora de la casa le cede una habitación más amplia para sus trapos y clientas, y la presenta en la agencia en donde le venden a plazos una máquina de coser que hace de todo. Y he aquí, en tres jueves, Nieves convertida en modista y confidente de una y otra y la de más allá. A las mujeres les toma las medidas, las lenguas y los dineros, pero calla, sonríe, y su mirada brilla, negra, en el fondo de su discreción y su elegancia. Imanta».
«Atenta y recogida en su halago, Nieves espera a Miguel cada primanoche para abrazarlo y entregarle la magia de su reposo y su bondad, para él más reparadores que el baño y la cena. Pero hoy ha tardado y lo recibe con mimos que disimulan su tensión; estruja sus mejillas contra su pecho y las manos por lo alto y lo bajo de la espalda del amado».

«La firmeza y el ánimo de Nieves exceden las puntillosas normas puritanas. Nada más austero y erguido para ella que la conciencia y el amor. Lo ingenuo y guapo de su ir hacia Miguel sin otro miramiento que la entrega y la fidelidad».

«A partir de esa mañana la llaman doña Nieves, tratamiento que recibe con afable dignidad. Para Miguel no. La nombra Paloma, por el zureo y la conmoción de ella al estrecharla. Ahora más, porque abre los brazos y la arranca de sus labores; _Nidia Y hacen el amor hasta quejarse de amor».

«Este fuego puede durar mucho o poco, y no quiero, cuando se prolongue, sea en recuerdos y olvidos. Todavía insaciados de besarnos y estrujarnos, y una anguila cayó sobre la corriente y dijo que el himen puede consagrarse, y yo, quemada como un infierno en la transparencia tejida de sombras del pubis, y una reventazón me henchía los pezones como una noche antigua y se mojaron mis muslos como con un río oculto codicioso y codiciado, y mi pétalo, oh, yo quería entonces que entrara en mi por la primera vez, y ajustarlo, a todos él, como si mi naturaleza fuera un guante para su mano, y yo estaba remota, pero no perdida, y me sequé como con esas securas que azotan a La Línea cuando se ansía la cosecha».

La construcción de este texto novela coincide con la definición que hace Ricardo Garibay al señalar: “La literatura no es ficción de mundo, como creen personas de poca fe y obligadamente inocentes y académicas. Es mundo vivo, que se ve, se oye y se tienta”. “…Hacer del periodismo literatura es un reto esencial que han ejercido ya varios escritores de renombre y que de alguna manera es necesario seguir haciendo». Y así es. La composición de La Canción de la Hetera viaja en ese sentido. Nieves representa una situación real. La situación social y premuras económicas padecidas por Miguel, Nieves y sus hermanas, la vida de los prostíbulos en la Capital, la misas en el templo de Santa Bárbara, los callejoncitos de piedras, Chencho hablando con el Diablo, Maquibrá, La Foca, Lilón, el viejo Acosta, Luisito sufriendo frío en Nueva York, los pensionistas en la casa pensión de la señora, la zona colonial, la calle El Conde, la inscripción obligatoria en el Partido Dominicano de Trujillo, la crónica en el Listín Diario de Diódoro Danilo, «sobre las mañanas frías de noviembre», el sepelio de Chencho y Vinicia, convertidos en pastos de los recuerdos y los olvidos, la amistad entre los ancianos y Nieves, la reseña del canónigo criollo Luis Jerónimo Alcocer en su «Relación sumaria del estado presente de la Isla Española en las Yndias Occidentales hasta el año 1650», constituyen narraciones formidables . Son veintinueve capítulos breves condensados en 78 páginas.

Esa historia que marca destino y traza futuro; que altera el pensamiento y produce insomnio. Que se mezcla entre el tránsito y se pasma en la intención. Vuelo y remolino a la vez, viento tibio y frio, laderas de humos tiñendo la visión del horizonte; la historia repetida y contada en letras dibujadas en el pisé de los pies descalzo, en la sonrisa que surge de la espontaneidad. La vida avanzando, caminando entre abrazos y besos, caricias y ternuras. Sometida al vaivén de los intrusos, a la obligación de la subsistencia. Escrita y contada para que todos las cuenten, para que todos la oigan. Condimentada según la emoción de la vivencia; según la mitomanía del hablante. Ahora transformada en la belleza de un lenguaje cincelado en parsimonia ceremonial, con sus ingredientes picarescos, edulcorado, para que no se olvide la Hetera. Esa narrativa de aposento cantada en silbido de jilguero para que todos las sepan. Envuelta en sudores extraños de hombres y mujeres que descifran las miradas que lo bañan y la candidez que lo embriaga en la inocencia de una cultura de bien, amor y solidaridad con el prójimo.

La Nieves de Freddy Gaton Arce no perece se prolonga en la imaginación del deseo de todo hombres apetitoso de carne hembra. Pero más. La Canción de la Hetera es un parto literario brilloso, breve, sabroso, cuyas páginas muestran una narrativa del sentir de una generación que se sobrepuso a las razones de obediencias automáticas para encontrar caminos propio, limpios insospechado, luchando de manera denodada por subsistir y vencer y alcanzar el anhelado futuro luminoso. Una generación amante de la humanidad, con deseo de libertad, sensible, solidaria, sincera, forjada en el mérito del trabajo y la honradez cultivada.

La Guerrillera Sila Cuásar y La Canción de la Hetera son dos novelas cortas cuyas páginas tienen una intensidad vibrante. Dos obras de menos de cien páginas cada una pero cargada de una grandeza literaria atractiva; su presencia cultural tienden a subrayar en las letras dominicana como referentes epífanos. Epífanos que lo asemejan a las producciones inigualables de Joyce, Hemingway, Kafka, Dickens, Wilde, Borges, y Cortázar: la adrede limitación circular de los diálogos. Difunden un multifacético escenario de emociones sugestiva. Su brevedad y estilo discursivo situado dentro de un orden preciso les confieren estas categorías. No hay dudas.

Contrario a Hemingway que sentía desprecio y era indiferente ante la crítica literaria, Freddy Gaton Arce la estimaba, respetaba y le ponía atención reflexiva, quizás esta fuera una de sus principales razones y motivos para escribir con esa pulcritud envidiable.

La calidad y el nivel literario exhibido por Freddy Gaton Arce en estas dos novelas breves lo llevan a que se le compare con los renombrados autores indicados en el párrafo anterior. Les confiere el honor de situarse en el listado de esa artística creación de Joyce, y que desarrollarían exitosamente los escritores que han caminados sobre sus huellas.

Lo epífano está en la captura genial de esos instantes que se suceden en las dos novelas, el transcurso corto de la ficción en espacio tiempo. Más que los personajes se destacan los detalles, los diálogos, las situaciones que rodean a los personajes. No hay instantes especiales sino un correr de imágenes que se sitúan por encima de los presuntos personajes centrales, llevando al lector por sendas abigarradas; presentándoles momentos exclusivos. Ese pensamiento dubitativo, esa esperanza en duda, esas señales enigmáticas, esa devoción y ese culto a lo desconocido. La fidelidad religiosa y la dependencia de estereotipos culturales dominantes. Todo transcurre dentro de una argumentación carente de adornos sobrepuestos, expuesto de manera precisa y sin tinte agotador. Hay en ellas una prosa limpia, magnética y majestuosa. ¡He aquí su grandeza imperturbable!

El Freddy Gaton Arce periodista y editorialista.

En su oficio de periodista Freddy Gaton Arce introdujo una nueva característica literaria. La misma se destacaba en los editoriales que manufacturaba en su condición de Director del diario vespertino El Nacional. Lo trabajaba asemejándolo a una prosa poética. Con una elegancia en el lenguaje empleando frases ceñidas a una correcta estructura gramatical; evadiendo cualquier asomo de asonancias y consonancias innecesarias. Evitando dequeísmo y catacresis distractivo y complejos. Sintácticos y elegantes en su composición silábica. Con una prosa musical solemne cuya contextualización constituía implícitas imágenes poéticas. Llevaban esa alteridad que siempre lo acercaba con el agobio de sus congéneres. Palpitaciones de solidaridad sin miramiento excluyente abriendo los oídos para escuchar a tiempo el dolor y el sufrimiento de los victimados por la fuerza del poder aplastante enceguecido en su ruin despropósito. Dada su novedad pedagógica se convirtió en una lección a seguir en la realización de editoriales en la prensa dominicana.

El rico lenguaje poético de Freddy Gaton Arce traspasó la frontera instantánea de la redacción periodística utilizando representaciones prosistas de un sonido agradable en su lectura comprensiva. Introdujo belleza, limpieza, en el abordaje resonante de temas público e histórico. Ya dijimos que era estilista en su escritura, y, en consecuencia, extendía su peculiar estilo en sus distintas composiciones morfológica. Desarrolló formas profilácticas en los componentes de su estructura lingüística. Un recorrido por algunas de sus notas editoriales más resaltantes que hiciera en su condición de director del periódico El Nacional (1966-1970), ilustra los enunciados arriba establecidos, son notas claramente con una identificación de solidaridad con víctimas de injusticias, arbitrariedades y atropellos, con tintes patrióticos. Una actitud que en su momento implicaba grandes riesgos y asechanzas.

En una nota editorial de fecha 24 de abril de 1967, al reseñar el cuarto aniversario del inicio de la insurrección popular que derrocó al gobierno de facto del Triunvirato que presidía Donal Read Cabral en 1965, escribió:” Por las víctimas, por los sobrevivientes, por los que aún han de venir, los dominicanos de hoy están en la alternativa apremiante de avenirse o peligrar el presente y el futuro de esta nación afligida y esperanzada al mismo tiempo”.

El segundo párrafo indica: “Todas las pugnas, los intereses encontrados, las actitudes radicales, las incomprensiones, los egoísmos, los asesinatos, los abusos, las injusticias, mantienen a esta sociedad en vilo de muerte y destrucción”.

El cuarto párrafo de la mencionada nota indicaba: “Existe, pues, en termino generales, un estado de cosas semejante al prevaleciente cuando Duarte proclamó la independencia; se han prolongado, también en termino generales, las mismas dos corrientes principales de pensamiento y acción que prevalecían en los años que siguieron a aquel gesto heroico y que motivaron los eclipses de la anexión a España y de las dos intervenciones armadas norteamericanas, y que luego, en su oportunidad, produjeron los rescate del suelo mancillado y de la autodeterminación mediatizada.”

Más adelante indicaba con amplia elocuencia: “Si la historia es reiterativa y de ella hay que tomar enseñanza, entonces cabe esperar que las fuerza que otrora contribuyeron a emancipar y reivindicar a la Republica serán las que pautarán una política doméstica sana y las que se impondrán a la postre por consenso y con el beneplácito mayoritario”.

“Sin embargo, según se difiere radicalmente en los conceptos de Patria, Libertad, Igualdad, Fraternidad, Democracia, se distinguen procedimientos, para materializarlos, métodos que van desde la violencia al civismo. Grupos hay que se creen en posesión de panaceas únicas, y se llega al; extremo de pretender que sólo determinados hombres sean los llamados a aplicarlas, en abyecta sujeción al providencialismo y con olvido del albedrío general”, escribió seguidamente.

“Pero también esos factores negativos hallan una contrapartida y un contrapeso en la voluntad y en la fe creadoras, en la firmeza y la prudencia de quienes aman y luchan por la soberanía nacional y por las libertades públicas y por un nivel de vida decoroso para todos “, agregó.

El quinto párrafo de la nota editorial escrita por Gaton Arce indicaba: “Existe, pues, en términos generales, un estado de cosas semejante al prevaleciente cuando Duarte proclamó la Independencia; se han prolongado, también en términos generales, las mismas dos corrientes principales de pensamiento y acción que prevalecían en los años que siguieron a aquel gesto heroico y que motivaron los eclipses de la anexión a España y de las dos intervenciones armadas norteamericanas, y que luego, en su oportunidad, produjeron los rescates del suelo mancillado y de la autodeterminación mediatizada”.

El sexto párrafo señalaba con voz altamente sensible: “Si la historia es reiterativa y de ella hay que tomar enseñanza, entonces cabe esperar que las fuerzas que otrora contribuyeron a emancipar y a reivindicar a la República serán las que pautarán una política doméstica sana y las que impondrán a la postre por consenso y con el beneplácito mayoritario”.

El siguiente párrafo decía: “Sin embargo, según se difiere radicalmente en los conceptos de Patria, Libertad, Igualdad, Fraternidad, Democracia, se distinguen procedimientos para materializarlos, métodos que van desde la violencia al civismo. Grupos hay que se creen en posesión de panaceas únicas, y se llega al extremo de pretender que sólo determinados hombres sean los llamados a aplicarlas, en abyecta sujeción al provincialismo y con olvido del albedrío general”.

Y agrega seguidamente:” Estas actitudes conllevan infortunio y ensombrecen el momento y el destino del país. Pero los enceguecidos de poder y riqueza y los enceguecidos por la esclavitud y por el hambre están llamados a hacer un alto, a discernir, a ver claro, so pena de continuar cavando sus tumbas y las de los demás”.

Advirtiendo que: “Las lecciones que encierra este cuarto aniversario de la Revolución de Abril conducen, por gravitación histórica, a buscar el entendimiento y la unión de todos los dominicanos, al respeto de las divergencias de criterios y la vida, a satisfacer la necesidad de que cada uno tenga trabajo, alimento, techo, ropa, salud y educación y ejercite sus derechos y cumpla sus deberes”…

Con un vocablo preciso y distante de la rigurosidad obsesiva de un Flaubert evidenciaba en cada palabra empleada la intencionalidad mordaz de su opinión frente a acciones execrable y repugnante producida por la intolerancia macabra que no cejaba en su tropelía acompañada de crueldad, represión, sangre y exterminio contra la juventud rebelde y la militancia desafiante y aguerrida. Puntualizaba con inequívoca firmeza moral su punto de vista periodista y de ciudadano preocupado en torno a los hechos desgarrarte que conmovían al país.

Los criterios expuestos en esta nota editorial constituyen un monumento de razonamiento equilibrado, y más aún, una portentosa demostración de dignidad patriótica; de la visión de un hombre del país que en ese momento necesitábamos: la reconciliación y el entendimiento fundamentado en principios cívicos, de convivencia equilibrada sobre las bases de respetar los espacios de cada uno en un estado de derecho y pluralismo democrático.

Exponer estas ideas en medio de un ambiente de tensión, de antagonismo impulsivos y de resonancia vengativa, constituía un reto y un desafío frente a fuerzas que, sobresaltadas en su dolor y su apetencia sectaria de poder, estaban cerradas a cualquier mediación u opinión que para ellos podía menguar su ímpetu de lucha y ofensa ante su contrario. Pero Freddy Gaton Arce, más que pensar en los intereses de los grupos en pugnas por el poder de entonces, pensaba en la suerte de los millones de dominicanos víctimas de la tragedia fratricida y expuesta de manera impotente al designio de los caprichos de los intereses enfrentados.

El periodo comprendido entre los años de 1966 hasta 1978 es conocido históricamente como el régimen de los 12 años del presidente Joaquín Balaguer, época donde fue notorio el predominio de ominosas claques de militares y policías cometiendo toda clase de desmanes con absoluta impunidad. En 1971 se formó una fuerza para-policial integrada por civiles, policías y militares cuyo accionar terrorífico llenó de dolor, luto y miedo a la sociedad nacional. Centenares de jóvenes fueron brutalmente asesinados.

(Fotos del asesinato del periodista y Director del diario vespertino Ultima Hora, Gregorio García Castro, (Goyito), “mártir de la libertad de prensa y fiel defensor de los intereses del ciudadano ordinario”. emboscado y atacado a balazos por una unidad criminal de la Policía Nacional comandada por el teniente policial Juan María Arias Sánchez, e integrada además por los cabos Milton de la Cruz Lemus y Rafael Pérez Pereyra, quienes fueron formalmente acusados ante la justicia. El espantoso hecho sucedió la noche del 28 de marzo de 1973, en la calle Mercedes casi esquina José Reyes, en Santo Domingo.

La intolerancia represiva de parte de las fuerzas criminales al servicio y defensa del gobierno se sentía por todas partes. Con frecuencia impávida se cometían crímenes, asesinatos, detenciones, deportaciones y desapariciones execrables. Era habitual la comisión de toda clase de excesos fratricida contra cualquier ciudadano tenido como sospechoso de no simpatizar con el Balaguerato corrupto e inmoral. Frente a ese estado de cosas atroz la voz cerril del periodista Freddy Gaton Arce sobresalía con ímpetu indignante, enardecía el panorama periodístico demandando, reclamando, justicia y castigo a los vándalos desenfrenados. Su actitud conllevaba un desafío temerario y de alto riesgo personal. Empero acometía con fruición definida contra las huestes neutrujillistas y balagueristas que sintiéndose dueños y amos del país pisoteaban amparado en la protección de la impunidad gubernamental y estatal, llevaban a cabo su canallesca conducta despreciable.

(Fotos del joven dirigente del Movimiento Popular Dominicano (MPD), de 24 años, asesinado por la policía, luego de ser detenido, en plena vía pública y en presencia de decenas de personas. Este crimen causó gran repercusión política).

El año de 1969 fue un año pavoroso para la República, el definido camino hacia la primera reelección presidencial del presidente Balaguer había oscurecido el panorama político una serie de asesinatos, desapariciones y crímenes de carácter político sacudían al país. Además del mayor médico del Ejercito Nacional Edmundo Cuello Serra, también fueron víctimas del TERRORISMO DE ESTADO el joven estudiante de medicina de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), Salomón Nicolás Lama Beras, el teniente Sureñas, el teniente Lázaro Abadd Valoy, PN, la desaparición del dirigente del Movimiento Popular Dominicano (MPD), Henrry Segara Santos, así como un amplio cuadro de represión, intimidación, arrestos, allanamientos, deportaciones de sacerdotes, y actos terroristas cubrieron la antesala del año 1970, fecha de la primera reelección que legalizaría electoralmente el conocido período de los famosos e inolvidables 12 años balaguerista y cuyo ejercicio llenó de sangre y muerte el territorio nacional. Jamás podrá excluirse de la historia dominicana aquella época de sangre y muerte cometidos por las llamadas “Fuerzas Incontrolables” dirigidas e integradas mayoritariamente por elites militares y policiales de espeluznante recordación, y que cargaron con la vida de Tito Montes, Juan Castro Arias, David Naut, Otto Morales, Amín Abel Hasbún, y la muerte de la joven estudiante Sagrario Ercira Díaz Santiago, entre otros miles de casos. Obliga recordar que esos 12 años se iniciaron con el asesinato de Ramón Emilio Mejía (Pichirilo) quien jugó un papel de alto honor durante la Revolución Constitucionalista de abril de 1965 donde alcanzó la distinción de comandante, seguido con la desaparición del periodista y abogado Guido Gil Díaz, quien en ese momento ejercía como asesor legal del Sindicato Unido de los Trabajadores del Central Romana, así como el asesinato de Miguel Fortuna. A estos crímenes del gobierno balaguerista continuaron el sobresaliente caso del asesinato de cinco jóvenes clubisticos cuyos cuerpos acribillados fueron fríamente distribuidos por lugares públicos de la capital, también el de cinco indefensos ciudadanos asesinados en una playa de la sureña ciudad de Barahona y la desaparición de tres estudiantes en la ciudad de Hato Mayor. Para comprender en gran medida la situación reinante en ese momento démosles un vistazo al primer párrafo de la segunda nota editorial que escribiera el 4 de marzo de 1969, el mismo dice: “Los asesinatos y atentados continúan siendo las noticias normales en este país, y aparentemente el Gobierno no toma una acción eficaz para evitar la repetición de los hechos de sangre”. Es decir, que la cotidianidad de los hechos arriba descrito se veía como algo regular. Nunca habrá ni excusa ni justificación para adornar ese ciclo odioso y repugnante en nuestra memoria.

(Fotos del joven dirigente del Movimiento Popular Dominicano (MPD), asesinado el 24 de septiembre de 1970 en presencia de su esposa, luego de ser detenido por la policía. Este crimen produjo fuertes protestas populares.

Esos 12 años (1966-1978), fue un período de angustia, torrentes de lágrimas de madres, esposas e hijos de los miles de víctimas trágicas de la represión gubernamental y del terrorismo utilizado como forma de resistencia armada ante los desmanes y tropelías del oficialismo criminal. Ese cuadro de horror y muerte, de miedo y dolor generalizado lo podríamos describir con estos versos del poeta y político mexicano Jaime Sabines:

“El aire denso, inmóvil,
el terror, la ignominia.
Alrededor las voces, el tránsito, la vida.
Y el crimen está allí”.

Para reconocer el coraje y la valentía de los escritos editoriales de Freddy Gaton Arce en su condición de director del vespertino El Nacional necesariamente hay que situarse en espacio y tiempo de los hechos. De la ensangrentada realidad que afligía al país en esa etapa de intolerancia, represión, crímenes, desapariciones y asesinatos políticos. Era la continuidad sangrienta del trujillismo y la prevalencia de fuerzas oscuras, retrogradas y perversa y cuyo accionar se sostenían en el despotismo y más descabellado.



A raíz del asesinato del doctor Edmundo Cuello Serra cuyo hecho provocó un masivo sentimiento de repulsa y dolor, la pluma vigorosa de Freddy Gaton Arce se alzó en esta ocasión no solo para condenar el terrorífico acontecimiento sino para advertir, llamar la atención y reflexionar con índice desafiante a las fuerzas criminales que desde la protección del poder cometían toda clase de desmanes y tropelías. Ante el crimen cometido escribió dos editoriales seguidos el 20 y el 21 de noviembre de 1969, decían: “Edmundo Cuello Serra cayó abatido a balazos esta mañana en la puerta de su hogar y en presencia de sus familiares”.

“Mayor medico en el momento que lo victimaron, el doctor Cuello Serra se distinguió siempre por su afabilidad”.

“Durante su vida de estudiante universitario bajo la tiranía trujillista, su discreta, pero preocupada atención a las causas nobles del pueblo dominicano le granjearon el afecto de sus compañeros de entonces”.

“Quienes cometieron este nuevo crimen aparentemente político tal vez ignoren las fuerzas que ese hecho horrendo puede desatar, ni hacia donde ellas podrían dirigir a esta sociedad tantas veces ensangrentada y enlutada impunemente durante los últimos años”.

“Pero sin lugar a duda la tragedia que consterna ahora a la población capitaleña, unida a los innumerables atentados y atropellos que se suceden con iniquidad insoportable, aumentan la indignación colectiva, que inútilmente ha podido castigo para los miserables que masacran a esta República”.

Nota Editorial del 21 de noviembre

“¿Cuántos dominicanos más deben morir a manos de las llamas “fuerzas incontrolables” para que el orden y el sosiego sociales sean una realidad vivida en esta nación?”

“¿Acaso, lector, se ha hecho esta pregunta? Y sí se la ha planteado, ¿pensó que sería la próxima o una de las victimas del plomo homicida? ¿O su padre? ¿O su madre? ¿O su hermano? ¿O su amigo íntimo? ¿O su vecino afectuoso y bueno? ¿O su compañero de ideología o de ocio?

“De todos modos, de ahora en adelante medítelo, por primera vez o de nuevo, pero siempre”.

“Medítelo, no importa que su posición lo haga sentirse que no le pasará nada y que los suyos también están protegidos”.
“Medítelo, no importa que se sepa en constante peligro y objeto de agresiones constante y diversas”.

“Medítelo, no importa que viva en una mansión o un bohío, en la ciudad o en el campo”.

“Medítelo, no importa que tenga dinero en banco de aquí y el exterior y el pasaporte listo para poder para poder abandonar el país en cualquier momento”.

“Medítelo, no importa que cada día se levante con la angustia de que la noche anterior no cenó y que tampoco desayuda temprano, o no haya comido la última semana”.

“Medítelo, no importa que, siendo autoridad, haya abusado de su poder y atropellado a indefensos, en violación a la Constitución y las leyes”.

“Medítelo, no importa lo hayan humillado, golpeado y despojado de sus derechos”.

“Medítelo, no importa sean fervorosos de tal de tal o cual religión o un ateo a rajatablas”.

“Medítelo, no importa que la riqueza excesiva lo haga sentirse un privilegiado o que la pobreza extrema lo haya vuelto un resentido y amargado”.

“Medítelo, porque las llamadas “fuerzas incontrolables» están al acecho de usted y de los suyos, y de todos”.

“Medítelo, porque de ahora en adelante debe aplicar su inteligencia, su energía y su voluntad a descubrir, señalar y hacer que vayan al banquillo de los acusados los autores de los desmanes que azotan a la Republica y exponen sus instituciones a la desaparición”.

“Medítelo, porque por cada atentado le están arrancando la oportunidad de vivir, y de vivir civilizadamente”.
“Medítelo, y decida que una abstención suya en contribuir a que haya paz social significa una cobardía que, en su momento lo golpearía sin piedad, directa o indirectamente”.

Los centenares de notas de sus opiniones editoriales; las cuantiosas cuartillas periodísticas que redactó y sus aseveraciones emanadas del pensamiento humanista de este coloso del periodismo dominicano merecen ser proyectada como aporte en la búsqueda de las vías para solucionar las distancias que nos separan entre unos y otros en la competencia democrática. Máxime si los mismos estaban confeccionado con una textualidad depurada del más mínimo ápice de apóstrofe, odio y rencor preconcebido.

Sagrario, Sagrario Díaz

Pero la nota editorial más emblemática de su sentimiento público, estrépito de su altavoz moral, fue la que produjo el 15 de abril de 1972 para condenar con fuerza cívica y ética y desde un periodismo acendrado la muerte de la estudiante universitaria Sagrario Ercía Díaz. Conmovido reaccionó con una actitud trepida ante el crimen contra la estudiante, luego que tropas policiales irrumpieran y ocuparan el campus de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), la mañana del cuatro (4) de abril de 1972, en búsqueda del entonces dirigente de la organización política de izquierda Movimiento Popular Dominicano (MPD), Tácito Perdomo. Ese desmán espeluznante convirtió a Sagrario en la principal víctima de la perfidia ejecutada; gravemente herida, fue referida a la Clínica Gómez Patiño, donde falleció diez días después. Fueron días de incertidumbres y vigilias públicas de la población estudiantil y del pueblo pendiente del desenlace de la joven cuya gravedad puso al país en estado expectante. El crimen fue en suelo académico. Esa dulce y tierna muchacha recibió en su frágil anatomía la acometida siniestra, cobarde, y bestial, de aquel ametrallamiento policiaco-militar espantoso. Decenas de estudiantes resultaron heridos, otros detenidos. Los criminales, asustados, temblorosos, huyeron, corrieron, hacia sus andróginos, hipogrifo, e inicuos jefes de horcas y cuchillos, quienes les ordenaron lanzar aquel fuego de muerte, abominable y estúpido. Acudieron a las oficinas de Palacio para su protección e impunidad. Era el precio acordado. La acción con rasgo punitivo sacudió los nervios de la patria. El régimen de terror del presidente Balaguer enseñaba sus garras tenebrosas. La estola y el incienso que siempre encubría su proterva conducta despiadada no pudo apaciguar los ánimos caldeados. La indignación se extendía por todos los corazones sensibles. El crimen concitó un repudio de honda crispación nacional. Y allí, en esa atmósfera de profundo dolor, apareció la voz augusta de Freddy Gatón Arce. Sitibundo de justicia. Su palabra limpia y firme. Valiosa y justa. Sobre un lienzo de piedra calizas, esculpida con sangre y jirones de dolor enlutado. Una Marsellesa centellante que mostraba la conmoción ante aquella plasma derramada. Fue un editorial breve, una prosa luctuosa, solemne; escalofriante, ordalíco, opalescente, desnudo, en carne viva, elevando el nombre de la nueva mártir del terror por estrelladas cumbres majestuosas. Un miserere invertido y puntual que exteriorizaba todo el sentir humano de un pueblo afligido y hastiado de la ferocidad del neotrujillismo balaguerista. Un editorial en pos de que cesara ese actuar típico de un gobierno endemoniado. He aquí el conmovedor escrito:

«Sagrario, Sagrario Díaz:
Ahora que esplendeces junto
a las estrellas y disputas a las
raices la ternura de la tierra, vuelve y
di a los policías
y los guardias que el miedo contra los jóvenes que les enseñan en los cuarteles es
criminal, y trata de que Dios los rectifique y haga justicia al Gobierno del presidente Balaguer».

Trataba los problemas con seriedad hierática. Por encima de las diferencias, de la visión de enfoque, sobresale una verdad de compromiso, y es que nadie puede erigirse en panacea. Los problemas que nos afectan nos atañen a todos y entre todos está la responsabilidad de buscarles soluciones. Esta tarea significa desprendimiento, sacrificio, ceder espacio, compartir el poder, tener criterio de unidad en medio de la diversidad, porque, en definitiva, el país nos pertenece a todos. Y todos proclamamos con orgullo y en alta voz que somos heredero legítimo de Duarte, Sánchez, Mella y Luperón. Freddy Gaton Arce no lo enseñó con atinados juicios conceptuales; nos legó junto a su conducta intachable que la patria nos pertenece a todos por igual, y que en nuestras manos está su destino.

Juan Pablo Duarte

El juicioso y carismático consagrado comunicador era además un devoto Duartiano. Un Patriota íntegro y comprometido. En su nota editorial del 26 de enero de 1969 destacó la grandeza del Padre de la Patria. Escribió: “General y apóstol, hombre y santo, paradigma de las más nobles virtudes, de fe inconmovible en la permanente causa de la libertad, mártir y gloria de la patria ¿Cabe suponer en hombre alguno, en dominicano alguno, esa enorme síntesis de valores?”

“Sí. En Juan Pablo Duarte”.

“Inclinada la frente, con suma reverencia, ante el pórtico sacro de su memoria ilustre, se pronuncia despacio este nombre. Y se medita”.

(Foto.- esta es, según historiadores, la única imagen real del fundador de la República Dominicana, Juan Pablo Duarte).

Sus palabras hecha editoriales se sostenían en su vitalidad moral y confiada credibilidad periodista. No ofendía. No lesionaba interese alguno de manera personal; la escribía comprometido consigo mismo y con el sentir del dolor de la patria golpeada por el cumulo de tantos desmanes y canalladas emanado de un Poder autoritario y mesiánico. Eran escritos vigoroso con el propósito de corregir irregularidades pero también para orientar y educar a la sociedad a fin de que su representativa más ilustre y expresiva asumiera un rol acorde con los postulados de la institucionalidad y el respeto a los cañones pre establecido, concebido con una potencialidad cívica que se antepusiera ante cualquier asomo de intenciones levantisca devenida de posiciones radicales, desesperadas, desbordadas o alocada. Tenían un componente ético y moral contrastante. No desafiaban el Poder ni el Peligro lo asimilaba como una realidad crucial que debía evitarse transitando por veredas escalofriantes consciente de su monstruosidad enervante esquivando cualquier asomo de emoción delatante. Su voz escrita era la un periodista diáfano, responsable, objetivo y sereno en su ejercicio profesional. Y esta condición obligaba al respeto.

Ya lo dijimos con frescor acento poético, sus palabras son multicolores, un aluvión de arcoíris fosforescentes emitiendo ideas de bien, predicando la concordia, la reconciliación, la hermandad. Resaltando el amor patrio, memorizando a nuestros mártires y héroes cuyo sacrificio ha hecho posible el país que tenemos. Porque como dijera el mexicano. Ricardo Garibay «Un periodista que es escritor, es muchas veces más esto último que lo primero, y sus escritos y la manera en como los presenta son la mejor prueba”.

Freddy Gaton Arce fue multifacético en su activismo social y cultural y la entrega a causa noble y altruista. No desmayó en ese ejercicio, lo asumió como un sacerdocio sin sopesar las consecuencias. Fue un ciudadano transparente y un periodista limpio y ejemplar. Es más, considero que su obra periodística no ha sido bien valorada y estimada, pues, su afán en esa dirección fue altamente significativo. El estar por más cuatro años dirigiendo un medio de prensa como el periódico El Nacional, en un periodo de tensión recurrente, con el fresco olor a pólvora de una contienda bélica cuyos protagonistas se negaban a bajar las armas, con constantes hechos criminales, asesinatos premeditados, atentados, terrorismo, y un radicalismo punitivo, es un acto de valor y valentía merecedor de respeto y abierto reconocimiento. Los primeros dos párrafos de su primera nota editorial fechada el 11 de septiembre de 1966, es bien explicita al respecto, establecía meridianamente el rumbo que acometía la empresa encabezada por su limpio liderazgo periodista. “El Nacional comienza a publicarse cuando la República se encuentra intervenida por tropas extranjeras y, en consecuencia, bajo una servidumbre que vuelve precaria la vida política del país. Estos hechos, no obstante, las explicaciones que algunos se empecinan en ofrecer”. “Además, sectores minoritarios, civiles y militares, criollos y extranjeros, actúan solapada o abiertamente para, de una u otra forma, continuar en el disfrute de privilegios inconfesables. Y estos pasos también son hechos, a pesar de cuanto se diga para disfrutarlo”.

Como se ve, en ese momento angustiante que asechaba al país, no había ninguna duda del riesgo que significaba levantar ese tipo de criterio, existía el predominio de grupos agresivos y fundamentalistas, y tales planteamientos conllevaba un peligro latente.
La fuerza moral de su línea editorial y su ejercicio del periodismo puso en juego su integridad física en más de una oportunidad. Empero, los hombres de su estirpe no se amilanan, no reculan, no importa las asechanzas, amenazas, intrigas y provocaciones cobardes.

Su condición de periodista profesional vino a reforzar su visión del mundo, su amor por la humanidad y su entrega sin reparos al bienestar de todos los hombres y mujeres de estas tierras llamada Republica Dominicana.

Su voz crítica adquiere en la actualidad una importancia moralizadora en medio de este torbellino de podredumbre, predominio de la perversidad y la prevaricación en el escenario público personalizado por la presencia ofensiva de ápteros fangosos, fatídicos y despreciables cuyas actuaciones lesivas a los intereses de la nación lo convierte en granujas merecedores del repudio ciudadano, señalarlos como figuras proscritas de todo respeto humano. Son hombres y mujeres con su cerebros descompuesto por la gula, dedicados exclusivamente al robo y al saqueo de los bienes del pueblo; siempre preocupados en amasar fortunas y riquezas mal habidas en aras de satisfacer su codicia al tiempo de entregarse a placeres licenciosos, al adulterio con jovencitas irracionales, desesperadas, a las que deslumbran con las canonjías que les entregan a cambio de sus cuerpos; esos pésimos y malos funcionarios actúan sin pensar las consecuencias de su inconducta canicular, deshonran su familias, amigos y allegados. A estos bandidos y sinvergüenzas encorbatados no les importa ni dignidad ni vergüenza ni decoro están obsesionados con el disfrute del poder, su poder, vía que les permite obtener sobreabundancias económicas mediante el manejo y manipulación de los fondos públicos, protegidos, amparados bajo el manto de su autoridad transitoria. Su objetivo y tarea desde el Poder es reproducir y ampliar los capitales usurpados desde sus privilegiadas posiciones dominantes. A estos nuevos Nerones solo lo mueve consagrar y proteger lo que han obtenidos mediante el pillaje. Para su defensa y justificación disponen de una claque de cinocéfalos pagados con el dinero del pueblo, parásitos sociales, lumpenes carentes de honradez y honor, dedicados a la tarea maldita de emprenderla con odio, saña y fanatismo inculcado, contra los que de manera responsables enfrentamos su latrocinio. Los funcionarios corruptos y delincuentes están uncidos por la inmoralidad y los anti valores. Frente a ellos, denunciando sus fechorías, estamos los nuevos Peto Trasea, Sénecas, Petronio, Lucano, y Bertrand Russell. Los que nos enorgullecemos de imitar, y copiar la limpia trayectoria de servicio ante los demás del inolvidable y siempre presente Freddy Gaton Arce.
El flagelo de la corrupción en la administración pública ha tomado espacios desbordante de una magnitud telúrica cuyo efecto estrepitoso motivó al connotado médico coreano nacionalizado estadounidense Jim Yong Kim, presidente del Banco Mundial hasta el pasado 31 de enero de 2019, quien pronunció un enérgico discurso en la Cumbre contra la Corrupción, en Londres, Reino Unido, en Mayo del 2012 con el título, Luchar contra la corrupción para crear un mundo más justo y próspero. Algunas de aquellas palabras merecen ser refrescadas. «La corrupción equivale, simplemente, a robar a los pobres. Constituye un doble menoscabo del crecimiento y la prosperidad, en lo que se refiere no solo al desvío de recursos de sus fines previstos sino también a los efectos a largo plazo de los servicios que no se prestan: falta de vacunación, falta de suministro de útiles escolares, falta de construcción de caminos. En mis viajes por el mundo he visto el efecto corrosivo de la corrupción en la vida de los pobres, y el consiguiente deterioro pronunciado de la confianza de los ciudadanos en sus Gobiernos». Que estas palabras provengan del presidente de un organismo financiador de las deudas externas estatales y gubernamentales, tienen un mérito resaltante.
Freddy Gaton Arce nunca se valió de la diatriba ponzoñosa para exponer sus criterios censurantes de las cosas malas o negativas. Empleó muy acertadamente los términos más apropiados para denunciar y condenar aquellos hechos tormentosos que flagelaron el ambiente político del momento. No hubo ni vacilación ni contemporización con el presidencialismo de turno a quienes las victimas señalaban como principal responsable de sus afectaciones; las desapariciones y los crimines políticos que llenaba de luto la república. Y lo más importante, caminó sin que se le conociera militancia partidaria o algún compromiso político definido.

Su potente voz rebelde se crispaba con energía secular frente a todo anacronismo dogmático y abuso de todo poder dictatorial y de toda violación constitucional; del atropello a las leyes y del desconocimiento consciente que hace con frecuencia el dominio gubernamental de los cánones establecidos por la sociedad. Era un contestatario integro defendiendo con intransigencia riesgosa el valor de la vida y la dignidad humana.

El pensamiento crítico de Freddy Gaton Arce al igual que su obra literaria y cultural adquiere mayor importancia social y humana en este periodo del llamado nuevo mundo milenario enturbiado en su rapidez sórdida, transitando en la podredumbre de sus heces sin miramientos conmovibles y pendiente de la codicia y la acumulación de capital. Es la premura de lo indigno. “Todo cambia día a día, todo se corrompe, todo se destruye”. Más la vida se transforma, se reproduce y continua dentro de un ciclo dialectico de negación, aceptación, lucha de contrarios, conjunción de cantidad y calidad, depuración y profilaxis social.

Desarrolló su trabajo con serenidad sacerdotal interpelaba la arrogancia, la prepotencia y la injusticia decimonónica impuesta por dictadores, tiranos, caudillos mesiánicos, y elites xenófobos. No había reparos ni limitaciones sociales, ideológicas, ni personal, su ética simétrica lo medía a todos con la misma vara.

Sin erigirse superior a los demás, ni dotado de algún privilegio fastuoso o providencial realizaba su labor periodística, su ejercicio poético y su tránsito por los horizontes públicos valorando de manera incondicional el respeto por la condición humana, lo consideraba fundamental y garante de un clima apropiado de convivencia civilizada del sistema democrático. Su posición hacía honor a aquella inolvidable frase del mejicano Benito Juárez quien el 15 de julio de 1867 exclamó con viva pasión humana. “Entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Quien, sino él, que se mantuvo incólume frete a las tentaciones mercenarias del poder. Quien, sino él, que ejerció el periodismo y la abogacía como un sacerdocio de entrega denodada al servicio de los demás con altura y principio de nobleza. Quien, sino él, que se perfiló como un ciudadano de honra alejado de los conciliábulos aristocráticos, y que nunca se prestó a ser manipulado por el chantaje de los incultos que hacen de su menesterosa existencia un modo vivendi permanente incapaz de hacer conciencia de su destino y organizarse y luchar por superar su patético ambiente lastimero.

Se opuso resueltamente a los fastuosos y pedantes que a cambio de canonjías irritantes defendían y justificaban el nepotismo y los antivalores que afrenta la democracia.

Hoy el legado de su voz opinante adquiere mayor vigencia y connotación ante el desgarrador cuadro de voracidad insaciable del neoliberalismo que arrasa con las riquezas de las naciones y cuyos rapaz tentáculos socavan las posibilidades de bienestar de las poblaciones marginadas. Tiene fuerza de conciencia para contraponerla a la patraña monstruosa empleadas por las potencias occidentales para justificar su vileza, saqueo y robo, bajo el disfraz de “salvadores y “buenos”. Como periodista de alto quilate público Freddy Gaton Arce actuó acorde con los reclamos y necesidades sociales de la sociedad; identificándose sin titubeo alguno con los anhelos de redención humana, sin prejuicios político condicionante y definida responsabilidad profesional. La emotividad del populismo no pudo manipularlo ni sacarlo de sus razonamientos equilibrados y sensatez riesgosa.

El peso ético de su pluma lo situó es un lugar de respeto y admiración ciudadana. Condenaba con la misma fuerza las tropelías del poder como el bandolerismo de vándalos y lumpenes, y el terrorismo ejecutado por radicales militantes ideológicos sectarizados.

Volvamos al Freddy Gaton Arce poeta, intelectual y literato.

La elocuencia de su cromática prosa es deslumbrante. Se diferenciaba de cualquier entelequia cursa en boga. Su inspirado tesón literario trazó líneas sucesivas de graciosa modulación impecable. Nunca perdió su acento poético propio. Sus acentuaciones eran lúdicas; se fundamentaba en la máxima del poeta francés Paul Valery quien consideraba que, “un poema debe ser una fiesta del intelecto”. Escribía y componía acorde con esta norma, viendo la poesía como una rica diversión del espíritu creador del artista en su composición multifacética.

Desde su óptica desarrolló un conocimiento epistemológico crítico del entorno público que le permitió percibir con objetividad el curso de los acontecimientos. Sus razones de índole filosófica, morales, éticos y cristiano, partieron de apreciaciones analítica bien ponderada. Tuvo un olfato prismático para desentrañar los signos e intereses que matizaban los antagonismos políticos, económicos, sociales e ideológicos enfrentados, en la mayoría de las situaciones influenciados por los acontecimientos internacionales de la llamada guerra fría caracterizado por la rivalidad radical entre las dos principales superpotencias en lucha por la hegemonía mundial: Los Estados Unidos y el bloque socialista liderado por la Unión Soviética.

La sustancia de sus trabajos literarios tuvo cierta coincidencia con aquel pensamiento externado por el prolijo escritor ruso Iván Turguénev quien sentenció: «Uno de los principios más básicos de la vida es el enlace entre los tiempos, la transmisión patrimonial de valores. Un mundo sin tradición crea huérfanos». En efecto, Freddy Gaton Arce importantizó las tradiciones, le dio continuidad como herencia valiosísima y valor cultural. Su pensamiento intelectual le dio vida a ese legado. Y desde su primera revelación como escritor y poeta en ciernes lo hizo a través de su emblemático canto Vlia. «Todos ignoran que los sueños son yerbas florecidas de hielos despiertos en la encontrada realidad, obscura sombra que se refugia bajo el pez de aguas cristalinas». Y añade. «Creo que nuestros ojos están fatigados de las distancias recorridas, y que no podemos vindicamos en los sueños cargados de rocío febril. Iremos navegando en el mar de todos los sinsabores cuajados de dulzuras y de todas las sagrados mentiras».

Hizo de la poesía y la prosa combinadas aseveraciones versificadas, una litografía de emociones y los interiores del poeta, explayando su sentimiento en fulgurosa pinceladas y acopio de su existencia luminosa con una artística ritualidad única. Como poeta evitó la rigidez de la ortodoxia y la exactitud exigente que acompañó la generación que le precedió; se mantuvo invariable en su autenticidad. Sus versos, prosas y poesía recorrían su trayecto trasmitiendo sensaciones seráficas No existe el poeta puro y perfecto; más la altura de su vuelo lo connota de manera relevante por espacios inmensos.
Nuestro hombre de letra y cultura supo aplicar en su función poética esa bella definición de la literatura que hiciera el sevillano José Callejón y Asme quien calificó la labor poética como «una artística manifestación del pensamiento humano, por medio de la palabra escrita o hablada”. El sello personal de su obra hace honor a este postulado.

«Aquí donde se habla de espacios
hubo largas, anchas, altos primordiales, violencias,
y los tiempos comenzaron por las palabras.
Amor, las dimensiones poseen a los cuerpos todavía después, como a los barcos que levan y disipan sus líneas en los horizontes.
Las magnitudes transportan las formas;
ellas infinitan, distancian las horas, templan
las delicias, y las
repiten
para el misterio y los oficios;
ellas hondean en el techo de los
amantes
y llaman con voces évocas.
Y cada año estremecedoramente el
otoño, las salves,
Oh, ya las superficies alimentan
la fidelidad de los cuerpos
y exaltan los corazones y los
pensamientos»

«Se han de trazar suertes a fuego y
mar, a piedra y viento,
tras las huellas que marcaron los
padres, los abuelos.
Y en la puerta de Pedro golpean himnos,
bailan guloyas,
los compases del alma, los vértigos
del cuerpo.
Y esta la sustancia, la vida y la
muerte hondas.
Y esa luz tomando siempre de las esferas.
Y en las asambleas los días, al pasar, redimen.
Y la red y el machete valen
lo que raya en plantillas de balanza.
Y comienzan los números hermosos de
la historia,
las cifras que cuentan en la visión de la justicia.
¿Quien, quiénes celebran la paga de
los salarios con lágrimas?
¿Cuántos marchan a paso de piedad contra
los opresores?
Transcurren millones de años con nosotros
ahora…
Entre fábulas, silabeos de la tierra,
los perfumes de los enigmas
y esta orgía de la carcoma y la destrucción,
de la esperanza».

«Esta mi patria límpida, mi muy querida,
y no hay más río que el río de
existir, un existir…
Esas muertes efímeras que forman los recuerdos
y las alegrías, las epopeyas del
corazón;
las alegrías de las cosas medidas,
las alegrías de las cosas inmensas.
las alegría de las pruebas, las
alegrías de las visiones,
las alegrías de las razas y los credos,
las alegría de las paridades y las
discrepancias.
Las alegría de las obediencias, las
alegría de las rebeliones.
Las alegrías de las flaquezas, las
alegrías de las potencias.
Las alegrías de las entrañas, las alegrías
de los conceptos.
Las alegrías de las vanidades, las
alegrías de las justicias.
Las alegrías de las palabras cuando
los labios…
Porque vas con mi sombra como yo por tu
olvido.
Porque la retórica canta y calla durante
el otoño, y también substantiva los
atavíos de la libertad».

El sonido de este contenido patriótico destaca que todo comienza con la palabra, verbo de vida, como instrumento de movilidad de la conciencia para que a través de su acopio subvirtamos la nostalgia el sopor y la ingravidez de la pasividad. De la resignación y el conformismo. Le da vigencia a los recuerdos musicalizando el presente en su movilidad de futuro. Importantiza la vida más allá de su elegancia, más allá de su premura y la agitación de las necesidades. La poeta y ensayista argentina Alicia Genovese nos enseña que la poesía relativiza y puede abolir el tiempo real, el tiempo histórico, en tanto acuña un decir y construye una realidad, y esto es lo que hace nuestro venerado personaje, desarrollar una textualidad objetiva, viva, con una aliteración coherente en su sonido verbal y cuyo juegos de palabras define su expresión poética. Palabras nacidas de su fe en la alegría sobre la catástrofe y la hecatombe y el derrotero destructor de humanos insaciables e inescrupulosos.

Freddy Gaton Arce manejaba con maestría la estructura rítmica de su composición con estética brillantez. Realizaba una composición silábica con un despliegue de colores maravillosos, combinando versos clásico y libre con una maestría magnífica. Su alegoría era representativa y asombrosa, resultado de su acumulación cultural y abierta solidaridad humana. Era un conglomerado de arcoíris en divertida hilera bailándoles al sol y la luna, a las estrellas y los espacios siderales del cosmos, integrando una esplendorosa presencia de mágicos colores de vida, solidaridad, amor, altruismo y nobleza humana paradigmática. Sus rasgos poéticos iluminaban toda oscuridad del sentimiento. Exhibía su instinto con aire sacerdotal y fisicidad dominante.

Su bardo atributo hace honor al decálogo que sobre la personalidad del poeta legó al horizonte hispano Miguel de Cervantes Saavedra quien definió desde su óptica medieval, lo que él denominó Privilegios, Ordenanzas y Advertencias que el dios Apolo enviara a los poetas. He aquí lo que señalado por el hidalgo:

«Es el primero, que algunos poetas sean conocidos tanto por el desaliño de sus personas como por la fama de sus versos».
«Ítem, que si algún poeta dijere que es pobre, sea luego creído por su simple palabra, sin otro juramento o averiguación alguna.
Ordénase que todo poeta sea de blanda y de suave condición, y que no mire en puntos, aunque los traiga sueltos en sus medias».
«Ítem, que si algún poeta llegare a casa de algún su amigo o conocido, y estuvieren comiendo, y le convidare, que, aunque él jure que ya ha comido, no se le crea en ninguna manera, sino que le hagan comer por fuerza, que en tal caso no se le hará muy grande».

«Ítem, que el más pobre poeta del mundo, como no sea de los Adanes y Matusalenes, pueda decir que es enamorado, aunque no lo esté, y poner el nombre a su dama como más le viniere a cuento: ora llamándola Amarili, ora Anarda, ora Clori, ora Filis, ora Fílida, o ya Juana Téllez, o como más gustare, sin que de esto se le pueda pedir ni pida razón alguna».

«Ítem, se ordena que todo poeta, de cualquiera calidad y condición que sea, sea tenido y le tengan por hijodalgo, en razón del generoso ejercicio en que se ocupa, como son tenidos por cristianos viejos los niños que llaman de la piedra».
Ítem, se advierte que ningún poeta sea osado de escribir versos en alabanzas de príncipes y señores, por ser mi intención y advertida voluntad que la lisonja ni la adulación no atraviesen los umbrales de mi casa.

«Ítem, que todo poeta cómico que felizmente hubiere sacado a luz tres comedias, pueda entrar sin pagar en los teatros, si ya no fuere la limosna de la segunda puerta, y aun esta, si pudiere ser, la excuse».

«Ítem, se advierte que si algún poeta quisiere dar a la estampa algún libro que él hubiere compuesto, no se dé a entender que por dirigirle a algún monarca el tal libro ha de ser estimado, porque si él no es bueno, no le adobará la dirección, aunque sea hecha al prior de Guadalupe».

Ítem, se advierte que todo poeta no se desprecie de decir que lo es; que si fuere bueno, será digno de alabanza; y si malo, no faltará quien lo alabe; que cuando nace la escoba, etc.

«Ítem, que todo buen poeta pueda disponer de mí y de lo que hay en el cielo a su beneplácito; conviene a saber: que los rayos de mi cabellera los pueda trasladar y aplicar a los cabellos de su dama, y hacer dos soles sus ojos, que conmigo serán tres, y así andará el mundo más alumbrado; y de las estrellas, signos y planetas puede servirse de modo que, cuando menos lo piense, la tenga hecha una esfera celeste».

Ítem, que todo poeta a quien sus versos le hubieren dado a entender que lo es, se estime y tenga en mucho, ateniéndose a aquel refrán: «Ruin sea el que por ruin se tiene».

«Ítem, se ordena que ningún poeta grave haga corrillo en lugares públicos recitando sus versos; que los que son buenos, en las aulas de Atenas se habían de recitar, que no en las plazas».

«Ítem, se da por aviso particular que si alguna madre tuviere hijos pequeñuelos traviesos y llorones, los pueda amenazar y espantar con el coco, diciéndoles: «Guardaos, niños, que viene el poeta fulano, que os echará con sus malos versos en la sima de Cabra o en el pozo Airón»,».

«Ítem, que los días de ayuno no se entienda que los ha quebrantado el poeta que aquella mañana se ha comido las uñas al hacer de sus versos».

«Ítem, se ordena que todo poeta que diere en ser espadachín, valentón y arrojado, por aquella parte de la valentía se le desagüe y vaya la fama que podía alcanzar por sus buenos versos».

«Ítem, se advierte que no ha de ser tenido por ladrón el poeta que hurtare algún verso ajeno y le encajare entre los suyos, como no sea todo el concepto y toda la copla entera, que en tal caso tan ladrón es como Caco».

«Ítem, que todo buen poeta, aunque no haya compuesto poema heroico, ni sacado al teatro del mundo obras grandes, con cualesquiera, aunque sean pocas, pueda alcanzar renombre de divino, como le alcanzaron Garcilaso de la Vega, Francisco de Figueroa, el capitán Francisco de Aldana y Hernando de Herrera».

«Ítem, se da aviso que si algún poeta fuere favorecido de algún príncipe, ni le visite a menudo ni le pida nada, sino déjese llevar de la corriente de su ventura; que el que tiene providencia de sustentar las sabandijas de la tierra y los gusarapos del agua, la tendrá de alimentar a un poeta, por sabandija que sea».

«En suma, estos fueron los privilegios, advertencias y ordenanzas que Apolo me envió y el señor Pancracio de Roncesvalles me trujo, con quien quedé en mucha amistad; y los dos quedamos de concierto de despachar un propio con la respuesta al señor Apolo, con las nuevas de esta Corte. Daráse noticia del día, para que todos sus aficionados le escriban».

Su condición de poeta estuvo apegada a estos criterios históricos del renombrado autor de: ‘Novelas ejemplares’, ‘La Galatea’, ‘La gitanilla’, ‘Rinconete y Cortadillo’, El coloquio de los perros’, ‘El celoso extremeño’, ‘La ilustre fregona’, Viaje del Parnaso’, ‘Los trabajos de Persiles y Sigismunda’ , ‘Don Quijote de la Mancha’, y otros escritos memorables. Por eso la silueta de poeta de Freddy Gaton Arce, así como su labor profesional en el periodismo, su condición de hombre público, cuya personalidad relucía al abordar con esmera responsabilidad sus opiniones públicas y en su artístico vuelo de poeta, tiene una connotación de respeto y admiración extensiva. Porque por él y a través de él hablan los buenos de corazón, los que creen en la solidaridad, los que aman y luchan por la humanidad, los que se oponen y se enfrentan al latrocinio, el robo y la corrupción, los que se desvelan por el presente y el futuro de la patria, los que se conduelen del sufrimiento y las necesidades de los marginados, los que denunciamos toda ignominia y represión de las elites plutocráticas, los que nos oponemos a las guerras de saqueos de las riquezas naturales de los pueblos, los que defendemos la soberanía de las naciones, los que amamos la cultura, el arte y la literatura, los que abogamos por un mundo de justicia social y de equidad, los que condenamos los abusos y atropellos procedente del despotismo enseñoreado, los que nos preocupamos por nuestra integridad territorial, los que somos devotos consagrado al legado de nuestros mártires y héroes por cuya sangre nos identificamos como República Dominicana, los que le salimos al frente a la hipocresía, la simulación y la perversidad de los gobernantes nefastos, los que creemos en la democracia y en el pluralismo, los que creemos en la libertad laica, los que luchamos por el respeto a la vida y amamos los bosques, la fauna, la flora, el ecosistema, los ríos y mares fuente de nuestra continuidad existencial como especie humana, los que vemos la poesía como el canto regocijado de nuestro adentro en su exterioridad sonora, los que nos unimos para que la conciencia humana transcurra con lucida responsabilidad y compromiso social, los que creemos que el mundo que habitamos nos pertenece a todos sin discriminación ni odio xenofóbico con su secuela de trauma e impuesta segregación étnica, los que vemos la política como herramienta de servicio y entrega por el mejoramiento de las condiciones de vida del pueblo, los que creemos en los códigos de decencia, honradez y honestidad que garantizan una convivencia de respeto entre todos.

Freddy Gaton Arce encarnaba esa suma de atributo clarificante que hace de la vida en sociedad un indefinido espacio civilizado de concordia, armonía, compañerismo y hermandad ciudadana.

En ese antagonismo renovado y sectario del bien y del mal. En ese agotamiento del amor ante la falta de oxígeno emocional. En ese batir de ideas contaminadas por el fanatismo irracional. En esa afanosa búsqueda de libertad en aras de la identidad personal y de la originalidad biológica, En esta batalla que desafía la hipocresía de los poderes fatico y la simulación de las clases poderosas. En este remolino de dudas, incógnitas, interrogantes y sudores pasionales, apremia la necesidad histórica de elevar en la memoria quebrantada por la ingratitud mezquina un intelectual del siglo XX cuya conducta diáfana, valiente, correcta y vertical como lo fue y es Freddy Gaton Arce, orgullo de su familia, amigos, de la clase periodista, de todo profesional de bien, decente, y de la intelectualidad dominicana, quien con responsabilidad actuó enarbolando principios y cañones de civilidad.

Pero sobre sus mismas palabras de intenso colorido majestuoso destellan las que viajan sorprendida en el asombro de su hilera y que al mecerse desbordan su esfera añejada, acompañando los tiempos de su pasión; surgidas de la arquitectura del sueño de los dioses. Porque cuando los dioses reinaban el hombre revivía en la hazaña mística del olimpo en cuyo drama mitológico se negaba a ser hojarasca de su pasada existencia. Enseñando su dimensión de hombre en su propia autenticidad de vida en su ruta a las estrellas. Allí, donde la poesía se hizo presente en la generación de su hábitat nuestro Freddy Gaton Arce insertó su nombre marmolado con las acarameladas resinas literarias consubstanciadas con la nobleza humana y la epopeya de los pueblos. Y del fondo del olvido las letras de sus poemarios volverán con renovado calor competitivo a mostrar su grandeza y colores representativos pluralizando su nombre en la continuidad imbatible de la poesía limpia y sin artilugios venenosos. Estampa de ética desafiante en la vorágine ensangrentada de la vida.

Nunca se consideró un poeta de vanguardia ni de la sombra sencillamente poeta con toda la sensación automática e instintiva de su honda intimidad surgida de su interior y cuya barda implicación conlleva una actitud creativa de imagen fosforescentes, representativa y heterogénea. La figura de hombre social y público de Freddy Gaton Arce se ensanchó en su crecimiento cronológico desarrollando aptitudes, cualidades peculiares sobresalientes: su expresiva solidaridad, templanza en sus principios, seriedad en sus labores y militante de la honra, la ética y la vergüenza. Culturalmente se desplazaba aferrado al palpitar lucido de sus sentidos creadores. Tensaba su lenguaje, sus palabras, hacia un colectivo humano heterogéneo.

Realmente hay que situarlo entre los maestros dominicano más reluciente de la palabra en cuya articulación escrita manifestaba su visión ética de la política, la cultura la literatura y la sociedad arropándola con una sintaxis armoniosa y un lenguaje bello en consonancia con su nivel intelectual. Superó el instante revelador de su creatividad automática pulsando las palabras adecuadas y precisas que lo consagró como un autor original de vuelo propio. Su sustancia literaria ponía de relieve su talento e inteligencia admirable.

La potencialidad de su prosa estaba en su sedosa textualidad conmovedora. Ahondaba en las fibras más aceradas de la insensibilidad corrompida hasta lograr una reacción humana compasiva. Ese era una de sus virtudes periodística y poética: penetrar la interioridad de los sentimientos de los ensoberbecidos del poder y comprendieran que en definitiva todos somos humanos vinculados por una alteridad magnética que nos conectas de manera espontánea a partir de la conciencia de nuestra finitud inevitable. Una realidad que está por encima de los intereses que nos separan.

Freddy Gaton Arce usaba sin desperdicio palabrero ni extravagancia ni pedantería burlesca. El peso moral de sus opiniones y la fuerza aterciopelada de su prosa viajaban sobre un vehículo estético incuestionable en el que transportaba su pensamiento escrito sin nunca rebosar su capacidad de espacio. Colocaba las palabras precisas y apropiadas transmitiendo el instante de su asombro y el cultivo de la emoción de sus decires. Allí transmutaba dialécticamente su hondo sentir de identidad y solidaridad por con las víctimas de injusticias, atropellos y agravios, entonando a través de su prosa los anhelos de los sufridos. Reacio a ser narigoneado por la fastuosidad infecciosa. Esta cualidad humana lo elevó a un sitial de respeto admirable.

Mientras otros eran remolino de dolor y huracán de pasiones bajas él sobresalía como un faro de decencia y respeto enaltecido. Allí estaba su prosa de arcoíris de donde salía su bisturí ético para extirpar las patrañas santiguadas de las cúpulas dominantes del cuerpo social aquejado y castigado por los tentáculos miserables de los malévolos. Allí estaba su figura y su dardo ético siempre identificado con la causa de las víctimas del escarnio, el oprobio, el despotismo, los atropellos y la iniquidad. Actuó con claridad votiva contra toda maldad con elocuencia brillante.

En medio del troglodismo ilustrado del neotrujillismo y el balaguerismo rufianesco que teñía de sangre el suelo de la patria su voz vigorosa de poeta, periodista y profesional liberal flotaba centellante demandando y reclamando el cese de la arbitrariedad emponzoñada en la epidermis social.

Allí estaba él también como hijo, padre, ciudadano y amigo, enhiesto, cuestionando la soberbia endemoniada y mostrando en su sentir estremecido las inquietudes de su tiempo, desarraigando su conciencia en el manojo de su prosa cristalina para que los hombres evoquen las razones de su calvario desde la desnudez de sus sentimientos, avanzando descalzo en sí mismo, desnudo en su alma reclamando justicia.

Ondeaba su poesía cargada de esperanza, abogando para que la razón aplaste la infamia y la memoria se abra al horizonte de la conciencia y resplandezca la imagen del mártir del Gólgota como señal inequívoca de las crepitaciones de la dignidad taladrada por la inhumanidad del Poder corrompido que se sacia de la fetidez del dolor amontonado en los habitad de miseria, hambre y pobreza de los marginados y desamparados golpeados por la desigualdad social y la explotación inmisericordia de la opulencia insaciable que corre de prisa en busca de más riqueza y de más oportunidad para continuar con su robo y saqueo y satisfacer su morbosidad incontenible.

El poeta siempre miró hacia atrás, respeto sus huellas, admiró y le rindió culto de lealtad a su procedencia. Y desde ese allá camino en presente hacia el pos-continuidad de sus pasos. Montado sobre su lenguaje rutilante, de música y silencio, de suspenso y odas, columbrando las alas de su ciudad cabizbaja, rostros y juegos de ayer, cañaverales temerosos de las lluvias y obscenidades vertidas en rituales. Nos legó una obra inmarcesible.

No hay censura en su tumba de ángel adornado con ornamentales cruces que distinguen su nueva morada de yertos enmudecidos bajo sus tapias de blanco color en el descanso de su vida en el temido lugar donde llegan en esporádica procesión nuevos ataúdes coronados de flores acompañados de miradas inciertas sacudidas en su solemnidad, en el silencio de tu despedida luctuosa los presentes enarbolan su nombre al crepúsculo para que descienda transformado en lluvia de lucernas amortajadas en la beatitud de la Naturaleza estilando la savia de su lucidez y se esparza como legado de apropiación literaria de los poetas surgidos del arcoíris de su tiempo civilizado. En el cuadrante de los amortajados el canon templa los dolores y árboles centenarios enseñan sus raices agrimadas. Las convencionales palmaditas de condolencias del ceremonial sepulcral se detienen al aparecer en el escenario, desde la profundad de los acantilados y ataviados en negro de muerte, los artistas de todos los tiempos entonando su melodía maravillosa, retumbando el silencio sacro, acompañándolo en su eterno viaje poético. Tahaikowsk, Beethoven, Vivaldi, Mendelssohn, Rossini, Bach, Mozart, Trauss, Chopin, Haedes, Verdi, Wagner, Brahms, musicalizaron violín; piano, órgano, flauta, violas, chelos, contrabajos, oboe, trompetas, trombones, todos en compostura melodía filarmónica elevando el sonido de sus poéticas letras de amapolas rojas. Llegaron al ceremonial de su responso y allí juntaron sus manos envejecidas pero frescas con las Freddy Gaton Arce, y tomaron el bambú de su carne para añadirlos a su orquestación solemne para que todos escuchen sus vibraciones silábicas y tenerlas como claves de toda composición de sueños intrínseco en la apropiación de su obra, acicateando la vida en su recorrido ilustrado. Caminando entre todos, sintiendo «las claves inmensas de la vida y de la muerte», recoger en sus sensaciones «el sonoro modo del bambú sonoro; la rústica caña con los rústicos huecos, asirlo en sus dedos y labios y soplo para la rustica música del alma rustica», “La dejaste escritas en siete trompetas y candelabros y en siete tiempo de ruido y soles y luces”. Y exponerla en tus exordios enseñando tu alegría olímpica y sepan con claridad de la nueva ruta que emprendiste, confundiéndote con las nubes, el cielo, las estrellas y todo lo nuevo trascendido de lo humano en nuevas claridades de sol y luna y nuevas tierras de sueños nuevos categorizando “que entre cielo y tierra nada hay oculto”, «porque el primer cielo y la primera tierra pasaron». Y allí. «No hay cadáver ni fosa ni oscuridad ni olvido, Sólo el fluir perenne de una ignota canción.”. Eso se dijo con palabras tomadas del azul del cielo que no corrompe el desuso ni el olvido de la memoria ni los nuevos alfareros de párrafos poetizados que mezclan el silencio con la Nada para elevarse a la eternidad. «Se regresa a los orígenes, se repite el pasado…». ¡Que lo sepan todos! ¡Que lo lean todos! ¡Y lo repitan todos sin agotarse!… Allá. En la infinita lejanía de los tiempos por venir venerarán los efluvios de tus versos inmaculados hechos de rocíos plateados convocando ilusiones sobre el nefando vendaval que envilece los sentidos de los malvados que hoy nos humillan y avergüenzan en su competencia gansteril propia de trúhanes, mancillando la honra de la patria. Y tomaran tus palabras nítricas para condenarlos y expulsarlos del reino humano donde nunca debieron venir esos canallas del averno enemigos jurados del hombre y de la humanidad.

El timbre de sus palabras de arcoíris colocadas y vertidas sin alardes ni aspavientos fanfarrón depuradas de vocinglerías altaneras, sin ápices de odio o resentimientos alguno; de manera magistral, con mesura y ecuanimidad, con elegancia y energía; con coraje, valentía, responsabilidad y obligación ciudadana; sin acento premonitorio ni espergesia tañida por desolado en su aislamiento lunático, repercute en la plenitud de la historia indicando que en los momentos más álgidos y cruciales, él, Freddy Gaton Arce, estuvo enfrentando los desafueros con firmeza indoblegable. Oponiéndose al extremismo protagonizado por la barbarie enloquecida en su proceder violento y aplastante sin más arma que su voz poética, sus editoriales periodístico de opinión y su responsable ejercicio profesional. ! Que grande fue este hombre nacido en el San Pedro de Macorís de la República Dominicana.

Hoy, a posteriori de su marcha celestial aquel 22 de julio de 1994, vuela cual Poeta inolvidable, como las gaviotas las águilas y las golondrinas sobre planicie de blancura azulada en raudo desplazamiento, compitiendo con su batir aleteos revoltoso, levantando altura sobre altura procurando el horizonte, desafiando toda inclemencia, entre brumas, nieves, océanos, vientos, noche y día, acariciando las crestas olas marinas, ascendiendo y descendiendo en rítmica formación ondulada, exhibiendo las hermosuras de tus versos pulidos por tu generación , epígrafes de tus sentimientos Allá en la vastedad insondable donde surca y besa como ellas la imponencia de los océanos, tan llenos de vida hermosa, saboreando sus aguas misteriosas y nutricionales con sus arenas y riquezas codiciadas, abiertas al cielo y convocando las auroras terrenales al festival de voces inmaculadas donde también llegaron otros granadinos como él, a ese vergel de beatitud cosechada, nos enaltece abrazar su nombre, su historia, prosas, versos y poesías inacabables. . «llorar y morir son los dos únicos gestos que cumple el mundo…Y, de ellos, solo el morir es fecundo; la muerte, es inexorable, en su grandiosa misión de fecundar y renovar la vida, los hombres mueren, para que el Hombre viva» (JMVV).

Querido poeta: Te inspiraste en el dolor de montes y bosques violados, el dolor de la patria vapuleada, un pueblo agredido y jóvenes asesinados. En azúcar y melao laborados por sudores esclavizados por el progreso desalmado. En despavoridos vuelos de aves aterrorizadas por la devastación humana revoleando sobre líneas de hierros oxidados en su desuso asolado. En sufridos rostros exhaustos que se tragan su impotencia. En aquellos ojos aglomerados contemplando los inmigrantes llegados de allende lugares envueltos en su silencio y que bajaron de las goletas bailando al sol sus ansias para ablandar el dolor de sus raices extirpadas. No había nostalgia en sus miradas solo el amor de la lejanía y su tiempo de amor fulminado. En el recuerdo de sus tierras clavada en su garganta que llevaban al exorcizo de su plegaria cantada y allí alrededor del fuego dejar el responso en su suspiro cuajado en su aliento de desdichados sufriendo su calvario. En la incertidumbres hacinadas en sus jornadas caladas. Tus palabras de dolor patentizan sus escalofríos. Evoca el drama de esa raza esclavizada. Enseña sus huellas mancilladas y la penetra en la memoria. Hablan del cultivo de raíles y humos anidado en el pasado. Del despojos sanguinolentos que ilustra los rastrojos de los victimizados. Todo queda en el pasado de los féretros llorados donde están las cicatrices de los atormentados. Heridas acumuladas describen sus penurias; el rictus de voces asesinadas que se niegan a ser olvidadas. La prosperidad de la época sepultó sus miradas abriendo un libro de sangre con letras de sus verdugos. Y tu voz de justicia surca toda distancia diciendo de esas crueldades que enlutó todas las edades. Enarbola la rebeldía de los flagelados con su tersura de aceituna germinada por su estirpe en el ceremonial del areito liderado por el cacique. Luces de bagazo y caña Iluminan la prosperidad mientras los arrancados de sus tierras exclaman ese ¡AY! de angustia santificada. Los chacales se estremecen con tus versos marmolados, les tiemblan sus manos ensangrentadas. El sacrificio de los vencidos tiene su fecha recordada. Sus nombres entintados por la codicia glorificada caminan entre las nubes buscando la luna de su ayer. Familias marginadas, subyugadas en su zafra labrada cosechando miseria de su trabajo elogiado y la esperanza martillada en el andén de la arbitrariedad. Tu estro aludiendo campiñas y bohíos amados, venerando el rizoma de tu prole florecida. Y aquella raza exterminada por ladrones del oro encontrado masacrada en su propiedad. Recompensa de la criminalidad. Es el tributo al pretérito progreso que forjaron. Tejiste tu égloga como signos de paz, la justicia en tu sien defendiendo el bien. Abriendo los signos de la pobreza bendecida. Suspiro prolongado de tanta hambre sentida creciendo en la indigencia extendida. Poeta, periodista, abogado, ciudadano. Tu suspiro entonado irriga la sangre de aquellas voces sepultadas. Crece entre bosques de Guavaberry, Caobas y azucenas en tu viaje a las estrellas. Son estrofas de arcoíris reviviendo historia, drama de sangre de los humillados condenando la voracidad de los insaciables; exaltando valores de dignidad y honra. Lluvias de colores embellecen las miradas del pasado donde deambuló la infancia por playas de caracoles cimbreando versos aquilatados en la mansedumbre noches calladas, propuesta de tu otoñal gallardía acrisolando los apoteósicos ayeres de la pubertad dibujada, andando alegre bajo nubes de aguas esperadas, de truenos y relámpagos y calles iluminadas de amores. Pascuas de invierno encantado entusiasmo del avance de los años estimulando el altruismo apasionado. La plenitud de tu alcurnia rociando huertos de palabras armonizadas nutriendo espigas deontológicas, motivando trovadores hermanos, enseñando tu legado primoroso. Halitos de altruismo entregado en el incesante oleaje de aguas oceánicas que sepultó el martirio de los vencidos. Y en la espesura de tu solidaridad manifestada tu voz de justicia estremece el Poder de los malvados. En el vuelo de tu misión consagrada la Naturaleza te llamó a su morada. Y allí en la verdad absoluta de las cosas tu presencia se remonta hacia el infinito, viaja entre murmullo de credos nuevos entre la inmensidad fraterna del sentimiento humano. Tu nombre, Freddy Gaton Arce. Brilla, Crece. Flota. Camina. Se renueva en la mágica claridad de la luna y el firmamento de especie luceros. Simbolizando tu poesía bella. La percibimos en el pináculo de tu grandeza dilatándose con soberana presencia en la espesura de la vida. Agigantándose en la suma creciente de los anales del tiempo, mostrando la continuidad de los signos luminosos de tu época inextinguible, esa que hoy es faro guía en la prolongación de la marcha de los apósteles de las letras, la cultura y la poesía, remembranzas de honor, vergüenza, decoro y dignidad, de esa, tu generación venerada. Tu ayer de memoria rescatada se exhibe hoy como un presente de gloria enseñada.

¡Loor a tu nombre Fredy Gaton Arce! ¡Poeta inolvidable!

Bibliografías consultadas

1.- Cita y regencia de lectura de José Alcántara Almánzar.
2.- Lectura y referencia de la obra critica de Pedro Henríquez Ureña.
3.- Conferencia de José Alcántara Almánzar, en actividad de la Fundación Corripio, reseñada por El Nacional, el 29 abril, 2010, crónica firmada por José Rafael Sosa.
4.- Cita de lectura de José Enrique García, crítico literario dominicano.
5.- Lectura de Antología histórica de la poesía dominicana del siglo XX.
6.- Referencia de Alberto Baeza Flores, escritor chileno.
7.- Lectura de André Gide, escritor francés.
8.- Cita del escritor mexicano jalisciense Juan José Arreola Zúñiga.
9.- Cita de lectura de Juan José Arreola Zúñiga, escritor mexicano.
10.- Cita de lectura de José Emilio Pacheco, escritor mexicano.
11.- Párrafo de cita de Ramón Francisco, crítico literario dominicano.
12.- Cita de lectura de Jean Paul Sartre, escritor francés.
13.- Cita de lectura de Carlos Fuentes, escritor mexicano.
14.- Cita de lectura de Carlos Monsiváis, ensayista, cronista y narrador mexicano.
15.- Referencia de lectura de Tulio Manuel Cestero, escritor, ensayista, dominicano.
16.- Lectura y cita de Vlía, poema de Freddy Gaton Arce.
17.- Lectura de ¿De qué hablan las poetas en lengua inglesa?, de Elvira Sastre.
18.- Lectura de El modernismo en la literatura dominicana.
19.- Lectura de Cayo Claudio Espinal sobre Freddy Gatón Arce.
20.- Cita y referencia del libro La civilización del espectáculo, de Mario Vargas Llosa.
21.- Lectura y referencia de Dos Siglos de Literatura Dominicana (S. XIX – XX), de Manuel Rueda.
22.- Lectura y referencia de La verdadera patria de un escritor es la lengua en la que vive, habita, escribe y sueña, de Miguel Ángel Fornerín.
23.- Lectura de trabajos críticos de algunos trabajos de Odalís Pérez, escritor dominicano.
24.- Lectura de Un poeta llamado Gatón Arce, escrito por José Antonio Torres.
25.- Independientes del 40, La Generación del 48, La Poesía Sorprendida, de Mercedes Sepedro.
26.- Lectura sobre el surrealismo, el romanticismo, el modernismo y los diferentes géneros de la literatura.
27.- Lectura de Nueva historia de la literatura hispanoamericana.
28.- Lectura de La literatura hispanoamericana más allá de su frontera, por Álvaro Arias-Cachero Cabal.
29.- Lectura de Historia de la literatura hispanoamericana, de José Miguel Oviedo.
30.- Lectura de Tema: 10 La Literatura Hispanoamericana del siglo XX
31.- Lectura sobre la Noética.
32.- Lectura La concepción estética en la teoría de la literatura de Álvarez Espino y Góngora Fernández
33.- María del Carmen García Tejera.
34.- Lectura de Literatura, epistemología y metodología de las ciencias humanas.
35.- Lectura de Los intelectuales dominicanos en el siglo XX.
36.- Cartas a un joven poeta de Rainer María Rilke.
37.- Internet. Buscadores Google y Yahoo, actualizados.
38.- Opiniones de escritores e intelectuales publica en los medios de prensa.
39.- Lecturas de trabajos de Alberto Carpio y Abraham Gragera.
40.- Cita de la lectura de trabajos del poeta Joseph Brodsky, Premio Nobel de Literatura 1987.
41.- Cita de la lectura los trabajos, literatura y memoria, de Karl Kohut, investigador y académico checo.
42.- Lectura de El origen de todo: el ‘Poema de Gilgamesh’ y los primeros libros, de Francisco R. Pastoriza.
43.- Lectura de “Historia universal de la destrucción de libros”, de Fernando Báez.
44.- Dinámica de la poesía, de Juan Ferraté o Joan Ferraté.

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