Escrito por Ángela Hernández
República Dominicana.- 29.- noviembre.- 2018.- Fue escritora, historiadora laureada, maestra, poeta, filántropa que entregó los últimos años de su vida al rescate de la adolescencia desamparada de su pueblo. Tras su frágil contextura había una mujer inquebrantable, activa, emprendedora, incansable, a la que no pudo vencer el accidente cerebro-vascular que sufrió en 1992. En silla de ruedas concluyó dos libros que se agregaron a su demandada bibliografía: uno que fue a puesto a circular en el Club 2 de Julio y otro en la Cámara de Comercio de San Pedro de Macorís. Esa energía inagotable era característica del temperamento retador de Ludín Belén Lugo Lugo, “Mamá Ludín”, que aprendió a conducir autos a los 60 años de edad y que meses antes de su partida definitiva de este mundo celebraba orgullosa haber alfabetizado al biznieto más pequeño con la secular cartilla “Mantilla”.
Ingrid de las Mercedes, su hija, conversa sobre ella con sentido amor y manifiesta admiración, contando su vida familiar y profesional, destacando sus virtudes y entrega. Es la única sobreviviente directa de la dama. Los hermanos de Ludín, Aurelio, Carmen, Enrique y Juan fallecieron al igual que su esposo Ricardo Andrés Martínez Brugal y su otra hija, Ludín Margarita (Margot). “Casi todos los sobrinos viven fuera”, exclama Ingrid.
Pero el recuerdo de Ludín ha permanecido no solo en las generaciones de alumnos a los que enseñó durante más de 40 años sino en sus libros, uno de ellos, de texto en las escuelas de su amada Sultana del Este: “El caballero de la ciudad”.
Ludín declaró en vida que había publicado cuentos, novelas, sonetos, pero “me consolidé como escritora con “El caballero de la ciudad, en 1980”, y lo describía como “una novela histórica o historia novelada”. Fue premiado por la Universidad Central del Este y por el ayuntamiento local.
Otras obras suyas son “Canoas de falso piso”, basada en los viajes ilegales. “Valoro esos viajes solo como una necesidad del hombre pobre”, significó. También “Poemas del alma”, “Ensayo de la vida en un cañaveral” que escribió a los 14 años, describiendo conflictos sociales en los ingenios.
Entre sus cuentos están “El traje blanco de María Martha”, “Mundito”, “Manolito en el carnaval de La Vega”. Algunos han sido reproducidos en Puerto Rico, de donde eran los padres de Ludín.
Los primeros poemas los compuso en Monte Coca, un campo del ingenio Consuelo, cuando sus padres la retornaron a San Pedro de Macorís después de tres años de estudios en el Colegio de Mayagüez y en la escuela Longfellow, de San Germán. “Desde temprano lleno mi vista / con la llanura negra y feraz / donde sudosos los pobres cuerpos / cortan la caña, sin descansar”.
En “El caballero de la ciudad”, esta innata poeta social y luchadora por la libertad y contra la miseria, describió: “Había surgido un pueblo pequeñísimo, un pueblo niño, con venas de miel de abejas, con arterias cargadas de peces, con un vientre de velámenes blancos, con dedos de anzuelos y cordeles, con pulmones surtidos de espumas y de yodo, con un gran corazón de tierra y piedra… Mosquito, le decían a la parte oriental, y Sol a la occidental. Después, a ambas en conjunto, les llamaban Mosquitisol…”.
“Entregada a los demás”. Ludín Belén nació el 2 de julio de 1916, hija de Dolores Lugo Zambrano y Aurelio Lugo Acosta, llegados en 1912 a trabajar en las colonias cañeras de Macorís.
De 1939 a 1941 fue maestra en el colegio Santo Tomás de Aquino, de Santo Domingo, que dirigía Parmenio Troncoso. Se graduó bachiller en filosofía y letras y Maestra Normal.
En 1945 casó con Ricardo Andrés Martínez Brugal, empleado de Rentas Internas que dirigió el Casino Puertorriqueño durante 20 años.
Impartió docencia en el Ingenio Consuelo y en la escuela “José Trujillo Valdez” hoy “Federico A. Bermúdez” y dirigió la Escuela Normal Secundaria y la Anexa, para formar maestros, e impartía pedagogía y literatura en el colegio Cristo Rey.
En 1959 fue designada directora del Liceo Intermedio Gastón Fernando Deligne, función que compartió con jornadas vespertinas.
El daño que la tiza provocaba a su padecimiento de asma hizo que se retirara de la escuela, pero continuó trabajando en la Casa Juvenil Inmaculada, levantada gracias a la donación del local por José Hazim Azar.
Colaboraban con ella en ese centro Octavia Perozo, Chita de Nina, Liliana de Helú, Petra de Sánchez, Sofía Zaglul, Fiameta de Hoffiz, Matilde de Salazar, Juanita Nicolás, Reyna Blanco…
Entre sus alumnos de clases particulares estuvieron Vicente Bengoa, Eric Hazim, Raúl Comme Debroth, recuerda Ingrid, odontóloga y catedrática de esa especialidad en la Escuela de Odontología de la UCE.
Otros discípulos que recordaba Ludín son César Iván, Miguel y Jesús Feris Iglesias, Juanita Nicolás, Bélgica Febles, Belén Martínez, Carmen Mazara, Ramón Pérez Martínez, Fernando Pérez Memén, Benjamín Garnett, Alfredo Cross, Berlida Nina, César Mella, Nelson González, Nelson Marrero, Máximo Peña, Víctor Moreno.
“Hablar de mamá me causa nostalgia, a mis seis nietos se la nombro como el Pan Nuestro”, expresa Ingrid que dice haber recibido de Ludín “un legado de amor, comprensión, perdón… Para nosotros, para el pueblo de Macorís y sus compañeros de trabajo era fuera de serie como esposa, maestra, madre, abuela…”.
Manifiesta que era especial la devoción de Ludín por la familia y “su integridad como ser humano. Vivió entregada a los demás a cambio de nada, sin importar clase social. Era solidaria, preocupada por sus hermanos”.
Ludín falleció el 14 de junio de 2007.
La calle. La calle “Ludín Lugo” es la antigua “K-Sur” del sector La Castellana, designada por ordenanza del Ayuntamiento del 19 de septiembre de 2017.
Sobre este homenaje expresa Ingrid: “No tengo palabras para definir lo que sentí cuando me informaron que iban a nombrar una calle de Santo Domingo con el nombre de mamá, cuando en su pueblo no ha sido reconocida, aun existiendo la resolución”.