Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo).
San Pedro de Macorís.- martes.- 06.- de mayo.- 2019.- He leído con interés literario las más de 18 páginas que el prestigioso crítico literario Giovanni Di Prieto le dedicó al libro Idolatría del destacado intelectual dominicano Jimmy Sierra. Tan pronto el amigo Isael Pérez me hizo entrega de Bestiario Dominicano 3 (Lectura de nove las dominicanas, 2009-2018), la tarde del domingo 14 de abril del presente año, un libro de 342 páginas, esa misma noche comencé su degustación cultural. La obra me encantó, pues, desde que conocí literariamente al autor le he dado seguimiento a su producción intelectual. El italiano es un estupendo escritor, un escritor cuyo contenido genera controversia y debates en torno a las críticas que le hace a la producción novelística dominicana. Por lo que los no «favorecidos» con sus juicios les saldrán al frente, con razón y en justicia.
Su Bestiario 3 está prologado por Miguel Ángel Fornerín, quien hace un análisis minucioso de la obra. De entrada indica que. «Con la publicación de Bestiario Dominicano 3 (2019), Giovanny Di Prieto cierra su estudio sobre la novelística dominicana. Desde los años ochenta inició su proyecto de leer y analizar la producción que sobre este género se habría realizado en el país. En una primera etapa, realizó un develamiento del pasado de este tipo de escritura que aparece en los libros Las mejores novelas dominicanas (1995) y Quince estudios de novelística dominicana (2006), entre muchas más. En este último libro, espigó una lista de las que considera son las más acabadas dentro de su particular manera de apreciación estética».
El listado de las novelas evaluadas por Di Prieto es la siguiente: La reina de Santomé (historia de la vida de provincia), de Guillermo Piña Contreras, Pedro el cruel, de Rafael Peralta Romero, Rostro de sombra, de Víctor Escarramán, Princesa de Capotillo, de Luis R. Santos, Sobre todas las cosas (un romance de altos vuelos), de Gerson R. Franco, Idolatría, de Jimmy Sierra, Amores extraños, de Laureano Guerrero, El camino de los hombres, de Herman Mella Chavier, Cáceres Placencia, El último guerrillero, de Joel Rivera, No les guardo rencor, papá, de René Rodríguez Soriano, El apátrida, de Roberto Paulino, Elito, de Osiris Madera, La Costa, Apartheid dominicano, de Laureano Guerrero, Amor en las redes, de Vicente Beras, La tercera puerta, de Miguel Rodríguez Checo, Payaso al caer la tarde, de Nan Chevalier, Doña Tina, de Ana María González Puente, La necrópolis de los sueños, de Freddie Johnson, La gente detrás del muro, de José Tomás Pérez, y El degüello de Moca, de Bruno Rosario Candelier. En total son veinte las novelas ponderadas por el audaz crítico literario.
Entre las veinte novelas escogida en su tercer Bestiario vapulea acremente a Idolatría del consagrado militante cultural y trabajador social y comunitario, Julio Samuel «Jimmy» Sierra, natural de Najayo, San Cristóbal, y criado con fervor en el popular barrio de Villa Juana en la capital dominicana, y quien por su dedicación y entrega a llegado a ser dramaturgo, director de teatro, cineasta, cuentista, periodista, historiador, abogado, catedrático universitario, y productor de radio y televisión. Toda una autoridad en el ambiente intelectual, y por demás, un infatigable hacedor de cosas en beneficio del país. Un hombre con estas condiciones merece respeto y distinción.
En un ensayo biográfico que escribí sobre el poeta, periodista y novelista petromacorisano Freddy Gaton Arce toco de manera somera el libro de Jimmy Sierra, lo refiero dentro de los argumentos que expongo en el desarrollo teórico que hago en torno a la apropiación o apropiacionismo literario. Al respecto digo: «Ese apropiacionismo o apropiación en la literatura y el pensamiento intelectual lo encontramos en el más reciente libro del amigo Jimmy Sierra, titulado Idolatría, con una extensión de 392 páginas, en el mismo encontramos retrospecciones que nos refrescan y retroalimentan al aludir obras de Pitaco, del brasileño Guilherme, anécdota bíblica de Salomón, alusiones fragmentaria de Bertolt Brecht, del Éxodo del pueblo judío, del recorrido del hebreo Moisés, del “Quijote” de Cervantes, el poema “Compadre Mon” de Manuel del Cabral, citas de los siete sabios de Grecia, referencia de una novela de Voltaire, de Heráclito, de Nietzsche, Sófocles, Lope de Vega, poema de Walt Whitman, el dramaturgo español Alejandro Casona, y referencias de obras de los escritores criollo Lipe Collado, Santiago Estrella Veloz. También Juan Bosch, Pablo Neruda, Carlos Dobal Márquez. Nos menciona al clásico francés Honorato de Balzac, al mexicano Juan Rulfo, a la dominicana Aida Cartagena Portalatín, al poeta húngaro Imre Madach, a los historiadores criollos Emilio Cordero Michel y Emilio Rodríguez Demorizi, entre otros varios autores, con lo cual tiende a refrescar su obra y a llevar al ánimo del lector por rutas superior al texto en lectura».
Veo Idolatría como la suma de ideas, algunas ya escritas, sobre el curso que ha seguido nuestra historia desde 1961 hasta la fecha. Su contenido es rico, ameno, refrescante y nos retroalimenta en lo cultural y literario. Es un aporte sustancioso y necesario.
El hecho de que a Giovanni Di Prieto se le tenga como una autoridad en el enjuiciamiento de novelas publicadas no le confiere una autoridad absoluta sobre la materia. Y como errar es de humano, él no es infalible. Así, que las ponderaciones que le hace a la novela Idolatría contiene sintonos dogmáticos.
Idolatría es un encuentro entre el pasado y el presente desde una perspectiva de cambio y transformación social. En esta novelística concurren tres tipo de mentalidad: los vilipendiados que se aferran a su pasividad e inmovilidad social; los que con su soberbia de dominación se niegan a permitir cualquier tipo de cambio o alteración del sistema político, y los que, desde un sentimiento de rebeldía se lanzan a enfrentar, a luchar, por un mundo que le garantice a la mayoría subyugada mejores condiciones de existencia.
Di Prieto enfatiza que la obra de Sierra es fundamentalmente de entretención con lo que tiende a restarle fuerza constructiva a la misma. Indica. «Podemos clasificar a Idolatría como una novela de fantasía narrativa. Decimos esto porque es muy difícil que pueda extraerse de ella un propósito específico que no sea simplemente el de entretener a los lectores a través de un texto hecho de interminables ocurrencia inventadas por el autor…» ¡Válgame lo dicho!
Toda novela en primer lugar tiene el propósito de entretener al lector, es el primer paso para interesarlo y le preste la debita atención. Si bien el titulo atrae cuando abrimos la primera página y leemos el primer párrafo instintivamente podemos percibir la importancia de la obra. La lectura de una novela o un cuento nos saca del aburrimiento, del tedio. Y si en el desarrollo de su lectura no sentimos ninguna entretención en gastar el tiempo en seguir leyendo perdemos el interés por ella. Cuantos pasajes entretenidos hay en Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes, El señor de los anillos de J. R. R. Tolkien, y Las mil y una noches, atribuido a varios autores árabes del siglo X, o las novelas de Stephen King, entre otros autores famosos.
En el caso de Idolatría la novela rebasa la mera entretención al develar un hecho convertido en tabú por sectores de Poder y que insisten en que no se conozca la trama y conspiración que significó esa masacre contra una población indefensa y aferrada a su creencia mundana. Y esto de por si constituye una moraleja, contrario a lo afirmado por Di Prieto.
El éxito y la relevancia de un escritor no radica en que obtenga el premio nobel o cualquier otra distinción importante. Está en la cantidad de lectores que logra acumular y la resonancia literaria de su obra. Idolatraría se ha pegado como obra y las distintas críticas en la opinión de los medios de comunicación prueba su alcance y aceptación social. Además, Jimmy Sierra no es un improvisado en estas lides, su currículum testifica su preparación, lucidez y veteranía, en el ejercicio de escritor. Comenzó de lo pequeño a lo grande, ha superado varias etapas hasta alcanzar un renombre en el ambiente cultural dominicano.
De manera peyorativa Di Prieto señala que el libro, «es un enjambre de ocurrencias que nunca suma a una verdadera historia coherente». Agregando a seguida, » la obra no tiene otro propósito que no sea el de entretener a los lectores». Falso. El recorrido de la obra transita sobre varios acontecimientos reales e históricos, entre lo que se destaca La Matanza de Palma Sola ocurrida en un paraje del municipio de Las Matas de Farfán, provincia de San Juan de la Maguana, el 28 de diciembre de 1962.
Jimmy Sierra convierte este acontecimiento real e histórico en un argumento novelesco que en la medida que se va descomponiendo nos introduce por escenarios políticos, religiosos y culturales de amplias connotaciones. Pues lo de Palma Sola en su momento y más allá no puede verse como un simple episodio de sangre y un culto religioso con arraigo popular. No. Según la historiografía de este hecho tras el mismo hubo una conspiración desestabilizadora para malograr la juramentación del recién electo presidente constitucional profesor Juan Bosch. Se tomó ese culto pagano como pretexto para desencadenar hechos de fuerza con fines políticos. Y esto lo trata con habilidad literaria el autor de Idolatría.
Indica Di Prieto en su mordaz ataque a Idolatría que la obra “es una especie de panfleto”. Y sobre ese antojadizo estereotipo fortalece su percepción crítica. “Por consiguiente, excluido un auténtico propósito de Idolatría, y sabiendo de que sus interminables ocurrencias sólo llevan aburrimiento, es evidente que, como lectores, nos quedamos exclusivamente con esos mensajes que Sierra insiste en comunicarnos con la idea de imponer su punto de vista acerca de ciertos temas”. Semejante observación es injusta. Ningún escritor por más que se lo proponga puede imponer sus puntos de vista. El autor hace su trabajo, y da a conocer sus ideas y por más que insista su efecto dependerá de la capacidad emocional del lector, de su cultura y conciencia personal.
Sobre este punto es bueno señalar que dado el volumen de Idolatría jamás podrás considerarse un panfleto. Según el diccionario. “Los panfletos son publicaciones de escasa extensión que tienen la finalidad de denigrar, difamar, condenar o agredir a alguien” Y agrega. “En ocasiones, se utiliza la noción de panfleto como sinónimo de folleto, volante o catálogo”. Idolatría no reúne ninguna de esas características. Además, que sepamos nosotros, no denigra, ni injuria, ni difama. Tildar la obra de panfletaria es una forma mezquina de minimizarla, de restarle fuerza estética y objetividad en su narración.
El crítico de todo escrito literario debe tener la capacidad cultural e intelectual para descifrar todos enigmas que pudiese encontrar en el tema que está tratando. No aventurarse a emitir opiniones a priori y pre concebidas. Las obras literarias, novelas, cuentos, llevan implícitos enigmas interpretativos, y cada lector o critico la enfoca y trata según su visualización. No existe una coherencia en el trato crítico de cualquier texto. Las apreciaciones parten de conceptos e ideas concebidas en el desarrollo cultural del que lo trate.
Si bien encontramos en la suma de personajes que integran Idolatría minúsculos rasgos de manierismo en su desarrollo, por encima de todo prima una rápida forma en el desenvolvimiento de los personajes de la obra. A pesar de su falta de educación formal, de su condición campesina, de gente de barrio, muestran una inteligencia de subsistencia encomiable.
(Foto del periodista, escritor, conferencista y poeta Enrique Cabrera Vásquez), autor del presente trabajo.
Hay amplio espacio para particularizar las ocurrencias que se interponen en los hechos, los signos de divinidad, las apariciones “milagrosas”, que desafían creencias establecidas, reguardadas, amparadas y protegidas rígidamente por el Estado Dominicano mediante la suscripción del Concordato de 1954, y que en el culto a Papa Liborio, y a Catagás, desafiando la instauración de una teocracia absolutista y despóticas basada en la sumisión y el temor, y que significaba una desobediencia que debía ser castigada de manera cruel, “el día de la masacre de los santos inocentes”.
Idolatría contiene una mezcla de alegoría, sincretismo y fetichismo populachero expresado en un carnaval de arraigadas creencias. El número 13, las 13 maldiciones y todo lo que se pueda asociar a cualquier superstición tiene su espacio cotejado dentro de una urdimbre en la búsqueda de suerte o de cualquier salida posible ante una situación de desesperanza y amargura.
Catagás y el dialogo con Teófilo nos va conduciendo a un mundo fantasmagórico, divertido y pintoresco. Lo que dicen y recomiendan tienen semejanza angelicales. Hay sabiduría, experiencia, e ideas sacadas de las entrañas de lo desconocido.
Idolatría contribuye a retroalimentar nuestra memoria al consignar la bestialidad de los esbirros y sicarios del Servicio de Inteligencia Militar de la dictadura trujillista (SIM) y que tuvo dirigido en fechas diferente por los tenebrosos y psicópatas coroneles Johnny Abbes García y Cándido Torres. Habla de Balá y sus paleros y matones, de la lucha clandestina y de esa juventud resuelta que se lanzó a las calles al grito de Libertad. Libertad.
Es la historia de los últimos años presentada de forma abigarrada y cruda; realmente como ha sucedido a lo largo de la república. Con su incoherencia y contradicciones. Una historia teñida de sangre y sacrificio. La historia de la fechoría, los desmanes y las violaciones de una cúpula que todavía hoy incide en el destino del país, quita y pone presidente y se aferra con la fuerza del poder a todos los bienes usurpados.
Di Prieto reacciona con aire ofendido, disgustado y colérico cuando Idolatría señala. “La Iglesia había sido por más de treinta años uno de los sostenes más firmes de la dictadura de Trujillo e, incluso, se hizo de oídos sordos – se dice que estimuló- el genocidio que este cometió contra los haitianos en mil novecientos treinta y siete. Los Tedeum, celebrado cada año por la salud del “jefe” – como prefería ser llamado el dictador- y por la perpetuidad de su régimen se contaban por cientos. Todas las iglesias del país fueron centros de adoctrinamiento del trujillismo. A cambio, el jefe había suscrito un concordato con el Vaticano, por medio del cual se declaraba a la Iglesia como un socio igualitario del Estado, con todos los privilegios inimaginables. Este matrimonio duró hasta que los Estados Unidos, aterrados ante la posibilidad de que surgiera otro Fidel Castro en el Caribe, decidió provocar la salida de Trujillo del poder, diseñando un proyecto para la eliminación física del dictador, que sería ejecutado la noche del treinta de mayo de mil novecientos sesenta y uno”. Históricamente pocas obras o escritores habían expuesto con esa contundencia aquella alianza eclesiástica. Ese hecho se pasa por alto o se ignora para que se disipe lo más rápido por posible con el paso del tiempo.
Por ello, Di Prieto entiende que esta denuncia, este recordatorio de un importante pasaje de nuestra historia, constituye una animosidad pre establecida por el autor de Idolatría por su condición personal “de ser izquierdista marxista. Atacar a la Iglesia Católica fue en todo momento una obligación para los marxistas. Había que acabar con el paraíso terrenal, para así poder crear la utopía marxista en este mundo”. Este razonamiento trata de que el lector no ubique en su memoria la larga trayectoria de la cúpula eclesiástica apoyando gobiernos que masacran a los pueblos. Acaso podemos olvidar el apoyo del Vaticano a las dictaduras de Hitler y Mussolini.
Continua su iracunda postura cuando lee en Idolatría que. “Cuando Cristóbal Colon piso la isla de Haití en diciembre de mil cuatrocientos noventa y dos, lo primero que hizo fue caer de rodillas junto a todos los que le acompañaban, mientras el padre Boil levantaba una cruz de madera mirando hacia el cielo para pedir la bendición del todopoderoso. Quedaba así marcado el sino de los nativos de la isla que por la razón o para la espada, fueron obligados a adoptar las creencias de los conquistadores”.
La llegada de las hordas conquistadoras en 1492 le puso fin a un largo periodo de paz y tranquilidad en la isla que ellos llamaron La Española. En ese entonces, los nativos tenían sus creencias, costumbres y formas de vida acorde con su naturaleza humana. Y todo fue alterado a sangre y fuego. Fueron esclavizados, sometidos a abusos y crueldades y exterminados. Decir esto es para Di Prieto ser enemigo recalcitrante de su santificada e inmaculada iglesia católica.
Señala Idolatría. “Hubo un tiempo remoto durante el cual todos los pueblos tenían su propio dios. Y eran tantos que incluso había uno donde el mismo diablo era también un dios, que se juntaba con el otro a jugar romí y dorminó, apostando sobre la fidelidad de sus seguidores, poniendo en juago las vidas de estos, sus familias, su honra y sus bienes. Desde entonces, hay un estigma que identifica al hombre sobre la tierra: la concupiscencia. Irremediablemente, la naturaleza humana está inclinada hacia el pecado”.
De manera persistente Di Prieto se afana en señalar que Idolatraría carece de moraleja alguna, porque, según él, no tiene nada que enseñarnos. Es decir, que para este laureado critico el refrescar la memoria sobre la Matanza de Palma Sola, la agitación política ocurrida tras el ajusticiamiento del tirano en mayo de 1961, el golpe de estado contra Juan Bosch, la insurrección armada de Manolo Tavares Justo y sus bravos camaradas del Movimiento Revolucionario del 14 Junio (IJ4), en noviembre-diciembre de 1973, la Revolución de Abril de 1965, convertida luego de la intervención extranjera del 28 de abril en Guerra Patria y la llegada al poder de Joaquín Balaguer con sus 12 años de asesinatos, represión y robos, carece de una real enseñanza histórica. ¡Vaya desatino!
Di Prieto en su crítica no se detiene en la substancia del libro, su interés es despotricarlo, ridiculizarlo, restarle espacio en el horizonte literario.
Al actuar de esta manera se descalifica a sí mismo como un profesional de la crítica literaria. El papel del crítico es esbozar el contenido de la obra, analizar su estructura estética, la conformación de la argumentación, los personajes, el narrador, y sobre todo, la dirección o ruta emprendida en función de su cometido. Con su actitud asume una pose pedante como si fuera el único portador de la verdad crítica.
Al parecer su obnubilación lo distanció del significado de lo que es realmente una novela. Sobre ello nos limitaremos a señalar lo que dice Wikipedia, la enciclopedia libre. .»La novela es una obra literaria en la que se narra una acción fingida en todo o en parte y cuyo fin es causar placer estético a los lectores con la descripción o pintura de sucesos o lances interesantes así como de personajes, pasiones y costumbres, que en muchos casos sirven de insumos para la propia reflexión».
En efecto, Idolatría reúne ese propósito, “causar placer estético a los lectores”. Y esto se logra mediante una amplia integración de imágenes metafóricas de la cual el lector se va apoderando, interpretando, disfrutando, entreteniéndose, y sacando moralejas que bien puede comparar con la vida real.
Di Prieto pretende que cualquier novela, obra literaria, en este caso Idolatría, debe ser de su agrado, de lo contrario él se siente con la autoridad para pulverizarla. Y esto es monstruosamente negativo.
Cada escritor tiene su público, lo que le gusta a uno no puede porque agradarle a otro. A cuántos no le gusta Avelino Stanley, Andrés L. Mateo, Ofelia Berrido, Tony Raful, o Freddy Gatón Arce. Y por esa antipatía de cualquier lector esos autores no pueden ser considerados malos o mediocres. La simpatía o identificación hacia cualquier autor es un libre albedrío personal. “Para los gustos están los colores”.
Di Prieto indica en su acérrimo enjuiciamiento que Idolatría gira en tres temas específicos: la ideología marxista «a la cual Sierra se siente personalmente ligado; el segundo, con la Iglesia Católica, a la cual critica desde su punto de vista ideológico, el tercero, con el nacionalismo dominicano, que, como el globista que es, condena irrevocablemente». Y a seguida pasa a analizar esa situación.
En el mundo social nada escapa a la lucha de clase. Las relaciones culturales y literarias, el ejercicio de las mismas, está inmersa en ese entrechoque de intereses. De manera acalorada se vierten ideas y conceptos que ponen de manifiesto los dos mundos enfrentados: el adherente al sistema capitalista global de dominación y los que lo enfrentan decididamente. La rivalidad política contamina, nubla y enturbia la producción de ideas sosegadas, cada quien se autoproclama portador de la verdad y de la razón.
Sin embargo, por encima de esas vertientes, hay una humanidad que padece desigualdad, opresión, explotación y marginación. Hay naciones y pueblos que sufren el robo y saqueo de sus riquezas, que son sometidos a regímenes dictatoriales, que se le conculcan sus derechos y son víctimas de atropellos y oprobios aplastantes. Y quien tiene alguna dosis de sensibilidad reacciona, protesta, reclama y lucha.
Cuando el hombre pensante observa esta realidad se inclina por identificarse con causas nobles. Se integra a la lucha, se suma a la trinchera del honor y la dignidad, y en consecuencia, sus escritos, novelas, cuentos, ensayos, poesía, y opiniones, recoge ese sentir, lo transforma en palabras de aliento y esperanza.
Eso es lo que enseña Idolatría, las vicisitudes y tormento de un pueblo y de una nación que desde la declaración de Independencia escrita por José Núñez De Cáceres aquel 1ro de diciembre de 1821, en la que proclamó con fervor patriótico “No más dependencia, no más humillación, no más sometimiento al capricho y veleidad del Gabinete de Madrid”.
Entonces para el señor Di Prieto el ser marxista o simpatizar con esa corriente del pensamiento crítico constituye un vergüenza, un crimen, una ofensa para la humanidad. ¡Vaya sectarismo e irracionalismo fundamentalista! ¡Que pensamiento reaccionario y ultraconservador!
La actitud de Di prieto se asemeja a la de un inquisidor de la época colonial que a rajatabla trataba de imponer su criterio, distorsionando hechos y tergiversando lo ocurrido.
Exhibiendo una pose de superioridad intelectual dice: “El historiador más sólido del país, Emilio Cordero Michel, empujó a la Academia de Historia de la Republica Dominicana a reconocer oficialmente el aporte de los haitianos a la nación dominicana, especialmente durante el período de la guerra restauradora contra España, la verdadera independencia dominicana” .
La verdad histórica es que para lograr la separación del yugo haitiano en 1822 hubo una alianza entre Los Trinitarios que aprovecharon tácticamente el repudio popular contra Boyer y lo utilizaron. Matías Ramón Mella personalmente participó como enviado en esos aprestos. Se reunió con el general reformista Charles Herrad y consiguió de este apoyo para la causa emancipadora. Otra acuerdo de unidad coyuntural obtuvieron con los hateros liderado por Pedro Santana, afinidad que posibilitó el grito de intendencia o separación de Haití la noche del 27 de febrero de 1844.
Restarle calidad y menospreciar una obra literaria pariendo de supuesto o real vinculo ideológico y militancia política de cualquier autor constituye un error garrafal, por cuanto toda obra debe medirse por su contenido estético, mensaje humano y valor cultural. Dentro de mis escritores preferidos tengo al italiano De Annunzio, al argentino Jorge Luis Borges y al peruano-español Mario Vargas Llosa, entre los primeros. De sus obras aprendo.
No se puede considerar la grandeza y calidad de un autor solo cuando escribe para favorecer a determinadas elites o justifica atrocidades de las clases gobernante. Máximo Gorki se le reconoció como un extraordinario escritor a pesar de su simpatía bolchevique; así como el francés Louis Althusser, que rechazo el Premio Nobel de Literatura, en 1964. Y Pablo Neruda confeso comunista (Marxista Leninista) fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura, el 21 de octubre de 1971. Sobre la militancia ideológica se impone la calidad literaria e intelectual en todos los terrenos.
Pero podemos agregar más, “¿Dónde queda la militancia encomiable de Pavese cuando uno lee conmovido el desgarrador testimonio que es El oficio de vivir; cómo se oculta el liberalismo de Thomas Mann en La montaña mágica; qué clase de militancia ideológica se presume en el desasosegador relato La metamorfosis, de Kafka; cómo no admirar los poemas de Residencia en la tierra, de Neruda, frente a los del Canto General? ¿Qué ideología se sustenta en el centón de libros de Gómez de la Serna? ¿Quién ha divisado algún atisbo de componente ideológico al uso en las excelsas páginas de Borges o en ese manual de Historia literaria española que es La novela de un literato, de Cansinos Assens? Joyce, que despreció hasta el último minuto de su vida el feroz nacionalismo irlandés, dejó a Dublín enmarcado en el libro de oro de la prosa del siglo XX”.
Si Di Prieto hablara solamente de las limitaciones de la obra y cualquier deficiencia en su estructura no estaríamos abordando las criticas demoledoras que le hiciera en su Bestiario 3 a Idolatría; desde la página 103 hasta la 121.
Él tiene derecho a criticar cualquier desliz que le encuentre a la obra, a cualquier libro de novela, pero no a estigmatizarla. A arrinconarla. A despreciarla de manera tan funesta. Al hacerlo pierde su autenticidad como crítico y asume una actitud personal de encono, prejuicio y beligerancia innecesaria contra el autor.
Cuando Sierra aborda el papel desempeñado por los principales protagonistas de los acontecimientos de carácter histórico que reseña en Idolatría se sustenta en el pensamiento materialista dialectico e histórico y que sirve de contención a las posibles retractaciones, ideal para enfrentar cualquier gazmoñería mal intencionada y mezquina por demás.
El rumano parisense Lucien Goldman explica que la «función del crítico literario será encontrar una homología de estructura que se establece entre la ideología de un grupo social concreto y el pensamiento que se desarrolla en una obra literaria.»
Goldman señala que «la literatura, además de la realidad y el texto hay que tener en cuenta al escritor. El autor, a través del lenguaje, es capaz de crear una visión de mundo propia, es decir, un universo que significa un conjunto coherente de problemas y respuestas, y su misión es conseguir que dicha visión de mundo sea llevada al extremo y se articule mediante una representación estructurada».
«Si esa es la función del escritor, el crítico debe deducir de los propios textos la visión del mundo y extrapolarla a una estructura más amplia que es posible identificar en determinadas tendencias de un grupo social, es decir, el realismo es “la creación de un mundo cuya estructura es análoga a la estructura esencial de la realidad social en el seno de la cual la obra ha sido escrita”, indica.
El ruso Jorge Plejanov escribió en 1898 su ensayo El papel del individuo en la historia, en el que conceptualizó: “Los individuos pueden influir en los destinos de la sociedad. A veces, su influencia llega a ser muy considerable, pero tanto la posibilidad misma de esta influencia como sus proporciones son determinadas por la organización de la sociedad, por la correlación de las fuerzas que en ella actúan. El carácter del individuo constituye un ‘factor’ del desarrollo social sólo allí, sólo entonces y exclusivamente en el grado en que lo permiten las relaciones sociales».
De acuerdo a Di Prieto toda la argumentación de Idolatría gira en tres ejes, el marxismo del autor, la iglesia católica y el nacionalismo. Veamos: Recordar y denunciar el Concordato entre la Iglesia Católica y la tiranía mesiánica de Rafael Leónidas Trujillo Molina es una afrenta, una ofensa, un agravio merecedor de la peor condena.
También, el asumir una postura anti xenofóbica, humana, acorde con la denuncia contra la famosa Sentencia 168-13, que le quita la nacionalidad dominicana a los nacidos en el país desde el año 1929 por el mero hecho de ser hijos de padres indocumentados. Un acto inhumano y violador de los Derechos Humanos, significa para Di Prieto una actitud reprochable. Y por último, simpatizar con el marxismo encarna la peor postura y causas sociales y políticas. A lo mejor si Jimmy Sierra hubiese externado postulados favorable a Hitler, Mussolini, Pinochet o Balaguer, éste lo hubiera pasado por alto.
En nuestra historia está fresca la campaña demoledora contra el gobierno constitucional de Juan Bosch que desarrollo la iglesia Católica expresada en las llamadas manifestaciones de reafirmación cristiana, al frente de la cual estaban los sectores más oscuro y reaccionarios del país. ¿Porque muestra un teoricismo histérico el señor Di Prieto cuando se dice de manera clara que Bosch fue derrocado mediante un contubernio entre la Iglesia Católica la oligarquía? ¿Porque se ofende cuando se denuncia el régimen de los 12 años del presidente Balaguer? ¿Por qué de su odio contra el marxismo? ¿Desde cuándo un escritor por ser marxista debe ser premeditadamente descalificado?
La condena al papel desempeñado por la Iglesia Católica en la trama golpista está sustentada en un libro de un escritor de reconocida actitud anti comunista y muy vinculado a esa misma iglesia, Miguel Guerrero, quien señala » que ningún otro sector trabajó tan incansablemente contra Bosch para “tumbarlo como la Iglesia Católica”. De hecho, precisa que esa animadversión perduró años después del golpe, como lo prueban documentos y acciones de la propia Iglesia cuando Bosch intentó en otras ocasiones ganar la Presidencia». Entonces porque Di Prieto no cuestiona esas puntualizaciones como lo hace ardientemente contra Jimmy Sierra al que acusa de sentir una animosidad hacia Iglesia. A la clara se nota en Di Prieto un prejuicio enceguecedor.
De igual manera le condena al autor de Idolatría el haber insertado en algunas páginas la campaña sucia contra el líder del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), José Francisco Peña Gómez, víctima de una campaña sucia y rastrera, acompañada de una parafernalia apabullante que agitó los ánimos e impulsó calumnias y mentiras, montadas por los sectores más retrógrados y perversos de la sociedad nacional, y que al final le restó voto e impidió que ganaras las elecciones de los años 1994-96.
También, le enrostra a Sierra cierto cariño hacia los papas Juan XX111, “al cual, como reza el texto, “le rinde tributo”, y a Juan Pablo 1, Luciano, o sea, al “que fue asesinado en la propia Casa de Dios,”. “Pero esto se explica, ya que el primero fue el así llamado “papa bueno”, y el que indujo el Concilio Vaticano 11, y el segundo, que sólo duró algunos meses, supuestamente trató de enderezar los entuertos del Banco Vaticano. Vale decir que, para Sierra, ambos son papas que tenían cierta afinidad con su tendencia ideológica. Por lo menos, es así como los ve hace tiempo la óptica izquierdista”.
En esos criterios hay un abierto cuestionamiento ideológico contra Sierra. Una necedad morbosa con el propósito de evidenciarlo frente a poderes faticos afines a los intereses eclesiásticos. Y lo hace en un momento tenso de la situación internacional y con la revitalización del fascismo y la ultra derecha exacerbado y agrediendo toda disidencia y violentando la Carta de las Naciones, interviniendo militarmente y amenazando con el exterminio a sus oponentes. La actual tensión internacional supera el ambiente de la Guerra Fría
Destaca que Sierra maneja el realismo mágico «a las mil maravillas» para enrostrarle que «pese a todos los fuegos pirotécnicos de los cuales es capaz, al final, es muy poco lo que podemos sacar de él». Una subestimación a la capacidad intelectual del autor de Idolatría y una muestra de que lo que hace no es una crítica a la estructura estética de la obra sino una persecución baja con tintes egoísta. Comprobado al decir que no sanciona lo que Sierra hace en su novela, «sino porque ya los lectores están hartos de obras que no dicen nada, que carecen de ideas y sentimientos, y sólo pretenden establecer su reputación a través del manejo de esa técnica por parte de sus autores». Pero contrario a ello Idolatría dice demasiado cosas interesantes.
El desmentido a las pretensiones de Di Prieto en su descalificación de Idolatría está en la cantidad de panel, encuentros, coloquios tertulias y mesas redondas que se han producido en el país, en Nueva York y Puerto Rico en torno a la obra de Jimmy Sierra. Más de un centenar de escritores, intelectuales y periodistas han participado de los mismos, dando favorables opiniones. A ello habría que sumarle la cantidad de artículos periodísticos al respecto. Quizás nunca en la historia de los últimos 20 años una novela había acaparado tanta atención. Y esto de por si constituye un triunfo y un reconocimiento de la crítica seria en el ambiente literario y cultural.
Esta novela ha sido tan impactante, sorprendente y llamativa que el periodista, novelista, poeta, escritor, profesor universitario Rafael Peralta Romero, quien además posee una especialidad en Lengua Española y Literatura en la UASD, escribió sobre Idolatría lo siguiente: «La mixtura cultural que hace Jimmy en la historia de Gatagás, investido de poder por Liborio, conlleva una cosmovisión de la sociedad dominicana que no era posible ser explicada por sociólogo alguno. Como tampoco podía explicar nadie la sociedad española del siglo XVII como lo hizo Miguel de Cervantes con su enjundioso y a la vez divertido libro Don Quijote de la Mancha».
Y agrega. «El autor no olvida que se trata de una novela y ha puesto todo lo necesario para que la obra funja como tal, incluidas las visiones proféticas, al estilo Apocalipsis, la recreación de sucesos reales y la burla a otros hechos y personas. Jimmy Sierra ha querido seguir la ruta de don Quijote y Sancho, con una obra divertida y rica de contenido».
Jimmy Sierra siempre se ha caracterizado por un comportamiento humilde, asequible, franco y directo. Altamente solidario y profundamente humano. Todos sus trabajos así como su larga trayectoria cultural han estado al servicio del pueblo sin pasar factura. Su talento está demostrado en diferentes escenarios donde ha puesto a prueba su reciedumbre y vocación social. No necesita subterfugio ni mascara para demostrar su capacidad y condiciones literarias.
Di Prieto epiloga sus «demoledoras» critica cuestionando las ponderaciones hecha a Idolatría por los conocidos intelectuales dominicano Ignacio Nova, Diógenes Cepedas, Bruno Rosario Candelier, Manuel Núñez, Juan Bolívar Díaz, Odalís Pérez, Mateo Morrison, Jeannette Miller, José -Dorin- Cabrera, Leonte Brea, Silvio Torre Saillan, Luis Beiro, y Tonny Raful.
A cada opinión de los intelectuales arriba mencionado le hace un comentario de censura, interpreta sus opiniones. Dice sobre ellos: “Encontramos que todas, absolutamente todas, son opiniones que pretenden elevar la obra y al mismo autor a espacios siderales. Según esas opiniones, Idolatría es una obra que no solo marca un hito en la novelística nacional, sino que se quedará en el tiempo como un astro refulgente en el campo. Leer algunas de ellas es, simple y llanamente, bastante cómico”. ¿Habrá envidia y egoísmo en tan temerario cuestionamiento?
No hay razones para censurar esas opiniones loables a la novela Idolatría. Por lo regular los autores recurren a escritores amigos o relacionados para que escriban algo sobre su obra, es parte de la promoción de la misma. Además, tratan con ello de fortalecer su imagen de escritor. No veo ningún pecado en ello. Bestiario 3 está prologado por Miguel Ángel Fornerín, un brillante poeta, escritor y crítico literario nativo de la ciudad de Higüey y residente desde hace varios años en la vecina isla de Puerto Rico, y quien es un gran amigo de Di Prieto. Y hay que tener en cuenta de que “entre bomberos no se pisan la manguera”.
Reconozco que en el ambiente literario se produce, en muchos casos, un intercambio de adulonería y lisonjas, algunas pre-fabricadas, donde lo artificial se presenta como algo novedoso y de alto vuelo.
En la parte final de sus criticas asume una defensiva posición autocritica cuando señala: “Es difícil no estar de acuerdo con lo que se dice aquí, en esta muestra de opiniones críticas. Después de todo, cada crítico, dentro de su función, no hace más que llevar agua a su propio molino. Que lo quiera o no, es así como funciona la crítica literaria en general en todos los rincones del mundo, y pretender la absoluta objetividad de los críticos es un puro disparate”. O sea que para Di Prieto despedazar cargado de prejuicio un libro, una obra literaria es normal.
Pero como él mismo dice que cada crítico, dentro de su función, no hace más que llevar agua a su propio molino, y como este mundo es de doble vía, a los críticos también se le critica, en un trabajo titulado Desatinos de Giovanni Di Pietro, escrito por José Carvajal, de quien Néstor Medrano dice que es «uno de esos escrutadores intelectuales que no acomoda a nadie en sus juicios o criterios con respecto a la literatura que se realiza en República Dominicana», y que fue reproducido en el blog EL COLOSO DE MACORIX, https://elcolosodemacorix.blogspot.com/2019/04/critica-al-bestiario-dominicano-de.html.
Éste le sale al frente al Bestiario 3, señalando que, «el primer desatino de Giovanni Di Pietro fue no poder explicar el título de “Bestiario dominicano”. Un libro como ese no debió quedarse en la práctica de parafrasear del diccionario o Wikipedia el significado de la palabra “bestiario”, como parece que ocurre en la «Nota del autor». Eso constituye una falacia ridícula que empaña cualquier buena intención. Confieso que en principio pensé que se trataba de un trabajo “crítico” serio, pero lamentablemente no logra alcanzar el nivel de un académico de fuste».
Y sigue indicando. «Cuando Di Pietro dice que el título de su libro «de ningún modo debería ofender o desconcertar a nadie», es porque ya él mismo había sospechado que podía suceder lo contrario; es decir, “ofender” y “desconcertar” a todos. Quizá la agresividad del título resalta más por el hecho de que se refiere a obras de un solo país y no a la panorámica de una determinada región o continente. Todos los novelistas tocados por Di Pietro son dominicanos, por lo tanto, lo de “bestiario” puede resultar ofensivo y discriminatorio».
Y agrega. «La falta de respuestas a todas mis interrogantes me hacen considerar “Bestiario dominicano” como un libro sin objetivo claro. ¿Cuál es la propuesta del autor? Ninguna, porque a pesar de la «linealidad de método» y la «verticalidad de propósito» que se atribuye el propio Di Pietro, este es un material que carece de importancia. No le sirve de nada a la misma academia a la que pertenece el exponente; no sirve para orientar al extranjero que se interese en las letras dominicanas; no sirve para promocionar a los autores incluidos; y por último, no sirve ni siquiera de guía para el lector vernáculo, a cuyas manos van a parar todas las sandeces que derivan de la desesperación y falta de profesionalismo que siguen convirtiendo nuestra literatura en una tormenta de paja y hojarasca».
En una entrevista que el reconocido escritor y poeta León David le hizo a Miguel Ángel Fornerín, canchanchan de Di Prieto, y publicada en el periódico Hoy, el 22 julio, 2005, el prologuista de Bestiario 3, expone en la primera parte de la conversación lo siguiente. «Pienso que la crítica literaria es parte importantísima de la crítica cultural. Así que como Pedro Henríquez Ureña, un modelo muy nuestro, creo que la crítica debe ser cultural en la medida en que es una cavilación sobre los pasos del hombre. La literatura es una de las distintas representaciones de esa característica indiscutible de lo humano: su condición simbólica…»
Al montón de cuestionamiento que le hace Di Prieto a la obra de Jimmy Sierra bien les caben estas líneas de la página 285 de Idolatría. “Los que odian van a ciegas por la vida con los puños cerrados, golpeando a diestra y siniestra sin importarles quien caiga”.
“Atrapen todos sus odios, todas sus frustraciones y hagan una pira. Y no se detengan hasta verlo todo convertido en cenizas: el odio es solo humo. Y si lo dejamos fuera, se extinguirá al concluir la llama que lo engendra”.