Escrito por: Ramón Núñez Hernández. (Profesor de Escuela de Literatura de la Letras de la UASD).
Santo Domingo,.- miércoles.- 13.- noviembre.- 2019.- Luesmil Castor Paniagua, con la publicación de su ensayo titulado, Una mirada distinta al Gran Ezra Pound: el otro lado de la verdad, Lc/ Editorial. Santo Domingo, R.D., 28 de octubre del 2018, nos invita a un encuentro de reflexión con ese hombre universal que creció como “un gigante de la poesía y la palabra del pensamiento filosófico y la historia misma”. Ese hombre grande entre los grandes que nació en 1885 y murió en 1972, es decir, a los 87 años, “desconocido entre los lectores dominicanos, sobre todo entre los jóvenes aficionados o no a la lectura y sobre todo al ambiente literario”. (P. 12).
El ensayo es un sublime reconocimiento a la ideología y pensamiento creativo de Ezra Pound, de quien él como escritor, poeta, periodista y educador, no oculta su admiración e influencia recibida y nos llama a los lectores, poetas, escritores y sujetos pensantes, interesados en saber la verdad o no de la historia, a nutrirnos de los reales valores que él irradiaba con sus palabras, a través de la poesía, el periodismo radiofónico y escritos varios. Todos contra el imperialismo económico de los Estados Unidos, la usura, la asqueante política beligerante de su nación que, a decir del poeta olvidado, a la hora de influenciar en el mundo lo hace con una doble moral y muy a conveniencia de sus intereses. Denunciando, además, la mala práctica política de los bancos.
Cabe destacar esta cita de Willy G. Bouillon, en Poesía, ideología y locura, ponderando las alocuciones de Ezra Pound, cuando desvelaba y denunciaba el poder de atrocidad del imperio del norte. Veamos: “Han llegado los bárbaros. Su objeto es destruir lo que resta de la cultura, imponiendo a toda la civilización el esquema de vida más opuesto al humanismo. Dicen que vienen al salvar al mundo libre, el mensaje más cínico que ha conocido la historia.”
En Una mirada distinta al Gran Ezra Pound, Luesmil Castor Paniagua, analiza, interpreta y comenta diversas opiniones de reflexión de escritores, poetas y pensadores intelectuales contemporáneos suyo, todas compiladas en las fuentes bibliográficas, (ver págs. 106-107). Pero tal como escribe en el prólogo, Alejandro Santana, cuando dice que es un ensayo “donde el profesor Luesmil Castor Paniagua analiza con esmerada brillantez y visión didáctica la vida y la obra de este gran autor estadounidense, reconocido como uno de los más inmensos poetas de la primera mitad del siglo veinte. (P.14).
El autor nos presenta las razones que llevaron a Ezra Pound a asumir partido contra su nación, a entender su admiración y defensa por el dictador italiano Benito Mussolini y adhesión al fascismo, visto más bien como un acto de rebeldía, un desquite, un acto de pura resistencia al no permitir que doblegaran sus ideas de lo que él entendía que debía ser el rol de líder que Estados Unidos estaba llamado a jugar en el mundo, en momento de desastre.
Entonces, ¿quién era Ezra Pound? ¿Por qué el imperio de los Estados Unidos lo condenó con la pena de alta traición y cómo se libró de la ejecución? Ezra Weston Loomis Pound (Hailey, Idaho, Estados Unidos, 30 de octubre de 1885-Venecia, Italia, 1 de noviembre de 1972), poeta, ensayista, músico y crítico, traductor, intelectual polifacético que dominaba varios idiomas -latín, griego, ruso, alemán, italiano, portugués, japonés, español, chino, francés, inglés, su lengua materna- perteneciente a la Lost Generation —«Generación perdida»— que predicó fogosamente el rescate de la poesía antigua para ponerla al servicio de una concepción moderna, conceptual y al mismo tiempo fragmentaria.
Como podemos observar, la época de nacimiento de Ezra Pound, 1885, coincide con una fecha muy significativa porque lo sitúa en la senda de muchos revolucionarios culturales de la primera mitad del siglo XX. Pablo Picasso, Georges Braque, James Joyce, su amigo T.S. Eliot, William Carlos William, Ludwig Wittgenstein o Virginia Woolf, y, además, los escritores y poetas estadounidenses llamados “Generación perdida”.
¿Qué era la Generación Perdida? Generación Perdida es el nombre que recibió un grupo de notables escritores estadounidenses que vivieron y forjaron sus carreras en París y en otras ciudades europeas, en el período que va desde el final de la Primera Guerra Mundial en 1918 hasta la depresión económica de 1929. Este grupo incluye a figuras como John Rodrigo Dos Passos (1896-1970), Erskine Caldwell, William Faulkner (1897-1962), Ernest Hemingway (1899-1961), John Steinbeck (1902-1968), Sherwood Anderson y Francis Scott Fitzgerald (1896-1940). El nombre fue acuñado por Gertrude Stein, amiga íntima de Hemingway, quien, durante una conversación cotidiana, le dice: «Sois todos de una generación perdida». Esta expresión fue popularizada por Ernest Hemingway en sus obras Fiesta y París era una Fiesta. Algunos incluyen también y por diversas circunstancias, a los escritores Ezra Pound (1885-1972), Djuna Barnes y Dorothy Parker.
En Europa se suele emplear la denominación de Generación de 1914, porque fue el año en que comenzó la primera guerra mundial. También se les conoce como la Génération du feu, (la generación del fuego). Además, se usa la expresión Generación perdida en algunas ocasiones para designar a todos los jóvenes escritores modernistas y se caracterizó porque todos vivieron de cerca los horrores de la 2da Guerra Mundial y en sus obras reflejaron el clima de pesimismo de la posguerra y la depresión económica. Frustrados por el vacío cultural de su país y la crueldad de la guerra.
Ezra Pound, en 1908 se estableció en Europa: Inglaterra por 12 años, publicando su primer libro de poesía, Personae en 1909. En Francia vivió por 4 años y promovió dos grandes movimientos de vanguardias: el imaginismo y el vorticismo, caracterizado por experimentar con la metáfora y la lengua lírica bajo la influencia del Extremo Oriente y de los haikús japoneses. Además, trabajó en la revista literaria estadounidense The Dial y tradujo literatura del italiano, del chino y del japonés y escribió varios libros de crítica y poesía, entre ellos Hugh Selwyn Mauberly (1920). A partir de 1924 se instaló en Rapallo, Italia, donde continuó escribiendo Los Cantos y más de 40 obras a lo largo de su vida. En Venecia, Italia, falleció el 1 de noviembre de 1972, a causa de una enfermedad gastrointestinal.
El ensayista dice, además, que su obra monumental, Los Cantos o Cantares, le llevó gran parte de su vida, y que el crítico Hugh Kenner cita sus voces, tras encontrarse con Pound: «He tomado de repente conciencia de que estaba en el centro del modernismo». Que muchos son los críticos que afirman que este poeta perteneciente a la llamada ¨Generación perdida¨ (Lost Generation) es, sin duda, su voz más alta en la poesía; que es el poeta más destacado de la misma, aunque como literato, músico y ensayista, Ezra Pound y su obra fue dejado en el olvido y fue despiadadamente demolido.
El libro del periodista y escritor Luesmil Castor Paniagua, redescubre a Ezra Pound como un humanista en una sociedad deshumanizada, y esa es su intensión con la publicación del ensayo. En el que pretende desnudar el simbolismo y la belleza de la poesía de una etapa de la vida de Ezra Pound en dos de sus poemas “Encargo” y “En una estación del metro”. (Ver págs. 59-105) Él como lector conocedor (o no) de la obra poética de este escritor, músico y ensayista dice que en estos versos se puede percibir, de todos modos, la dolencia que le provoca el mundo, las desigualdades sociales, la marginación y la consideración de los humildes, lo contrapone a un poeta que luego se adheriría al fascismo europeo. La de un poeta que ve y le canta a las tristezas del mundo, caracterizado por su rebeldía contra los estilos de vida de su nación en la época de su existencia, marcada por un capitalismo en expansión, basado en la usura financiera, a costa de la miseria y el sufrimiento de los pueblos más débiles.
Tras la segunda guerra mundial, en 1945, Pound fue juzgado en EE. UU, por alta traición. Robert R. Allen nos cuenta: “Pound fue encerrado apartado de los otros prisioneros, dentro de una jaula de acero construida especialmente para él en el patio de la prisión. Él desconocía si su destino era pudrirse en esa jaula o salir de ella para ser ahorcado por traición… A ninguno de los demás prisioneros les estaba permitido acercársele o hablarle, ni siguiera decirle una sola palabra. No contentos con privar a Pound de cualquier contacto humano, le negaron también cualquier lectura que pudiera servir de consuelo a su agitado espíritu. Para matar el tiempo solo contaba con un texto de Confucio, en chino, que iba traduciendo: esto era todo cuanto disponía para alejar sus pensamientos tenebrosos, sus inquietudes, sus angustias.” (P.44).
La intermediación de diferentes figuras del mundo cultural consiguió que se le declarara loco (así se le salvaba de una potencial pena de muerte) y que se le internara en el hospital del St. Elizabeth, donde permaneció durante doce años (1946–1958). Allí continuó elaborando The Cantos, además de traducir a Confucio al inglés.
En la página 48, cita el lugar, fecha y por qué fue juzgado el poeta, cuando dice: “Fue acusado en Washington, DC, el 25 de ese mes (abril) por cargos de traición. Los cargos de traición incluían transmitir al enemigo, intentar persuadir a los ciudadanos estadounidense para socavar el apoyo del gobierno a la guerra y fortalecer la moral en Italia contra los Estados Unidos”.
Luesmil Castor Paniagua, repito, con este ensayo de reflexión no hace un análisis sobre la obra y trayectoria del gran poeta estadounidense, el poeta maldito, el mejor poeta de la generación perdida, el fascista y traidor a la patria, como les tildaron sus compatriotas, sino una ponderación de sus obras poéticas, sus pensamientos filosóficos y vivencia como intelectual y, además, intenta sacarlo del lado oscuro del poder hacia la luz, hacia donde el sol ilumina libremente.
Porque ese accionar ideológico y su ferviente admiración hacia Benito Mussolini le costó tanto a Ezra Pound, tanto que, el imperio se lo cobró en vida encerrándolo en una jaula como un animal cualquiera, sepultándolo en el cautiverio intelectual e impidiendo en los jóvenes lectores, conocer y disfrutar de la calidad de sus obras poéticas y su gran trayectoria intelectual.
Por último, termino mi reseña con unas palabras de Ernest Hemingway, donde deja constancia de la relación de amistad y aprendizaje, entre el joven novelista y el desconocido escritor: veamos “Ezra era el escritor más generoso y más desinteresado que nunca he conocido. Corría en auxilio de los poetas, pintores, escultores y prosistas en los que tenía fe. Y si alguien estaba verdaderamente apurado, corría en su auxilio tanto si tenía fe como si no”. (Pág. 28) Sto. Dgo., 15 – 06 – 2019.