Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez
SAN PEDRO DE MACORIS, miércoles.- 25.- diciembre.- 2019.-. – El futuro presidencial dominicano está en mano de la manipulación; un pueblo embrutecido, idiotizado, sucumbe y se entrega al dominio de la corrupción. El voto sin conciencia amenaza el necesario cambio que urgentemente requiere el país. Desde el gobierno de Danilo Medina y su PLD se invierten a diarios cientos de miles de millones de pesos para ejercer el control de los medios de comunicación, mientras a cientos de comunicadores les destribuyen millones de pesos para que desinformen, hablen mentiras, calumnien, retuerzan la verdad, tergiversen los hechos, y lancen a diario falsas informaciones confucionistas. Un bombardeo sistemático de falsedades e inventivas constante con el objetivo de no permitirles a los ciudadanos pensar, meditar y reflexionar sobre el destino del país.
Desde los llamados programas de opinión se afanan en difundir la farsa percepción de que la mayoría del pueblo y la sociedad civil representadas en sus instituciones apoyan la gestión Danilo-PLD, caracterizada por un gobierno dedicado al robo, al pillaje y la corrupción. Se masifica el argumento de que todos los políticos son iguales de bandidos y ladrones y de que cualquier cambio que se produzca no variará la actual situación de corruptela y latrocinio. Con este manipulado argumento se legitimiza y se defiende la descomposición presentando la delincuencia gubernamental como algo normal; de que los dominicanos somos ladrones por esencia cultural, por idiosincrasia, y de que el robo y el saqueo del patrimonio público es algo rutinario, propio de la condición de dominicano, que es insalvable. La falta de ética y moral pública se presenta como un logro de capacidad en el ejercicio del poder. Al inyectarle estas creencias a la gente, al pueblo, lo neutralizan para que no luche contra ese flagelo y acepte las cosas como una constante de la gobernabilidad.
La lucha por el cambio no es tarea fácil al tener por delante a un amplio conglomerado humano lleno de gente sinvergüenza, sin escrúpulos y sin principios. La cultura de la corrupción lo permea todo. Grupo de personas en búsqueda, aspirando a ser ladrón y delincuente desde el gobierno. Burlándose de los serios, llamándolo pendejo porque no se suman a ser parte de la asociación de delincuentes y asesinos sociales que hoy gobierna el país. Hay que tener mucha conciencia para no claudicar ni dejarse seducir por las tentaciones ofertadas desde el ámbito del PLD gobernante que quiere que todos los dominicanos nos convirtamos (igual que ellos) en vulgares ladrones del patrimonio público. El PLD fue en el pasado un referente de dignidad y seriedad pública, hoy desde el gobierno es un símbolo de deshonor, traición, latrocinio, inmoralidad y corrupción, una corrupción voraz e insaciable. Sabemos que mucho de la oposición también piensan en llegar al gobierno, al poder, para hacerse rico y millonario mediante el tráfico de influencia, el cohecho, el soborno y toda la práctica gansteril ejercida por el PLD.
La lucha por cambiar esta situación no es tarea fácil al tener por delante un amplio conglomerado humano lleno de gente sinvergüenza, sin escrúpulos y sin principios. Que cada cuatro años en cada certamen electoral venden su voto por una miserable migaja para emborracharse o consumir drogas. La cultura de la corrupción lo permea todo. Grupo de personas en búsqueda, aspirando a ser ladrón y delincuente desde el gobierno. Burlándose de los serios, llamándolo pendejo porque no se suman a ser parte de la asociación de delincuentes y asesinos sociales que encarna y representa el gobierno Danilo-PLD.
Desde esa visión República Dominicana es un país donde robar, prevaricar, cometer desfalco, crear mafia, cometer cohecho, saquear al Estado, mentir, cobrarle a los puntos de drogas y a los narcotraficantes por sus operaciones criminales y delincuenciales; donde ser funcionario ladrón y delincuente no tiene consecuencia judicial. A los funcionarios que cometen este flagelo se le protege al máximo. Y lo que responsablemente señalamos en este escrito no es ni invento ni calumnia. El entonces señor embajador de EEUU, Raúl Izaguirre, tronó con fuerza contra ese flagelo, al igual que lo ha hecho la Iglesia Católica y sus Carta Pastoral. Los obispos Francisco Ozoria, Amancio Escapa, Fausto Mejía, De la Rosa y Carpio; y las voces y plumas valientes y responsables de los periodistas Alicia Ortega, Nuria Piera, Huchi Lora, Juan Bolívar Díaz, Altagracia Salazar, Marino Zápate, Edith Febles, Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo), el abogado Fernando Sibilio con su contundente programa Acción Popular, así como los reconocidos intelectuales Hugo Tolentino Dipp, recientemente fallecido, Andrés L. Mateo, el consagrado militante de la ética y la dignidad publica Narciso Isa Conde, los papeles de WikiLeaks, Participación Ciudadana, el investigador estadounidense Ángel Martínez, ADOCCO, incluso Participación Ciudadana puso en circulación el libro “La corrupción sin castigo”. También La Marcha Verde, entre otras organizaciones, instituciones y personalidades, cuyas voces han denunciados con valentía y responsabilidad la delincuencia de los funcionarios públicos que hemos tenidos en los últimos años. Cada semana aflora o se destapan nuevos casos alarmantes de robo y corrupción en la administración pública. La respuesta del gobierno peledeísta, de las autoridades, de la justicia dominicana: indiferencia, complicidad, protección e impunidad. Y peor aún, los señalados, los acusados, arropado de cinismo se han lanzado con los cientos de miles de millones robados y saqueado al patrimonio público a la carrera por alcanzar posiciones electivas como alcalde o síndico, diputado, senador, regidor o concejal. Disponen del dinero robado al pueblo para comprar votos y doblegar conciencia. Con su fortuna mal habida compran seguidores, conforman una estructura clientelar y populista que lo aplaude y defiende a muerte. El futuro que nos viene parece ser peor que esté presente de dolo insaciable y voraz…
Hay que tener mucha conciencia para no claudicar ni dejarse seducir por las ofertas tentadoras proveniente desde el ámbito Danilo- PLD, cuyos funcionarios y cúpula partidaria lo quieren todos y con ello convertir a los dominicanos en iguales a ellos, es decir vulgares ladrones del patrimonio público. El PLD fue en el pasado un referente de dignidad y seriedad pública, hoy desde el gobierno es un símbolo de deshonor, traición, latrocinio, inmoralidad y corrupción, una corrupción voraz e insaciable. Sabemos que mucho de los que componen e integran la oposición también piensan en llegar al gobierno, al poder, para hacer lo mismo, hacerse rico y millonario mediante el tráfico de influencia, el cohecho, el soborno y toda la práctica delincuencial y gansteril ejercida por el PLD.
Desde esa visión República Dominicana es un país donde robar, prevaricar, cometer desfalco, crear mafia, cometer cohecho, saquear al Estado, mentir, cobrarle peaje a los puntos de drogas, a los narcotraficantes por sus operaciones criminales y delincuenciales y ser funcionario ladrón y delincuente no tiene consecuencia judicial. La impunidad y la protección de las autoridades les garantizan la intocabilidad de la justicia por sus acciones. A los funcionarios que cometen este flagelo se les protege al máximo.
Los que tenemos el valor, la seriedad y la responsabilidad de señalarlo, denunciarlo, se le calumnia.
La gravedad de la corrupción alarmó al entonces señor embajador de los Estados Unidos (EEUU) Raúl Izaguirre, quien tronó con fuerza contra esta situación, al igual que lo ha hecho la Iglesia Católica y a travez de sus Carta Pastoral. Los obispos Francisco Ozoria, Amancio Escapa, Fausto Mejía, De la Rosa y Carpio; y las voces y plumas valientes y responsables de los periodistas Alicia Ortega, Nuria Piera, Huchi Lora, Juan Bolívar Díaz, Altagracia Salazar, Marino Zápate, Edith Febles, los hermanos gemelos Alberto y Enrique Cabrera Vásquez (Los Mellizo de San Pedro de Macorís), el abogado Fernando Sibilio con su contundente programa Acción Popular, los reconocidos intelectuales Hugo Tolentino Dipp, recientemente fallecido, Andrés L. Mateo, el consagrado militante de la ética y la dignidad publica Narciso Isa Conde, los papeles de WikiLeaks, Participación Ciudadana que incluso puso en circulación el libro “La corrupción sin castigo”, el investigador estadounidense Ángel Martínez, ADOCCO, la Marcha Verde, entre otras organizaciones, instituciones y personalidades, cuyas voces han denunciados con valentía y responsabilidad la delincuencia de los funcionarios públicos que hemos tenidos en los últimos años.
Cada semana aflora o se destapan nuevos casos alarmantes de robo y corrupción en la administración pública. La respuesta del gobierno peledeísta, de las autoridades, de la justicia dominicana: indiferencia, complicidad, protección e impunidad. Y peor aún, los señalados, los acusados, arropado de cinismo se han lanzado con los cientos de miles de millones robados y saqueado al patrimonio público, a la carrera por alcanzar posiciones electivas como alcalde o síndico, diputado, senador, regidor o concejal. Disponen del dinero robado al pueblo para comprar votos y doblegar conciencia. Con su fortuna mal habida compran seguidores, conforman una estructura clientelar y populista que lo aplaude y defiende a muerte. El futuro que nos viene parece ser peor que esté presente de dolo insaciable y voraz…
Las opciones contrarias lucen difusas, incoherentes, divididas, sectarias, contradictorias, vacilantes. El tenido como partido de oposición y que podría tener algunas posibilidades de opción tiene en su interior voces vacilantes, temerosas, que por momento se muestran en aparente negocios soterrados con el gobierno o en una complicidad amarrada, buscando su parte del botín sin escrúpulo alguno. Quizás una sacudida de dignidad y vergüenza lo obligue a tomar la ruta adecuada.
En República Dominicana impera el reino de la impunidad, la protección, la indiferencia y la complicidad con los Ministros hampones, mafiosos, rateros, corruptos.
En medio de este cuadro en el país no se vislumbra en lo inmediato un futuro positivo. Los altos funcionarios o altos dirigentes del oficialista PLD están manchados; cuestionados, acusados, señalados, sindicados, vinculados, asociados, comprometidos, con graves y escandalosos actos de latrocinios, lenidad, despotismo, arbitrariedad.
El listado; la acumulación y sumas de los casos de corrupción que involucra a sus funcionarios pasan de miles de casos. Cometen sus crímenes sociales sin sonrojarse, impávido. Estos asesinos sociales niegan los hechos y alardean públicamente con jactancia, que ellos sí saben utilizar el poder; porque para ellos al gobierno se va a robar y delinquir y desde allí acumular fortunas y riquezas a costa de los que sea, y nada más. ¡Vayas canallas!
Esta asociación de asesinos sociales ha sabido montar para su defensa una estructura comunicacional y un amplio aparato psicológico y propagandístico para revertir en la percepción social y popular la realidad de los hechos; esta estructura está destinada a proyectarlo como virtuosos e inteligentes, genios fabricadores de riquezas y fortunas.
Desde su tribuna de inmundicias pagada con dinero estatal, dinero del pueblo, producto de sus actos de corrupción, sus voceros y defensores pagados se dedican a denotar a quienes con responsabilidad denunciamos su secuela de latrocinio, felonía y hamponismo, señalando con maledicencia cobarde que quienes denunciamos la corrupción de los peledeísta lo hacemos por envidia o egoísmo, por mera rivalidad política y por fastidiar. ¡Qué asquerosidad!
En medio de este torbellino de inmoralidad y predominio de la perversidad y la prevaricación en el escenario público y la presencia ofensiva de estos ápteros fangosos, fatídicos y despreciables y cuyas actuaciones lesivas a los intereses de la nación tiende a convertirlos en proscritos del respeto ciudadano. Hombres y mujeres con su cerebros carcomidos por la gula, dedicados al robo y el saqueo del patrimonio nacional; solo preocupados en amasar fortunas y riquezas mal habidas para satisfacer su ego y entregarse a placeres licenciosos, al adulterio con jovencitas desesperadas deslumbradas con las canonjías que reciben de esos detestables funcionarios que actúan sin pensar en las consecuencias de su conducta canicular, que deshonra su familias, amigos y allegados.
A estos bandidos y sinvergüenzas encorbatados no le importa ni dignidad, ni vergüenza y decoro. Están obsesionados con el disfrute del poder, en obtener abundancia mediante su práctica delincuencial y toda forma de corrupción bajo el amparo de su autoridad transitoria. Su objetivo y tarea desde el Poder es reproducir y ampliar lo robado desde su coyuntural y privilegiada posición dominante. Solo lo mueve el interés nefasto de consagrar y proteger lo que han obtenido mediante el pillaje. En su defensa y justificación disponen de una claque de cinocéfalos pagados con el dinero del pueblo, parásitos sociales, lumpenes, personas carentes de honradez y honor dedicado a su tarea maldita de emprenderla con odio y fanatismo inculcado contra los que de manera responsables enfrentamos sus desmanes. Los funcionarios corruptos y delincuentes están uncidos por la inmoralidad y los anti valores. Frente a ellos, denunciando sus fechorías, estamos los nuevos Peto Trasea, Sénecas, Petronio, Lucano, y Bertrand Russell.
El flagelo de la corrupción en la administración pública es tan preocupante que Jim Yong Kim, Presidente del Banco Mundial, dijo en su discurso en la Cumbre contra la Corrupción en Londres, Reino Unido, en Mayo del 2012, lo siguiente.» La corrupción equivale, simplemente, a robar a los pobres. Constituye un doble menoscabo del crecimiento y la prosperidad, en lo que se refiere no solo al desvío de recursos de sus fines previstos sino también a los efectos a largo plazo de los servicios que no se prestan: falta de vacunación, falta de suministro de útiles escolares, falta de construcción de caminos. En mis viajes por el mundo he visto el efecto corrosivo de la corrupción en la vida de los pobres, y el consiguiente deterioro pronunciado de la confianza de los ciudadanos en sus Gobiernos».
Esto no puede continuar, en las elecciones municipales, congresuales y presidenciales de febrero y mayo del 2020 hay que votar por un Cambio, El Cambio Va, ni un paso atrás. El cambio lo representa Luis Abinader, él es la representación del Cambio. Vota PRM.