Españoles en San Pedro de Macorís

Nota: este trabajo fue tomado del capítulo 28 del libro El rey del Momise, Los Guloyas y los cocolos en la industria azucarera de San Pedro de Macorís, segunda edición ampliada y corregida, páginas desde la 452 hasta la 469. Esta segunda producción intelectual del periodista y escritor Enrique Cabrera Vásquez, contiene 16 nuevas sesiones adornadas de importante material gráfico. Su puesta en circulación será a fínale de este año 2022.

Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo).

Españoles. Se ha establecido cronológicamente que unos tres millones de inmigrantes españoles cruzaron el Atlántico rumbo al continente americano en el transcurso de los 50 años corridos desde 1880 al 1930, de éstos, una reducida cantidad se quedó a vivir en República Dominicana; decenas de ellos se desplazaron luego hacia San Pedro de Macorís, donde definitivamente se afianzaron.

Bajo el régimen de Trujillo llegó un grupo numeroso huyendo de la guerra civil española, ocurrida entre julio de 1936 hasta abril del 1939, huían de la persecución fascista de la dictadura franquista que se impuso al recibir el apoyo italo-alemán. Los republicanos fueron derrotados, millares se guarecieron en suelo dominicano donde rehicieron su vida, ya como refugiados o perseguidos políticos.

Fachada del edificio Fermoselle de la familia de origen español Armenteros, convertido en un Centro Cultural, está ubicado en la Avenida Francisco Domínguez Charro (la calle del muelle), con 10 de septiembre y Hostos. Construcción de estilo Neoclásico en hormigón armado, fue levantada en dos etapas, 1918 y 1923. En la primera planta había dos depósitos, uno para madera de José Armenteros y Co. y el otro para el cacao. En sus instalaciones operaban las firmas navieras Clyde S.S. y Co. y la Bull Line. En el mismo estaban las habitaciones de la familia de don José Armenteros.

De acuerdo a datos divulgados por el primer Censo Nacional, realizado en nuestro país en 1920, del que hemos hablado con anterioridad en otros capítulos de este libro, apunta que para esa época, contábamos con unos 894,665 habitantes, de los cuales 49,520 eran extranjeros, el 5.5% de los empadronados. Los auténticos españoles sumaban 1,443, un 3% de los extranjeros que se habían establecido en República Dominicana, constituyendo el cuarto grupo de los inmigrantes más numeroso del momento. El arqueo poblacional señalaba a los vecinos haitianos como el grupo más grande, sumaban 28,258; detrás estaban los provenientes de las Antillas Menores, 8,305, siguiéndoles los puertorriqueños, 6,069. De todos estos inmigrantes, los de España, encabezaban el porcentaje presencial que se instaló definitivamente en la parte oriental de nuestra isla, donde levantarían negocios y formarían familias.

Los entonces jóvenes tuvieron en la actividad del comercio su fuente principal de ingresos económicos y de subsistencias, al igual que los árabes, emprendieron negocios de ventas minoristas y al por mayor, también abrieron pequeños comercios de enseres.

Estos inmigrantes que llegaron a San Pedro de Macorís en penosas condiciones, evidenciaron enseguida una característica amigable y de simpatía distintiva hacia los dominicanos, contrario a aquellos de los tiempos de la conquista y la colonización sangrienta, incluso mucho no ocultaban su desaprobación por aquel pasado que sometió a la esclavitud a los aborígenes y a los negros traídos bajo tormento desde África.

Estos nuevos españoles vieron en la ciudad de San Pedro de Macorís un clima apropiado para la inversión de capitales y la apertura de
negocios. Los primeros vinieron de las Islas Canarias. Entusiasmados por la referencia exitosa que se difundió sobre el resultado de su viaje, pronto otros optaron por seguirles los pasos a sus paisanos. El nuevo grupo tenía un nivel de formación profesional y tal capacidad de trabajo que sus aportes tendrían una importancia en el devenir histórico de la ciudad. El historiador y médico Fermín Álvarez describe con justicia la presencia de estos inmigrantes. «Tiempo después nos llegaron el ingeniero Nicolás Cortina, Antonio Morey, Francisco Castro Molina, quien instaló el primer salón de barbería de la ciudad, Bernardo Cabrera, quien fundó la primera industria de sombreros para hombres, José Armenteros, inicialmente un pequeño comerciante, los hermanos Nadal Andreu, quienes en sus inicios fueron hoteleros; César Iglesias, fundó la primera industria jabonera del país, la César Iglesias C. x A. Otros españoles: José Martínez Conde, periodista y poeta, padre del laureado artista del pincel y el cincel Luis Martínez Richiez (Luichi); y Antonio Casasnovas…» Fuente de la cita: Fermín Álvarez. San Pedro de Macorís: desde el pueblo originario hasta su lucha por la libertad y la democracia. Revista ECOS UASD, Año XXVIII, Vol. 2, No. 22, julio-diciembre de 2021. Versión digital.

Dentro de los heterogéneos emigrantes españoles que decidieron desarrollar su vida en San Pedro de Macorís hubo algunos con singularidades cuyas pericias los colocó en la vanguardia social frente a los demás en la competencia por los espacios sociales. El atrevimiento emprendedor fue jerarquizándolos, por esa vía mostraron su marca comercial con peculiaridad simbólica, tales son los caso de los Amechazurra, Serrallés, Armenteros, Iglesias, Brugal, Ricart, Morey, Casasnovas, Aguiló, Barceló, Amengual, Guerra, Parra, Tarazo y Gálvez, para solo mencionar algunos apellidos de renombre social.

«Al finalizar del siglo XIX y durante las tres primeras décadas del XX, se formó en la República Dominicana una colonia española que pese a no haber alcanzado una gran significación numérica por el carácter restringido de la inmigración -a diferencia de lo que sucedió en otros países de la cuenca del Caribe como Cuba y Puerto Rico, y posteriormente Venezuela-, sí la tuvo desde el punto de vista cualitativo, si ponderamos la valiosa contribución realizada por los inmigrantes españoles a las actividades mercantiles y productivas del país». Fuente de la cita: Manuel García Arévalo. La emigración asturiana.

«Después de la Guerra Civil, hubo trescientos mil o cuatrocientos mil republicanos desterrados, cien o doscientos mil arbitrariamente internados en los campos de trabajos forzados. Más de dos millones de españoles confinados en aldeas, y pequeñas ciudades vigiladas estrictamente por la policía política. En la posguerra civil fueron fusilados aproximadamente cincuenta mil republicanos». Fuente de la cita: Reina C. Rosario Fernández. El exilio republicano español en la sociedad dominicana. Publicación Comisión Permanente de Efemérides Patrias. Archivo General de la Nación. Volumen CXIII. Academia Dominicana de la Historia. Volumen LXXXIX.

Estos emigrantes desarrollaron desde el primer momento su inclinación por dedicarse al negocio del comercio en San Pedro de Macorís, al igual como lo hicieron sus iguales en la capital, Puerto Plata, La Vega, Santiago, Baní, Barahona e Higüey, donde por fin decidieron radicarse en esas ciudades donde abrieron ferreterías, fábricas de hielo, zapaterías, tiendas de sombreros, de telas, confecciones y otras de variadas utilerías domésticas.

En el ambiente de su modus operandi eran identificados por sus apellidos o de la región de su procedencia, la aplicación de este sistema de seña particular les sirvió como distintivo comercial. De esta manera eran llamados en su desenvolvimiento comercial. Los Armenteros, cuyo sello comercial adquirió ribete histórico, eran de la región de Castilla, es decir castellanos, ubicados en el centro de España. Además de estos castellanos vinieron vascos, asturianos, gallegos de Galicia, catalanes, de Andalucía e islas Baleares.

Catalanes que sembraron pilares y se destacaron en San Pedro de Macorís Serrallés, Brugal, Ricart, Cassá, Anglada, Dalmau, Roca, Vargas y Castaner o Castañer.
De la región vasca, Amechazurra, Goicoechea, Ibarra, Bengoa, Echevarri o Echevarría, Salazar, Ochoa, Loinaz y Muñagorri.
De Islas Baleares, Barceló, Amengual, Casasnovas, Aguiló, Llodrá, Gual, Nadal, Mayol, Vidal y Caldentei.

De Andalucía, Guerra, Parra, Gálvez, Frías, Rodríguez, Sarmiento, Fernández, Alba, Alfaro, Reyes, Caro, Martínez, Lebrón, Cámpora, Domínguez y Miura. Castro y Molina eran de Granada.

De Cataluña vinieron los Feris, (Miguel Feris, el abuelo de los hermanos Feris Iglesias, vino del Líbano, árabe) mientras los Iglesias lo hicieron desde la comunidad de Galicia, específicamente de Sejalbo), nos aporta Jesús Feris Iglesias al consultarlo. También de Cantabria, Galicia, Castilla y León.

«Los españoles que emigraron entonces solían ser gente sencilla y común, quienes partían cuando jóvenes, con la ilusión de obtener un mayor bienestar, ante las precariedades económicas y la superpoblación existente en su ámbito rural. Procedían de humildes aldeas y poblados. No poseían otro aval que su trabajo y su integridad personal. El resultado de su entrega y su dedicación a los más variados oficios se tradujo en la prosperidad de las naciones en que fueron acogidos, contribuyendo de manera singular al crecimiento económico de las mismas, llegando a desarrollar un sorprendente entramado social, sustentado por vínculos solidarios que se tradujeron en la creación de centros corporativos, de beneficencia y auxilio mutuo». Fuente de la cita: Manuel García Arévalo. La inmigración española a República Dominicana durante el siglo XX.

Publicación de El país dominicano temático, noviembre 14, 2018.

Los Armenteros Rius y Feris Iglesias.

Dos de las familias con hibridas características por su mezcla árabe con predominio del español, cuyas vidas en los negocios y el comercio en suelo dominicano, así como el ejercicio profesional de algunos de sus componentes, que los ha enaltecido con creces y distinción cualitativa en su práctica social más allá de San Pedro de Macorís, ha sido el binomio Armenteros-Feris Iglesias, cuyos miembros han caminado unidos en las actividades económicas y financieras desde que los primeros llegaron al país, el ramal biológico de la composición de estos apellidos cuenta con ramificaciones de continuidad extensivas por lazos matrimoniales con los Seisdedos, Ferrero, Freire, Sastre, Estrems, Campmany, Rius, Malla, Alfau e Iglesias.

El primero de ellos en llegar al país desde Cuba y establecerse en San Pedro de Macorís fue José Armenteros Seisdedos (en la foto), nacido en España el 6 de enero 1915; en el Macorís del mar instaló su comercio con el nombre “Casa Armenteros”. Falleció en Santo Domingo a los 61 años de edad, el 25 de diciembre 1976. Su arribo a la urbe oriental coincidió con la abundancia económica existente del momento; era hijo de José Armenteros Ferrero, nacido en España en 1869, que al contraer nupcias con Dolores Ciriaca Malla, alías Lolita, incluyó este apellido en la estirpe.

(Foto de José Armenteros Seisdedos)

José Manuel Armenteros nació en San Pedro de Macorís el 26 de marzo de 1925. La genealogía Armenteros cuenta con Teresa, 1893, Jesús, 1895, Antonio, 1908 y Ernesto 1912. De ellos María, Teresa, Jesús y Antonio, cargan el colateral Seisdedos. Teresa se casó con César Iglesias, de cuya unión nació Josefina Iglesias Armenteros, la madre del hermano José Ricardo, Miguel, Xiomara, César Iván, María del Carmen y Jesús, ampliando la mezcla consanguínea.

Sus descendientes han desarrollado la herencia del histórico patrimonio comercial constituido a principio del siglo XX, expresado en las empresas César Iglesias y Casa Armenteros C x A, levantadas en San Pedro de Macorís, la primera en 1910, y la segunda, en el año 1911. En este tenor han venido realizando inversiones puntuales en otras áreas productivas, multiplicando y adaptando el legado en consonancia con la nueva realidad del país y el mundo tecnológico.

Los distintos matrimonios han ensanchando la original línea sucesora Armenteros y Feris Iglesias, que en la medida que pasa el tiempo, hace olvidar aquel inicio artesanal en la fabricación de jabón, manteca y velas, caso de la César Iglesias, y elaboración de aceites vegetales comestibles, de Armenteros.

Otro miembro importante del clan familiar fue Ernesto J. Armenteros, nacido en San Pedro de Macorís. Falleció en Santo Domingo en febrero del 2020. Este connotado empresario fue socio fundador de la aseguradora La Colonial, así como, Unión de Inversiones Inc. y Unión Asset Management Inc., empresa comercial de bienes raíces, creada en la isla de Puerto Rico. La misma incluye en su portafolio de inversiones construcción de edificios para oficinas, condominios familiares, centros comerciales, parqueos, estacionamientos y otras estructuras de acero y cemento. Además, fundó el Banco Gerencial & Fiduciario Dominicano, institución financiera que luego se fusionaría con BHD.

En ocasión de su muerte, su amigo Juan Giuliani Cury escribió un artículo en su secsión Puntos de vista, Listín Diario del viernes, 28 de febrero de 2020, en la que hace una descripción filosófica de su persona, matizándolo como “un gran dominicano, de cultura y educación sobresalientes, con una jovialidad caracterizada por su trato correcto y sencillo exhibiendo en todo momento un bajo perfil empresarial, siendo sus resultados económicos-profesionales fruto de su propio trabajo junto a su distinguida esposa Francette Calac, educadora y fundadora del Colegio Babeque, prestigioso centro educativo de enseñanza primaria, media y bachillerato de esta ciudad capital”.

La unidad que enlaza las familias Armenteros, Iglesias, Rius y Feris, está sustentada en la asociación de intereses que representan las empresas comerciales y de servicios, Casa Armenteros, Industria de Asbestos Cementos C x A, Sociedad Industrial Dominicana C x A, Pastas Dominicanas, C x A, Banco Hipotecario Miramar S. A., Asociación Popular de Ahorros y Préstamos S. A., La Colonial, S.A, de Seguros, La Amapola S. A., Moteles Dominicanos S. A., César Iglesias C x A, Pollos del Cibao C x A, entre otras.

El pacto familiar Armenteros-Rius y Feris Iglesias, ha configurado una profunda y acerada alianza comercial que se ha ido reproduciendo, ampliando y consolidando generacionalmente, mediante la diversificación de las ofertas productivas del consorcio empresarial, el cual había introducido innovaciones con fuerza dominante en el mercado competitivo cuando en 1935, instalaron la primera fábrica de producción de aceite de coco del país, concomitantemente con la modernizar de todo su sistema fabril, al importar maquinarias desde los Estados Unidos para mejorar y tecnificar el proceso de elaboración de jabones, detergentes y otras cadenas de suministros, cuya demanda crece cada día entre los consumidores.

Dentro del abolengo Armenteros hay dos hermanos que se han destacado en la defensa del sistema ambiental y ecológico del país. Nos referimos a los hermanos Enrique y José Armenteros Rius, ambos consagraron sus vidas en crear y desarrollar proyectos de rescate forestales, verbigracia la Fundación Progressio y Reserva de Ébano Verde, constituidas por Enrique, quien falleció en septiembre 2019. Éste era un amante apasionado de la investigación científica. Estuvo casado con Charo Martínez Aviar, de cuya relación nacieron Teresa, María Antonieta, Martha, Marisol y Mónica Armenteros Martínez.

De izquierda a derecha los hermanos, Enrique y José Armenteros Rius.

Sobre José Manuel los datos biográficos publicados en los medios de prensa señalan que nació en San Pedro de Macorís el 26 de marzo de 1925, que se graduó de Ingeniero Civil en la Universidad de Santo Domingo, hoy Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), en 1944, haciendo un doctorado en España en 1950. Además, fue “director técnico en la construcción de 5 hidroeléctricas en los Pirineos, Francia y España. Además de ser asesor en varios proyectos para la Sociedad Sevillana de Electricidad y más de 200 proyectos de consultoría y supervisión y otros grandes e importantes proyectos”. De acuerdo a esta publicación este es un hombre altamente capacitado y con una hoja de servicio impresionante.

En cuanto a los Feris Iglesias particularizamos la limpia trayectoria de tres hermanos, Miguel, Iván y Jesús, productos de la prole entre Josefina Iglesias Armenteros y César Iglesias, quienes han sobresalido con amplia notoriedad de prensa. Estos han desarrollado sus respectivas conductas personales apegados a los valores éticos heredados del hogar familiar, descollando con éxito en el campo empresarial y profesional con luz propia, pues la transparecía total ha sido su norte. Miguel, el de más edad y líder de la trilogía, falleció inesperadamente de un infarto en su hogar en Santo Domingo, a los de 77 años de edad, en junio del 2015, aunque era abogado optó por entregarse con pasión a la tarea de preservar el patrimonio empresarial, función que lo desconectó de la profesión, había nacido en San Pedro de Macorís en 1937. Su matrimonio con la macorisana Dafne Chalas Brugal se mantuvo firme por espacio de 51 años, y con la dama procreó a Yira del Carmen, abogada, y Miguel Enrique Feris Chalas, ingeniero industrial, que ante la muerte de su padre pasó a presidir la amplia empresa familiar, la cual conduce con eficiencia.

De izquierda a derecha, los hermanos Miguel, abogado y empresario, Iván, arquitecto e historiador, y Jesús, médico pediatra, infectólogo, científico y reconocido dirigente político. Esta familia, de origen español-árabe, está emparentada muy de cerca con los Armenteros.

El liderazgo de Miguel entre estas familias era inmenso e impresionante, tenía un carisma natural sugestivo. En todas sus relaciones interactivas era franco, directo, abordaba los temas sin tapujos. Su capacidad emprendedora en el sector empresarial dominicano lo distinguió sobre los demás hermanos. Aplicó la filosofía económica como estrategia de crecimiento al asociar el heredado patrimonio empresarial con otros sectores de las actividades productivas nacionales. En ese sentido, reinstaló los parques industriales César Iglesias, S.A.

En su lugar de origen, su amada ciudad de San Pedro de Macorís, la consolidación de la sociedad familiar empresarial ha favorecido con contratos de trabajo a más de tres mil personas en una industria en crecimiento permanente, además de instalar un parque energético y ser cofundador de Metro Country Club, entre otras actividades contribuyendo activamente con el realce socio-económico a la provincia. Era un visionario pragmático.

Los Feris Iglesias simbolizan mucho más que la tradición de una marca comercial, expresan gratitud perenne a los padres y capacidad de unidad familiar; sus logros en las diferentes áreas donde han incursionado dicen enfáticamente de su seriedad y equilibrio; de su honestidad y responsabilidad ciudadana, y, sobre todo, el amor devoto al pueblo de su nacimiento, quizás rayando en un chauvinismo dogmático al transpirar por sus poros el verde color de las Estrellas Orientales.

Los españoles de Iberia

No podemos obviar en esta narración sobre el contenido histórico de los españoles de San Pedro de Macorís la labor de emprendurismo comercial de los propietarios de la cadena de plazas comerciales conocida como Iberia, Fernando Rodríguez Miranda y Manuel Rodríguez Rodríguez, dos valencianos del municipio Santa Pola, costa de la provincia Alicante, cuyo accionar en los negocios los ha situado en un alto lugar de distinción comercial al instalar sucursales en Hato Mayor, La Romana y en la zona turística de Bávaro.

La popular Almacenes Iberia abrió sus puertas en San Pedro de Macorís el 4 de mayo del año 1964, época del gobierno golpista del triunvirato, desde entonces la empresa ha estado sometida por sus socios inversionistas a innovaciones que contribuyan a su desarrollo, es por ello, que lo que fue en su inicio una tienda más de la ciudad dedicada a la venta de telas y confecciones en sentido general, fue introduciendo otros componentes de interés para el público cuya receptividad y demanda motivó la apertura de nuevos rasgos comerciales que en la medida que atraían clientes se veía compelida a estructural nuevas áreas simétricas para colocar las mercancías en ofertas, reformándola en una confortable plaza comercial con el rango de Hipermercados Iberia. Sus ofertas de precios atraen al público que llena permanente el local comercial.

De izquierda a derecha los empresarios, Fernando Rodríguez Miranda y Manuel Rodríguez Rodríguez, propietarios de la cadena de plazas comerciales Iberia.

Un percance inesperado acaecido en la Semana Santa de abril de 2017, alteró la tranquilidad del cierre de la solemne fecha religiosa. Un voraz incendio consumió el gigantesco centro comercial. Empero, sus dueños no se amilanaron, desde las cenizas y escombros concibieron levantar una nueva y moderna estructura cuyo diseño arquitectónico acorde a la modernidad de la época y sin alterar el ambiente arquitectónico que caracteriza el entorno inmobiliario de la zona, manteniendo y reforzando las fachadas. Sobre estas bases fuer delineada la reconstrucción de las instalaciones, sin perder los detalles implícitos de su desarrollo comercial competitivo. Así es la nueva hipertienda plaza de Almacenes Iberia.

El gigantesco establecimiento comercial ocupa una manzana entre las calles Independencia, Sánchez, Anacaona Moscoso y la Colón, al centro de la ciudad.

Tras aquel siniestro sus propietarios asumieron el hecho como un nuevo reto y desafío, y en consecuencias, emprendieron la ardua tarea de demoler los restos calcinados lanzándose con entusiasmo y denuedo a la construcción del moderno, confortable y holgado complejo de espacios dimensionales, cuya magna inauguración, la tarde crepuscular del sábado 2 de marzo de 2019 expresa con sentido histórico la tenacidad, el trabajo, la dedicación y firme voluntad de Fernando Rodríguez Miranda y Manuel Rodríguez, presidente y vice presidente del consorcio comercial, de continuar adelante por encima de toda circunstancia.

En su discurso de gratitud ante los invitados Manuel Rodríguez (Manolo), hablando en su nombre y en el de su socio Fernando Rodríguez Miranda, manifestó. “Hay una leyenda griega que dice que, en el Edén, debajo del Árbol del Bien y del Mal floreció un arbusto de rosas; allí, junto a la primera rosa, nació un pájaro de bello plumaje y un canto incomparable. Cuando Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso, cayó sobre el nido una chispa de la espada de fuego de un Querubín, y el pájaro ardió al instante, pero de las llamas, surgió una nueva ave, el Fénix, con vida, conocimiento, belleza y fortaleza imponente e inigualable, que a lo largo de sus múltiples vidas nos sirve de inspiración”.

Seguidamente agregó. “A nuestro San Pedro de Macorís, hoy estamos más que nunca agradecidos, porque en dos épocas distintas nos han apoyado, y mostrado que creen en nosotros, sus ojos nos han visto nacer dos veces, por eso ustedes están en nuestros corazones y nosotros en el corazón de ustedes”.

“Hoy es un gran día para Almacenes Iberia, verlos a todos ustedes aquí hace que nuestros corazones rebocen de alegría y felicidad genuina, porque son la muestra fehaciente de que la espera ha terminado, puntualizó.

De su lado, Alberto Rivera, gerente administrativo indicó. “En un momento de impotencia y temores dijo uno de los visionarios de la antigüedad «Los que confían y esperan de Dios tendrán nuevas fuerzas; comerán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán». En este día nosotros podemos decir: «La presencia del todopoderoso, y el apoyo y trabajo de quienes se entregaron en alma y cuerpo a esta obra, hace posible que hoy podamos cantar victoria».

“Este esplendor, abastecido y moderno establecimiento tiene vida, esta celebración de inauguración tiene valor, por la presencia de todos ustedes. De una manera formal, sincera y llena de emociones les decimos, bienvenidos. Gracias por ser parte de este momento. Bienvenidos en nombre de la familia Iberia”, concretizó.

Puertorriqueños o Boricuas en San Pedro de Macorís

La llegada de estos isleños mayoritariamente de tez clara a San Pedro de Macorís está relacionada con la crisis económica de finales del siglo XIX. En 1883 Juan Serrallés trasladó desde la isla el ingenio Puerto Rico, que instaló se Las Cabuyas, en las parte norte de Juan Dolio, para sus operaciones importó 37 braceros negros o cocolos. Esta iniciativa se produce al iniciar la invasión y ocupación colonial de la isla en 1898 de parte de los Estados Unidos, gobierno que luego implementaría la Ley Foraker en 1901, instrumento legal para instaurar en la isla un gobierno civil obediente a su mandato imperial.

Entre los boricuas con ideales anticoloniales que arribaron a San Pedro de Macorís, Fermín Álvarez menciona en su reseña de la historia local a Miguel Rodríguez, Esperidón Torres, quien instaló el Gran Hotel Dos Américas, Tácito Fernández; el dirigente obrero Félix Barbosa, Jaime Oliver Clark, quien estuvo presente en la guerra americano-española de Puerto Rico y cuando se produjo el Grito de Lares, al ser perseguido, fue embarcado metido en un saco, hacia San Pedro de Macorís, aporta su escrito sobre el tema.

Los cubanos.

Igualmente, Fermín Álvarez destaca la llegada de los cubanos que se instalaron en San Pedro de Macorís, huyendo de la guerra entre Cuba y España (1868-1878), grupo en el que vino Juan Amechazurra, el fundador del primer gran ingenio industrial, Angelina. «Algunos personajes importantes de esa inmigración fueron: Luis Felipe Aza, era el abuelo de la soprano Ivonne Aza; Pipe Mir, padre del Poeta Nacional Pedro Mir; Salvador Emilio Ross, donó terrenos para la construcción de la iglesia y un parque de recreo; Santiago Mellor, donó el Teatro Municipal, después Mellor; Lorenzo de Zayas-Bazán, Mateo Saladrigas».

Otra de las figuras opulentas oriundas de San Pedro de Macorís que descolló como banquero exitoso y hombre de negocios fue Ramón Báez Romano.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

De izquierda a derecha, los hermanos Miguel, abogado y empresario, Iván, arquitecto e historiador, y Jesús, médico pediatra, infectólogo, científico y reconocido dirigente político. Esta familia, de origen español-árabe, está emparentada muy de cerca con los Armenteros.

 

Los Feris Iglesias simbolizan mucho más que la tradición de una marca comercial, expresan gratitud perenne a los padres y capacidad de unidad familiar; sus logros en las diferentes áreas donde han incursionados dice enfáticamente de su seriedad y equilibrio; de su honestidad y responsabilidad ciudadana, y sobre todo, el amor devoto al pueblo de su nacimiento quizás rayando en un chauvinismo dogmático al traspirar por sus poros el verde color de las Estrellas Orientales.

De izquierda a derecha los empresarios, Fernando Rodríguez Miranda y Manuel Rodríguez Rodríguez, propietarios de la cadena de plazas comerciales Iberia.

Los españoles de Iberia

 

 

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