Miles de campesinos y sindicalistas paralizaron Paraguay el miércoles para pedir aumentos salariales y rechazar un plan privatizador del gobierno del presidente Horacio Cartes, quien afronta su primera huelga general tras siete meses en el poder. Si ocuriese en Venezuela, los medios estuvieran incitando a la violencia terrorista y promoviendo el derrocamiento del gobierno constitucional.
Más de 10.000 labriegos de la Federación Campesina y trabajadores de seis centrales obreras participaron en la marcha principal en Asunción, según los organizadores.
«Estamos levantando nuestra voz contra los atropellos de este gobierno neoliberal», dijo en Asunción el manifestante Bernardo Rojas, integrante de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT).
Los manifestantes marcharon por las calles de la capital y se concentraron frente al Congreso con pancartas en las que se exigía un aumento salarial del 25%. Asimismo, protestaron contra un plan de privatización y reivindicaron la reforma agraria que reclaman desde hace 21 años, informó Carolina Villalba, secretaria general de la Federación Nacional Campesina (FNC).
«¡Arriba, abajo, la privatización al carajo!», clamaron los manifestantes, que formaron piquetes en los principales accesos a Asunción para impedir el ingreso de vehículos del transporte público.
Algunos ciudadanos se las ingeniaron para llegar a sus lugares de trabajo en bicicletas, motos, automóviles y camionetas ante el paro de transporte público.
«La huelga tuvo un acatamiento del 80% porque no hubo transporte público ni servicio de taxis», dijo a la prensa Aldo Snead, líder de la CUT.
El sindicalista agregó que las escuelas públicas y privadas también hicieron huelga, aunque varios portavoces del gobierno indicaron que sólo cerró las puertas el 15% de las escuelas públicas.
En Ciudad del Este, la segunda más importante de Paraguay, en la frontera con Brasil, los trabajadores formaron un piquete para bloquear por un par de horas la salida y el ingreso al Puente de la Amistad, que une los dos países sobre el caudaloso río Paraná, a 330 kilómetros al este de Asunción.
Unos portavoces del gobierno de Cartes calificaron la jornada de «tranquila» y reconocieron la legitimidad de la huelga.