Tomado de La Jornada
El editorial del The New York Times del viernes pasado selló el destino del influyente senador por Nueva Jersey Robert Bob Menéndez. En dicho texto se le pide dimitir y responder con los medios legales a la acusación que por corrupción le hace el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Él haría un flaco favor al estado que representa si se aferra al poder como político caído en desgracia. Sus colegas en el Senado deben exigir que se haga a un lado, opinó el diario.
Menéndez nació en 1954 en Nueva Jersey, de padres cubanos. Su carrera política destaca por su intransigencia hacia todo lo que signifique la normalización de las relaciones diplomáticas y el intercambio sociocultural y económico entre Estados Unidos y la isla. Los grupos anticastristas atribuyen a esa actitud los problemas del senador con la justicia del vecino país.
De que gozó de buena estrella lo atestiguan las distinciones que ha recibido. La más reciente de manos del ex rey Juan Carlos de Borbón, para reconocer su papel inspirador en la tarea de enriquecer las relaciones entre Estados Unidos y España. Y es que el senador presidió hasta principios de año uno de los comités más importantes del Congreso de nuestro socio comercial: el de Relaciones Exteriores.
Sólo que investigaciones de la FBI demostraron que el legislador usaba su cargo para facilitar negocios y acrecentar la riqueza de sus amigos. A cambio de ello, se daba una vida de lujo. Destacadamente favoreció al oftalmólogo Salomón Melgen. El gobierno federal y la FBI investigaron durante siete años los nexos ilegales entre ambos. Encontraron que el oftalmólogo, con residencia en Florida, desfalcó 20 millones de dólares en subsidios al sistema público de salud, conocido como Medicare. Y que era uno de los principales contribuyentes a las campañas políticas de Menéndez. Además, le dio regalos y le prestó su avión para irse de vacaciones de seis estrellas a República Dominicana, de donde Melgen es originario. Jamás el senador informó de todo eso a las autoridades financieras del Congreso.
Ahora él y su dadivoso amigo están acusados de 14 delitos, entre ellos soborno y fraude. Leslie R. Caldwell, subsecretario de Justicia del vecino país, dijo sobre este caso: La corrupción gubernamental, no importa en qué despacho y su categoría, destruye la confianza del público y debilita nuestro sistema democrático.
Menéndez asegura que las acusaciones en su contra son falsas y totalmente equivocadas y tienen motivaciones políticas. Que siempre se ha comportado adecuadamente y defendido lo que es correcto. Y que los fiscales que lo acusan fueron engañados para iniciar la investigación.
En México los Menéndez abundan en las instituciones públicas. Y gozan de cabal salud, de impunidad.