Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo)
SAN PEDRO DE MACORIS.– La militancia del PRD, ahora PRM, históricamente se la han pasado lamentándose de la mayoría de los candidatos que han elegido para cargos públicos; y es que en su elección nunca ha primado la mejor selección en cada caso en concreto, sino al candidato que mejor responda al interés faccioso o mandato de línea bajada por alguien en particular. La historia está llena de hechos vergonzosos en este sentido. Por sectarismo se niegan a poner sus oídos en el corazón del pueblo. Adrede ignoran el clamor popular. La falta de sensatez y sentido común nunca ha estado presente al momento de tomar decisiones políticas trascendentes. Nunca piensan en lo que más le conviene al partido sino en obedecer a ciegas los caprichos resultantes del ego del jefe de turno. En pasadas convenciones apoyaron malos y pésimos candidatos en detrimentos de opciones mejores. Es la cultura de actuar atendiendo a satisfacciones personales nunca a razones políticas correctas. El fanatismo lo embrutece, lo ciega, lo arrastra al masoquismo, a dar tumbo. Cerrada su lucidez y conciencia se postran al servilismo irreflexivo. Jamás alcanzan ver más allá de la curva. Y cuando alguien valientemente enfrenta su posición sectaria la emprenden en tropel, cumpliendo orden, a descalificarlo con odio corrompido y pobreza de argumentos. Ya lo dijo una vez José Francisco Peña Gómez, refiriéndose al continuo comportamiento de los dirigentes de San Pedro de Macorís y ante un partido en crisis continua, que aquí había, con sus excepciones, una dirigencia de insignificante calidad. Por eso siempre la realidad histórica le pasa factura a su desatino y le golpea con fuerza en el rostro su estupidez reiterada. ¡Qué barbaridad! ¡Qué pena! ¡Viva la dignidad y la vergüenza personal!