La Conferencia del Episcopado Dominicano (CED) consideró este martes que la corrupción adquiere «niveles indecibles», lo invade casi todo y peor aún obtiene carta de impunidad.
La apreciación de los obispos está contenida en su Carta Pastoral por motivo de conmemorarse mañana el Día Internacional contra la Corrupción, aprobada en su reunión semestral de septiembre de 2015.
La posición eclesiástica reúne varios pronunciamientos sobre la corrupción recopilados desde 1975 al presente año y pronunciamientos papales, contenidos en la Bula del Papa Francisco “Misericordiae vultus” (El rostro de la misericordia).
“Es lamentable tener que confesar que, entre nosotros, la corrupción va llegando a adquirir niveles indecibles. Casi todo lo invade y lo que es peor va obteniendo carta de impunidad y de descaro público. No es algo que se trama a la sombra, se consigue ocultamente y se disfruta con disimulo al revés, se trama a gritos, se consigue a la luz pública y se disfruta con ostentación y provocación, sobre todo de los que nada o muy poco tienen, o puede tener, en este país, tierra de todos”, afirmó la Conferencia en 1975.
En la ocasión los obispos señalaron que “En la administración pública la corrupción es más execrable, ya que el empleado del Estado es un servidor del pueblo y administrador de bienes comunes, cuya obligación primordial es servir administrando o administrar sirviendo. Él está ahí en nombre de los propietarios –los ciudadanos todos de la nación- no para apropiárselos, ni para malversarlos, ni para dilapidarlos o arriesgarlos, ni para beneficiar políticas partidistas, sino para defenderlos, custodiarlos y distribuirlos conforme a sus fines para el bien común, con honestidad e integridad”.
En otro de sus pronunciamientos en 1995, los obispos expresaron preocupación de que «lo inquietante, lo desgarrador es cuando la corrupción se torna “cultura”.
Sobre lc corrupción en el presente año, hicieron referencia a su Pastoral del 27 de febrero de 2015, en la que expresa cómo los políticos invierten recursos para adquirir más poder y privilegios desde el Estado con la ayuda financiera de empresarios, que según señala «Lo hacen con el propósito de que estos a su vez les concedan privilegios tributarios y les favorezcan con la elaboración de leyes que resulten ventajosas para sus empresas y negocios…».
Recordó que el mejor remedio para la corrupción es la conversión, sincera y profunda a Dios.
Estiman los obispos que a pesar de los esfuerzos por enfrentar la corrupción, aún resta mucho para adecentar la parte institucional del Poder Judicial.