Por: Agencias
12 de Diciembre.– Los 195 países de la conferencia de la ONU aprobaron este sábado el primer acuerdo universal y vinculante en la cumbre del cambio climático (COP21) celebrada en París, lo que supone el primer gran acuerdo de la historia contra el cambio climático en el que los países se comprometen a transitar de manera conjunta hacia una economía baja en carbono.
El texto (PDF) fue entregado a los delegados de los países por el presidente de la reunión de París y ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius, quien tuvo que retrasar a este sábado la presentación del acuerdo prevista para el viernes debido a las discrepancias existentes.
El objetivo del pacto es que la temperatura del planeta no aumente más de dos grados centígrados a finales de siglo, pero con la aspiración de que no suba más de 1,5 grados.
Para ello, los países revisarán cada cinco años sus compromisos de revisión de emisiones, y se marcarán metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero a largo plazo para lograr los objetivos que se proponen.
Para lograr el acuerdo que marca el inicio de un nuevo modelo de desarrollo han hecho falta veintiún años de cumbres del clima y doce meses de los más intensos esfuerzos diplomáticos que se hayan hecho en la historia. «Este es el acuerdo más complejo que se ha negociado nunca», reconocieron los secretarios tanto de Naciones Unidas, como de la convención de cambio climático de la ONU, Christiana Figueres.
Principales puntos del acuerdo
El Acuerdo de París, que cuenta con 11 páginas y una Decisión que lo desarrolla en otras 20, es jurídicamente vinculante, como acuerdo de una COP, pero los acuerdos son en la jerarquía jurídica el mínimo nivel existente, bastante por debajo de un protocolo. Exigencia ésta de Estados Unidos para no tener que ratificarlo en el Senado.
El pacto entrará en vigor en 2020 y con él las 186 contribuciones nacionales de lucha contra el cambio climático presentadas. Cada cinco años los países deberán revisar sus contribuciones por un mecanismo de «reporte y rendición de cuentas transparente», con la idea de ir renovando sus promesas nacionales al alza para lograr el objetivo propuesto de que la temperatura no aumente más de dos grados, y los nuevos compromisos nunca podrán ser menos ambiciosos que los anteriores.
Los países se proponen que las emisiones toquen techo «tan pronto como sea posible», reconociendo que esta tarea llevará más tiempo para los países en desarrollo, y que se efectúen reducciones rápidas a partir de ese momento para encontrar «un equilibrio entre las emisiones provocadas por la acción del hombre y lo que puede absorber la atmósfera» en la segunda mitad de siglo. De este párrafo, que hace referencia a los objetivos de mitigación a largo plazo, desapareció primero una meta de reducción para 2050, después la descarbonización y finalmente la referencia a la «neutralidad» de emisiones que debía alcanzarse en la segunda mitad del siglo.
Lo que vienen a decir los nuevos objetivos a largo plazo del Acuerdo de París es que se podrá seguir emitiendo gases de efecto invernadero siempre que estos puedan ser capturados y almacenados geológicamente, además de por el efecto «sumidero» que poseen los sistemas naturales. El texto, de hecho, hace un reconocimiento a los bosques como sumidero y a la obligatoriedad de preservarlos, con la ayuda internacional que ello requiera.
El acuerdo también recoge las necesidades de financiación de la adaptación, un mecanismo de pérdidas y daños por el cambio climático, y la acción climática antes de 2020, todo ello «en base a las capacidades de cada uno». Y fija como suelo para la financiación climática un mínimo de 100.000 millones de dólares anuales a partir de 2020.
Aborda asimismo la noción de «justicia climática» en el preámbulo, y en cada aspecto está reflejada la diferenciación entre países a la luz de las circunstancias nacionales.
Un acuerdo «universal»
Antes de la aprobación del texto, Fabius dijo que es un documento «difierenciado, justo, sostenible y jurídicamente vinculante, es fiel al mandato de Durban (donde se celebró la cumbre del clima en 2011), reconoce el concepto de justicia climática y tiene en cuenta la responsabilidad diferenciada de los países y las realidades de los países», ha dicho Fabius durante la presentación del acuerdo.
Por su parte, el presidente francés, François Hollande, calificó el texto de «ambicioso y realista». «Se reconcilian las obligaciones de los países, pero concede a los más vulnerables y en desarrollo los medios prometidos, se establecen revisiones esenciales para la credibilidad del acuerdo… Este sería el primer acuerdo universal de la historia de las negociaciones climáticas. Van a decidir por sus naciones, pero también por el mundo. Va a ser decisivo para la humanidad», subrayó el presidente galo.
Hollande había pedido a las partes que aprobasen este acuerdo aunque no recoja todas las ambiciones nacionales: «El acuerdo no va a ser perfecto para ninguno si lo ve a través del prisma de interés individual (…). No se han satisfecho todas las exigencias, no se han obtenido todas las reivindicaciones, pero no nos van a juzgar por una frase, sino por un acuerdo, no nos van a juzgar por una palabra, sino por un acto», recalcó.