Trayectorias Literarias: Federico Jovine Bermúdez

Poeta, narrador, dramaturgo y ensayista, nació en San Pedro de Macorís el 8 de abril del 1944.
Foto de un encuentro con nuestro escritor invitado: Desde la izquierda Federico Jovine Bermúdez; la poeta Jael Uribe, presidenta del movimiento Mujeres Poetas Internacional; quien redacta esta columna Ramón Saba ; el escritor Fari Rosario y el poeta y editor Isael Pérez, presidente de Editorial Santuario.

Escrito por: Por Ramón Saba

Miembro destacado de la promoción de Post Guerra, surgida a raíz de la revuelta armada acaecida en abril del 1965 en nuestro país, en la que compartió espacio con escritores de la talla de Rafael Abréu Mejía, Soledad Álvarez, Mateo Mórrison (su gran amigo), Alexis Gómez, Tony Raful y el recientemente fallecido Enrique Eusebio. Es miembro de la Unión de Escritores Dominicanos, del Ateneo Dominicano, del Ateneo de San Pedro de Macorís. Ejerció las funciones de Codirector del Suplemento Cultural del periódico La Noticia y fue Comisionado de Cultura del Banco de Reservas de la República Dominicana. Es actualmente Consejero Cultural del Presidente de la República, Asesor Cultural del Rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo y Director Ejecutivo de la Fundación Cultural Socialdemócrata.

Sus obras literarias van desde la poesía (Huellas de la Ira, Salvo Error u Omisión, Pablo Mamá, Ardiente Pasión por la Palabra, Con Facer la América y el gran poema Don Quijote de la Mancha); el teatro (José Francisco Peña Gómez); la novela (La Última Noche del Tratante, Papá Bonito, La Huída, Osorio y Te Atreverías a Saltar); el cuento (Rompan fila y viva el jefe) hasta el ensayo ( La generación de post guerra en la poesía dominicana, A lomo de Rocinante y La joven poesía dominicana, Apuntes para una historia cultural de San Pedro de Macorís); en todas demostrando su excelso manantial de conocimientos y su notable versatilidad en el oficio de la escritura, sin dejar de lado su enorme caudal de informaciones históricas que en cada encuentro utiliza para ilustrar a todos los que tenemos el honor de compartir su tiempo y espacio.

En lo personal, Federico Alberto Jovine Bermúdez es una persona sumamente asequible, llana, presta siempre a orientar a los más jóvenes y a los más viejos también. Su casa es un palacio decorado a su imagen y semejanza, o sea muy ligado al arte, el que se percibe desde que se para uno frente a la puerta de entrada a su casa donde aparece un rótulo que reza “Aquí vive un poeta”. Comparte su vida con su distinguida esposa doña Lidia Rijo, exquisita y atenta dama cuya personalidad abierta se gana el cariño de todos los que visitamos su hogar (Gloria, para todos los que asiduamente frecuentamos su morada). Federico es padre y abuelo cariñoso, siempre dispuesto a dar afectos.

Eduardo Gautreau De Windt, reconocido gestor cultural y poeta dominicano, señala que nuestro invitado de hoy es “Conocedor de las Sagradas Escrituras y de la Historia de América, con su poesía ha sabido darle un rostro humano a muchos personajes trascendentes, como Osorio, Judas, Adán y Eva, Colón, etc., al aplicar intuición, imaginación e historia. Sus poemas, frecuentemente narran algo, verdad-ficción, y sus novelas poetizan entre la irrealidad de la historia y la verdad lo humano.”

Por otro lado el periodista, poeta y director de la revista cultural Vetas, Clodomiro Moquete, aprecia que “Todavía no ha sido bien estudiada y calificada la narrativa de Federico. Su novela sobre el Macorís de las primeras décadas es una excelente obra literaria y el vigor de su estilo y regio contenido contrasta con el versátil y abierto uso del texto en sus libros de cuentos.”

Taty Hernández, poeta y organizadora del Festival de Poesía de Montaña que se realiza todos los años en Jarabacoa, aduce que “Alguien dijo del Maestro Federico Jovine Bermúdez que es “ese poeta que encanta y subyuga”… Estoy plenamente de acuerdo con esa aseveración y agrego que es poseedor de un verbo que impacta y arrastra por las calles de los versos al punto que me hace pensar que yo quería ser quien escribiera algunos de sus textos.”

El brillante poeta y biólogo Luis Carvajal asegura que de “Federico Alberto Jovine Bermúdez sólo puedo decir que desde hace muchos, muchos años ha sido uno de mis ídolos. Todo lo que he leído de este magnífico escritor y mejor ser humano me ha llegado.”

Al cuestionar al propio Federico sobre sí mismo, este me respondió “Escribir acerca de uno mismo es asunto bastante difícil, porque hay aspectos del yo íntimo que uno desconoce y que de tanto en tanto brotan en los textos que van pergeñando en boca de personajes, si es cuento o novela, o cobran la donosura del palabra en la poesía.” Y agrega con la seguridad que le caracteriza “Pero hay un hecho incontrastable, el hombre como los dioses, también es verbo, Por eso todos los que nos movemos en este círculo podemos asumir esta misma reflexión.”

Un dato importantísimo para la historia de la literatura dominicana es que estoy convencido que la familia de Federico es la única que tiene seis generaciones de escritores. Él el quinto y su hijo (Federico también) el sexto, la que inició con el insigne escritor petromacorisano Luis Arturo Bermúdez.

En una ocasión le escuché decir con mucha propiedad “Mi visión de la isla es que algún día llevemos al país a un puerto y dotarlo de toda la institucionalidad que carece. Yo soy un enamorado del futuro de mi nación y hago un llamado acerca del propósito que todas las generaciones de escritores dominicanos debemos tener, especialmente con el sistema de educación. Estamos comprometidos y sumados a esta batalla. Por eso propuse que vayamos a las escuelas e impartamos charlas sobre las distintas ramas del saber que ellos manejen”.

Concluyo esta entrega de TRAYECTORIAS LITERARIAS con un texto de Federico Jovine Bermúdez que no sólo retrata su estilo característico sino también su alma conmovida:

ESTACIÓN PEÑA BATLLE

¿ Cómo pudo este hombre de mirada tan clara y tan alegre descender a este vagón del Metro, para viajar al centro de La Tierra, quién pulsó tus manos y adhirió sus orejas al lugar donde suele colocar su corazón para escuchar los latidos del corazón que lo aclama. O la pureza de la voz que lo invoca. O el vacío dejado en la memoria al intentar oponer nuestros pechos a los efluvios de su íntimo aliento ?.

¿ Quién grabó su nombre y sus pisadas en el profundo lugar de la conciencia que ocupa a partir de su dulce mirada iluminada. De la profunda convicción que surge en cada ser humano luego de entender que Él vino a la vida, sólo con el plan de conocerle y de amarle, para originar desde el bien y la verdad que nos enseña la fuerza que propugna el equilibrio ?

¿ Y qué puede hacer Jesús, en esta luminosa parada. A cuáles de nosotros esperará para salvarnos ahora que hemos caído tanto? … que pronunciar Su Nombre en este tren, es como llenarse de luces en las sombras.”

Deja una respuesta