Pierre Lemaitre: ‘Tarde o temprano, Marine Le Pen gobernará Francia’

Escrito por Albinson Linares

Sábado 06, mayo 2017.- El escritor francés Pierre Lemaitre, ganador del Premio Goncourt 2013, visitó Ciudad de México para presentar su novela «Tres días y una vida». Credit Raul Arboleda/Agence France-Presse

La sombra de la culpa, ese buitre que no abandona a quienes tienen conciencia de sus actos, se cierne sobre los personajes de Tres días y una vida, la novela más reciente de Pierre Lemaitre. Antoine, el protagonista, guarda el secreto de un crimen que lo condena a una existencia mediocre, una vida gris y pueblerina en la que la redención nunca llega.

La desazón y el estado de alerta permanente moldean la atmósfera que se respira en las 219 páginas de esta novela que no cesa de alimentar las dudas de los lectores. Como dice uno de sus personajes hacia el final de la narración: “Nos hacemos muchas preguntas, ¿sabe? Yo, el primero… Y un día dejamos de hacérnoslas”.

Lemaitre, ganador del prestigioso premio Goncourt 2013, sonríe cuando le preguntan por la naturaleza explosiva de los secretos que atraviesan la trama de esta novela: “Los secretos de familia son los peores porque producen reacciones tremendamente violentas. No decir las cosas es algo extraordinariamente violento y esta es una historia acerca de los desastrosos efectos de lo que no se dice”.

Las nociones de destino y fatalidad persiguen a Antoine, un personaje que Lemaitre dice que le recuerda a su infancia con un padre lejano y “una madre que cultivaba la negación”. El escritor parece ofrecer pistas constantes para que el lector se pregunte sobre las decisiones de Antoine y las múltiples posibilidades de condena que acarrean los actos infames.

“Lo que intento plantear es que, si la fatalidad golpea a una edad muy temprana, ¿termina por afectarnos todo el tiempo o es como una enfermedad que se va desvaneciendo?”, dice el autor. “Pero también existe la posibilidad de que la fatalidad se inscriba de forma duradera en la existencia de quien la sufre y cambie el resto de su vida”.

A fines de abril, Lemaitre visitó Ciudad de México y conversó con The New York Times en Español sobre la naturaleza de su estilo narrativo, la selección de sus personajes, los retos de la novela negra y el futuro político de Francia ante las elecciones del próximo fin de semana.

El final de Antoine parece inscribirse en cierta tradición francesa de personajes atormentados que se resignan a seguir adelante más por inercia que por otra cosa. ¿Qué autores influenciaron esa visión narrativa?

Antoine se condena a una vida flaubertiana porque es un trasunto de madame Bovary: un médico de campo que un poco como Swann acepta vivir con una mujer que no le gusta. En el fondo, el final que elijo es el resultado de una culpabilidad de palabra porque en cualquier momento de su vida él pudo haber confesado y decir: “Sí, fui yo y voy a contar cómo sucedieron las cosas”.

Pero nunca confiesa y se inicia una espiral de acontecimientos imparables.

Lo interesante es que si hubiese confesado de una vez, todo el mundo le habría dicho que fue un accidente y las cosas se habrían arreglado de una forma tranquila. Pero, mientras más pasa el tiempo, lo que tiene que confesar se convierte en algo terrible porque el acto de callarse las palabras es lo que las convierte en un suceso violento.

Tres días y una vida pertenece más al género negro que a un policial convencional. ¿Cree que este género literario sirve como un medio para tratar los temas de la tragedia clásica en el siglo XXI?

Sí, y creo que hay varias razones para que eso suceda. La novela negra capta las grandes pasiones humanas, al igual que la tragedia, pero también pienso que su modalidad de narración mediante el suspenso y la sorpresa que logran atrapar al lector genera una especie de interés lúdico que ya tenían las grandes tragedias de la antigüedad. Por eso creo que la novela negra es un arte mayor de nuestra época.

«Los secretos de familia son los peores porque producen reacciones tremendamente violentas», dice Lemaitre sobre la trama de su más reciente novela. Credit Raul Arboleda/Agence France-Presse — Getty Images

Suele decir que es un hombre de vocaciones tardías porque después de los 50 años comenzó a publicar, volvió a casarse y se convirtió en padre a los 60. ¿Qué influyó en esas decisiones?

Lo que pasa es que siempre he vivido como escritor; es decir, siempre he tenido una relación con la realidad en la cual la ficción tiene una gran cabida. Creo que miro la vida cotidiana percibiendo la dimensión trágica narrativa y siempre me imagino qué historia se podría contar. Es una especie de rasgo de carácter y cuando me hice escritor me di cuenta de que la literatura que enseñé como profesor me había dado las herramientas narrativas para contar mis historias.

Y, además del ejercicio intelectual, ¿hubo algún detonante en su vida personal?

Bueno, antes vivía con una mujer que pensaba que yo tenía mala suerte. Conocí a otra persona que creía en mi talento y, cuando leyó mi primera novela, me dijo: “Termínala y vamos a hacer que la publiquen”. Se la enviamos a 22 editoriales y todas la rechazaron. En ese momento le comenté que tal vez su teoría tenía límites y ella solo me contestó que estaba equivocado. Quince días más tarde recibí una llamada de un editor diciéndome que se había equivocado y estaba interesado. Mi pareja me dijo: “¿Ves? Era un error”. Y yo hice lo que cualquiera habría hecho en mi caso: me casé con ella porque nunca iba a encontrar otra mujer igual.

Suele decir que el carácter melancólico de Antoine le recuerda a su niñez.

¿Los años cincuenta fueron tiempos tristes en Francia?

Muchos recordaban la guerra pero, aunque suene raro, creo que esa guerra no existió. Fue una guerra peculiar porque solo duró tres semanas, ese fue el tiempo que le tomó a Alemania invadir Francia. Lo importante de ese periodo no fue la guerra en sí misma, sino la ocupación y el holocausto. Para nosotros el conflicto armado solo duró unas semanas y culminó con la desbandada del ejército francés, así que francamente no se puede hablar mucho del heroísmo en las batallas.

¿Su familia no resultó afectada durante ese periodo?

La verdad es que no se vio afectada de forma extraordinaria por el holocausto y como nací en los años cincuenta pude ver cómo mi entorno se acostumbró a una nueva vida que fue excitante y estimulante. Eran años alegres de un progreso social que ya no existe porque hoy vivimos un proceso de regresión social. En esa época era lógico suponer que los niños iban a tener una mejor vida que la de sus padres, ahora estamos al revés porque tenemos la certeza de que nuestros hijos tendrán una vida más difícil que la nuestra.

¿Cómo ve el surgimiento de Marine Le Pen como una fuerte candidata a la presidencia de Francia?

Creo que la clase política de mi país ha utilizado todo el tiempo al partido de Le Pen, al Frente Nacional, porque pensaban que les convenía. Pero no se dieron cuenta de que al utilizarlo lo reforzaban y ahora se les fue de las manos.

¿Crearon un monstruo que ahora amenaza a todo el sistema político francés?

Sí, a ellos les gustaba usarlo como una variable de ajuste. Decían: “Hay un partidito por ahí que nos va a permitir hacer esto o lo otro”, y resulta que ese partidito le ganó a los aprendices de brujería. Es probable que Marine Le Pen obtenga un resultado de 40 por ciento en la segunda vuelta; eso significaría que ha duplicado el 16 por ciento que consiguió su padre, Jean-Marie, cuando enfrentó a Jacques Chirac en el balotaje de 2002. Es decir: eso demostraría que el Frente Nacional ha ganado más de un uno por ciento al año por lo que ya no es una agrupación política marginal. Además creo que los franceses tienen ganas de probar.

¿Ganas de probar con un gobierno de extrema derecha?

Sí, tienen ganas de probar la extrema derecha porque ya han intentado con la izquierda y la derecha. Ahora con Macron van a intentar apoyar al centro pero ya han votado por todos y el desempleo sigue siendo algo endémico: tenemos ocho millones de personas que viven en el umbral de la pobreza y a muchos ciudadanos no les importa lo que pase. Si no lo prueban ahora lo harán en cinco años, pero tarde o temprano Marine Le Pen gobernará Francia.

¿Cree que el ascenso del Frente Nacional es inevitable?

No veo que exista algún movimiento que se le pueda oponer a la extrema derecha que ha venido subiendo en cada elección desde que se volvió un partido normal. Están ganando puntos, ganan legitimidad y ganan ciudades porque la gente está harta y quiere vivir otro tipo de gobierno. Si Macron no logra sus objetivos le va a entregar su último boleto de entrada a Marine Le Pen porque la gente dice que la izquierda no funciona y la derecha tampoco. Si ven que el centro no funciona, entonces van a apoyar a Le Pen.

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