Ante la partida de mi amigo el Maestro Rogers Acosta, Maestro de generaciones.-

Escrito por: José E. Flete-Morillo. Director del centro UASD de SPM

San Pedro de Macorís, jueves 15 de noviembre 2017.- La noticia llegó en medio del acalorado ajetreo; el escenario estaba que reventaba de tensión gracias a la discusión acalorada entre los que allí nos encontrábamos; unos se acusaban entre sí, otros intentábamos mediar, pero, en fin, el acuerdo resultaba imposible. En eso, uno de los que me acompañaban en procuras de mediar el asunto contesta mi teléfono, pues me llamaba la secretaria para darme la terrible noticia: el profesor Rogers Acosta, recientemente, murió de un infarto.

Como es normal, informé a los presentes y todos, en un acuerdo difícil de evitar, fuimos sacudidos por tan inesperado evento; resultaba contradictorio que alguien con quien ayer conversamos sobre asuntos de la universidad y el Centro UASD-San Pedro de Macorís hoy haya fallecido. Incluso, los estudiantes, por su lado, lamentaban la muerte sobrecogidos por tan inesperada noticia.

Precisamente Rogers, el «maestro gruñón», el que me esperaba a las siete de la mañana los lunes para corregirme y decirme cómo tenía que resolver los problemas del Centro; precisamente Rogers Acosta, «el hombre que conocía de la UASD más que todo el mundo» y que «fue a la UASD-San Pedro de Macorís para ayudarme a trabajar», como él solía decirme, se ha ido, me ha dejado sólo con tantos trabajos, me dejó sólo con cientos de estudiantes en las secciones de Matemáticas, precisamente a mí que apenas logro salir a camino con las operaciones matemáticas simples.

El maestro Rogers Acosta era todo un personaje. Era todo un gruñón, siempre vivía corrigiendo, diciendo cómo era que se tenían que hacer las cosas en la universidad; se basaba en su vasta experiencia de uasdiano y en su incansable labor magisterial. Detestaba, confesamente, que los estudiantes lo atosigaran pero cuando tratábamos menudencias afines a sus alumnos resaltaba su buena disposición a aprender.

Mi amigo Rogers en todo tiempo estuvo interesado en que mi trabajo como Director tuviera buenos resultados; si no me creen pregúntenle al Director de Sismología ante quien abogó para que allí nos arreglaran dos inversores que estaban descompuestos.

Pero no quiero culminar este pésimo ensayo sin una queja sobre el «Doctor»-así solía decirle-, una queja que necesito socializar con quienes se tomen el tiempo de leerlo: el maestro Rogers Acosta me mintió, me dijo que me ayudaría a que mi gestión terminar bien, que el próximo semestre se dedicaría a trabajar exclusivamente en la UASD-San Pedro de Macorís, pero fue mentira; el «Doctor» se fue sin avisar, ni a mí, ni a sus compañeros, ni a sus estudiantes. Se fue sin avisarme que ya no volvería; se fue sin decirme que revocaría su decisión de ayudarme a concluir con mi gestión.

Rogers Acosta se ha ido, ha dejado a sus alumnos, a sus compañeros de menudencias; incluso ni siquiera a mí me tomó en cuenta; a mí, a quien consideraba su amigo, a quien decía que acompañaría hasta el final. Creo que el lunes me sentiré bien incómodo cuando a las siete de la mañana no encuentre a Rogers esperándome en la puerta para decirme como debo trabajar en la UASD.

Por: Porf. José E. Flete-Morillo.-

 

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