Fuente: Yahoo Noticias
10-Set. 2018.- Ella no se dio por vencida. Habían pasado décadas del asesinato de su hermano y sin embargo seguía convencida de que aún restaba hacer justicia. Por eso lo hizo. Por eso después escribió un libro sobre ello, para que todo el mundo se enterara.
A principios de 1978, en medio de unas largas vacaciones, el médico Christopher Farmer y su novia, la abogada Peta Frampton, desaparecieron durante un viaje desde Belice a México . En aquella época, con las comunicaciones mucho más acotadas, las noticias sobre ellos no llegaban pero no alarmaban. Hasta que las vacaciones largas pasaron a ser de meses y la preocupación familiar se desató. Tras una larga investigación, las autoridades encontraron los cadáveres de estos dos británicos con signos de tortura cerca de la costa guatemalteca y hasta dieron con el nombre del asesino: el estadounidense Silas Duane Boston.
Pero el tiempo había pasado y la falta de noticias al respecto había dado ventaja al criminal, que había escapado de Estados Unidos .
Penny Farmer nunca lo olvidó. La hermana del médico asesinado estaba convencida de que debía hacer algo por su memoria. Y lo hizo. Los años, los avances de la tecnología, le brindaron una ayuda impensada que no dudó en utilizar: las redes sociales.
En 2015, Penny escribió en Facebook el nombre del asesino y entre muchas opciones encontró la foto de un hombre con barba gris, gorra de beisbol y gafas de sol que tras muchos años había regresado a su California natal, de acuerdo con lo publicado por el diario El País.
Así, desde su casa en Oxforshire, sudeste de Inglaterra, la mujer de unos 50 años consiguió que se reabriera el caso del doble asesinato, que Boston fuera localizado y apresado. También logró que los hijos del asesino, tras ser interrogados por la Policía, confesaran haber sido testigos no solo del asesinato de Christopher y Peta sino también del de su propia madre.
Meses después, Penny lo contó todo en un libro. Dead in the Water (Muertos en el agua) es la historia de este caso policial irresuelto que tuvo su cierre gracias a una familia que no dejó de buscar hasta encontrar al asesino. En él relata los días de angustia, la razón que llevó a Boston a hacer lo que hizo (la pareja lo increpó al ver cómo maltrataba a sus hijos, él se enojó y los golpeó con fuerza, los ató a una cuerda encadenada a una máquina pesada y los arrojó al mar) y su muerte en la cárcel cuando tenía 76 años tras interrumpir su tratamiento de diálisis.