Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo)
Nota: busqué en mí archivo este trabajo panegírico que escribí a propósito del fallecimiento de mi amigo Jacobo Majluta Azar el 2 de marzo de 1996, publicado en el semanario El Coloso de Macorís, en su edición de fecha 30 de marzo del 1996. Por considerarlo de gran valor histórico frente a la realidad política que vive el país y con la decisión otroras reconocidos y destacados dirigentes del PRD que siguieron a su líder en la formación del PRI y que hoy son dirigentes del PRM y que han decididos levantar la figura de Jacobo Majluta en apoyo del Cambio que representa Luis Abinader y el PRM, tengo a bien volver a publicarlo.
“Las noches es quien serena las almas devoradas por indecibles penas” (Baudelaire)
San Pedro de Macorís, 27, marzo, 1996.– La infausta noticia ha conmovido los cimientos de la conciencia nacional: ha muerto Jacobo Majluta; extraordinario patriota y buen amigo. Una dolencia estúpida e imprudente acabó con su existencia. El jovial, sincero, responsable, sereno, corajudo y valiente líder del Partido Revolucionario Independiente (PRI), expiró en un calificado centro asistencial de Tampa, Florida en los Estados Unidos.
El trágico acontecimiento ha llenado de dolor y de hondo pesar todo el espectro público y social dominicano con signo catastrófico. Todo el país ha sentido y llorado su irreparable muerte. Y es que Jacobo es un muerto glorioso. Una destacada figura nacional que ocupó con su acrisolada presencia política los más altos cargos de la nación.
Un magnifico hombre de definidos sentimientos nacionales cuya conducta a favor de los mejores valores sobresalió con sello de credibilidad, convirtiéndolo en un dirigente político de vastas proporciones que supo con su carisma y su estilo peculiar granjearse la simpatía popular y el respeto de toda la sociedad civil. Su cálida presencia humana nos contagiaba de amor y sencillez. De humildad y humanismo. Paso a paso, peldaño a peldaño, se adentró en el hondón del alma humana con característica inconmensurable.
Sin resentimiento ni mezquindad asumió con claridad su posición política siempre pensando en el interés nacional. Su discurso honraba a la patria revindicando el legado de los forjadores de nuestra dominicanidad. Sin sumarse al oportunista ejército de los anti nada y los pro algo sino solamente blandiendo su condición de dominicano primero y después lo otro de manera firme, Jacobo asumió la magna tarea de luchar primero desde el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) y luego desde el Partido Revolucionario Independiente ( PRI), por un país más digno y próspero. Por una República Dominicana libre de las ataduras foráneas sin miserias ni atrasos.
Esa fue siempre su protagónica política, la preocupación militante por sacar el país del atolladero y la corrupción. Nunca bajó la guardia en ese sentido ni retrocedió en su sistemática brega para que los dominicanos y dominicanas logremos alcanzar el sendero de la decencia y de la dignidad. Sin estribillos vocingleros, con un discurso coherente y pausado, con serenidad pedagógica, Jacobo se ganó un espacio preferencial en el debate nacional. Sus propuestas y denuncias estuvieron apegadas a normas claras de respeto y ética. Traicionado y burlado por algunos de sus otrora cercanos colaboradores nunca acudió a las diatribas y epítetos degradantes y ofensivos. Enemigo de los agravios, se comportó siempre con altura y gallardía.
Extemporáneamente nuestro querido Jacobo acaba de traspasar el campo de la cotidianidad terrenal para elevarse sobre el crepúsculo del tiempo, cual gaviota, procura desde el pináculo, mezclarse con las estrellas. Su sentida muerte deja el país huérfano de su liderazgo esperanzador. Huérfano de su concurso viviente y aleccionador. Y es que, su óptima cosmovisión era tomada en cuenta por todos los sectores representativos que veían en él a un celoso guardián de las libertades públicas y el orden democrático. Su transparente figura se erguía cual símbolo enhiesto de virtudes sanas, expresando el deseo de los valores más casto y limpio del sentir dominicano.
Hoy envuelto en nuestra enseña tricolor y colmado del cariño celoso de sus seguidores que agitando incansablemente la bandera verde y blanca del PRI, se adentra en los corrillos del túnel incógnito y mágico del sueño eterno de la muerte. Su recia figura se tremola sobre los tiempos gravitando verbigracia como inspiración de sueños gratificantes que revindica los mejores ideales de la patria.
acobo tan querido y respetado cumplió a cabalidad el cometido que le impuso la historia, y por ello, su figura quedará eternamente como una llama votiva, inextinguible, indicándonos el camino para continuar luchando por una patria mejor, como la soñara nuestro inmortal Juan Pablo Duarte.
Ya lo dijo el apóstol de Cuba José Martí “Cuando se muere en brazo de luna patria agradecida con el morir comienza una nueva vida”, es por ello que el nombre de Jacobo Majluta se pronunciará al uníseno en los labios de todos los dominicanos de buena voluntad. Su lugar en el caudal de aprecio y lealtad de todos sus seguidores y admiradores políticamente es infinito. Ilimitado. El vacío de su humana presencia lo llenará el legado de sus discursos amenos, reconfortantes, juiciosos, directos, con que estigmatizaba el degradante medio de podredumbre y mediocridad que a rato amenaza con tragarse los últimos alientos de libertad y democracia logrados con el plomo justiciero de los bravos hombres y mujeres del 30 de mayo de 1961.
Jacobo querido que tu proverbial presencia nunca se aparte de nuestro pensamiento y que con la rica herencia de tus ideales podamos aportar lo mejor de nosotros mismos para que logremos el país de nuestro sueño. Por tí, Jacobo, por Duarte, Sánchez, Mella, Luperón, Enrique Jiménez Moya, las hermanas Mirabal, el coronel Caamaño, y todos los grandes prohombres que se han ofrendado su vida por la patria, seguiremos trillando el camino de la lucha por una mejor democracia y la justicia social.
Gracias eternas Jacobo por brindarme tú cálida y privilegiada amistad y permitirme seguirte hasta el final.
Ha muerto Jacobo Majluta ejemplar ciudadano dominicano. ¡Que viva la República Dominicana!
Desde el sueño eterno de la muerte comenzaste tu vuelo gaviota dorada elevándote; siempre elevándote, más allá de las alturas.
(Foto, el entonces Presidente de la República Jacobo Majluta Azar, en el sepelio del Presidente Antonio Guzmán, quien se suicidó el 4 de julio de 1982. A su muerte Majluta en su condición de vice presidente asumió la primera Magistratura de la nación. Gobernó 43 días que quedaron registrados en la historia por sus ejecutorias positivas).
Sigue elevándote gaviota indivisible, persiguiendo las estrellas. Prosigue tu conquista del cielo más allá de inmenso espacio sideral para encontrarte con aquellos que fueron referencia de tus ideales patrios, dale tu abrazo con la sonrisa de la vida porque aquí, a partir de ahora, tu nombre se glorificará en la conciencia de la patria.
Adiós amigo del alma. Líder sincero y querido. Ahora desde lo más recóndito de lo indescriptible, aliéntanos y estimúlanos para continuar con tu obra patriótica. Escalpea nuestros sentimientos para que nos hagamos cada día más digno de ser dominicano.
Continúa tu parsimonioso vuelo figura de luz resplandeciente, traspasa el túnel de la muerte, avanza sobre el océano. No te canses de volar, hazlo sin piruetas ni rodeos. ¡Y traspasa las estrellas! Mantente en las alturas con vuelo seguro y envuélvete en el espacio del cosmos.
Prosigue firme en tu ruta “sin freno ni reversa”, para que siga iluminando nuestra conciencia.
¡Qué grandioso es volar alto y más alto y ser gaviota dorada ¡
Nota: este trabajo se publicó en el semanario El Coloso de Macorís, edición de fecha, 30 de marzo del 1996.