Escrito por: Aurelia Castillo
San Pedro de Macorís.– Le he venido dando seguimiento a la producción literaria del amigo periodista y escritor Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo). He apoyado con mi presencia la presentación de algunos de sus libros. Además, es un excelente conferencista y polemista de fuste. Y que conste que como escritora de varios libros y ser la primera mujer en escribir una enciclopedia en la República Dominicana, la de San Pedro de Macorís, me ha permitido el privilegio de leer muchos autores extranjeros, nacionales y locales.
Enrique Cabrera Vásquez tiene un estilo de escritura abarcante que acompaña con una prosa bella. Expone con exquisitez singular. Sus descripciones siempre van cargadas de adjetivos llamativos. Lo distribuye y maneja con creativa profesionalidad. Este libro,” Pempén, traidor de marca mayor”, es una muestra del rico arsenal de calificaciones que siempre emplea el autor para adornar sus escritos. En este caso, los personajes envueltos en este ensayo y narrativa, reciben el implacable castigo de su anatema ético.
“Pempén, traidor de marca mayor”, es una contundente denuncia de una aparente situación real que el autor presenta desde una ficción que atrapa al lector desde su inicio. Es un libro para leerlo de un tirón, y por demás, disfrutarlo y gozarlo a carcajadas ruidosa.
¿Por qué defino de manera atrevida a Enrique Cabrera Vásquez como un escritor “maldito”?. Por el estilo descarnado, irónico y lleno de crudeza con que trata a los personajes que figuran en esta obra, y que de acuerdo al escenario que presenta, constituye una acusación de hechos sucedidos en un contexto real.
Al calificarlo de “maldito” me veo precisada a memorizar una definición en este sentido del laureado y ampliamente conocido escritor peruano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, quien manifiesta desde su experiencia y autoridad intelectual y los vastos conocimientos de todo un escritor profundo, el significado literario de ese tipo de escritores llamado admirablemente “maldito”. Al respecto el mencionado autor nos dice: “Esos son los escritores que en la historia de la literatura se les llaman generalmente malditos, escritores que en lo que escriben muestran el lado oscuro de la realidad humana, de la condición humana. Esos fondos terribles, traumáticos, irracionales, de los que salen a veces esas explosiones de violencia, individuales o colectivas”.
Estos criterios se perciben nítidamente en “Pempén, traidor de marca mayor”. Constituye un sablazo a la prepotencia y la arrogancia de algunos jefes indolentes y malvados. A través de esta obra se denuncia la insensatez humana, ese uso abusivo, torpe y desproporcionado del ejercicio del poder. Ese trato lleno de vituperios inmerecidos y subvaloración en el trato en las relaciones con subalternos en cualquier dependencia pública o privada. Saca a la superficie con suspenso patético la doble moral, la simulación, la hipocresía, el cinismo y el chantaje intimidatorio, que se esconde debajo de la apariencia inofensiva de la ambición humana en su carrera, pora llegar a treparse como jefe.
La personificación de Pempén como traidor e ingrato es descuartizada, desgajada; convertido en añicos en el lenguaje trémulo de Mellizo Cabrera Vásquez, quien lo desnuda y persigue con ahínco de justicia. No hay tregua ni perdón en su reclamo de desagravios frente a un jefe abusador, pusilánime y mediocre.
Es posible que después de la lectura de este libro el personaje Pempén desplace a Judas como símbolo de la traición y la ingratitud.
El panorama humano y social descrito en este libro reviste mayor significación por cuanto los hechos, según el autor, se dan en una academia de altos estudios donde Pempén es profesor de filosofía y logra llegar a ser el regente, por elección de sus colegas. Es decir, que quien encabeza la malignidad y la abominación contra sus subalternos circunstanciales es un académico al que se le supone por esa condición cierto nivel de cultura y educación para respetar a los demás. Y esto muestra de manera descarnada el alcance de la brutalidad de los llamados ilustrados y cultos. Foto del periodista y escritor Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo) durante una de sus muchas conferencias en el centro UASD de San Pedro de Macorís
Escandaliza el hecho de que en un ambiente de enseñanzas superior, como lo es una universidad, prevalezca una situación tensa y dramática escenificada por seres despiadados que en el fondo aplican su complejo de inferioridad desde una “superioridad” grotesca. Evidencia además, que en realidad son seres envilecidos, frustrados y derrotados por su propio ego.
El cuadro humano y social presentado en” Pempén, traidor de marca mayor”, constituye un episodio de importancia histórica cuya valorización podría convertirse en un guion para televisión o un cortometraje.
” Pempén, traidor de marca mayor” desenmascara la vulgaridad. Pone sobre el tapete las bajas pasiones; la irresponsabilidad, la inmoralidad, la falta de escrúpulo, la cobardía, y la infamia, como estandarte de sometimiento y control en el ejercicio de funciones delicadas. Y, sobre todo, condena la traición, la ingratitud, la deslealtad y el deshonor humano.
Los poetas malditos
Foto de la escritora y poeta Aurelia Castillo, autora del presente trabajo de crítica literaria
“En 1884 Paul Verlaine publicó Los poetas malditos, acuñando un concepto que se refiere a grandes genios de la literatura cuya vida ha sido difícil por muy diversas razones, esencialmente por la falta de reconocimiento que sufrieron antes de su muerte, lo que, en muchas ocasiones, se tradujo en graves dificultades económicas- cuando no en la pura miseria-, por su actitud antisocial, por su capacidad de provocación y, fundamentalmente, por haber sido puestos en entredicho por una sociedad puritana y, a menudo, reaccionaria. Los poetas reseñados en la obra son Tristan Corbiere, Arthur Rimbaud, Stéphane Mallarmé Marceline Desbordes. Valmore, Villiers, Adam y Pauvre Lilian (Pobre Lelian, que no es sino un anagrama del nombre del autor del libro, Paul Verlaine). A estos, amigos o conocidos del autor, se podrían añadir unos cuantos más: Francois Villon, Generard de Nerval, Lautréamont, Antonin Artaud y Edgar Allan Poe. Pero entre todos ellos, ocuparía sin duda un lugar destacado Charles Baudelaire”. (Juan Ignacio Alonso y Fran Zabaleta. Fuente: 99 libros para ser más culto, página 488).