Escrito por:Luis Beiro
Santo Domingo, RD, domingo 19 de diciembre 2021.- El autor de “Tiempo muerto” traza su mirada experta a la situación actual del libro y de los autores dominicanos, así como del trabajo de las pocas editoriales que existen en el país y los retos que tienen por delante.
Para Avelino Stanley, es obligación del Estado dominicano apoyar la obra de nuestros más valiosos autores y publicar sus obras completas.
Usted se ha movido en bajo perfil. ¿Es una virtud?
AS: Para la época en que combinaba mi labor literaria con la militancia política fue distinto. Pero los políticos han sometido al país a una decepción generalizada que también me alcanzado a mí. La chacharería partidaria, tan vana como la han vuelto, solo hace que los escritores pierdan su tiempo; alejado del mundo de la demagogia me he concentrado en la lectura y en la escritura. Esa es la razón de mi actual bajo perfil.
Su obra literaria ha sobresalido por sí misma. ¿A que lo atribuye?
AS: Complace escuchar esa afirmación de una persona diestra como usted. En el 2022 cumplo cuarenta años de haber publicado mi primer libro y he tenido que sortear las cortapisas que le ponen a uno en el mundo de la literatura; porque se trata de un medio donde abundan las mezquindades. Si algún mérito se le puede hallar a mis escritos, se debe a que desde muy temprano he tratado de concentrarme en lo que debe hacer un escritor o escritora: trabajar permanentemente, sin descanso, en el dominio de las técnicas escriturales.
Usted ha sido, como editor, un difusor de las letras dominicanas. ¿Qué lo ha llevado a apoyar nuestros valores?
AS: Acabo de mencionar las mezquindades; pero también el medio literario tiene mucha gente que le tiende la mano a los más jóvenes. Yo he recibido mucha orientación y, en gratitud, debo devolver multiplicada esa ayuda. Una forma de hacerlo es promoviendo la literatura dominicana dentro y fuera del país. Creo que con el fortalecimiento de las letras dominicanas ganamos todos; por eso mi empeño en la difusión literaria.
¿Pudiera hablarnos de su proyecto Editorial Cocolo, y de cómo lo mantuvo a puro pulmón con un pequeño grupo de colaboradores?
AS: La República Dominicana siempre ha requerido iniciativas editoriales. Pude darme cuenta de ello desde que me vinculé a la literatura. Mi aventura en ese campo comenzó en los años 90. El primer libro que publicamos desde Cocolo Editorial fue en 1993. Desde entonces, y hasta el día de hoy, no nos hemos detenido. Nos ha ayudado mucho un vínculo con los autores basado en la pulcritud; por supuesto, y en la calidad. Aunque ha sido una labor limitada, nos sentimos complacidos con lo que hemos alcanzado.
¿De qué forma ha estado vinculado a la difusión de los autores dominicanos?
AS: Existe una desorientación muy generalizada para los que emprenden la aventura de publicar sus libros. Desde Cocolo Editorial hemos podido acompañar a mucha gente en la revisión de estilo de sus escritos (algo que le da calidad a una labor editorial seria), en el logro de una impresión de calidad, en la presentación al público de sus obras y en la forma de comercializar ese producto final que es el libro.
Usted ha incursionado en varios libros de la literatura infantil y juvenil. ¿Qué importancia le ve a la misma? ¿Cómo reaccionan los más pequeños sobre su obra?
AS: Nuestra vinculación con la literatura siempre ha sido pensando en la posibilidad de ayudar crear seres humanos comprometidos con su entorno, conscientes de su identidad; ciudadanos con una visión crítica del medio en el cual viven Con el mundo infantil, aunque es más intenso el trabajo, es mayores la posibilidad de obtener resultados. Los niños y niñas, y sobre todo los jóvenes, frente a su permanente avidez de conocimientos, actúan como esponjas, siempre están aptos para recibir las orientaciones nuevas. Me complace sobre manera cuando converso con los escolares en los centros de estudio o en las ferias del libro, muchos me dejan atónito con sus preguntas. Salgo muy esperanzado de esos encuentros.
¿Considera que en este momento ha decaído la difusión y el comercio del libro dominicano?
AS: No existe ningún estudio reciente que hable sobre disminución o aumento de la difusión y comercialización del libro. Se ha publicado un estudio reciente sobre el bajo rendimiento en materia de lectoría que presentan los escolares dominicanos; pero eso es, sobre todo, en el sector público. Es mucho más alto el nivel de lectura entre los escolares, las maestras y maestros del sector privado. En este segmento el libro tiene mucho mayor receptividad. Y, fuera de las aulas, sean estas preuniversitarias o universitarias, hay gente que mantiene una vinculación con la lectura, lo que genera una demanda a libro dominicano y extranjero. Por supuesto, urgen políticas para aumentar el nivel de lectoría a nivel general. Es ahí donde se debe concentrar la labor de difusión y comercialización del libro.
¿Considera que hay que romper el mito de las librerías y los autores deben buscar otras formas de comercio para difundir sus obras impresas?
AS: Ya se ha resquebrajado bastante el concepto de librería como un lugar con estantes a donde acude la gente en busca de tal o cual título. Entre las nuevas formas de comercializar el libro está operando el concepto de distribución de los libros a la puerta de las personas interesadas. Los editores y distribuidores emergentes, autores, deben continuar presentando a los interesados iniciativas en ese sentido. Ya algunas editoras en el país lo están haciendo con resultados satisfactorios.
¿Cómo ve el futuro de las editoriales emergentes?
AS: Los casos más conocidos que tenemos son Editorial Santuario y Letra Gráfica. Junto a ellas está Cocolo Editorial. Incluso existen otras editoriales emergentes que han surgido más recientemente. En estos momentos tenemos el reto de innovar. Tanto el mercado de la distribución como el de los libros electrónicos están exigiendo soluciones creativas.
¿Funcionaría la existencia de pequeñas editoriales en las distintas provincias del país para imprimir los libros de los autores de esas comunidades?
AS: Las editoriales provinciales puede ser una salida. Pero existen muchas provincias donde no hay tantos autores; y de paso tendrían que imprimir en Santo Domingo, donde están las imprentas. En las provincias pueden surgir combinaciones de editores-distribuidores; con ellos el libro puede tener mayor alcance, mayor difusión.
¿La opción del comercio del libro digital es viable? Relate sus experiencias en ese sentido.
AS: Claro que la opción comercial del libro digital es viable. Amazon es la mejor respuesta. Solo que, por el momento, los autores dominicanos tendremos que conformarnos con acudir a las plataformas multinacionales. Mi experiencia al respecto no es vasta. En los sondeos que hemos hecho en nuestra condición de editores con la intención de involucrarnos en ese campo nos hemos dado cuenta de que es muy alta la inversión inicial que se requiere para que funcione una plataforma sólida y poco vulnerable. En lo personal, me he conformado con la demanda que tienen las versiones impresas de mis libros en el mercado local.
¿Debería el Estado Dominicano invertir en la publicación de obras de autores dominicanos?
AS: El Estado dominicano lo que debe de hacer es publicar las obras completas de tantos autores de calidad que tenemos ya fallecidos. Eso es urgente. Por demás el Estado debe tener, más bien, una política de fomentar programas mediante los cuales sean adquiridas obras de los autores activos para que estas puedan llegar a los estudiantes y al público en general.
¿Cómo hacer para que nuestra literatura llegue a escuelas y colegios?
AS: Aumentar las olimpíadas y concursos de lectura en centros de estudio. Llevar con más frecuencia los escritores del país a las aulas. Poner a los estudiantes a leer determinadas obras y llevarlos a conversar con los autores en las ferias de libro. Poner con más frecuencia a los estudiantes a escribir trabajos sobre libros específicos. Es cuestión de ampliar esas propuestas, pues todas se están llevando a cabo en centros de estudios del país. A ello debe contribuir el Plan Dominicana Lee, que en este 2021 ha comenzado a ejecutarse desde el Minerd.