Presencia poética de Freddy Gatón Arce. Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo).

Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo).

“¿Dónde está la memoria de los días que fueron tuyos en la tierra, y tejieron dicha y dolor y fueron para ti el universo?”. Jorge Luis Borges

Nota: tomado del libro Freddy Gatón Arce vuela en arcoíris de palabras, de la autoría de Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo, paginas, 45 a la 54.

Y aquí pongo mis palabras satinadas (que ojalas tengan algún sabor y valor poético) para que compitan con las añejadas y endulcen las heredadas y sostengan en la memoria de los hombres el nombre de este poeta nuestro. Las expongo con su semiótica peculiaridades para que se tensen emocionalmente en la poeticidad de su cometido. Proceden del apropiacionismo de tantos textos leídos, y enriquezcan mi acervo vibrando gozoso su pretérita connaturalidad cuyo epatar destello consagra la unicidad luminosa de este poeta de la memoria abierta. Querrán decir muchas cosas bellas las merecidas por su honra ganada con el propósito de viajar entre las lluvias para que se encuentren con las antecedidas constelaciones poéticas durante el trayecto de los milenios a consumir por la humanidad. Son palabras de su arcilla buscada en la claridad del día, revestida de su compañía y afanadas en ser poesía. Tienen las pulsaciones luminosas del augusto pasado de su generación afinita; esa generación de eruditos que revivió en su creación los signos plateados de la excelsitud literaria y que hoy aquilato al reverenciar el nombre majestuoso de este poeta mío y de todos en la maravillosidad del firmamento, reinando con sus prosas excelsas resultante de su inteligencia florecida y que disfrutamos con la lectura de su facundia saga legada: Vlia, Sila, Hetera, y su pensamiento humanista. Todos admiran la precisión de grafemas y fonemas palpitantes en sus escritos literarios y nota editoriales; singlar epocál del portal de la decencia y el respeto que ilustró su jornada de hombre público. Estrofas estilizadas danzando en la castidad bordadas por el poeta en su vida constructiva. Estas palabras especiales llevan los hábitos de Cicerón, música de cigarras en veranos y los pájaros en su canción de vuelo primaveral. Aretes de porcelanas destacan sus frases ornamentales para que nadie iguales la vocalidad de sus acentos ni la mágica textualidad de su cobertura. Llevan la humanidad del poeta alabado para que las pronuncien los trovadores y los artistas en sus epifanías y se incrusten en la piel del juglar al secarse el sudor de su empeño entregado. Cual poeta autentico no las empujó ni con la lengua ni con los labios ni con las manos que la construyeron, las elaboro con la cristalización de las edades aglomeradas en la continuidad del tiempo que en su avance indetenible adoptan los distintos colores de la vida y de la naturaleza, plasmando en sus gráficos el viaje de los muertos y su procedencia de la tierra mientras dejan clavadas sus miradas en la vida de los quedados en la resignada espera de su turno para unírseles al silencio de la verdad absoluta; «las noches y los días, y el misterio se acumula, y los delfines derriban códices», porque «Nadie sabe en qué punto preciso se detiene el crecimiento». Son palabras «con voces évocas, para el misterio y los oficios» sentenciadas a eternizarse en la pronunciación de los adjetivos. Destinadas a estar por encima de la tristeza y el odio, y de afrenta y ofensa, angustias y desengaños, llenas de los anhelos significacados en los tiempos de los ardores, para que musicalicen los sueños de vida plena concebidos en la plenitud de lucidez por nuestro poeta alabado; acopio de sus recuerdos de vida en el lejano allá que marcaron sus pasos entre el alboroto de adultos cifrados y el vuelo de mariposas primaverales, porque hoy sea por bien o por mal nuevos tiempos se impusieron y diezmaron lo que fue aquello, desconociendo que hasta el amor está estadísticamente medido y solo las palabras en su hermenéutico trayecto ilustran la humanidad estremecida en su afanoso caminar por continuar la vida, y en esa dicotomía existencial las palabras vuelan en frases poéticas acotejando y adornando la grandeza de la vida.

{…} «las alegrías de la cosa medidas, \ las alegrías de las cosas inmensas, \ las alegrías de las pruebas, las alegrías de las visiones. \ Las alegrías de las razas y los credos, \ las alegrías de las paridades y las discrepancias. \ Las alegrías de las obediencias, las alegrías de las rebeliones. \ Las alegrías de las riquezas, las alegrías de las potencias. \ Las alegrías de las entrañas, las alegrías de los conceptos. \ Las alegrías de las vanidades, las alegrías de las justicias. \ Las alegrías de las palabras cuando los labios, \ Porque vas con mi sombra como yo por tu olvido. \ Porque las retorica canta y calla durante el otoño, y también substantiva los atavíos de la libertad».

Y todo está dicho y se dice y se repite a través de las palabras. Les han dado sonido al amor en su revelación y proclama temblorosa y en su inseguridad mentirosa para que la verdad del sentimiento se abra sin pudor en auténtica libertad y cualquier duda que asome quede entre interrogantes y el misterio de lo manifestado, reservándole al poeta el privilegio de descodificacar la intimidad estética de los hombre en su lucha incesante contra la muerte, acentuando las palpitaciones de la vida desde una creatividad onírica que indica la plenitud de su belleza con su reversa enigmática, apuntalando todo su esplendor y significancia espiritual desde la escrita movilidad de la palabra cuyo vuelo de luces y sombras arrulla su trascendente articulación verbal, confiriéndole sentido a la inefabilidad del silencio que engalana la minuciosidad del mutismo en su incertidumbre indescifrables. Es la palabra encriptada por el poeta con armonía precisa, tallada con signos de su sinceridad para que conozcamos de la disputa de espacio entre la tranquilidad y la intranquilidad; la maldad y la bondad, la justicia y la injusticia, la moral y la inmoralidad, la opresión y la libertad, el respeto y el irrespeto, en su dialectico trance embebecido y alienante. La vida camina en la palabra germinando los vocablos que construye el epitafio de la memoria en la conciencia de los hombres aferrados a su obsesión de infinitud. Desde el instante en que la palabra poética es concebida adquiere una jerarquía implícita que la distancia del lenguaje común en su proyección y repercusión artística y desde esta perspectiva se siente y se percibe en el aliento humano. Por eso llena este espacio literario solazándose en esta ofrenda póstuma a este poeta heterogéneo y neofantástico, cuya capacidad artística constructiva supo darle vigencia a la cotidianidad en la verosimilitud comparada de su simbólica coloración poética. Estas palabras tienen el propósito de que los lectores se las apropien con rapidez y entusiasmo y las conserven y la hagan bucles de espigos de conocimientos e ideas y les suenen atractivas en su pronunciación al tejer su proyecto de amor y existencia. Y desde ellas y con ellas y desde la apropiación de los eruditos y heraldos leídos y admirados, tengo a bien exaltar el nombre de Freddy Gaton Arce, nacido en San Pedro de Macorís, relevante hombre de letras insertado en la cúpula graneada de la respetable intelectualidad dominicana y cuyo valor se acrecienta en estos tiempos de ignorancia masificada donde toda poesía es aborrecida y la cultura y las letras desdeñadas. Es la palabra volando, revoleando, en transformación permanente, coloreando la esfera humana de las costumbres encarnadas, dándole sentido a los recuerdos, narrándose a sí misma en su arquitectura alegórica, penetrando como poesía en el sentimiento humano; haciendo frases fluviales de sus huellas para que el hombre las acoja y reproduzca en el crecimiento cambiante de la metamorfosis del ciclo de su existencia. Freddy Gaton Arce es el pretexto de este instante de disfrute, deleite y goce, dentro de mi esparcimiento intelectual y que neciamente conjugo con palabras recogidas de mis lecturas consumidas y que me permiten reforzar la divulgación de su estelar vida intelectual y periodística admirable para que se conozca mucho más de su persona en el sentimiento de los hombres y mujeres del ámbito cultural. Creemos que a través de esta amalgama de resonancia literaria contribuimos a reafirmar a través de este ensayo biográfico su obra, para que la misma continúe elevándose más allá del cielo de la patria. Estas esparcidas palabras sostenidas en las apropiaciones literarias de mi consumo intelectual podrían elevarse en su misma composición con la exclamación del poeta portugués Fernando Pessoa “¡En cuántas cosas que me prestaron yo sigo en el mundo! ¡Cuántas cosas que me prestaron manejo como mías! ¡Cuánto que me prestaron, ay de mí, soy yo mismo! Porque al final todos somos la palabra escrita y dicha. “¡Y si después de tantas palabras, no sobrevive la palabra!” “…Entonces… ¡Claro!… Entonces… ¡ni palabra!” (César Vallejo).

Nota: tomado del libro Freddy Gatón Arce vuela en arcoíris de palabras, de la autoría de Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo, paginas, 45 a la 54.
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