Nota informativa de interés: la primera parte de este ensayo crítico se publicó en el periódico semanario Macorix, en su edición de julio del año 1993, páginas 9 y 10. Y luego, publicado en el No. 7 del periódico digital Opinión, de España, incluido entre sus principales titulares de primera página del viernes 30 de noviembre del año 2001, portadilla No. 7, sección Cultura, Ciencia y Sociedad, así como en otras muchas páginas Web de la red Internet. Hoy, por recomendaciones insistentes de varios amigos periodistas, escritores e intelectuales, tenemos a bien publicarlo en este libro de manera actualizada y con algunas correcciones de errata con que lo dimos a conocer periodísticamente la primera vez que vio la luz.
Foto histórica con el intelectual, escritor y catedrático universitario dominicano Dato Pagán Perdomo, luchador anti trujillista, «el primer intelectual en escribir sobre el vocablo “estúpido” para plantear conceptualizaciones de tipo social, sin implicaciones irónicas o despectivas», con su libro, “Analfabetismo y estupidización de las masas”. También del libro ¿Por qué lucha el pueblo dominicano? Imperialismo y dictadura en América Latina.
En los año de 1983-1987 cursamos la carrerear de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Central del Este (UCE), aunque muchos antes, empíricamente, nos iniciamos en el ejercicio de periodista en 1980 en la desaparecida revista Cauce Libre del extinto periodistaRaschid Záiter, un excelente y solidario amigo nunca olvidado, pasando luego por medios locales como el semanario “El Higuamo”, del fogoso y emotivo periodista Víctor Manuel Pérez, el desaparecido periódico mensuario “El Imparcial”, del amigo periodista José de la Cruz; en el desaparecido periódico de circulación nacional La Noticia, de cuyo medio fuimos su corresponsal para San Pedro de Macorís entre 1983 y 1988, así como escribiendo y colaborando con otras múltiples y variadas publicaciones en diferentes medios de comunicación. Todas estas andanzas comunicacional unido a nuestra militancia social y política ilustran sustancialmente el peso profesional, ético y moral de nuestras opiniones.
A través de los medios arriba señalado hemos dado a conocer numerosas ideas publicas en artículos de opinión, reportajes, editoriales, críticas literarias, panegíricos, discursos, proclamas, poesías, prosas, entre otros tantos trabajo, muchos de los cuales se han perdido con el paso del tiempo, y que modestamente pueden hoy constituir nuestro baugran de referencia periodístico y profesional para brindar con la debida calidad y claridad el menú de ideas que tengo a bien poner en manos de los potenciales lectores de estas Emociones Humanas y Literarias que acompañan la Conceptualización Científica del Arte.
“Seamos lo suficientemente locos como para ser llamados locos… seamos lo suficientemente inteligentes como para ser desobedientes cuando recibimos órdenes contradictorias a nuestra conciencia o contra el sentido común” (Eduardo Galeano).
(foto, Enrique Cabrera Vásquez, dando una de las tantas conferencias que ha pronunciado en su vida pública ).
«Ahora bien, como todo régimen de significación, el actual posee modos de significación bien definidos que podemos sintetizar bajo el concepto de “virtualización».
«Más allá de una presunta “alineación” de la vida y en un sentido más radical, la virtualización puede ser definida por su potencial genésico, por su capacidad de generar realidad, es decir:” La fundamental dimensión de la reproducción mediática de la realidad no reside ni en su carácter instrumental como extensión de los sentidos, ni en su capacidad manipuladora como factor condicionado de la conciencia, sino en su valor ontológico como principio generador de realidad».
(Foto, Enrique Cabrera Vásquez, pronunciado un discurso conferencia en el Ayuntamiento, al lado el escritor, porta y profesor de Letras de la UASD, Félix Betances la Nue).
«A sus estímulos reaccionamos con mayor intensidad que frente a la realidad de la experiencia inmediata” (…) “el desarrollo de las industrias de la memoria, de la imaginación y de la información suscita el hecho y el sentimiento de un inmenso agujero de memoria, de una pérdida de relación con el pasado y de una desherencia mundial ahogada en un puré de informaciones de donde se borran los horizontes de espera que constituye el deseo»
(Foto histórica con el dirigente de los Derechos Humanos, Lic. Virgilio Almanzar en 1979).
Al tenor de la suma de citas de pensamientos arriba enunciadas, proclamo con fe en el futuro. Nuestra conducta pública está comprometida con el derecho a la vida; con la defensa de la flora, la fauna, ríos, playas, el medio ambiente, la diversidad de la vida y principios éticos y morales de dignidad, respeto y decencia.
Porque a pesar del inmenso dominio global de las fuerzas del mal y del odio, el mismo jamás será absoluto, Las citas recogidas así lo indican. Todo no está perdido. Un mundo mejor es posible. Luchemos al final la victoria será de los pueblos y de la humanidad consciente y perseverante.
¡Luchemos! ¡Viva la humanidad! Gracias. 20 de marzo del 2006.
(Foto del escritor ruso Jorge Plejanov).
(Abajo foto del escritor ruso León Tolstói).
A través de sus lecturas; de la fertilidad sustanciosa de sus aportes, volamos sobre sus ideas para alcanzar la capacidad emocional e intelectual de valorar en toda su extensión el significado estético, poético, cultural, social y filosófico del arte, deleitándonos en su belleza trascendental; arropándonos bajo su folklóricas presencia multicolor, abriéndoles caminos al entendimiento, degustando de su opípara exquisitez artística; torrentes de emociones espontánea surgido de los interiores humanos; frescor pluralizado; expresión socio cultural y antropológica; deleite humano colocado por encima de los intereses excluyentes.
A riesgo de interpretaciones profanas trataron el tema de la definición del Arte; con esmerada seriedad lo digirieron científicamente. Les dieron seguimiento histórico, rastrearon su presencia universal depurándolo de los esquemas rutinarios mediatizantes, de los criterios tabúes que consideran el arte como una expresión única del espíritu al margen de las interrelaciones circunstanciales de su entorno y que pueden serle condicionantes.
El ruso Jorge Plejanov, el español José Ortega y Gasset y el también ruso León Tolstoy, desarrollaron tan vasto y complicado tema en varios ensayos, artículos periodísticos y magistrales conferencias propia de intelectuales consagrados, recopiladas en monumentales obras filológicas, didácticas, pedagógicas, filosóficas, sociales y políticas, donde expusieron sus respectivas teorías e hipótesis con amplitud critica.
(Foto del escritor español Ortega y Gasset).
Los tres visualizaron desde ángulos diferentes y fuertes bases científicas, el significado social, estético, artístico, psicológico e histórico del Arte. Con espíritu innovador acometieron la ardua tarea de ahondar en su incógnito, desentrañando los recovecos simplistas del análisis; dándole sentido realmente científico al tema partiendo de sus respectivas preocupaciones e inquietudes.
En efecto; estos tres visionarios sociales superaron las consideraciones abstractas que le precedieron haciendo esmerados aportes trascendentales alrededor de eso que Lévy-Strauss llamó “la combinación del mito primitivo y la habilidad técnica”; y que Galeno de Pérgamo definió como “aquel conjunto de preceptos universales, adecuados y útiles que sirven a un propósito establecido”.
Con alto sentido innovador explayaron la agudeza de su pensamiento social conduciendo su análisis por empinadas rutas, eludiendo la facilidad de un cientificismo pedagógico hermético que pudiera circunscribir sus ideas alrededor de artificiales críticas pueriles y rutinarias.
Se adentraron en la discusión profiláctica del asunto plasmando planteamientos novedosos, frescos y revolucionarios, cuyos alcances teóricos han servido de obligado punto de referencias a las investigaciones y opiniones a posteriori.
Los tres, desde ópticas distintas, enfocaron el objetivo, caminaron en la misma dirección hacia un mismo rumbo: establecer una aproximada definición terminológica científica del arte; rescatándolo del reducido criterio de verlo como una mera expresión de “espíritu absoluto”, de la “voluntad universal”, de la “relación divina”, o bien de “ideas y vivencias subconscientes del artista”.
El genial José Ortega y Gasset desmenuzó las esencias deshumanizante del arte. Cuestionó los criterios rutinarios, simplistas y dogmatizados empecinados en esquematizarlo, desfigurándolo en su recorrido social. En su objetivo espiritual y humano.
La sociedad demandará siempre un arte renovado, fresco, limpio, lleno de creatividad, substancial, ameno, con cierto marco ético, que inspire respeto; que llame la atención critica; que contribuya a elevar el nivel de comprensión del mundo al tiempo que proyecta ideas y valores nuevos que posibiliten un sistema de convivencia social más decente, humano y armonioso, bases fundamentales para construir los peldaños y andamios sostenedores del proceso de la dura brega en la lucha por la redención y la emancipación de la humanidad.
Vale aquí sostener lo dicho por Ernst Cassirer y Susan K. Langer: “el arte es en efecto la creación de la forma, pero de un tipo especial, de todas las formas que simbolizan emociones humanas”.
La proyección y receptividad a media que se hace del arte lo aprisiona y no permite su llegada a las mayorías nacionales; ensanchando la brecha cultural y educacional de clase que lo distancia de los sectores populares, las limitaciones socio-económicas, las desiguales condiciones de vida de un sistema injusto y opresivo posibilita que solo un segmento fragmentario de la comunidad lo pueda comprender y valorar. (Foto de Susanne K. Langer).
Interesadamente, desdeñosas elites fanfarronas, caprichosas y egoístas tratan neciamente de asumir frente al mismo una actitud paternalista y posesiva; lo han raptado, medalaganariamente se han apropiados del mismo; atribuyéndose la injusta exclusividad de llegar a él, de tomarlo y disfrutarlo como un privilegio de su egregia alcurnia.
La segregación social y racialasestado al arte lo ha alejado de las masas, hecho este que unido a sus dificultades económicas le obstaculiza acceder en las mayorías de las ocasiones a su disfrute y placer; la clase dominante se ha empeñado en focalizarlo interesadamente concibiéndolo personalizadamente como patrimonio aristocrático suyo; viéndolo como un disfrute privilegiado de elites encumbradas.
Esta situación alarmó al maestro Ortega y Gasset quien preocupado trató el tema con sentido crítico. Observó que el arte nuevo tiene a la masa en contra y la tendrá siempre.
“Es impopular por esencia, más aun, anti-popular”. A su juicio, lo característico del arte nuevo, es que divide al público en estas dos clases de hombre: los que entienden y los que no entienden. .”Esto implica que los uno poseen un órgano de comprensión negado, por tanto, a los otros”, que según él son las dos variedades distintas.
El presidente chino Mao Tse Tungdijo en parte de una epístola “…El pueblo es quien hace la historia; sin embargo, la vieja ópera (y toda la vieja literatura y arte divorciados del pueblo) lo presenta como escoria y en el escenario dominan grandes señores y damas, señoritos y damiselas”. Adolf Loos, sentenció: “El arte es la libertad del genio”. Y Quintiliano indicó: “Los cultos están familiarizados con la teoría del arte, los profanos con el placer que el arte proporciona”.
Desde su amplia óptica Ortega y Gasset vio que se acercaba el tiempo en que la sociedad, desde la política del arte, volverá a organizarse, según es debido, en dos órdenes o rangos: el de los hombres egregios y el de los hombres vulgares; en este sentido analizó la deshumanización del arte partiendo de la imperecedera enseñanzas del inmortal maestro griego Aristóteles, estableciendo con propiedad que el arte joven se ha disociado en una muchedumbre de direcciones e intentos divergentes.
Decir a secas que el arte debe inspirarse en la naturaleza y reproducirla fielmente en sus obras, no es formular una teoría artística completa. “El arte no es la simple imitación de la naturaleza; es algo más, y precisamente porque lo es, se explica el placer que su contemplación despierta”.
Con propiedad filosófica Platón estableció: “el arte no es un trabajo irracional”.
Para Ortega y Gasset la realidad asecha constantemente al artista para impedir su evasión. “¡Cuanta astucia supone la fuga genial! ¡Ha de ser un Ulises al revés que se libera de su Penélope y entre escollo navega hacia la brujería de Circe…!” Conceptualizó que “El placer estético tiene que ser un placer inteligente.
Porque entre los placeres los hay ciegos y perspicaces”. A través de este certero pensamiento, estableció una dicotomía señalando, que lo humano, “el repertorio de elementos que integran nuestro mundo habitual posee una jerarquía de tres rangos.
Hay primero el orden de las personas, hay luego el de los seres vivos, hay, en fin, las cosas inorgánicas”.
El insigne español ahondó su recorrido analítico al apuntar que “Tanto para leer como para crear una poesía debiéramos exigir cierta solemnidad. No una solemnidad de exteriores pompas, más si aquel aire de estupor intimo que invade nuestro corazón en los momentos esenciales”.
Estableció que la metáfora es el más radical instrumento de deshumanización del arte, indicando que a través de la misma se produce una inversión del proceso estético.
Cuestionó la interpretación inglesa de la belleza, diciendo que Ruskin era uno de los hombres más funesto para la belleza. “Ruskin, que ha dado al arte una interpretación inglesa de las cosas la cual consiste en su reducción a objetos domésticos y habituales.
“Aspira el inglés, sobre todo, a vivir bien, cómodamente; lo que es para el francés la sensualidad y para el alemán la filosofía, es para el inglés el confort”.
Oportuno sería aquí citar la exuberante idea de August Zanoyski, cuando dijo “el arte es un modo de aprehender aquello que de otro modo es imposible captar, que excede de la experiencia humana.”. Agregando a seguida lo manifestado por Denis Diderot (1712-1784) de que la idea de la belleza debería sustituirse por la de perfección.
En este proceso de categorización dado en la investigación social nos encontramos con los juicios atrevidos y polémicos del ruso León Nikolayevitch Tolstoy, quien cual verdadero microgramo y moralista, “desencadena una tremenda requisitoria contra el arte moderno por apartarse de Dios y de la perfección cristiana”.
Le imprime un sello humano en su dimensión más profunda, en su evolución filosófica; en su manifestación espiritual y social. En momento y época del predominio de una sociedad conservadora apegada a fetiches rituales las ideas del autor de La Guerra y la Paz, Ana Karenina, Resurrección, La Muerte de Iván Ilych, El Mujik, entre otras, fueron recibidas con gran alarma.
El método expositivo de Tolstoi comienza con una crítica a la sociedad europea, y trata de derrumbar supuestos mitos que intentaron dar una definición positiva de lo que es el arte. “El arte igual a belleza” o “arte igual a placer” son ecuaciones que no le satisfacen.
“¿Qué es el arte? ¿Acaso es arte sólo aquello que nos agrada, que nos produzca placer y que excita el deseo de nuestros sentidos?”. Tolstoi relaciona el arte con una visión subjetiva. Pero no habla de la subjetividad que nos produce placer, sino de aquella que nos comunica emociones.
A seguida liberó la definición de la belleza de su frialdad abstracta. Expresó que “No hay una sola definición objetiva de la belleza. Las que existen, así metafísicas como experimentales, llegan todas a la misma definición subjetiva, que quiere que el arte sea lo que exterioriza la belleza, y que ésta sea lo que gusta, sin excitar el deseo”.
Cuestionó lo esbozado por el tratadista alemán Fólgeldt, quien afirmaba que era locura querer buscar moral en el arte. Apostilló examinando con interrogantes. “¿Sabéis en que fundaba su argumentación? «En qué si el arte debía ser moral, ni Romeo y Julieta de Shakespeare, ni el Wilhelm Meister de Goethe, serían obras de arte; y no pudiendo dejar de ser esos libros obras de arte, toda la teoría de la moralidad en el arte se derrumbaba. Fólgeldt buscaba una definición de arte que pudiera comprender esas dos obras y esto lo conducía a proponer, como fundamento del arte, la “significación”.
Para el conde Tolstoy, el arte expresa los sentimientos de los hombres. Lo separa de la palabra. Considera que la actividad artística consiste en un “despertar en uno mismo un sentimiento experimentado y, después de haberlo despertado, transmitirlo mediante movimientos, líneas, imágenes expresadas en palabras, de modo que los demás experimenten el mismo sentimiento”.
Al respecto no podemos ignorar la proclama de Stanislaw Witkiewicz (1851- 1915); quien significó: “El arte sirve para descubrir, identificar, describir y fijar nuestras experiencias, nuestra realidad interior”.
A pesar de su aporte, del entusiasmo como trató el asunto, Tolstoy no quedó complacido con las definiciones que hizo. Al final no tuvo plenamente satisfecho con sus ideas, que independientemente de ello, tuvieron un marcado acento científico y revolucionario. Fue un intento serio con aportes imperecederos. Buscó en sus investigaciones las respuestas científicas más apropiadas. Encumbrado en la transparencia teórica de su fluido pensamiento crítico se elevó sobre interrogantes históricas inmensas.
Con recriminatorio acento de un verdadero maestro hurgó en el firmamento. «A la pregunta: ¿Qué es el arte? Hemos dado contestaciones múltiples, sacadas de diversas obras de estética. Todas estas contestaciones o casi todas, que se contradicen en los demás puntos, están de acuerdo para proclamar que el fin del arte es la belleza, que ésta se conoce por el placer que produce, y que el placer, a su vez, es una cosa importante por el solo hecho de ser un placer».
«Resulta de esto que las innumerables definiciones del arte no son tales definiciones, sino simples tentativas para justificar el arte existente».
«Por extraño que pueda parecer, a pesar de las montañas de libros escritos acerca del arte, no se ha dado de éste ninguna definición verdadera. Estriba la razón de esto en que siempre se ha fundado la concepción del arte sobre la de la belleza”.
En esta afanosa búsqueda consignó que el arte es uno de los medios de comunicación de los hombres entre sí. Esbozó que el arte expresa los sentimientos de los hombres, mientras que la palabra expresa sus pensamientos. Llegó a apreciaciones amplias procurando con ello la aproximación más posible en la conducción de obtener el concepto más claro que respondiera a su inquietud.
Hizo aportes substanciales que lo situaron en una actitud altamente reveladora de su profundo pensamiento. Privilegió el arte como una escala social dentro de una escala espiritual de primer orden, sus ideas quizás fueron un tanto atrevidas pero sinceras.
Eran razonamientos objetivos y polémicos. En su ¿”Qué es el Arte”? Se colocó en los umbrales de las consideraciones más aproximadas y exactas.
No olvidemos que en 1919 Witkiewicz predijo con pesimismo el fin del arte. Quizás lo dijo agobiado y hastiado por el manoseo maniqueísta que se hacía del tema; llegó a creer equivocadamente que la humanidad había perdido la “inquietud metafísica”, “el mundo contiene sólo una cantidad finita de estímulos y de sus combinaciones y que alguna vez se agotarán”.
Pero fue el maestro Jorge Plejanov (Gueorgui Valentinovich Plejanov (1856-1918)), quien partiendo desde una posición materialista dialéctica de la historia, le imprimió un sentido científico profundo, brindándonos una definición conceptual nueva y revolucionaria, sobre el arte.
Jorge Plejanov, sobresaliente y mejor teórico marxista de su tiempo, autor de ensayos valiosos como la concepción monista de la historia (1895), la historia del materialismo (1896), El papel del individuo en la historia (1898), El Arte y la Vida Social (1912), entre otros ensayos relevantes; consideró positivo los intentos del gran Tolstoy, y amplió los criterios enunciados por éste al respecto.
Cuestionó algunas ideas de Tolstoy y sacó conclusiones dialécticas positivas. La autoridad de su teórica capacidad intelectual le permitió desarrollar una concepción materialista de la historia, poniendo de relieve la complejidad de las relaciones entre el ser social y la conciencia social; sistematizó la actividad humana en su interrelación manifiesta en la conciencia social, en la lucha de las ideas, expresión histórica de la lucha de clases expresada en el seno de la sociedad.
Comprendió críticamente que el arte es un fenómeno social, que expresa tanto el sentimiento como el pensamiento del hombre.
Seguidamente valoró la poesía como una de las formas más alta de la expresión de la palabra del sentimiento. Huelga decir que toda producción artística es hija de una inspiración amorosa que parte de los humano y de la naturaleza.
A través del arte tratamos de desvelar el secreto de la naturaleza al tiempo que nos abrogamos el derecho emocional y antropológico de interpretar los sentimientos humanos. August Zanoyski; afirmó “el arte es un modo de aprehender aquello que de otro modo es imposible captar, que excede de la experiencia humana”. Platón dijo: “el arte no es un trabajo irracional”.
Desde una filosofía poética y creativa podemos conceptualizar que el arte es la auténtica vida. Su presencia y trayecto histórico social desde los orígenes del hombre como forma primitiva de comunicación social pasando por pintura rupestre de las cavernas hasta los tiempos actuales, el arte ha sabido afincar sus huellas en el espacio y tiempo de la historia humana.
Nos ha permitido difundir sonoras revelaciones deslumbrantes y trascendentales cual sinfonía mágica; en su encanto volamos atrapados en sus emociones y nos deleitamos para enlazarnos con el corazón de la madre naturaleza.
Incisivamente el maestro Plejanov pulió en el cedazo de su observación crítica el alcance social e histórico del arte abordándolo con sumo interés particular, razón por la cual se le consideró en su tiempo como uno de los precursores de vanguardia de la estética y de la crítica artística.
Con su análisis mordaz, inspirado y apoyado siempre en una visión verdaderamente materialista dialéctica; ahondó en el tema procurando una teoría diáfana como acertada, trampolín necesario para establecer un concepto científico social lo más aproximado posible acerca del origen del arte y sobre el arte.
Desde su prismático social observó el arte “como reflejo social de la vida colectiva, respecto al realismo como esencia del arte”. Por eso denunció el arte por el arte. Porque el arte siempre tendrás un motivo, una inspiración, un anhelo emocional, una razón humana, histórica y social.
Toda práctica social racional implica un arte determinado. Ya lo dijo Stanislaw Witkiewicz (1851-1915); “el arte sirve para descubrir, identificar, describir y fijar nuestras experiencias, nuestra realidad interior”.
Jorge Plejanov puso sus aportes a prueba del exigente debate público. Fue un teórico de primera fila, con un talento asombroso; descolló su original capacidad creativa con amplio alcance y magnitud intelectual en un medio y momento en que figuras estelares del debate teórico como los versados Vera Zasulich y Axelrod, acaparaban merecida atención pública por el peso de sus ideas revolucionarias y atrevidas. Gracias a su creatividad intelectual Plejanov sobresalió inconmensurablemente más allá de su tiempo. Su nivel teórico era desconcertante.
Se aquilató como guía teórico y político, en aquellos años convulsivos, sobresaliendo ante una generación de lucidos revolucionarios rusos que dirigirían después la triunfante Revolución de Octubre de 1917 bajo el liderazgo cautivador y apabullante de Lenin y Trótski.
Claro que no podemos ignorar la influencia que tuvo sobre Plejánov los acontecimientos de su patria la cual se exhibía para 1918 como “el mayor centro de la cultura abstracta y de la elaboración teórica sobre el arte”. Quizás por ello podríamos colegir la contundencia de su idea.
Sus proliferas investigación lo condujo a novedosos planteamientos critico. Consideró que la interpretación idealista de la historia, tomada en su forma pura, estima que el desarrollo del pensamiento y de los conocimientos es la causa última y remota del movimiento histórico de la humanidad. Denunció ese concepto que dominó totalmente el siglo XVIII, del que pasó luego al siglo XIX.
Armado del materialismo dialéctico enfrentó las ideas de San-Simón y Augusto Comte (Isidoro Augusto María Francisco Javier Comte, 1798-1814), tan en boga en esa época. Se apoyó en las geniales ideas de Darwin para aproximarse a una respuesta científica y revolucionaria sobre el arte.
Con Darwin y su análisis biológico interpretó y comprendió el origen de nuestros gustos estéticos; de lo bello, expresado como concepto contradictorio según las razas; de las sensaciones sociales.
Como inmenso visionario científico-social puntualizó que los partidarios de la concepción materialista de la historia quieren explicar los destinos históricos de las especies, comenzando precisamente en el mismo punto donde terminan las investigaciones los darvinistas.
Demostró que no hay ninguna obra artística que carezca por completo de algún contenido ideológico político de clase. Que en las diferentes épocas del desarrollo social de la humanidad el hombre recibe de la naturaleza impresiones distintas, porque las contempla desde puntos de vistas diferentes.
Gracias a las aportaciones científicas de estos tres artistas del pensamiento humano y social, podemos hacer aproximados razonamientos constructivos sobre el arte, ese producto de la capacidad creativa del género humano. Esa expresión espiritual e ideológica; esa manifestación de comunicación social que constituye en sí un reto de la estética dada en el desarrollo social de la humanidad, y que según Rodín, “Es el placer del espíritu que penetra la naturaleza y en ella descubre el alma que la anima”. Agregando que, “es la misión más sublime del hombre, puesto que es el ejercicio del pensamiento que intenta comprender”, tales planteamientos evidencia sustancialmente el nivel de capacidad creativa del género humano.
Ateniéndonos al pensamiento de Plejanov podemos afirmar que el arte en todas las épocas históricas, se ha caracterizado por su contenido de clase, y por su sello político-ideológico. Su culto estético ha tenido siempre un contenido de clase.
Las particularidades y generalidades del arte han estado dominadas por esa expresión de clase que se yuxtapone en el sentir humano. Lo espontáneo del arte ha estado condicionado por las relaciones sociales de convivencias en correspondencias con la realidad del medio social que conforma el hábitat pluralizado de los seres humanos.
Las motivaciones espirituales del arte, la inspiración que le precede, es el resultado de las mismas condiciones sociales y económicas dado en la existencia humana. De la conciencia social que se adquiere, lo cual pone de manifiesto la axiomática concepción de que el ser social determina la conciencia social.
Las manifestaciones artístico-culturales como expresión real del arte constituyen un vuelo alto del sentimiento humano. Una acabada expresión de la conciencia humana expuesta espiritualmente por la “Musa”: el arte social.
Esta sublime y excelsa manifestación de los adentros más íntimos del sentimiento humano, esta producción social que refleja la alta capacidad expresiva de las condiciones cualitativas proveniente del proceso dialéctico de la conciencia humana; tiene una valorización histórica que define caracteres sociales y simboliza estadios históricos-sociales, dándole definición sustanciales a la vida humana. Su presencia se inicia de manera individual para transformarse en un producto socialmente pluralizado dentro de la formación de las realizaciones económicas de producción.
Como expresión de comunicación social el arte llena un espacio histórico en el marco de un contexto socio-cultural. Representa y expone el sentimiento más profundo de su época en todos los sentidos. Es el vehículo ex profeso que proyecta las intenciones traslucidas en la práctica social, siendo el decir más sincero y profundo de la estética pública de los pueblos.
Dentro del menú de ideas que procuramos en torno a la apreciación critica del arte nos encontramos con la referencia que hace Rocco Mangieri en torno al esquema planteado porUmberto Eco en 1957, significando que el autor delPENDULO DE FOCAULT, señala con propiedad teórica, que éste, “interrelacionó seis zonas o eje de indagación teórica: el arte y el problema estético, la teoría del signo, la comunicación de masas, el problema del texto y su definición desde una perspectiva pragmática, los límites de la interpretación textual y finalmente las utopías acerca de la creación cultural de las lenguas perfectas”.
Resalta que el autor de Semiótica y realidad virtual: accesibilidad entre mundos y metáforas del laberinto, y Significación del espacio y modos de producción en La isla del día de antes, entre otros temas, enfatiza que “La preocupación por la poética de la obra de arte reemplaza, como centro de interés analítico y reflexivo, los discursos anteriores sobre la “aconceptualidad” e “inefabilidad” del objeto estético.
Luego el monografista y catedrático de la Facultad de Arte de la Universidad de Los Andes nos dice, “Eco elabora un discurso crítico sobre todas aquellas reducciones ontológico-metafísicas de la esfera del arte que remiten su definición hacia una zona teórica de lo indefinible y lo inconmensurable.
Es, en el fondo, una crítica y una proposición de lectura de la obra de arte frente a los esencialismos metafísicos radicales de la obra de arte. Para ello recurre a lo largo del texto a los ejemplos de las prácticas artísticas contemporáneas y a las nuevas modalidades de “uso” y “consumo” propuestas por las poéticas de la modernidad”.
Y más adelante indica que ” A partir de una revisión de la noción de estética en los textos de Santo Tomás de Aquino, hasta la temática abordada en la “Obra abierta”, el interés de Eco se desplaza progresivamente desde una crítica a las ontologías del hecho estético hacia una posibilidad de una definición del arte a partir de sus condiciones de fruición, comunicabilidad y, sobre todo, interpretatividad”.
¿Acaso podríamos ignorar el significado semiótico de los signos, visto como materia prima del pensamiento y, por lo tanto, de la comunicación? Irreverente sería no reconocerle al profesor Rocco Mangieri su iniciativa de investigación al respecto. ¡En horas buenas sus razonamientos científicos!
Y qué decir de la teoría estética del alemán Walter Benjamín (1892 -1940) quien en 1936 escribió “La obra de arte en la era de la reproductibilidad técnica” la cual inicia con una atractiva cita de Paul Valéry, 1871 – 1945) (“Poeta, ensayista y hombre de letras francés cuya obra presenta un conflicto entre la contemplación y la acción que debe resolverse artísticamente para captar el sentido de la vida” ); donde el francés señala: “En todas las artes hay una parte física que no puede ser tratada como antaño que no puede sustraerse a la acometividad del conocimiento y la fuerza modernas. Ni la materia, ni el espacio, ni el tiempo son desde hace veinte años, lo que ha venido siendo desde siempre.
Es preciso contar con que novedades tan grandes transformen toda la técnica de las artes y operen por tanto sobre la inventiva, llegando quizás hasta a modificar de una manera maravillosa la noción misma de arte”; y de cuyo pensamiento se motivó e inspiró para impulsar sus ideas ontológicas sobre el arte y que son vistas como una “hermenéutica crítica cuya heurística no podría sino fundarse sobre conceptos totalmente nuevos y originales”. Es una visión epistemológica y estéticas de reconocida originalidad dialéctica.
El tremendo impacto que produjo su ensayo critico “La obra de arte en la era de su reproducibilidad técnica”, en 1936 fue de tal magnitud que numerosos teóricos y tratadistas se inspiraron en su pensamiento para desarrollar novedosas ideas en torno al curso dialéctico del proceso de comunicación en la era actual, tal es el caso de lo expresado por Lorenzo Vilches: “El nuevo orden social y cultural que ha comenzado a instalarse en el siglo XXI obligará a revisar las teorías de la recepción y de la mediación que ponen el acento en conceptos como identidad cultural, resistencia de los espectadores, hibridación cultural, etc.
El Dr. Álvaro Cuadra R. , uno de sus más firmes partidario y estudioso de su pensamiento, define sus aportes describiéndolo, “Como teórico de la cultura, el interés fundamental de Benjamín se refería a los cambios que el proceso de modernización capitalista ocasiona en las estructuras de interacción social, en las formas narrativas del intercambio de experiencias y en las condiciones espaciales de la comunicación, pues estos cambios determinan las condiciones sociales en que el pasado entra a formar parte de la “fantasía imaginal” de las masas y adquiere significados inmediatos en ella…
Para Benjamín las condiciones socioeconómicas de una sociedad, las formas de producción e intercambio de mercancías sólo representan el material que desencadena las “fantasías imagínales” de los grupos sociales… /de manera que/ los horizontes de orientación individuales siempre representan extractos de aquellos mundos específicos de los grupos que se configuran independientemente en procesos de interacción comunicativa, y que perviven en las fuerzas de la “fantasía imaginal”
Cabe consignar aquí que el destacado pensador frankfurtiano, filósofo, erudito, crítico literario, traductor de Marcel Proust y Charles Baudelaire; “se suicidó en la población española de Portbou en la frontera hispano-francesa, mientras intentaba escapar de los nazis, al creer que el paso de su grupo a través de la frontera le sería negado. Posiblemente debido al suicidio de Benjamín, al resto del grupo le fue permitido cruzar la frontera al día siguiente”.
Las expresiones artísticas y culturales siempre han ido aparejada con los diferentes estadios de desarrollo histórico de la conciencia social, en cada época concreta: piedra pulimentada, comunidad primitiva, barroco, rupestre, pre-historia, edad media, neoclásica, romántica, renacimiento, contemporánea, moderna, etc., la humanidad ha sabido explayar sus interiores emociones con plasmado acento artístico extravagante, indicativo de su marcada vocación por dar a conocer la florida desnudez de su alma.
El arte es praxis social. Es voluntad humana expresada socialmente. Es la conciencia interior del espíritu humano saciado emocionalmente con una virtuosa manifestación artística personal. Todo arte es hermoso y bello. La fealdad humana se transforma en belleza al categorizarse cualitativamente como valor artístico cultural en una obra de arte. Recordemos el importante ensayo sobre el carácter afirmativo de la cultura de Herbert Marcuse, quien divulga a Aristóteles cuando dijo, “toda la vida está dividida en ocio y trabajo, en guerra y paz, y las actividades se dividen en necesarias, en útiles y bellas.” El arte es, pues, una utilidad bella.
Nuestro análisis y enfoque sobre el arte nunca debe estar desprendido de su valoración social entendiéndolo siempre como una producción social dado en el desarrollo humano.
Sin desperdiciar tiempo recordamos aquella carta deCarlos Marx a Anenkov en la que estableció sobre la base de interrogantes socio económica de valor científico lo siguiente: “… ¿qué es la sociedad, cualquiera que sea su forma? El producto de la acción recíproca de los hombres. ¿Son los hombres libres de elegir una u otra forma de sociedad? De ninguna manera. Asumir un estadio particular de desarrollo en las facultades productivas del hombre, lleva a dar por establecida una forma particular de comercio y de consumo. Si uno asume estadios particulares en el desarrollo de la producción, del comercio y del consumo, se llega a tener enfrente instituciones sociales correspondientes, una organización social de la familia, de órdenes o de clases correspondiente… En una palabra, una sociedad civil correspondiente (…) «Los hombres no son libres para elegir sus fuerzas productivas -que son la base de toda su historia-pues toda la fuerza productiva es una fuerza adquirida, el producto de una actividad anterior. «Las fuerzas productivas son antes que nada el resultado de la energía humana práctica: pero, en sí misma esta energía está condicionada por las circunstancias en que se encuentran los mismos hombres, por las fuerzas productivas ya adquiridas, por las formas sociales que existen antes que ellos hagan algo, y que ellos no crearon, que son el producto de las generaciones anteriores.”
Así las cosas, tenemos que el arte, visto en sus distintas y variadas manifestaciones expresivas del sentimiento humano y artísticos, vale decir, escultura, arquitectura, manualidades, las plásticas, comedia, pintura, cubismo, impresionismo, expresionismo, arte naif, drama, danzas, baile, teatro, música, artes plásticas, el collage, el cine, fotografía, poesía, literatura, folklore, oratoria, tocar e interpretar instrumentos musicales como la guitarra, piano, violín, flauta, percusión, obras literarias como novelas, cuentos, poesía, prosa; cultivar la elocuencia, la oratoria, escribir un libro, etc., etc., siempre tendrá una connotación social artísticamente expresiva más allá del entorno social de su origen y creación . Y como tal siempre será un producto social humano.
Con sentido científicoel materialismohistórico -dialécticoindica que “El arte y la cultura son los productos estéticos e ideológicos de una sociedad concreta y expresan sus ideales, sus valores y su moral”.
Siguiendo hurgando en el horizonte de pensamientos desparramados universalmente nos encontramos con relampagueantes secuencias de opiniones heteróclitas, algunas quizás un tanto empírica que no dejan de ser sumamente interesantes; son un manojo de apostillas atrevidas e impactantes sostenidas apasionadamente con intensa vitalidad emocional. Las mismas, en algunos casos, fortalecen los pretéritos cuestionamientos emitidos por Tolstoi, Plejánov y Ortega y Gasset, agregándole fuerza conceptual a su legado teórico y científico.
El escultor argentino Juan José Eguizabal nos ofrece la premisa de que el arte está fundamentado en tres elementos provocativos: Pasión, inspiración y sentimiento, concluye sus ideas al respecto señalando que, “el arte es y está dispuesto en una unión de un número de conocimientos, y cualquier definición que sea verdadera debe dar cuenta de todos ellos”.
Mezquino sería no enunciar la indignación que flageló al extraordinario vidente musical y héroe griegoMikis Theodorakis, (“uno de los principales compositores e intelectuales griegos del siglo XX, conocido también por su militancia política, especialmente como opositor a la junta de los coroneles en 1974″), reprimido inhumanamente por la junta militar de Grecia encabezada por Georgios Papadopulos, quien terminó su vida en la cárcel preso por ladrón y asesino.
Sí, la Grecia de aquellos coroneles inolvidables (1967-1973) por su despiadada criminalidad y cuya cobardía lo llevó a pisotear a esa leyenda viviente de la resistencia contra el dominio nazi. En su obstinación paranoica la dictadura militar griega sentenció vedar su presencia artística; ” (…) puesto que esta música está al servicio del comunismo, suscita pasiones y luchas ¿La música es ”neutral” y ”apolítica”?
En la Grecia de los coroneles, el decreto No. 13 del Ejército quitaba dudas: ”Se prohíbe en todo el territorio del país la ejecución o reproducción de la música y las canciones del compositor Mikis Theodorakis (…) puesto que esta música está al servicio del comunismo, suscita pasiones y luchas en el seno de la población” (Atenas, primero de junio de 1967).” Frente a esa infamia Propicio sería recoger aquella exclamación de Adolf Loos. “El arte es la libertad del genio”; o como dijera Aristóteles, la destreza es una tragedia. ¡Vaya barbaridad! ¡Qué inmundicia pávida y nefasta! ¡Qué pobreza espiritual! Reprimir, perseguir y encerrar el talento siempre será un acto bochornoso. ¡Ah, el mandato de la cobardía!
Ello provocó su reacción y soberbia; y sobre las huellas de su dolor punzante el heroico compositor griego Theodorakis, autor del poema Arcadia (1969), escribió en 1984 que “la burguesía gobernante se empeña constantemente en bajar el nivel cultural de las masas y degradar los valores estéticos y artísticos, el propio arte y a quienes lo crean.
En cambio, apoya y divulga obras y conceptos estéticos que sirven a la ideología dominante”. Además es una máquina de hacer grandes negocios’. Injusto sería mirar su apostilla como un fuetazo de coraje e indignación colérica por la afrenta recibida. No. Es la voz trémula de un hombre que hace arte, que lo siente y lo vive en cada hálito de su existencia. Que entiende el arte como un silbido musical del alma humana. Que se extasía y envuelve en la misma configuración protagónica de su quehacer artístico.
Asimismo no hay desperdicio en la proclama de José Carlos Mariátegui, peruano y de América, al inferir, “La burguesía quiere del artista un arte que corteje y adule su gusto mediocre. Quiere, en todo caso, un arte consagrado por sus peritos y tasadores. La obra de arte no tiene, en el mercado burgués, un valor intrínseco sino un valor fiduciario”.
Ante esta aseveración podemos colegir que el costo de toda obra de arte está supeditado a la receptividad emocional de su interpretación cultural lo cual contribuye a su valor material, sin dejar de reconocer que todo gusto artístico tiene un olfato de clase. Las óperas y piezas musicales clásicas surgidas de los ingenios creativos de Scarlatti, Vivaldi, Schumann, Brahms, Rossini, Chopin, Haydn, Strauss, Mozart, Beethoven, Mendelssohn, Bach, entre otras constelaciones universales, o la pintura de un Goya, Picasso, Rafael, Van Gogh, Poussin, Botticelli, Leonardo Da Vinci, Claudio Braco, Salvador Dalí, Miguel Ángel, Da Vinci; a la que en justicia tendríamos que agregar nuestra producción nacional dominicana expresada en el diestro manejo del cincel de nuestros Víctor Artiles, Vela Zanetti, Ada Balcacer, Ángel Haché, León Bosch, Silvano Lora, Alberto Bass, Asdrúbal Domínguez, Cándido Bidó, Paul Giudicelli, Guillo Pérez, Cuquito Peña, Pedro Céspedes, y hasta nuestro petromacorisano Mariachi Alburquerque,cuyos talentos y producción artística es barnizada como un gusto aristocrático y mantenido por mandato de las cleptocracias que dominan el escenario social alejado de los sectores populares. Del pueblo; cuyo sometimiento a la ignorancia cultural lo mantiene a distancia de estos géneros y gustos artísticos, mirándolo desdeñosamente con prejuiciado apatía.
Amplios sectores de la clase dominante exhiben una postura de inclinación por el arte que en el fondo no es más que una burla, una pantalla, pues, de lo que se trata es de exhibir una fastuosa vanidad. Una actitud engañosa; una farsa ridícula.
Recordemos queLenin dijo “El arte pertenece al pueblo. Sus raíces deben hundirse en lo más profundo de las masas trabajadoras.
El arte debe ser accesible a las masas. Debe concitar los sentimientos, los pensamientos y la voluntad de las masas y elevarlas. Debe despertar y desarrollar su sentido artístico”.
En sentido parecido se expresó Mao Tse-Tung en sus intervenciones en el Foro de Yenan en mayo de 1942, sobre Arte y Literatura; al respecto escribió. “La cuestión de a quién deben servir el arte y la literatura es una cuestión fundamental, una cuestión de principio”. Y agregaba:
“Aunque la vida social del hombre es la única fuente del arte y la literatura, y es incomparablemente más rica y más viva que éstos en contenido, el pueblo no se contenta solamente con la vida y pide arte y literatura.
“¿Por qué? Porque, si bien tanto la vida como el arte y la literatura son bellos, la vida reflejada en las obras artísticas y literarias puede y debe estar en un plano más alto, ser más intensa, más concentrada, más típica, puede y debe estar más cercana del ideal y resultar, por lo tanto, más universal que la realidad de la vida cotidiana”.
Mas adelante señala que el arte y la literatura revolucionarios deben crear los más variados personajes extraídos de la existencia real y ayudar a las masas a impulsar la historia hacia adelante. Dice: «Por ejemplo, de un lado, hallamos que la gente sufre hambre, frío y opresión, y del otro, está la explotación y opresión del hombre por el hombre; estos hechos existen en todas partes y se los considera como cosas corrientes; los artistas y escritores condensan estos fenómenos cotidianos, tipifican las contradicciones y luchas existentes dentro de ellos y, de este modo, crean obras capaces de despertar a las masas, inflamarlas de entusiasmo e impulsarlas a la unidad y a la lucha para transformar el mundo que las rodea.
Sin un arte y una literatura de este tipo, dicha tarea no podrá cumplirse, o no se cumplirá tan rápida y efectivamente”.
Indicó también que; “Muchos artistas y escritores permanecen apartados de las masas y llevan una vida vacía, y naturalmente no se hallan familiarizados con el habla del pueblo; por eso sus obras no sólo son insípidas en su lenguaje, sino que contienen a menudo expresiones estrambóticas inventadas por ellos y completamente ajenas al uso popular”.
La importancia de los aportes de José Ortega y Gasset, Jorge Plejánov y León Tolstoi sobre la visión del arte aumenta en la medida que profundizamos sobre el tema. Ellos superaron esquemas herméticos cultivados dogmáticamente por enfadados sentimientos cargado de iracunda emoción. Cuales maestros antepusieron la razón del análisis científico al prejuicio personal. Porque el arte no es exclusivo de una clase determinada; no. Es patrimonio universal de la humanidad y por lo tanto debe llegarles a todos por igual.
En concordancia con el conjunto de ideas, criterios y juicios arriba enumerados podemos establecer críticamente que, El Arte es un producto artístico y social cuyo proceso creativo recoge una percepción del mundo objetivo. Su valor social está determinado por la capacidad y el ingenio de su creador en asociarlo con las contradicciones de clase que se manifiestan en todo proceso de desarrollo social, contribuyendo con su aporte, a la transformación cualitativa del mundo social e interpretando las razones de la naturaleza y las interioridades humanas desde una concepción de cambio, renovación y mejoría, en las condiciones de vida del ser humano.
Por lo tanto, es y debe ser responsabilidad de todo Estado Político responsable y humano garantizar su justa distribución equitativa lo que garantiza su disfrute entre todos los sectores y grupos de clase social. Beethoven, Strauss y Mozart, verbigracia, no pueden ser exclusivo de ningún grupo en particular. Debe ser una política de Estado invertir en su renglón para que el arte sea entendido cada día por más personas o sectores. Que las enseñanzas de piano, violín, plásticas, pintura y guitarra, , escultura, y demas manifestaciones propia del arte, no estén dirigidas a un conglomerado exclusivo; no. Estos géneros artísticos musicales y culturales deberían estar al alcance de todos los seres humanos sin distinción de categoría económica y social.
Contribuyamos mediante un proceso educativo diáfano y plural, a abrir la posibilidad del entendimiento cultural para que los sectores populares puedan transitar por los caminos de gustos artísticos y culturales tan valiosos.
Hay que liberar el arte del egoísta círculo cerrado que lo atenaza. El arte es de todo; debería ser de todo. El artista como tal, ya sea soprano, poeta, escultor y demás, tomado como arte en sus múltiples vertientes y facetas nos pertenece a todos. El arte es libertad.
El arte es conciencia. Es la más alta ideología espiritual y estética de la condición humana.
Sin ambages filosófico cursis categorismos que el arte constituye el desarrollo más expresivo y elocuente de la emoción humana. De la conciencia humana. Impulsa el mejoramiento del régimen social de vida de los pueblos en sociedad. Es la expresión más alta del pensamiento humano. De la condición humana.
Nota de definiciones: Conceptualización: Elaboración detallada y organizada de un concepto a partir de datos concretos o reales.
“Concepto: Idea, representación mental de una realidad, un objeto o algo similar: el concepto de belleza no es igual para todos. Pensamiento expresado con palabras. Opinión, juicio, idea que se tiene sobre algo: ¿qué concepto tienes de mí? Aspecto, calidad, título: me han ofrecido un trabajo en concepto de asesor cultural.
Conceptualizar: Hacerse una persona una idea o concepto sobre una realidad: tiende a conceptualizar basándose solo en apariencias y por ello a menudo se equivoca en sus juicios.
Miguel Angel Bounarroti. Más que cincel y martillo.
Escrito por: Enrique Cabrera Vásquez (Mellizo)
¡Albricias por su nombre! Miguel Ángel Bounarroti, italiano y del mundo, poeta, arquitecto, pintor, y escultor. Nadie como él simboliza la grandeza humana. Su prolifera creación lo acentúan con vigor en la conciencia de la historia.
A golpes de martillo y con esmero entusiasmo manejó con precisión artística el cincel, logrando las figuras más perfectas y los tonos más patéticos. Con febril dedicación pudo ondear su nombre con signos históricos. Solo él pudo hacer lo que hizo. “Supo infundir vida y movimiento a formas sólidas caracterizadas por su grave monumentalidad”.
En arquitectura, temperó los principios de orden y proporción con toques de elegante manierismo.
Nació en Caprese en 1475 y murió en Roma en 1564. Sus biógrafos coinciden en describirlo como la conjunción más apropiada “del trabajo tesonero, sin tregua ni descanso”.
Su portentosa figura se dilata en el confín del tiempo para señalarle al mundo que el legado de sus obras impresionantes y conmovedoras, marcando con acentuada diferencia estilista el espacio donde la grandeza del genio humano se alza mágicamente con esplendor subjetivo por los senderos de la originalidad creativa y el fervor de la vida.
Carmiña Verdejo, unas de sus tantos biógrafos, dice que cuando nació el pequeño Michelangelo la pequeña villa de Caprese fue escenario de un acontecimiento familiar con proyección universal.
Y en efecto, cuando el 6 de marzo de 1475 Ludovico di Lionardo Bounarroti Simoni y Francesca Rocellai-Neri, trajeron al mundo a este potencial genio, inscribieron su nombre en las páginas exigentes y maravillosas de la historia. El curso de la existencia del pequeño Michalangelo conocido más adelante como el gran Miguel Ángel, significó todo un acontecimiento histórico.
“A los trece años ingresó en el obrador de Ghirlandajo, donde dio muestras de su precocidad”. Allí desarrolló su carácter y su talento extraordinarios. Puso de manifiesto su profunda vocación por una de la rama del arte sumamente complejo como complicado: la escultura. “Protegido de Lorenzo de Médicis, trabajó en los jardines de su Villa, bajo la supervisión de Bartolo di Giovanni (discípulo de Donatello) y produjo una verdadera colección de obras maestras antiguas”.
Sus diestras y acertadas manos comenzaron a esculpir cosas difíciles y complicadas; verdaderas obras de artes revolucionarias sin precedentes. Se inició esculpiendo “Un relieve sobre un combate entre centauros y lápidas y otros sobre la Virgen de la escalera, que eran ya las obras de un consumado maestro”.
Miguel Ángel catapultó sus dotes por encima de las exigencias, a veces egoísta e envidiosa, de un medio político-religioso, cultural y social nunca satisfecho y siempre inclinado hacia crítica interesada y demoledora.
Con ahínco, parcimonia y entusiasta entrega, apasionadamente, aceptó el reto de los encargos artísticos y culturales de las plásticas. Esculpió a Hércules que fue adquirido por el rey de Francia Francisco 1. Trabajó en el arca de mármol que guarda los restos de Santo Domingo de Guzmán. “Regresó a Florencia y esculpió San Juan niño y Cupido durmiendo”.
Su producción en las artes plásticas conmovió el espíritu revolucionario de la época. Era el tiempo del Renacentismo. El momento en que el cíclope estelar Leonardo da Vince, trascendía con creces deslumbrando los encantos humanos. Era el siglo de la productividad cultural excelsa y súplica. Donde las conquistas territoriales descansaban en la fuerza del espíritu visionario de un conjunto de prohombres que se disputaban la suma de sus respectivos talentos. No había desperdicios en esa época sin sobrantes.
Después de la muerte de Lorenzo en 1492, quien era su protector, se lanzó quijotescamente a la conquista de su nombre. ‘En 1492 se radicó en Roma y trabajó para Rafael Riano, cardenal de San Jorge. Esculpió en esa época un Cupido y una estatua de Baco.
El creador de La Piedad volvió a Florencia en 1501 y esculpió en dos años, su famoso David, y pintó el medallón de la Sagrada Familia. “Fue llamado a Roma para diseñar y ejecutar la tumba del Papa Julio 11, obra que interrumpió para trabajar en los frescos destinados al techo de la Capilla Sixtima”.
“Regresó a Florencia y se dedicó a las obras de la biblioteca y de la capital de los Médicis, trabajando simultáneamente en siete estatuas distintas. El monumento funerario de los Médicis es la obra de conjunto más completa y personal de Miguel Ángel. En 1533 se radicó definitivamente en Roma para terminar la tumba de Julio 11, presidida por su famoso Moisés, así como la pared del altar de la Capilla Sixtina, en la que Miguel Ángel habría de representar el prologo y el epilogo de la humanidad: La Creación y El Juicio Final. A partir de 1546 fue el arquitecto principal de San Pedro, de Roma. Antes de su muerte realizó obras menores como el busto de Bruto”.
No es posible describir la grandeza de Miguel Ángel en una apretada síntesis periodística. Jamás. Según su biógrafo Condivi la pintura de techo de la Capilla le costó cuatro dedicado años de trabajo. Hoy a contemplarla nadie cree posible que semejante obra fuera hecha por un sólo hombre y sin contar con ningún accesorio logístico moderno.
Solo Miguel Ángel, ese genio portentoso, ese pluralizado artista sin igual pudo hacerlo. Por eso se le considera el genio gigantesco del Renacimiento. Sin él el Renacimiento hubiese sido un pasado pálido e intrascendente.
Pero es en El Gigante, una columna de siete metros de altura, donde Miguel Ángel supo plasmar todo su genio creativo. ¿“Pero podía aspirar a más? Se sentía tan feliz que tenía miedo de despertar. Pero no, no era un sueño. ¡Todo era verdad!
Cumplió cada uno de sus contratos, muchos de los cuales representaban un choque de intereses entre los ofertantes. Todos querían que Miguel Ángel trabajara para él sin sopesar sus demás compromisos. Tenía una demanda muy por encima de sus posibilidades productivas, más su capacidad de trabajo era asombrosa, aceptaba contrato tras contrato, y lo que era una empresa difícil, la cumplía a plenitud. Laboraba casi 24 horas ininterrumpidamente. Se entregaba al trabajo con agitada excitación, lo veía como aliciente de vida, un estimulo espiritual grato, reconfortante, una especie de auto exorcismo que lo satisfacía y extasiaba.
La Piedad “envolvió al escultor en un halo de prestigio…prestigio que ya antes había cimentado en el Cupido y el Baco”. Era que su nombre había adquirido notoriedad histórica.
A la cinco de la tarde del 18 de febrero de 1564 dejó de existir el maestro Miguel Ángel. Anciano y enfermo. Murió para el mundo pero se inmortalizaba para el arte. Roma entera le tributó, en sus días finales testimonio de admiración y respeto. Su muerte fue un acontecimiento estremecedor. “Miguel Ángel Bounarroti, escultor, pintor, poeta, arquitecto, ingeniero y anatomista, pasó a formar filas de los genios que la historia jamás olvida. Y lo hizo con méritos sobresalientes, destacándolo apabulladamente como uno de los primeros; como un autentico y valeroso genio de vanguardia. Hoy, como ayer y mañana, sin dudas, el mundo hablará de Miguel Ángel”.
Nota: este trabajo se publicó en el periódico “El Mesopotanio”, en su edición de octubre de 1996 en la página 25 y luego en el semanario EL COLOSO DE MACORIX.
Huésped. El arte fundamento de liberación espiritual
Escrito por: Manuel Valldeperes. Enero de 1964.
Hay en todo artista, indudablemente, un irreprimible deseo de evasión. Es la fuga que de su presente hicieron Miguel Ángel, Rembrandt, Wagner, Mozart, Shakespeare, Calderón… Todos los inmortales del arte, en fin, en sus múltiples y más puras manifestaciones. Y en esa fuga, en ese ir más allá de las realidades del momento, en esa superación de la naturaleza, está la manifestación del genio creador, que es, en los grandes artistas, anticipación de lo porvenir.
La naturaleza cambia, evoluciona. El hombre se transforma, evoluciona. Nada ni nadie puede imponerse a esta impetuosa evolución natural, porque la metamorfosis es producto de las leyes naturales, a las que nadie puede someterse a su voluntad. Orientar la evolución natural, anticiparse a ella en lo que es posible, es, en suma, el fin social del arte.
Pretender someter al hombre a una ley limitativa de la biología humana sería tanto como querer mantener a la humanidad en estado bárbaro, oponiéndose a su evolución. Encuadrar el arte a normas limitativas es tan abusivo y tan absurdo como cerrar el paso a la evolución de la naturaleza. En los filósofos-artistas al fin- tenemos a la evolucionada res del pensamiento, de la misma manera que en los hombres de ciencia o de la mecánica hallamos a los progenitores de la evolución material. Buscando en el pasado y amparándonos en el presente, van hacia el porvenir. Por esta misma razón, y porque lo ideal debe evolucionar al mismo tiempo que lo material para establecer un perfecto equilibrio entre las leyes naturales, es por lo que el artista debe ser, en cierto modo, futuro.
En este avanzar hacia lo porvenir surge, para el artista, el individualismo creador, el abandono progresivo de las leyes establecidas, la superación de la belleza por la misma belleza evolucionada. Esta despreocupación no significa, sin embargo, el abandono de la técnica, que no puede ser abandonada impunemente, sino la liberación absoluta del mecanismo preestablecido, para crear una técnica que avance en la misma medida que la obra de arte se anticipa a lo que está por venir y que el artista creador presiente.
Dudamos, sin embargo, de la eficacia del arte con finalidades materiales o materialista, que es lo que se ha dado en llamar arte social. Admitimos el fin social del arte como principio de evolución ideal, condición filosófica que no puede separarse de la obra de arte sin que ésta deje de ser lo que realmente es. Por eso, situada la obra de arte dentro de esta concepción que no es limitativa sino todo lo contrario, le atribuimos una finalidad progresiva y, por lo mismo social.
¿Cuál es la condición esencial de la obra de arte como manifestación del genio creador? Afirmamos, sin temor alguno, que en lo individual está lo universal y, amparándonos en una frase muy liberal de Blape, agregamos a nuestra afirmación que generalizar es signo de imbecilidad. Y ahí surge, como ejemplo, la grandeza del Renacimiento que, al permitir al hombre un desenvolvimiento esencialmente libre, ofreció artistas geniales, muy personales, que fueron, como expresión de su propia libertad, claros exponente del futuro.
Ya es sabido y nadie lo discute que el individualismo creador es el punto de partida de toda evolución. Y el hecho se demuestra, a pesar de que el pasado no signifique nada para el artista, en el contraste entre el Renacimiento, cuando el arte, sin pretender fin social alguno, cumplía la mas primordial de las funciones sociales-la de estimular la evolución-, y el Estado Moderno creado por Luís X1V, en que el arte perdía todo valor por haber sido destruido en sus bases la libertad creadora. La obra creada en la época de Luís X1V ha dejado de ser casi en absoluto como arte para adquirir un valor tan anecdótico como el que admitimos en las primeras fotografías de Niepce, en tanto que la obra del Renacimiento es todavía impulso, palpitación, arte.
Hay que buscar en el individualismo creador, sin embargo, la más absoluta universalidad. Si la propia evasión del artista, el más allá que eterniza, es superación y evasión de lo presente, es lógico pensar que en lo nacional, entendido como fin y no como punto indispensable de partida, existe una limitación que tiraniza, que sujeta, que evita la evasión. Espíritus mezquinos o mentes incapaces han atribuido al individualismo una condición peramente desintegradora, señalándolo como una posición egoísta. No hay egoísmo en el hombre que piensa por sí mismo y que tiene el valor de ir más allá de que los demás. Así se manifiesta una valía individual que se convertía en genialidad si existe verdadera personalidad o que perecerá si su base es la vacuidad. El individualismo desintegra, pero no destruye. Lo que ya fue queda detrás del individuo como algo que ya pasó. Es la evolución. Y es lógico que ésta sea desintegración, liberación, ruptura con los cánones tradicionales que conduce a la mecanización del arte. 5 de enero de 1964.
Huésped. El arte fundamento de liberación espiritual
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Los grandes genios del pasado, lo son en el presente. Sólo murieron como creadores aquellos cuya obra no rebasó su presente; pero lo que lo superaron viven al amparo del genio y han cumplido una alta función social al facilitar la evolución. Sólo así se comprende que la obra de los genios no fuese popular en su tiempo, con muy pocas excepciones, y que al través de él y del espacio, que es la confirmación del poder evolutivo, se haya perpetuado. Y ahí es donde surge como necesaria la obligación que tiene el artista de pensar por sí mismo, de ser siempre él mismo.
La sujeción estricta a lo establecido es, en materia de arte, carencia de arte. El verdadero arte está en la superación de la naturaleza, en ir más allá de lo que la naturaleza concede a la mecánica, en cuyo caso hallamos a la obra fotográfica, que retrocede a medida que la naturaleza cambia y el hombre se transforma, es decir, que privada del impulso de la evolución envejece rápidamente a medida que la mecánica evoluciona y lo ideal se supera con la evolución del arte, para señalar concretamente el fenómeno contenido en la anticipación del artista a la evolución natural.
Como factor esencial de la función social del arte, limitaciones ideales y materiales mueren también ante la reacción del hombre espiritual que busca, en el lenguaje universal-el lenguaje del arte- la expresión no con fines materialistas en lo que no es posible creer, sino como punto de partida de la evolución ideal, debemos tener en cuenta una verdad muchas veces comprobada, y es que el progreso y la evolución son, casi siempre, el producto directo de aspiraciones que parecieron utópicas y que el púbico consideró devaneos de artista o vaga quimeras.
Y, sin embargo, esta evasión del creador es la que hace surgir la evolución ideal, como función social del artista. Es la libertad que triunfa en el mundo para llevarnos, lentamente pero con seguridad, hacia el estado perfecto de la civilización.
Es indiscutible que sin libertad creadora no hay arte posible, porque la libertad, que no es un bien en sí considerada desde su ángulo empírico, pero que desde el punto de vista volitivo es germen de toda acción, no puede ser restringida por conceptos limitativos, tanto de orden ideal como material. Por consiguiente, ni la política ni la religión, ni la moral pueden ejercer influencia directa o indirecta sobre la obra de arte sin limitar la libertad creadora, sin cohibir el genio, sin cortar las alas a su fantasía, generadora de la realidad artística.
El realismo artístico, en todos sus aspectos, fracasó porque al querer imponer como modelo a la naturaleza, con todas sus limitaciones de autenticidad, limitaba la facultad creadora, cohibiendo la libre manifestación del genio. El realismo fue la primera negación de la libertad en el arte. Cierto que no fue una acción espontánea en el artista, sino una imposición indirecta, como reacción a la limitación de las libertades religiosas y políticas en la Edad Media.
Los artistas han sentido siempre la imperiosa necesidad de crear libremente. El arte indígena primitivo marca la pauta al arte organizado, que no encuentra limitación alguna al manifestarse como una reacción sensorial ante las verdades positivas. La belleza es la primera de estas verdades ilimitadas que crea un lenguaje universal: el del arte. Y hoy, al través de la libertad creadora, que es superación de las verdades naturales, comprendemos a nuestros antepasados más remotos y sentimos idénticas sensaciones espirituales ante una obra de arte contemporánea creadora libremente.
El despotismo monástico y feudal de la Edad Media limita la libertad creadora y dicta leyes morales e ideales. El arte se ahoga dentro de tales limitaciones y el hombre, que siente por sí mismo, busca refugio en la naturaleza y se ampara en la verdad verdadera para dar expansión a sus impulsos creadores. Pero el naturalismo, que es realismo limitado, muere y las mismas de su libertad. Y surge de nuevo la libertad al amparo de la belleza y al amparo de los filósofos, creadores al fin, que son los primeros en derrumbar las limitaciones ideales.
Sin libertad no hay arte. Lo hemos comprobado al través de todas las edades, porque la libertad, que no es nada en sí, lo significa todo para el hombre: es el principio de la facultad intelectual y la base fundamental de la unidad espiritual de la humanidad, cuya fuente es el arte. Porque la libertad es germen de toda acción, el arte no puede prosperar al margen de la libertad creadora. Y es en razón de su propia libertad que el arte está por encima de toda limitación. Porque es esencia, porque es vida, porque es lo que hace sentir al hombre que ha dejado de ser bestia al identificarse universalmente en la suprema verdad: el espíritu. Y el espíritu no conoce limite.
Tomado del Volumen 1. Obra Crítica en el periódico el Caribe paginas 179, 180 y 181.